Mi querida hija 2
Después de follar a mi hija en el río, mi vida no volvió a ser la misma. Ni mi vida ni la de mi familia...
Caminamos del río a casa en silencio. No es que Sara fuera muy habladora, pero aquellas dos horas el silencio fue sepulcral. Aquella noche soñé con mi hija y con el río. Ella me abrazaba por el cuello con fuerza mientras yo lamia sus duros pezones. Sus gemidos, cada vez que mi polla la penetraba, eran tan intensos, largos y fuertes, que resonaban en las piedras como un eco infinito. Nos besabamos con fuerza, mis manos apretaban su culo mientras mi polla dura como el hormigón, llegaba más y más adentro. Ella pedía más y más mientras tiraba de mi pelo con fuerza. Sentía con absoluta claridad el roce de mi polla al entrar en su vagina y como descargaba mi leche dentro de ella. Entonces se oyó un chillido fuerte, ambos dirigimos la mirada hacia la orilla del río con pavor. Allí estaba mi exmujer con cara de espanto mirándonos a ambos.
Desperté sin aliento. De un salto me senté en la cama mientras frotaba la cara con las manos. Respiré con fuerza, todo había sido un sueño me repetí varias veces. Cuando volví a la realidad del todo noté como mi bóxer estaba mojado, igual que mi pijama. Mientras me cambiaba la ropa no me podía quitar de la cabeza la cara de mi exmujer viéndonos en el río. Solo era un sueño, pero seguro que su reacción sería infinitamente peor si lo llegaba a saber. Bajé despacio las escaleras que llevaban al salón, tan despacio como si cada pierna me pesase cien kilos. Aún no eran las siete de la mañana pero ya empezaba a ser de día. Me hice café y me senté en un escalón de la puerta, descalzo, sin camiseta y con la taza en la mano dando pequeños sorbos.
No me di cuenta hasta que olí su perfume, de que mi hija Sara estaba a mi lado. Giré la cabeza muy despacio, lo primero que vi fueron sus ojeras. Tampoco había dormido bien. Estuvimos callados, sin mover un músculo ninguno de los dos, no se cuanto tiempo, el suficiente para que el café se enfriase:
_ Sara yo_ comencé a tartamudear. No había preparado nada, no tenía disculpa, pero algo tenía que decir _ debería decirte que lo siento, que me arrepiento y todo eso_ trague saliba_ pero no me arrepiento ni un poquito siquiera. Soy un capullo..
_ Oscar_ dijo mi nombre de manera solemne _ soy tu hija. Pero llevamos casi diez años sin estar juntos. No tenemos una relación de hija_padre normal. No quiero decir que justifico lo que pasó, que me parezca bien. Debiste parar cuando la cosa, bueno ya sabes, pero yo también tengo la culpa. No debí comportarme así, después de todo, somos humanos.
_ Gracias por ser tan comprensiva. _ no sabia que más decir.
_ Sabes por qué vine aquí?? _ negué con la cabeza. Nunca me lo había dicho y aunque alguna vez pensé preguntárselo, preferí esperar a que ella me lo contase_ estoy o estaba o como prefieras llamarlo saliendo con un chico desde hace tres años. Se llama Andrés. El es genial. Atento, educado, detallista, aparte de muy guapo, le cae bien a todo el mundo. Mamá y Carla lo adoran...
_ Todo un partido _ le dige sonriendo.
_ Algo así _ contestó correspondiendo a mi sonrisa_ hace unos meses conocí a alguien en la universidad. Solo era amistad. No sé cómo, pero acabamos en la cama..
_ Un compañero de clase???
_ Eva trabaja en la cafetería del campus.
_ Una chica?? _pregunté dándole más importancia de lo que pretendía .
_ Te extraña??
_ No, para nada. _ mentí.
_ Como te decía acabamos acostandonos varias veces. Creo que siento algo por ella, pero no quería contárselo a nadie. Imagina que mamá se entera, tal como es ella de puritana y eso. Además me vine aquí de sopetón, sin hablar con nadie. No saben lo que ha pasado. Me siento mal por ellos.
_ Hace un rato soñé que tu madre nos pillaba en el río, ya sabes_ dije sonriendo.
_ Se muere de un infarto _ ambos nos reímos a carcajadas.
Pasaron unos minutos. Estaba claro que Sara esperaba mi opinión al respecto de lo que había contado:
_ Hija_ comencé diciendo _ tienes que hacer lo que tu creas que es mejor para ti sin que te importe lo que digan los demás. Si es a Eva a quien quieres, pues adelante, si es Andrés pues adelante también. Tú tienes todo el derecho de vivir tu vida como quieras.
