Mi profesora y yo 7

¿Vamos al cine?

Sin más, Roxanne salió corriendo a la parte de atrás del escenario dejando caer todos los billetes en la tarima.

Mi cara de shock no puede ser descrita, miré a Andrea con rabia mientras salía corriendo de ese bar adentrándome por los pasillos oscuros que tuve que pasar para llegar aquí.


Al llegar a la claridad del centro comercial pulsé el botón del ascensor que me llevaría hasta el sótano 1. Si era necesario recorrer sótano por sótano para encontrar el auto de Roxanne lo haría.

Al entrar al ascensor, apretujada por muchísima gente pedí con amabilidad a una señora regordeta que marcara el sótano 1, la muchedumbre de gente salió en el nivel plaza, algo que agradecí porque me costaba respirar; al llegar al piso deseado comencé a caminar rápidamente entre las columnas de los puestos de aparcamiento, pero no veía señales de un auto subordinante entre los otros.

Comenzaba a sudar frío mientras recorría puesto por puesto casi corriendo por mi desesperación, en el sótano 1 sin duda no estaba, decidí regresar al ascensor y marcar el piso del sótano 2.

Al cerrarse las puertas vi por la cristalina vidriera del ascensor a Roxanne encaminándose hacia un rincón del sótano 1, ¡Maldita sea! Al llegar al sótano dos, salí corriendo escaleras arriba al sótano 1 al rincón que había visto con anterioridad, mi pulso estaba acelerado, las piernas no me daban para más, tenía el cansancio del día anterior.

-¡Roxanne! – Grité mientras mi voz se escuchaba como un eco a lo amplio de todo el estacionamiento. - ¡Roxanne espera! – Faltaba poco para llegar a su auto, el que estaba encendiendo.

Lo puso en retroceso hasta que llegue y la frené en seco, casi me atropella al colocar mis manos en la parte trasera del auto gritando su nombre con desesperación. Bajó la ventanilla del auto mientras me miraba con sus pupilas azabaches vidriosas por el espejo retrovisor.

-Roxanne.- Jadeaba cansada.- Espera, por favor…

-¿Qué quieres Michelle? – Me habló con frialdad.

-Quiero hablarte, por favor.

-Un profesor no debe tener contacto con un alumno.- Subió la ventanilla de su auto.

-¡Roxanne espera! – Corrí hasta la ventanilla del asiento del piloto golpeando con el puño para que la bajara.

-¿Qué quieres, Michelle? – Sus ojos tenían lágrimas.

-¿Cómo qué que quiero? Yo no te he hecho nada, déjame hablar contigo.

-Súbete.- Se tronó la nariz contra un pañuelo.

Me subí al cálido auto de Roxanne, mientras mis ojos se clavaban en el parabrisas, no se siquiera porque había querido buscarla para hablar con ella, ya por fin lo había conseguido y no sabía que palabra articular.

-Roxanne…

-¿Qué me tenías que decir? - Puso el auto en marcha.

-¿Por qué, Roxanne?

-¿Viniste acá a juzgarme? – No se atrevía a mirarme directo a los ojos.

-No vine acá a juzgarte, sólo quiero una razonable explicación.

-Michelle, te aprecio muchísimo y eres una buena chica, pero me parece que no tengo que darte explicaciones de nada, sólo llevo dos días conociéndote, mañana meteré la renuncia al colegio, ya lo decidí.

Sentí una angustia en mi pecho al escuchar esas palabras.

-No tienes porque meter la renuncia, es decir, sabes que no diré nada.- Decía casi suplicando.

-Sé que tú no dirías nada, pero la otra chica me vio, y estoy casi segura de que si lo diría.

-No tienes que preocuparte por Andrea, si deseas yo hablo con ella, pero no tienes porque renunciar.

-¿Qué hacías tú ahí? ¿Por qué fuiste a ese bar?

-Eso no importa.- Ni loca le iba a decir el verdadero motivo, ahí si renunciaría sin contrariedades.

-Llamaré a Tomás, para retirar mis papeles ahora.

-Roxanne, por favor no puedes renunciar sólo porque yo te haya visto.

-Renuncio porque la otra me vio.

-Pero ella no dirá nada, estoy casi segura.

-No puedo confiar, Michelle.

-¿Por qué estás trabajando ahí?

-Porque no me es suficiente mantener una casa con el suelo de dos colegios.

-Pero hay otras maneras, no tienes que exponer tu cuerpo de esa forma, y mucho menos ser llamada así.

-No te preocupes por mí, Michelle.

El auto salió del estacionamiento y nuevamente nos adentramos a la misma avenida en la que habíamos estado horas atrás, comenzaba a lloviznar de nuevo, menudo día tan malo; esta quizás podría ser la última vez que me montara en el auto de Roxanne, dos días y cuanto drama.

Suspiré, nunca debí aceptar la invitación de Andrea, ahora más nunca vería a mi profesora de Biología.

