Mi puta vida (biográfico 17)

Ultimo capitulo, por ahora, de la historia de mi vida.

Al volver de las vacaciones nos topamos con la realidad. Todo el mundo con cara larga y mal humor. Las estadísticas asustaban. Aumenta el desempleo, aumenta la deuda externa y lo peor, aumenta el porcentaje de gente que no coje.

Casi un 60% de los hombres no sienten deseos y mantienen relaciones una vez al mes. Catastrófico.

Con Alfie somos la excepción a la regla, seguimos dándole como el primer día y yo honestamente no noto la falta a la que hace referencia la estadística.

Recién lo noté en marzo, cuando tuve mi encuentro anual con Ricardo, mi ex compañero de estudios.

Estaba totalmente deprimido, puteando a todo el mundo. A principios de año se había quedado sin trabajo y se la estaba rebuscando como chofer de un reparto de alimentos. Algo que no tiene mucho que ver con un doctor en bioquímica.

Estaba totalmente desanimado y le costó un triunfo echarse un polvo, cuando él es de tres normalmente en el tiempo que estamos juntos.

Como les digo, se echó uno y me costó un trabajo enorme sacarseló. Me tuve que esmerar a fondo y apelar a todos mis recursos de “mujer fatal”.

Realmente la situación de Ricardo me dejó bastante mal. No porque sólo me haya echado un polvo, sino que le iba a ser muy duro conseguir otro puesto equivalente al que tenía. Además debía plata del departamento que se había comprado y corría el riesgo de perderlo.

Un día, para mediados de año, me llama Cristina, la madre de Valeria.

–Ofelia, sacá la plata del banco lo más pronto posible.

–¿Que pasa Cristina?

–No se, pero sacala volando.

–Dejame de joder, ¿que hago con esa plata?, además el plazo fijo no vence todavía y voy a perder los interéses.

–Dejate de joder vos y haceme caso.

–¿Pero donde la meto si la saco del banco?

–No sé, metétela en el culo, pero sacala.

Me complicaba bastante, ya que me daba miedo tener esa plata en casa, pero Cristina siempre me había aconsejado bien. Gracias a ella seguía teniendo los 25.000 dólares iniciales y algunos más de intereses aparte de lo que había gastado, así que decidí hacerle caso.

Aparentemente no pasó nada durante un tiempo pero al final, los bancos y el loco que teníamos como ministro de economía, se mandaron el gran robo del siglo implantando el “corralito”.

Cristina había tenido razón, yo salve mis ahorros, pero miles de personas los perdieron totalmente o recuperaron sólo una parte.

La cosa siguió empeorando y en diciembre al compás de la música producida por las cacerolas golpeadas por todos nosotros, el peor gobierno de nuestra historia llegó a su fin.

En otro orden de cosas menos drámaticas y mucho más frívolas tenía que festejarle el cumpleaños a Alfie el 10 de enero.

Quería agasajarlo con todo, como se lo merecía después de dos años de tenerme como una reina, sexualmente hablando porque en los demás rubros, como ama de casa y como ayudante en el estudio, tenía que trabajar como una plebeya.

Comentando con Valeria y Melissa el hecho de que no se ocurría nada original, Valeria me dice:

–Organizale una fiesta.

–Si, con bonetes y cotillón y cuando apaga las velitas le cantamos el cumpleaños feliz –le contesté con tono de “no seas boluda”

–No tarada. Te digo una festichola. Llevale dos o tres minas que lo gasten haciendole todos los chiches. Si querés, nosotros te hacemos la gamba, ¿no Meli?

–¡¡¡Sos una hija de puta!!! Vos lo que querés es cojertelo y ponés el cumpleaños como excusa –le dije con tono burlón.

–Ganas no me faltan, te soy sincera, si no fuera tu marido ya me lo hubiera masticado –dijo mientras Melissa le daba un golpecito en el hombro para manifestarle sus celos.

–¿Que clase de lesbiana sos que está queriendo cojerse al marido de su mejor amiga?

–Yo soy muy amplia... y Meli también. Si se presenta una buena verga no la dejamos pasar ¿no Melissa?

–Por supuesto, y según vos la de Alfie es una verga de novela. –comentó Meli que a pesar de todo es la más seria de las tres.

La idea me quedó dando vueltas en la cabeza. Alfie se volvía loco con la idea de cojerse a una lesbiana y sobre todo lo calentaba mucho verme a mí con otra mujer. En Mar del sur, cuando torteaba con Celia se le ponía más dura que lo habitual.

Yo con Valeria y Melissa tengo mucha onda, además de la amistad que nos une y a Alfie le encantaría comerse a las dos, sobre todo a Valeria que es la más machona.

Al cabo de unos días llegué a la conclusión de que la idea era muy buena y le comenté a las chicas que si realmente estaban dispuestas, la llevabamos a cabo.

–Seguro gorda, contá con nosotras, te lo vamos a gastar a tu Alfie. –me dijo Valeria.

El 10 de enero de 2002 sería un día inolvidable para Alfie. Iba a concretar una de las fantasías más entrañables para él.

Le comenté que le iba a hacer una fiesta sorpresa. El me quería sacar detalles pero yo me mantenía firme.

–Si te adelanto algo deja de ser sorpresa. Ya dejó en realidad porque las fiestas sorpresas no se anuncian, pero esta va a ser muy especial.

Se ponía frenético pero fue soportando su curiosidad hasta que llegó el día.