Seguimos hablando durante horas. Sara le había dado muchas vueltas a todo. Había barajado todas las opciones, me sorprendió saber todo lo que había pasado por su cabeza durante aquellas semanas en el pueblo. Durante la comida fue cuando me dijo que se iría al día siguiente. Tomaría el tren de vuelta y ya en la capital, pondría todo en su sitio para seguir con la vida que ella quería. Le hice prometer que vendría a visitarme de nuevo, afirmó entre risas, que lo haría con Eva, sola no... Ambos nos reímos a carcajadas.
Aquella misma tarde, nos disponíamos a dar el último paseo por el pueblo cuando un coche deportivo rojo aparcó delante de mi casa. No tube dudas, al ver la cara de Sara de que lo conocía. Del asiento del conductor, salió un chico, moreno, alto, bien puesto, de veintipocos. Del acompañante una chica morena, alta y muy guapa. Tardé unos segundos en reconocer a la chica, era Carla, mi otra hija.
_ Andrés!! _ susurró Sara.
_ Ese es tu novio?? _ Sara afirmó con la cabeza.
El chico caminó escesivamente despacio el trecho que nos separaba, Carla lo hizo corriendo :
_ Hermanita, como me alegro de verte?? Traje a Andrés, no queria pero me insistió tanto que no podía darle largas más tiempo.
Entonces me abrazó a mi
_ Hola papá.!!
_ Hola hija!! _ le respondí al abrazarme tan efusivamente. No pude dejar de comparar como había sido el saludo de su hermana al verme y como era el suyo. Carla era tan efusiva como la recordaba _ como has crecido! La última vez que te vi eras una niña.
_ La última vez que te vi no tenías pelo blanco_ ambos nos reímos _ aunque te conservas muy bien.
Después de los saludos y de que me presentasen a Andrés, entramos a la casa. No hacía falta ser un experto para ver qué la tensión entre Sara y Andrés se podía cortar con un cuchillo. Carla era la única que no paraba de hablar, hablaba sin parar, sin importarle nada de lo que sucedía a su alrededor. Después de mandar callar a su hermana unas diez veces, Sara consiguió hablar:
_ Iba a marcharme mañana, de hecho ya tengo las maletas hechas. Como habéis venido, me iré con Andrés así tenemos tiempo de hablar durante la vuelta. Carla que se quede aquí unos días y te hace compañía.
_ Estás segura??_ le pregunté.
Sara afirmó con la cabeza. No hizo falta convencer a Carla, a ella le gustó mucho la idea. Una hora después yo abrazaba a mi hija mientras nos despediamos.
_ Yo tampoco me arrepiento de nada_ me susurro Sara al oído. Algo, dentro de mí, volvió a su sitio. Sonreímos. _ A papá, enséñale el río y el poker a Carla_ yo quedé blanco mientras forzaba una sonrisa, mi hija se reía a carcajadas. Iba a echar de menos a aquella mujer atrapada en un cuerpo de niña.
La vida con Carla era completamente distinta. Hablaba sin parar, lo preguntaba todo, me contaba su vida una y otra vez. Su novio José que era abogado, como ella estaba apunto de acabar su carrera de arquitecto, la casa que iba a comprar, los hijos que iba a tener, hasta los nombres de los perros que tendría. Pero había algo que no cambiaba. Lo buena que estaba. Yo sabía que había hecho pequeños trabajos de modelo para sacar un dinero extra. Lo que jamás hubiese imaginado era el cuerpo que tenía mi hija, no lo hubiese creído de no haberla visto. La vi salir de su cuarto varias veces, solo con un tanga y un sujetador. Era un escándalo de cuerpo. El contoneo de sus caderas al andar quitaba el sentido, y no digamos su culo o sus tetas. Un pecado, eso era lo que era, un pecado.
Lo había pasado muy mal después de lo sucedido con Sara, pero saben eso que decimos cuando nos emborrachamos y estamos de resaca. " No vuelvo a beber en la vida". El fin de semana siguiente estamos de nuevo borrachos. Eso me pasó a mí. No pensaba en follar a mi hija hasta que vi contonearse una y otra vez aquel escultural cuerpo.
Fue la tercera noche. Terminamos de cenar y Carla entró en la cocina con la baraja de poker:
_ No juego desde niña. Esto es a lo que se refería Carla? _yo asentí con la cabeza _ jugamos?
_ Vale.
_ Y que apostamos?? _ sugirió ella mientras nos sentábamos en el sofá.
_ La ropa. _ dije sin darle importancia.
