Mi profesora y yo 8

Y su rostro se encontró con el mío y en se momento mi corazón parecía haberse salido de lugar.

-No, ¿Quieres venir? Me da como lástima desperdiciarlas, y quiero ver esta película.

Enarqué una ceja mirando al suelo debatiéndome entre ir o no ir.


-Si nos ven podríamos meternos en un… Problema.- Hablé insegura.

-Dime, ¿Vamos o no? - Me miró a los ojos con esa mirada tan propia de ella.

¿Cómo resistirme a ti Roxanne? – Pensé dentro de mi mente.

Observé sus azabaches ojos brillantes, la verdad es que desde ayer que la conozco se me ha dificultado dejar de verlos, son ese tipo de miradas que te atrapan y no puedes dejar de observar por mucho que te lo propongas; suspiré y me rendí.

-Vamos al cine.- Le sonreí.

-Pago éste vestido y subimos.- Correspondió mi sonrisa.

Mientras Roxanne pagaba en el mostrador, me miré detenidamente en el espejo, mis labios palidecían, y mi piel en cualquier momento se volvería transparente, estaba nerviosa, nunca había salido con un profesor en otro plan que no fuera “profesor-alumno” aunque a decir verdad, realmente nunca había entablado conversación fuera de la escuela con algún profesor.

Mi piel estaba fría, saqué el polvo facial para retocarme, al salir del probador al que sólo entré para mirarme en el espejo, Roxanne me esperaba con rostro pensativo.

-¿Nos vamos?

-Después de ti.- Señaló la puerta.

Ay que hermosa, con ese tono en el que lo dijo la hizo ver extremadamente sexy, le mostró la factura de compra al vigilante y caminamos al mismo ritmo hacia las escaleras eléctricas.

Me quedé viendo todo el centro comercial, mientras subía, la gente compraba, niños lloraban, gritaban, reían, hombres fumaban en áreas al aire libre, señoras compraban telas de tapicería, madres compraban bebidas dietéticas, grupos de amistades reunidos en diferentes mesas, el típico eco de voces que se escuchaban en un centro comercial por conversaciones ajenas, en fin;  gran variedad de cosas.

Al subir las dos escaleras restantes que llegaban hasta el último piso, nos dirigimos a la entrada del cine en donde la chica regordeta con cabello grasoso pedía las entradas con desgana, realmente detestaba ser tratada de esa manera, se supone que el personal de una empresa está para servir bien al cliente.

-Sala 8, piso 3.- Señaló el ascensor y posterior a eso, las espeluznantes escaleras mecánicas que tanto detestaba.- Disfruten la función, el mostrador de comida está en el segundo piso.- Pude fijarme que por la forma en que lo decía era un poco autómata.

-Gracias.- Roxanne le dedicó una cordial sonrisa que daba a entrever esa preciosa sonrisa.

-Su forma de hablar era autómata.- Le sonreí a Roxanne, quién señaló que subiéramos por las escaleras mecánicas (cosa que odié) pues le tengo pavor.

-Así es todo el personal de cine, recuerdo haber trabajado en un cine hace un par de años, pero estaba vendiendo las entradas, así que no tenía que mostrar tanta amabilidad.

-¿Cine? ¿Tú? ¿Cine? Es decir… ¿Por qué? ¿No eres bióloga? – Mis preguntas dieron a denotar el gran interés y curiosidad que había despertado en mí.

-Sí, ¿Qué tiene? – Me sonrió.- Hay que hacer cosas variadas, recuerdo que para Agosto no tenia nada que hacer, porque la clínica ya no necesitaba suplentes y obviamente clases no iba a dar, así que me puse a trabajar como vendedora detrás de un mostrador.- Sonrió entusiasmada.- No había que hacer mucho, sólo contar el dinero que te daban, calcular el vuelto y entregar las entradas.

-¿Me estás hablando en serio? – El interés volvió a notarse.

-De verdad, ¿Por qué te mentiría? No tenía nada que hacer, así que eso me sirvió hasta que la universidad me ofreció un empleo para que diera clases ahí.

-¿En serio? Vaya, genial; me supongo que aceptaste.

-Sí, acepté; de hecho voy los jueves apenas salgo de tu colegio.- Sonrió.- Pero el tráfico no ayuda mucho.- Su sonrisa reapareció.

