Mi puta vida (biográfico 02)

Comienzo una nueva vida.

Valeria y su madre me recibieron amablemente y me acomodaron en el cuarto de servicio que estaba sin ocupar.

Luego de dos días volví al trabajo. Estaba empleada en una firma importadora propiedad de uno de los amigos de mi padre. Cuando terminé la secundaria él me metío ahí porque era una manera de tenerme bajo control.

Cuando llegó Carl, el dueño,  le pedí hablar con él y le dije que pensaba renunciar.

Me preguntó que iba a hacer y como me iba a arreglar, le dije que no sabía.

Lo noté sinceramente preocupado y me pidió que reflexionara.

–Pensá bien Ofelia, tu padre no te dejó en muy buena situación. Si bien te corresponde parte de la casa, eso recién lo recibirás cuando se haga la sucesión y logre venderse.

–Entonces nunca, porque no pienso hacer nada que involucre volver a ver a mi tía.

El siguió tratando de convencerme pero al verme tan decidida desistió.

–Quizás lo que podamos hacer, como paliativo, es que me cedas tu parte de la herencia a cambio de una cantidad, digamos $25.000. Pensalo y me contestas cuando quieras.

Me fuí con la sensación de que me estaba robando con su propuesta. Que otra cosa podía esperar de un amigo de mi padre.

En la cena se lo comenté a Valeria y a Cristina, su madre, y esta que es contadora me dijo:

–Si te ofreció $25.000 seguro que se puede estirar un poco, negocialo pero creo que no es un mal trato. Con el efectivo ahora te ahorras todos los dolores de cabeza de la sucesión. Además, y creo que es lo más importante en este momento, cortas definitivamente los lazos con el pasado.

Al día siguiente fuí a verlo a Carl y le pedí $40.000, me dijo que estaba loca y cuando me iba me ofreció $ 30.000. Acepté aliviada, por un momento pensé que me iba a quedar sin nada.

–Bueno voy a preparar el documento de traspaso con el escribano y te aviso para firmarlo.

–De acuerdo, pero antes de firmarlo, lo voy a hacer revisar por alguien de mi confianza. –dije pensando en Cristina.

–Totalmente de acuerdo, te iba a pedir que lo hicieras.

Cuando salí de su oficina me topé con Alberto, su hijo, que también trabajaba ahí.

Era un buen chico, tenía 20 años y todavía estaba muy sometido a la voluntad de su padre.

–Hola Alberto.

–¿Que tal Ofelia? Me dijo mi padre que te vas, que no vas a trabajar más con nosotros. Que lástima, te voy a extrañar.

–Gracias Alberto, se que sos sincero.

Me dió un beso y no me soltaba la mano.

–Alberto yo se que vos estas caliente conmigo y que nunca me dijiste nada porque le tenés terror a tu viejo, si te animás te espero esta noche, vení a buscarme. –le anoté la dirección de Valeria y me fuí.

A la noche sonó el timbre en lo de Valeria. Era Alberto.

La verdad es que era un rico chico, yo había fantaseado algo con él pero nada más que eso.

Fuimos directamente a un hotel. El estaba muy nervioso y cometía torpeza tras torpeza.

Lo ayudé a desnudarse y se puso colorado de verguenza, yo no le presté mucha atención porque estaba mirandolé la pija, un hermoso ejemplar largo y duro que emergía del centro de su cuerpo.

Me desnude y al verme el tragó saliva. Le agarré la pija y me la llevé a la boca. A las dos chupadas me largó toda la leche.

Se puso más nervioso todavía y quería irse.

–Por favor Alberto, quedate tranquilo, esto le pasa a todos los hombres la primera vez que están con una mujer –dije como si fuera una experta, total él no sabía era mi segundo hombre.

Conseguí calmarlo y charlamos de cualquier cosa. Al rato avancé de nuevo sobre él y enseguida respondió, su pija alcanzó el máximo de erección.