_ La ropa?? _ preguntó asombrada.
_ Bueno, tu hermana y yo lo hicimos pero si tu no quieres..
_ Si, si vale..
No pude dejar de mirarla de arriba abajo varias veces. Una camiseta de tiras, un pantalón corto, sandalias y ropa interior. Por lo menos tengo que llegar a las tetas me repetía en la cabeza. Las dos primeras manos fueron mías, aunque solo me gané las sandalias. Luego perdí tres veces seguidas, luego ella una yo otra y así hasta que le tocó quitar el sujetador. Dudó un poco pero lo hizo. Aquellas preciosas tetas quedaron frente a mis ojos, trague salina. Intenté disimular, apretar las piernas pero mi erecion era incontrolable. Tenía que follarla y luego que fuese lo que Dios quisiera. Volví a repartir y recé. Quería verla desnuda. Ella estaba muy nerviosa, eso jugó a mi favor. Después de la última mano, un poker de ases y tenía que quitarse el tanga negro. Se puso de pié y con manos temblorosas se lo quitó. Mi corazón dio tres golpes con fuerza y casi se para al ver aquel chochito completamente depilado. Carla se quedó de pie delante de mí, con los brazos pegadas al cuerpo, paralizada sin saber que hacer o decir. Yo no dudé, no pude ya no controlaba mi cuerpo ni mis pensamientos . Me levanté y justo delante de ella me quité el bóxer. Mi polla salió como un resorte y golpeó mi barriga varias veces. Carla se la quedó mirando mientras yo extendí mi mano para agarrar la suya. Estoy seguro que ella estaba noqueada por la situación y yo lo iba a aprovechar. La acerqué a mí y cuando estuve a pocos centímetros de ella, tan cerca que mi polla ya tocaba su barriga la besé.
_ Como has perdido tienes que pasar la prueba _ fue lo único que acerté a decir. Ella afirmó muy suave con la cabeza.
Yo no esperé más y la besé. Primero roce mis labios con los suyos, luego fui introduciendo mi lengua en su boca. Ella respondió. Nuestras lenguas se enzarzaron en un baile de placer. Rodee su cuerpo con mis brazos y mi polla se apretó contra su vientre. Sus brazos seguían sin moverse. Yo ignore su parálisis y seguí. Le mordí la oreja, el cuello, para cuando llegué a sus tetas, los pezones eran como dos puntas de lanza. Los mordí y lami hasta que seguí mi camino hacia abajo. Con cuidado la senté en el sofá y metí mi boca en medio de sus piernas. Lami y chupe su clitoris mientras mi dedo entraba en su vagina, hasta que sus manos agarraron mi pelo con fuerza, sabía que si seguía se correría sin remedio. Pare la lamida y me puse de pie. Acerqué mi polla a su boca. Carla me miró unos segundos antes de introducirla en su garganta. Juro que sufrí como un condenado para no correrme en su boca. Ver los labios de mi hija alrededor de mi polla me desquiciada. Me senté en el sofá y de un tirón la puse encima de mí. No me costó nada introducir toda mi polla en su coño hasta que mis huevos tocaron su culo. Ella estaba tan excitada como yo. Ella movía su culo cada vez más rápido mientras mi polla entraba y salía. Un calambrazo de placer en mi espalda, luego en la polla y los huevos y la mayor corrida de mi vida. Solté leche dentro de ella varios segundos. Ella grito por primera vez, grito alto y fuerte mientras se retorcía de placer ante su inminente corrida. Salto con fuerza sobre mí polla para correrse como una loca cuando sintió mi leche dentro. Luego los dos quietos. No pasaron muchos minutos y yo volvía a estar duro como una piedra. La puse a cuatro patas y de un golpe, sin miramientos se la metí toda. Arqueo su espalda ante las primeras envestidas para luego moverse a mi ritmo. Mi dedo gordo en su culito un buen rato, me allano el camino cuando quise introducir mi polla. Aunque le dolía aguantó cada envestida hasta que llené su culo de leche. Ella fue al baño a limpiarse. Yo quedé allí desnudo, en el sofá. Follamos durante dos semanas, hasta que volvió a Madrid. Hoy dos años después de eso puedo decir que mis hijas vienen a menudo a verme. Sara ya no está con Eva, ahora está con una tal Sandra aunque hemos vuelto a follar en el río cada vez que viene. Incluso he sido yo el que a desvirgado su culito y me deja romperselo a menudo . Carla se va a casar en unos meses con José, pero cuando viene follamos como posesos cada noche. Tengo que decir que mis dos mujeres me Dan el mejor sexo de mi vida.