-Eso significa que pasado mañana te toca correr.- Le sonreí.

-Sí, algo así.- Curvó sus labios mientras se dirigía al mostrador en donde vendían las palomitas y el resto de la comida.

-¿Te pagan bien? – Me coloqué detrás de un señor fortachón que estaba en la fila.

-No, pero se sobrevive.- Me guiñó el ojo.

-Supongo que no tienes muchas necesidades.- Me crucé de brazos, viéndola directo a los ojos, ahora estaba decidida a sostenerle la mirada tanto como pudiera.

-Sólo pago algunas cosas en casa, ya te dije que somos una familia numerosa.- Bostezó.

-¿Qué pagas tú?

-Internet y teléfono.

-¿Y la luz? ¿No te viene costosa? – Le sonreí.

-No pagamos luz.

-¿Por qué? – Enarqué una ceja con rostro confundido.

-Mi padrino es jubilado de la electricidad de la ciudad.- Me sonrió.

-Los beneficios que trae eso… - Curvé mis labios con el rostro aún confundido.

-Tú no pagas nada, ¿Cierto? - Entrecerró los ojos, mientras me miraba.

-No, aún no he llegado a ese punto.- Le sonreí.

-Cuando llegues no te va a gustar.- Rió como una niña pequeña.

-Creo que hasta ahora, a nadie le gusta ese punto.

-Pero es lo que tiene que hacerse.- Su gesto fue de  “Como si no hay más remedio”.

-¿Qué te provoca? – Le pregunté señalando hacia la pantalla que estaba en la parte superior de la pared frente a nosotras, habían numerosos combos diversos de comida, yo como siempre terminaría pidiendo el combo 4: Palomitas, refresco, nuggets de pollo y una galleta de chispas de chocolate.

-Siempre pido el combo 2.- Me sonrió apenada, mientras me fijaba que traía palomitas, nuggets, chocolate, un hot dog, la bebida y papas.

-¿Comes así? – Me fasciné más por todo lo que comía y la figura que tenía.

-La verdad no, pero me excedo cuando vengo al cine, hay que aprovechar la oportunidad.

-¿Cada cuánto tiempo vas al cine?

-No mucho, ahora estoy ocupada entre la universidad y el cargo que tengo como docente.

-¿Los fines de semana no estás libre?

-Esos son los peores días que tengo, sólo me la paso corrigiendo y corrigiendo, a veces corrijo el viernes en la noche y los sábados salgo con mi familia o me quedo descansando en mi casa.

-¿Por qué te gusta ser profesora? Es algo que yo detestaría.- La miraba directo a los ojos.

-Porque me gusta enseñar, no sé… Desde pequeña siempre me ha gustado hacerlo.

-¿Y te prestan atención?

-Bueno, ayer que fue el primer día que di clases a tu salón me prestaron atención, en la universidad también suelen hacerlo.

-Así que no eres ese tipo de profesoras que se dejan irrespetar por sus alumnos.

-No, para nada. Nunca me ha tocado un caso así, a veces hacen bromas como todo alumno normal, pero al momento de comportarse se comportan.

-¿Entonces consideras que puedes vivir de eso toda la vida? – Le sonreí interesada.

-Podría hacerlo.- Correspondió mi sonrisa.

El fortachón señor que estaba delante de nosotras terminó de hacer su compra.

-Pasa tú primero.- Le sonreí.

Me miró con ojos entrecerrados, el brillante halo de luz que se veía reflejado en el centro de sus pupilas azabache era realmente hermoso. Suspiré mientras sacaba del bolsillo de mi pantalón el dinero para comprar mi combo 4 –A pesar de que rato atrás había almorzado con Roxanne-

Sacó su tarjeta electrónica mientras pagaba lo que había comprado, posterior a eso di dos pasos hacia delante y pedí lo que pediría.

Luego de 10 minutos el pedido de las dos estaba listo, marqué el ascensor con mano temblorosa, ya que con todo lo que cargaba no pensaba subir por escaleras eléctricas..

-¿Tienes hambre? – Pregunté mientras marcaba el piso 3 del cine.

-Sí, ya me dio, eso que comimos hace rato.

