Mi puta vida (biográfico 16)

Mis primeras vacaciones con Alfredo... y compañía.

Seguía dentro de mi caparazón. A pesar de la situación general, en el estudio había algo de trabajo, mayormente para el exterior y producto de dos contratos que firmó Alfredo con dos importantes agentes. Se cobraba menos pero se cobraba.

En lo personal seguía con mis copias especiales y esporádicamente me llamaban para documentar alguna operación.

Con Alfredo todo iba viento en popa. Cuando no trabajabamos, cojiamos y cuando no cojiamos, trabajabamos.

El tuvo un afaire con una modelo, nada importante, y yo recibí el llamado sorpresa de Tino que estaba de viaje en Buenos Aires y me telefoneó. Rememoramos viejos tiempos, en todo sentido, puteamos por haber sido tan boludos de festejar el triunfo de De la Rua, y nos echamos unos lindos polvitos.

En el verano del 2001 nos fuimos de vacaciones. Un primo de Alfredo, muy compinche cuando eran más jovenes y solteros, nos invitó a pasar unos días en su casita de Mar del Sur, un balneario recontra tranquilo.

Nuestra idea era pasar unos días con ellos y luego seguir camino a Puerto Madryn.

Tuvimos mala suerte y llegamos con mal tiempo. No paraba de llover.

En Mar del Sur con lluvia hay muy poco que hacer. No hay centro comercial, no hay espectáculos y si se quiere tener algún pasatiempo hay que ir a Miramar o a Mar del Plata, pero con ese tiempo era imposible porque el camino que lleva a Miramar estaba intransitable.

Sólo quedaba tomar mate, jugar a las cartas o a cualquier juego, dormir y cojer.

Eso haciamos Alfredo y yo y Horacio, el primo, con su mujer.

Suerte que la casa estaba un poco alejada de los vecinos sinó estos tendrían motivos de queja con nuestros gritos.

Era un concurso a ver quien jadeaba y gritaba más cuando acababa.

Las paredes de nuestros cuartos, separados por un tabique de ladrillo hueco, no alcanzaban a acallar los ruidos que ambas parejas producíamos en nuestros encuentros íntimos.

Esto era motivo de jocosos comentarios cuando nos encontrabamos para comer, tomar mate o jugar a las cartas.

–Suerte ¿no Chela? que reforzamos el elástico de las camas –decía Horacio haciendo complice a su mujer.

Un día en la cocina, mientras preparabamos el desayuno luego de una noche a pura garcha donde los gemidos de al lado incentivaban nuestra recalentura, y supongo que viceversa, Chela me dijo:

–No se como estás en pie, con todo lo que te dió anoche Alfie –con cierto tono morboso.

–Para eso dios me dió este físico, soy de largo aliento –contesté con aire de superdotada.

–Perdonáme que te pregunte esto, pero ¿es cierto lo que me dijo Horacio que Alfie la tiene larga y gruesa?

–¿Porque no le decís que te la muestre? –le dije tratando de escandalizarla.

–Si le digo ¿a vos no te jodería? –me contestó dejandomé fría. No sólo no se escandalizaba, sino que subía la apuesta.

–A mi no, en lo más mínimo, pero ¿a tu marido? –dije pensando que ahora sí la apabullaba.

–No. Tampoco, al contrario, si intercambiamos el estaría contentísimo porque está recaliente con vos.

–Lo charlo con Alfie –contesté apabullada yo.

–Dale, tratá de convencerlo, porque vos también me calentas mucho –dijo refregandomé las tetas en el brazo mientras me miraba libidinosamente.

Cuando se lo comenté a Alfie no pareció sorprendido.

–Hace tiempo que Chela me tiene ganas, no se que carajo de historias le metió Horacio en la cabeza. Lo que no me imaginaba, a pesar de la confianza que tengo él, es que fueran fiesteros. Nunca me dijo nada.

–Quiere saber si la tenés larga y gruesa.

–¡Que loca! –se rió Alfie.

–¿Pero vos te la garcharías?

–Y, buena está, un polvo me echaría, si vos me dejás, logicamente –me contestó con aire de santo varón.

–Pero eso implica que yo garche con Horacio.

–¿Y a vos te molesta?

–Para nada, vos sabés que soy capaz de hacer cualquier cosa para verte feliz –le dije con cara de mujer complaciente.

La verdad que la idea me interesaba para romper un poco la monotonía porque parecía que el tiempo no estaba dispuesto a cambiar y ya me había resignado a no tomar sol ni meterme en el mar.

Además tengo que reconocer que si bien no me hacían temblar de pasión, tanto Horacio como Chela me producían cierta curiosidad calenturienta.

Cuando se lo comenté a Chela mientras preparabamos el almuerzo, se puso loca de contenta, más bien creo que de calentura.

Durante el almuerzo hablamos con doble sentido de lo que iba a suceder poco más tarde.