Le dije que llegara a casa a eso de las nueve, hora en la que estarían todos los invitados.

El imaginaba encontrarse con antiguos amigos casi olvidados y con todos aquellos que frecuenta actualmente y no sé que otras ideas más corrían por su cabeza.

Menuda sorpresa tuvo cuando en lugar de todo eso, al entrar se encontró con tres mujeres, todas de generoso físico, desnudas cantandolé el feliz cumpleaños.

Pasado el primer momento se le notaba en los ojos el morbo que le provocaba la situación no extrañando para nada el no haber visto a todos sus amigos.

Estaba felíz y caliente por haberse encontrado con nosotras tres en pelotas y ofreciendolé todos nuestros obsequios corporales, a saber: tres pares de inmensas tetas, tres culos redondos y prominentes, tres vaginas húmedas de ansiedad y tres bocas deseosas de chupar todo lo que encuentren a su paso.

Entre las tres lo desnudamos llevandoló hasta el baño donde lo esperaba una bañera llena de agua calentita plagada de sales aromáticas y relajantes.

¡¡A esa altura su miembro ya estaba en plenitud y ninguna de las tres siquiera lo había rozado!!

Mientras lo bañabamos, esquivando tocarle el bulto, Melissa le sirvió un bocadito y un cóctel.

El bocadito incluía una “pastillita energizante” que consiguió Melissa, que es doctora, de un visitador médico. No era que Alfie la necesitara pero considerando que eramos tres a atender pensamos que necesitaria un refuerzo que lo ayudara a su mejor desempeño.

Se los dimos disimulado porque él es reacio a tomar siquiera un analgésico cuando le duele la cabeza y se hubiera negado de plano. De esta manera viviría las ventajas extras como obra de la excitación que le producía estar con tres mujeres, dos de ellas lesbianas.

Sequito y perfumado con el mástil erecto comenzamos a hacerle una calesita que consistía en que mientras una le chupaba la pija, otra le besaba todo el cuerpo y la tercera se acomodaba para que él pudiera mamarle la concha. Nos turnabamos periódicamente, luego de un tiempo suplantamos la mamada por una cabalgata con su poronga inmensa y dura metida en nuestra concha.

Cuando estaba a punto de acabar, paramos y comenzamos a tortearnos entre las tres, mamamos nuestras conchas, besamos nuestros culos, chupamos todas nuestras tetas mientras él, fuera de sí por el espectáculo, se pajeaba furiosamente hasta que acabó bañandonos con su descarga de caliente leche.

A pesar de lo prolongada que fué su acabada la pija continuó dura como si nada. Valeria se la limpió con la boca mientras el me chupaba la concha. Melissa mientras tanto, munída de su arnés, penetraba la vagina de Valeria que en esos momentos estaba desesperada soportando orgasmo tras orgasmo producidos por lo caliente de la situación. Yo regué con mis jugos la cara de Alfie que gozoso me la refregaba por la concha.

Luego todas tuvimos una doble penetración con la pija de Alfie y el arnés que alternadamente lo usamos las tres.

A Melissa le costó algo tolerar la pija de Alfie en su culo pero cuando él, que es un maestro culeador, se la acomodó correctamente, ella la disfruto al máximo acabando como una posesa.

Hasta nos dimos el gusto de penetrarlo a Alfie, acostumbrado a mis dedos, que llevado por la inmensa calentura que nos invadía accedió a que una a una, lo cojieramos con el arnés.

Era espectacular verlo mientras se cojía a Valeria y le mamaba las tetas a Melissa, montada sobre la cara de Vale para que esta puediera chuparle la concha, y yo haciendolé el culo con el arnés. Fue una explosión conjunta tan impresionante que terminamos todos desparramados y riendonós con ganas por lo absurdo de la situación.

Como la pija de Alfie era insaciable, estuvimos de cojida hasta muy tarde, cuando la poronga comenzó a perder rigidez y cayó en un profundo sueño, como todos nosotros.

Fue un cumpleaños inolvidable para Alfie y también para nosotras que lo pasamos increiblemente bien dando rienda suelta a todos nuestros instintos y fantasías.

A las dos semanas Alfie quiso reeditar su cumpleaños y las chicas gustosamente accedieron.

La pasamos bárbaro de nuevo y luego de un fin de semana de sexo continuo, con periódicos descansos logicamente, tanto Valeria como Melissa nos dijeron que la intención no era hacer de estos encuentros una práctica habitual. Así que no lo volvimos a repetir hasta ahora, lo que no quiere decir que no lo volvamos a hacer cuando los cuatro estemos de acuerdo en las ganas y necesidad de hacerlo.

Poco a poco hubo cambios en el país y es como que la gente volvió a la normalidad. Es cierto que los grandes problemas siguen, la pobreza, la falta de trabajo, pero también es cierto que ahora al menos hay una pequeñita luz de esperanza.

Con Alfie seguimos trabajando y cojiendo, tuvimos nuestros asuntitos individuales que aportaron su cuota de morbo a nuestra relación (a ambos nos encanta cuando el otro cuenta sus cosas intimas y casi siempre terminamos en una furibunda cojida) y mi puta vida llega a su momentaneo final, por ahora, sólo quedarían algunos sucesos que intentaré relatarles como apéndices de ésta autobiografía de una mujer que ante todo decidió vivir como sintió a pesar de no ser su modo de vida, del todo convencional.