-Tienes un apetito voraz…

-Eso suelen decirme.- Curvó sus labios dando a entrever una hermosa sonrisa que resplandecía y  le daba un toque cálido al ascensor.

-Adelante.- El ascensor llegó al piso deseado, caminamos hasta encontrar la sala 8, Roxanne y yo sentimos alivio al ver que el sujeto que pedía nuevamente las entradas para ingresar a la sala no estaba. Ambas estábamos muy cargadas como para ponernos a buscarla, realmente yo había olvidado que hice mi entrada, recuerdo que la chica regordeta la partió en dos, un ticket me lo dio a mí, y el otro se lo quedó ella, de igual manera no importaba mucho.

Nos adentramos en la sala de cine, estaba a oscuras; sentía la fragancia de Roxanne esparcirse por el aire, era exquisita inhalarla.

Llegamos finalmente a la sala en sí, estaba iluminada por la baja penumbra de las leves luces que estaban al costado lateral de las paredes.

-¿A dónde? – Le pregunté a Roxanne en un susurro muy cerca de su oreja, creí haber sentido el pabellón de la misma.

-Allá.- Señaló con su índice un par de asientos vacíos que quedaban en la esquina del extremo más superior de la sala, genial Roxanne, ¿No podías escoger un puesto más solitario?

-Sube.

Subió con esa elegancia propia de sus pasos, sin hacer un solo ruido al accionar el roce de sus tacones en contra del suelo, la forma de caminar de esta mujer era impresionante.

Después de mis torpes pasos subiendo las escaleras, finalmente llegamos a nuestros asientos, la sala estaba moderada de gente, pero por donde estábamos Roxanne y yo, no estaba ni una sola persona.

Me senté en el lado que va siempre en la pared, y comencé a comer mis palomitas con la salsa Barbecue que le pedí a Roxanne que pidiera ( Nota de la autora: Eso sabe buenísimoooooooooo)

Roxanne me miraba extrañada mientras yo continuaba disfrutando mis palomitas con la salsa, coloqué el brazo en el porta-vasos izquierdo y mi brazo quedó junto al de ella, quería quitarlo para no ser tan evidente, pero a la vez no quería hacerlo para tener un contacto leve con ella.

Suspiré, seguro quizás ella no era tan paranoica como yo lo era y no se percataba del asunto de que nuestros brazos estuvieran juntos y mi meñique quedara rozando el suyo

Creo que me estaba aprovechando un poco de la situación, pero no la iba a desperdiciar en lo mas mínimo, me conocía. Sabía que si quitaba el brazo me iba a arrepentir cuando estuviera acostada en cama y pensara en el día que pasé con ella, si no lo quitaba también me iba a arrepentir e iba a intentar meterme bajo el colchón pensando en que seguro se percató de que justamente puse mi brazo ahí a propósito, estaba meditando las posibilidades de cual parecía ser la más apropiada para mí.

Pero me conocía, sabía que no iba a retirar el brazo, además yo no tenía porque hacerlo, ella también podía y no lo quitaba en lo más mínimo, el tan sólo hecho de que nuestros brazos y meñiques estuvieran rozándose me causaba un escalofrío interno.

Continuaba comiéndome las palomitas con la salsa Barbecue, ella no hablaba y yo tampoco lo hacía, mirábamos con atención los comerciales que siempre pasaban previos a la película, sentí como su brazo se movió hurgando algo en el bolsillo de su pantalón, volvió a colocarlo en el mismo sitio, con la única diferencia de que ahora lo sentía muchísimo más cerca y su meñique prácticamente ya estaba unido al mío.

Las luces se apagaron repentinamente luego de que pasaran el típico comercial de Pepsi que nunca puede faltar en una película,

Me acomodé en mi asiento y subí los pies en el asiento de adelante –Cosa que siempre suelo hacer- “Accidentalmente” moví mi brazo, pero realmente sólo me uní, muchísimo más a ella, mi corazón sintió un vuelco.

La introducción a la película fue aburrida –Como cualquier introducción de algo en específico- Comencé a beber mi refresco nuevamente, bajé los pies del asiento delantero ya que una pareja llego en ese preciso instante, mi pierna rozó la de Roxanne y no me quejé en lo más mínimo.

