Mi puta vida (biográfico 04)

Sola en Mar del Plata. Bueno no tan sola.

El domingo Valeria amaneció bastante mejor, aunque todavía estaba muy congestionada. Me dijo que había pensado adelantar el viaje, porque para estar así y no poder disfrutar el mar, prefería volver antes y descansar para estar bien el lunes cuando se presentara al nuevo trabajo.

Desayunamos, la ayudé a preparar el bolso y nos fuimos para la terminal.

Había un micro que salía en una hora, sacó el pasaje y fuimos a la confitería de enfrente para hacer tiempo.

Cinco minutos antes de la hora, volvímos a la terminal y esperé a que saliera el micro para volver al hotel.

En la vereda note que un tipo que había visto en la confitería me estaba siguiendo.

Caminé despacio para darle tiempo a que me alcanzara y cuando me habló, lo rebote. De cerca no era gran cosa y yo en realidad todavía sentía las consecuencias de la noche anterior con el gallego, así que preferí dejar la joda para otro momento y descansar. Total por lo que pintaba hasta ahora, no iban a faltar oportunidades.

No se porque será pero en los lugares de veraneo todos están alzados, hay un clima de sexo flotando en el aire, a veces es tan denso que cuesta avanzar a través de él.

A mi personalmente me pasaba, siempre durante el veraneo tenía una calentura contínua… y reprimida. Estas eran mis primeras vacaciones donde podía liberar mis instintos y estaba decidida a hacerlo totalmente.

Lo conseguí en gran parte. Fue un mes de sexo, lujuria y lascivia, como dicen los avisos de las películas que prometen mucha acción y después muestran sólo una teta de la actriz.

No voy a relatar polvo tras polvo porque sería demasiado aburrido. Todos los polvos son más o menos iguales, sobre todo cuando uno está en plan de “carne con ojos, cojo”, y sólo en algunos se marca una diferencia que los hace mejores o a veces peores.

De estos últimos tuve algunos durante todo el mes. Eyaculadores precoces, que tocan y acaban. Cobardes de último momento, que cuando te ven en bolas, arrugan para terminar haciendosé una paja mientras se acuerdan de tus tetas o tu culo.

Gran parte fueron cojidas de cuatro puntos, los necesarios para aprobar con lo justo.

De los mejores, que por otro lado son sobre los cuales me explayaré, rescato dos grupos, uno, los del gallego Joaquín y su mujer, y otro, los de Anibal, el hijo de la dueña del hotel.

Lo de Joaquín y señora fué apoteótico, delirante, comiquísimo casi rozando el sainete y espero tener la suficiente capacidad para poder trasladarlo a las palabras.

Un día, al volver de la playa, en conserje me dice:

–Estuvo un señor español que la buscaba. Me dejó encargado que le dijera que hoy a las nueve estuviera preparada que él y su mujer la iban a pasar a buscar para comerse una paella.

Fué puntual, yo ya estaba lista esperando en la puerta.

Bajó del coche y me escoltó hasta que subí a la parte trasera. En el asiento de adelante había una mujer de 30 años largos, rellenita, y aparentemente de baja estatura. Tenía una amplia sonrisa que no le abandonaba la cara en ningún momento.

–Soy Lupe, encantada de conocerte –se presentó poniendo la mejilla para que le de un beso.

–Ofelia, es un gusto.

Cuando el conserje me pasó el mensaje de Joaquín en un primer momento dudé, pensé en no aceptar la invitación. No era muy cómodo conocer a la mujer de un tipo con el que te echastes unos polvos en su propia casa mientras ella dormía.

Después el morbo y la curiosidad hicieron lo necesario para que cambiara de idea.

Joaquín ya había puesto el coche en marcha.

–Oye Lupe, esta es la chica que te conté, hace unas mamadas que te vuelven loco.

–¿En serio? ¿También chupas coños? ¿O sólo te atraen las pollas?

El escuchar este dialogo de entrada me sockeó. Enseguida me acostumbré porque fué la tónica de toda la noche.

–Nunca lo hice –respondí timidamente en tono casi inaudible.

–No te preocupes, niña, ella te saca maestra –dijo Joaquín palmeando la pierna de su mujer.

–No exageres hombre, a ver si luego se desilusiona la Ofelia.

–Que no exagero, mujer. Siempre que estamos con otra chica, ninguna me deja chuparsela, todas te prefieren a vos.

–Ay Joaquín que galante sos, zalamero. –le dijo pellizcandolé suavemente la mejilla derecha.– ¿Por que no te has quedado el otro día?

–No quería molestar, vos estabas dormida… –contesté como para decir algo.

–Y hubiera seguido dormida, aunque hubieran cojido a mi lado. Es que había estado con un chaval, que ni te cuento, me dejó mormosa. ¡Como follaba el condenado! Y que polla hermosa que tenía.

–Podemos invitarlo una noche y armamos una fiestecita los 4, ¿que os parece? –Preguntó Joaquín.