–Ojo Alfie, no te vayas a confundir, mirá que no tengo vello en el culo – le decía Horacio.

–No te preocupes que se diferenciar la carne de chancho. Además teniendo dos yeguas como pensás que me puedo montar a un burro.

La verdad que fué muy divertido y terminamos todos super calentitos.

Cuando finalizamos de almorzar Chela me dijo:

–Vení vamos a mi cuarto a preparar todo.

El cuarto de ellos tenía una cama de dos plazas y una chiquita que usaban cuando iba mucha gente.

Cuando llegamos al cuarto ya estaba todo preparado. Luz suave, musica pegajosa que empezó a sonar cuando Chela prendió el radiograbador.

–Ya está todo listo, ¿que falta? –le dije

–Faltamos nosotras.

La idea de Chela es que esperaramos a los chicos desnudas y torteando. Me gustó porque sabía que Alfie tenía ganas de verme con otra mujer.

Nos desnudamos y empezamos a besarnos y a toquetearnos.

Cuando la cosa tomó cierto calor llamamos a los chicos que vinieron volando.

Nosotras estabamos en la camita entretenidas chupandonós las conchas en un tradicional 69. La verdad que Chela la mamaba bien y además tenía una cachuca gustosa, prolijamente peladita y con unos labios chiquitos, fáciles de separar con la lengua para llegar al clítoris.

Seguimos entretenidas mientras los chicos se desnudaban.

Cuando Chela vió la pija dura de Alfie, tragó saliva, junto con todos los jugos mios que me había sacado con su mamada.

Parecía una posesa con los ojos queriendo salirse de las orbitas.

Cuando vi la de Horacio la comprendí, tenía una pija normal, quizás 15 cm, no más. A mi me venía bien porque podía cumplir mi fantasía de “garganta profunda”, cosa imposible de conseguir con la poronga de Alfie.

Enseguida hice realidad mi fantasía metiendomé toda la verga de Horacio en la boca hasta que sentí que la cabeza chocaba en mi garganta produciendomé una pequeña arcada.

Mientras tanto Chela trataba de darse maña para mamar la poronga de Alfie, tremendamente parada por el espectáculo que dimos nosotras mamandonós.

Por lo que pude ver antes de dedicarme de llenó a lo mío, había logrado tragarse buena parte de la pija a riesgo de lastimarse las comisuras, pero bien dice el refrán, sarna con gusto, no pica.

Yo traté de sacarle el jugo a la pija de Horacio, pero era tremendamente resistente. Con esa resistencia compensaba el tamaño.

Cuando se la deje bien dura con la mamada y luego de acabar yo mediante la labor de sus dedos en mi concha, fue a ensartar a Chela que seguía entusiasta chupandoselá a Alfie. Horacio la acomodó y se la enterró de un golpe hasta los huevos.

Alfie me llamó para que, de rodillas, me pusiera sobre su cabeza y así poderme chupar la concha.

La verdad que estuvo bueno porque mientras Alfie me la mamaba yo podía ver como Chela se retorcía de placer mientras se la chupaba a Alfie y Horacio se la clavaba con intensidad.

Luego Chela, que era la que tomaba las iniciativas, se lo montó a Alfie y quedando frente a mí me empezó a chupar las tetas y a besarme.

Yo sentí que Horació se hacía lugar atrás mio para intentar culearme. Saqué un poco el culo para afuera, dejando a Alfie con la lengua enfocada en el clítoris, sin poder lamerme la raya, y así Horacio me la pudo meter. No tuvo problema porque mi ojete, acostumbrado a comerse la de Alfie, recibió la de él con gran facilidad.

Chela quiso sentir a los dos hombres dentro suyo y entonces Horacio partió raudo a satisfacer a su mujercita, culeandoselá mientras Alfie le gastaba la concha.

Generosa, luego de acabar como una condenada, quiso ver como me daban los dos a mí.

Me acomodé sobre Horacio, tragandomé su poronga con mi concha y reservando el ojete, tremendamente deseoso de algo gordo, para Alfie.

Lo genial de la fiesta fue cuando Chela quiso que Alfie se la culeara. Hizo verdaderos esfuerzos y finalmente lo consiguió.

La pija de Alfie bombeaba su ojete, pero era tal la presión que su aro ejercía en la poronga de Alfie que no pudo retener más la eyaculación y se lo llenó de leche con una de esas acabadas que merecen figurar en el libro Guinness.

Desesperado de calentura al ver a su mujer gozando como loca, Horacio me metió la pija en la boca y enseguida me la llenó con su acabada no tan larga pero si de leche espesa.

El clima de cogedero acompañó al clima lluvioso por dos días. Al cabo de mucha lluvia y muchos polvos, paró y aprovechamos para seguir viaje, realmente un poco cansados de tanta garchar.

Tanto es así que hasta Madryn no hicimos ninguna parada técnica… para cojer, sólo para comer y cargar nafta.