Mi pierna quedó firme, la quité ya que no pensaba rozar la de ella, así que crucé una sobre la otra, ya que era suficientemente evidente al rozar su brazo y su meñique sin siquiera quitar mi brazo.

Transcurrieron los primeros 20 minutos de la película, me cansé de estar en la misma posición de piernas cruzadas, así que me senté normalmente.

Roxanne se acomodó en su asiento, retiró su brazo y cuando terminó de acomodarse en su posición más cómoda, su brazo terminó junto al mío nuevamente y su pierna derecha quedó recostada de mi pierna izquierda.

Realmente tenía ganas de prestarle atención a la película, pero… ¿Cómo hacerlo con esta mujer al lado? ¿Cómo hacerlo si su fragancia está impregnando mi olfato? ¿Cómo hacerlo si su pierna y su brazo rozan los míos? La falta de concentración era evidente, me sentía inquieta más sin embargo trataba de no cambiar de posición ni separarme un solo centímetro de lo que podía tocar de Roxanne.

Tenía ganas de verla, tenía ganas de ver su expresión, pero no iba a hacerlo, luciría muy extraña si solo volteaba para ver cuales eran sus expresiones.

Cerré los ojos y la iluminación que salía de la pantalla se hizo mucho más leve, pasaban una escena extraña en donde era de noche, cosa que agradecí.

Era tan oscuro que si volteaba, Roxanne no podría verme, más sin embargo yo igualmente tendría que esforzarme para verla a ella, la tenue luz iluminaba sus ojos y su labios. Ambos estaban inexpresivos, viendo fijamente la pantalla, pero pude notar que la expresión de atención que tenían las demás personas era diferente a la que tenía ella.

Roxanne parecía estar sumida en sus propios sentimientos, en ese momento lo que más deseaba era poder entrar en su cabeza y saber que pensaba, que quería, que deseaba...

La tensión que se sentía era muy grande, Roxanne en una de sus “acomodadas” colocó la mitad de su mano “accidentalmente” sobre la mía, ella no la retiró, así que yo tampoco lo hice, me agradaba sentir la emoción y el escalofrío que me recorría cuando sentía algo nuevo de ella. Mi respiración era entrecortada, trataba de que no se notara mi nerviosismo por el contacto que había entre ella y yo que las dos pretendíamos ignorar.

Transcurrió el tiempo hasta donde faltaban 10 minutos para acabar la película, el sonido polifónico de un celular comenzó a sonar con insistencia, debo admitir que realmente me molestó y pensaba de quién sería la llamada tan inoportuna que hizo que Roxanne confundiera el tono con el suyo y retirara su brazo y su mano de los míos.

-Pensé que era el mío.- Me sonrió.

-No lo es.- Le guiñé el ojo.

-Igual, déjame ponerlo en silencio por si acaso.

-Pero ya va a acabarse la película.- Le sonreí enarcando una ceja hablando por medio de susurros.

-Nunca está de más prevenir.- Intentó guardar su celular en el bolsillo de su pantalón, pero torpemente se le cayó bajo las butacas de los asientos del cine.

-¿Dónde está? No lo consigo... – Se quejaba.

-¿Te ayudo? – Me agaché con ella en el suelo tratando de buscar su celular.

-¿Tienes crédito? – Me preguntó preocupada y a la vez curiosa.

-Sí, marca tu número a ver si suena.

Le di mi teléfono a Roxanne mientras yo continuaba buscando a ver si veía su móvil por algún lado.

Un resplandor brillante proveniente de la quinta butaca dio señal de que habíamos dado con el móvil de Roxanne.

A gatas, mi profesora cogió su móvil mientras se volteaba para darme las gracias, ambas estábamos arrodilladas en el suelo y nuestros rostros se encontraron a menos de dos centímetros de distancia, sus pupilas azabache tuvieron la mirada más penetrante que alguna vez pude haber visto, mi corazón parecía que iba a salirse de su lugar, el escalofrío que sentí ascender desde mi cintura hasta mi espalda fue excitante.


Bueno estimados lectores, he de pedir disculpas por la gran demora que me eché escribiendo este capítulo, por lo que les pediré disculpas y sólo pediré una sugerencia:

¿Qué se besen o no lo hagan en ese momento?

Agradezco comentarios y valoraciones.