Esta vez aguantó mi mamada. Intenté que me chupara la concha pero estaba totalmente perdido, no supo que hacer. Como si no hubiera pasado nada, me dí vuelta y me lo monté enterrando toda su pija en mi concha.

Le metí las tetas en la boca y me las chupó con ganas, me dejó los pezones ergidos y rosados. Le guié la mano para que me pajeara mientras yo lo cabalgaba, haciendo que su pija saliera y entrara toda en mi concha cada vez más húmeda. Yo estaba a punto de acabar. La paja aceleró los tiempos y tuve un lindo orgasmo. Mi orgasmo arrastró el de él. Fué muy intenso, me abrazó por la cintura y metió su cabeza entre mis tetas gimiendo y jadeando.

–¿Viste? Este polvo estuvo muho mejor –le dije cuando nos separamos.

–¡¡Maravilloso!! –dijo eufórico– ¡¡¡Que lindo es cojer!!!

El final del turno nos agarró en plena acción. Estabamos cojiendo totalmente concentrados cuando sonó el teléfono para avisarnos.

–Nos quedamos otro turno –contesté sin dejar de cojer.

Había logrado que medianamente me chupara la concha, con torpeza, pero fué lindo igual. El ya estaba totalmente distendido y se notaba que gozaba mucho y que estaba preocupado por hacerme gozar. Yo le hacía saber constantemente que lo estaba consiguiendo, ya había tenido 3 orgasmos y él seguía duro y firme sin aparente apuro por acabar.

–Haceme el culo, papi

Como no tenía idea lo tuve que guiar pero enseguida aprendío y me la metió hasta los huevos. La mayor presión de mi ojete hizó que no pudiera resistir mucho más y me lo llenó de leche.

Era genial verlo reir como un nene cuando observaba la forma en que su leche fluía de mi culo.

Ese turno nos dió tiempo para echarnos otro polvo, que medio agotado, le costó bastante. Pero para mí mejor porque tuve no se cuantos orgasmos a cada cual más intenso.

No nos quedamos toda la noche porque el fantasma de Carl apareció. Lo entendí perfectamente. Yo había soportado lo mismo durante 10 años.

Nos bañamos y nos fuimos. Me dejo en lo de Valeria y me preguntó si lo ibamos a repitir.

–Con mucho gusto, si vos querés. –Le dije y se fué en un avanzado estado de euforia.

A los tres días me llamó Carl para decirme que el documento estaba listo. Pase por la oficina a buscarlo, estaba Alberto y arreglamos para que me pasara a buscar esa noche.

Con el documento fuí al estudio de Cristina para que lo controlara. Me dijo que estaba todo en orden y que ella me iba a acompañar a cobrar la plata acordada, que concretara la fecha.

Esa noche paso a buscarme Alberto y lo primero que me dijo es que había arreglado todo para poder pasar la noche conmigo.

De entrada, en el hotel pedimos toda la noche, así no nos interrumpían.

Fue increíble, no dormimos casi nada porque nos pasamos la noche cojiendo y cojiendo. Creo que Alberto se echó 6 o 7 polvos y yo perdí la cuenta de mis orgasmos.

La verdad que, como en todo, Alberto era muy aplicado y aprendía pronto. Si bien mi experiencia era muy poca pude sentir que era un amante incansable y considerado. Siempre pendiente del gozo de la pareja. Eso fué una sorpresa para mi que, quizás por un preconcepto, consideraba a todo lo alemán como frío e insensible.

Durante un tiempo repetimos nuestras cojidas, hasta que se puso de novio con una chica, logicamente hija de alemanes, y no nos vimos más.

Fuí con Cristina a cobrar la plata. Por esa fantasía económica que vivimos en la Argentina durante los años 90 yo me había hecho de U$S 30.000, un montón de plata.

Separé 2.000 y el resto lo deposité en el banco siguiendo los consejos de Cristina.

Con esos $ 2.000 me fuí todo el mes de febrero a Mar del Plata, a descansar y pensar mi futuro. Y lógicamente también a otras cosas