-Sabes, Michelle; es duro trabajar así para hombres.

-¿Qué quieres decir?

-Cuando tus preferencias sexuales son otras, realmente cuesta trabajo tener que exhibirte y hacer algo que sinceramente no te agrada.

-¿No eres heterosexual?

-Eso te lo responderé luego.

-Deberías responderlo ahora, en el caso de que llegues a renunciar, pues esta sería la última vez que nos veamos.- Mi corazón acababa de dar un vuelco.

-¿No es tan evidente? – Preguntó con un nuevo brillo en sus ojos.

-¿Qué… cosa?

-Que entre tú y yo hay más que una simple relación de profesora y alumna.- Su voz sonaba tranquila.

-¿Qu…qué quieres decir? – Tartamudeé.

-¿No es tan obvio? – Me miró directo a los ojos mientras me tomaba la mano.

-Rox…

-No digas nada, no tienes porque sentir lo mismo.- En ese momento la bocina del automóvil de atrás me sobresaltó.

Al abrir los ojos miré con pánico a Roxanne. La miraba con cara de espanto, la verdad es que nunca me había sentido tan extraña.

-¿Te despertaste? – Llevaba la misma ropa que hace rato.

-¿Qué? – Le contesté en pánico, ¿Había sido un sueño?

-Te quedaste dormida y esta cola no avanza.- Habló con fastidio.

-¿Qué hora es? – Hablaba insegura.

-2:43, llevamos 40 minutos en esta infernal cola desde que salimos del restaurante.

-¿No eres bailarina profesional? – Le pregunté absorta.

-¿Perdón? – Enarcó una ceja.

-¿Fue un sueño? – Pregunté mientras Roxanne me miraba extrañada.

-¿Qué cosa? ¿De qué hablas?

-¿Vas a renunciar al colegio?

-¿Por qué habría de hacerlo? ¿Qué te tomaste? La comida te cayó pesada.

-Roxanne, ¿No eres bailarina?

-Michelle, soy profesora, tu profesora de Biología, ¿Recuerdas? Te di clases ayer.

La miraba petrificada con cara de asombro, de verdad la comida me había caído pesada, entonces era… ¿Mi profesora? ¿No era una bailarina? Sonreí.

-¿Ahora por qué sonríes? ¿Estás bien? – Tocó mi cuello a ver si tenía fiebre.

-Mejor que nunca.-Sonreí de nuevo.

-¿Quieres que te lleve a una clínica? Me miraba como si estuviera loca.

-¿Qué harás ahora?

-Iré a mi casa a corregir exámenes, ya te lo había dicho, ¿Estás bien?

-Sí, sí, tranquila; me siento un poco cansada.

-¿Qué soñaste, Michelle?

-Nada importante, no te preocupes.

-Michelle, ¿No puedes decirme? – Me miró a los ojos con esa penetrante mirada propia de ella misma.

Me quedé observando sus ojos a la misma vez en que me sentía ida por lo que sentía al verle, estaba muy guapa hoy.

-No tengo nada que decirte, fue un sueño tonto.- Recobré mi compostura del trance que acababa de sentir.

-Estás loca.- Se río.

Por ti – Pensé.

El tráfico comenzó a fluir, sin embargo aún no abandonábamos la abarrotada avenida llena de gente y automóviles, se escuchaban las típicas conversaciones de personas charlando de su pareja, de su familia, de su trabajo, quejas por todo y por nada; en fin… Cualquier infinidad de cosas que la gente suele conversar.

-¿No me dirás que soñaste? - Ésta mujer no iba a dejar el tema en paz.

-No.- Sonreí.

Suspiró a la misma vez que miraba la hora en el plateado reloj de su muñeca izquierda, comencé a mirar por la ventana para informarme de algún indicio de que el tráfico avanzaba, pero nuevamente estábamos estancadas en una infernal cola que de verdad comenzaba a molestarme –A pesar de que estuviera con Roxanne-

-Tú te duermes fácilmente.- Roxanne sonrió.- Cada vez que te veo o te encuentro por casualidad estás dormida, ¿No duermes bien? – Preguntó con un gesto burlón, más sin embargo con la sonrisa más preciosa y pícara que he podido ver.

-No suelo dormir mucho, no sé que me sucede últimamente.- Arrugué el entrecejo.

-¿No has ido al doc?

-¿Al doc? – La miré extrañada, sabía que significaba doctor, pero se me hacía extraño que una bióloga de 25 años se refiera a alguien profesional como “Doc” de igual manera son tontas manías mías.

-Sí, ¿No has ido?

-No, realmente sólo llevo dos días así.

-Pero cada vez que te veo duermes.- Sonrió.- O te quedas dormida.- Habló con misterio en su voz.

-Realmente nunca me había sucedido.- Enarqué una ceja con gesto confuso.

-Siempre hay primeras veces para todo, señorita.- Mostró esa hilera de dientes perfectos curvados en una sonrisa.