–¡Estupendo!, ¿no es cierto Ofelia? Yo lo arreglo.

Todo el trayecto al restaurante fue así, recordaron pijas y conchas compartidas, se reían, se hacían mimos y se repartían halagos de todo tipo mutuamente.

En ningún momento lo sentí como falso, al contrario, era tan cálido todo que yo me sentí integrada, a pesar que sólo dije unas pocas palabras.

No se porque, o en realidad si sé, me acordé de los dialogos de mis padres. Dondé el ladraba y mi madre asentía como perrita faldera.

Fuimos al mismo restaurante, no sólo Joaquín era muy popular en él, Lupe recibió el mismo trato y distribuyó besos entre todos los mozos.

Comimos y tomamos de primera. Yo me reí toda la noche porque la convesación estuvo cargada de doble sentido y un continuo jaraneo.

Cada tanto Lupe interrumpía lo que estaba diciendo para recordarle a Joaquín:

–Ay Joaquín, no bebas mucho que tienes que conducir y yo no quisiera morir al menos antes de probar a esta rica chavala –mientras decía esto me acariciaba la pierna subiendomé cada vez más la pollera.

Terminamos de cenar. Volvimos al coche pero esta vez Lupe se sentó conmigo atrás.

Enseguida empezó a refregarme las tetas y a meter mano abajo de la pollera. Yo al primero estaba un poco tensa, pero enseguida empecé a sentir una calentura tremenda y me distendí respondiendo a sus caricias. Ya estaba jugada y tenía la hermosa sensación de que no perdería nada, al contrario.

Me empezó a acariciar las tetas y me invitó, abriendo las piernas, a que jugara con su concha. La empecé a pajear y enseguida entró en éxtasis. Verla acabar por obra de mis dedos, me produjó una sensación tan fuerte que yo también tuve un orgasmo. Por primera vez había pajeado una concha que no era la mía, y era evidente que lo había hecho bien.

–Joder, niñas, comportensé que tengo que manejar y la polla ya me esta chocando el volante –dijo Joaquín riendosé.

Por suerte enseguida llegamos al departamento. Yo estaba tan caliente que necesitaba  urgente que una pija me llenara, al menos uno de mis agujeros.

Fuimos al dormitorio y nos desnudamos. Enseguída Lupe se lanzó a chuparme la concha, mientras Joaquín me acercaba la pija a la boca para que se la mamara.

Lo hice con gusto mientras la mamada de Lupe me producía un esplendido estado de euforia. Realmente Joaquín no se había equivocado. Lupe era una gran maestra porque sin decir palabra, sólo con la acción me estaba dando cátedra sobre como se debe chupar una concha. Cuando me causó el primer orgasmo, cambiamos de posición. Yo sólo repetí lo que ella me había hecho y me premió llenandome la boca del jugo producido por su acabada. Mientras estaba gozando intensificó la chupada que le estaba haciendo a Joaquín que dijo:

–Para, para Lupecita que me corro –Lupe le soltó la pija y el se retiró a reponerse –¡¡¡Coño que potencia, mujer que potencia!!!! Eres impagable.

Mientras el descansaba nosotros seguimos ensimismadas en un 69. Yo estaba abajo. Enseguida vi a Joaquín que se acomodaba para ensartar el culo de Lupe. Lo consiguió con facilidad y sentí que sus bolas me acariciaban la cara. Entre mi chupada y el bombeo acompasado de Joaquín Lupe acabó largamente, chupandomé la concha con mayor intensidad mientras lo hacía.

Luego Joaquim me la puso a mi en el orto mientras Lupe me sobaba las tetas. Cuando ella se dió cuenta que Joaquín estaba haciendo lo imposible para refrenar la eyaculación le dijo:

–No te esfuerces querido, que recien empezamos, tienes toda la noche por delante.

El sacó la pija de mi culo y pajeandosé nos regó a las dos con su abundante acabada.

–Eso chico, estuvo buenisimo, ¿no es cierto Ofelia? ¡¡Coño que hombre más cojonudo tengo!!

Digo eso con verdadero orgullo y se dedicó a limpiarle la pija con la boca. Después, junto con Joaquín, me lamieron las tetas para sacarme la leche que me había salpicado. Lupe nos pidió que le hicieramos lo mismo y gustosos la complacimos.

Estuvimos toda la noche jaraneando y cojiendo. Nos sorprendió la salida del sol que vimos por el balcón mientras Joaquín paseaba su pija de un culo a otro.

Cuando el sol se dibujo totalmente apoyandosé en el horizonte él comenzó a acabar en el orto de Lupe y pasó al mío en plena eyaculación. Sentí la nueva sensación de una pija entrándome en el culo a través de los chorros de leche que largaba y se depositaban alrrededor de mi ojete.

Luego desayunamos opiparamente y al terminar Joaquín quizó empezar de nuevo, pero la voz de la cordura, en boca de Lupe, lo convenció que era hora de parar.

Nos fuimos a dormir los tres en la inmensa cama matrimonial.