-Quizás se me quite hoy o mañana.- Bostecé.

-O quizás nunca.- Me sonrió mirándome las.... ¿Cejas?

Okay, que mujer tan extraña, ¿Qué demonios hacía viendo mis cejas?

-Eh, si supongo.- Enarqué la ceja izquierda inconscientemente.

-¡Mira! ¿Esa no es tu amiga?

-¿Qué amiga? – Pregunté curiosa.

-¿Andrea es que se llama?

En ese momento me helé con tan sólo recordar el sueño, me quedé observándola con detenimiento mientras le contestaba que no creía que fuese ella.

-Ay, pero a mi me parece que si es ella, es idéntica mírala.- La señalaba con el índice.

-No, no es ella.- Hablaba con un tono de inseguridad en mi voz, cuando solía mentir no me salía muy convincente el tono, pero si la mirada.

-¿Le preguntamos? Y si quieres le damos el aventón para que te sientas más a gusto.- Sonrió.- Pareces estar incómoda.

-¿Incómoda? ¿Te transmito eso?

-Tu cara dice muchas cosas.- Su rostro se tornó confundido.

-En lo absoluto, de verdad me siento a gusto.- Le sonreí.

-Me alegra saberlo.- Correspondió mi sonrisa.

Los minutos avanzaban y el tráfico fluía cada cierto tiempo, suspiraba mientras echaba todo mi peso contra el asiento; me sentía relajada mientras observaba por la ventana las gotas desdibujándose en el cristal, sentí la mano de Roxanne rozar con la mía y desvié mi vista hacia su rostro que estaba inexpresivo mirando el parabrisas.

Su mano derecha reposaba en el muslo de su pierna, ¿Entonces qué fue lo que me tocó? Quizás ideas mías, a veces suelo sentir cosas realmente extrañas.

Al cabo de 23 minutos de tráfico finalmente las colas abarrotadas de automóviles fueron fluyendo; el velocímetro indicaba que la velocidad iba aumentando a los 80KM/h, el pavimento estaba ahuecado, sin embargo Roxanne podía evadir algunos, se veía sumamente sexy de esa manera.

Al llegar a mi urbanización aparcó el auto en la entrada principal del edificio, sentía un deja vú en este momento, todo esto ya lo había vivido, pero en un sueño.

-Hasta mañana señorita.- Sonrió acercándose a mi rostro para darme un beso en la mejilla bastante sonoro.

Salí del auto y entré al edificio marcando nuevamente el ascensor como lo había hecho en mi sueño, esto cada vez comenzaba a incomodarme.

Al entrar y marcar mi piso una melodía salió del bolsillo de mi pantalón proveniente de mi celular, esto ya comenzaba a asustarme; lo que me faltaba era que fuese Andrea diciéndome que salga con ella porque tengo que ver algo.

Número restringido, o sea privado, ¿Quién será?

-¿A…lo? – Contesté extrañada.

-¿Miche? – La voz de Andrea hizo que mi corazón diera un brinco.

-Di…me.- Mi voz era inusual.

-¿Estás bien? ¿Puedo ir a tu casa a estudiar?

-¿Ahora?

-Obvio que ahora, ¿Cuándo más?

-No lo sé, Andrea.

-¿Estás bien? Estás como agria.- Su voz denotaba la curiosidad por saber que me sucedía.

-Si estoy bien, sólo un poco cansada, ya sabes que a mí se me da mejor estudiar sola.

-¿Desde cuándo?

-Desde siempre, Andrea tengo que colgar ya voy llegando a casa.

-¿Y qué? Ni que fuera una prisión para que no puedas hablar.

-Hablamos mañana.- Colgué.

No sé que me sucedía, desde que Roxanne entró a dar clases veía a Andrea de una forma que no me gustaba, desde siempre había sido mi amiga, pero realmente no sé que me pasaba, quizás el sueño que había tenido hace momentos atrás me afectó de cierta manera.

Al entrar a casa lancé mi bolso al sofá, como siempre mamá no estaba y me dirigí a mi habitación directamente a la cama; tenía un sueño del demonio, pero mañana tenía prueba y tenía que estudiar, no me quedaría tranquila hasta aprenderme el tema; sino no podría dormir en paz más nunca en la vida.

Observé el techo estrellado mientras suspiraba, una sonrisa salió de forma automática al recordar a Roxanne; ¿Qué me está pasando? Llevo dos días viendo a esa mujer, ayer a esta hora me estaba curando el brazo por el accidente que tuvimos, y ahora estoy en mi cama pensando en ella sonriendo idiotizada, lo que comenzaba a sentir no me agradaba, me debatía entre alejarme de ella o seguirle hablando.

Desvié mi vista inconscientemente hacia la laptop, recordé que le había dado mi e-mail a Roxanne, sonreí nuevamente; esto comenzaba a desagradarme, me fui al escritorio y la encendí mientras me desvestía, quería utilizar algo cómodo; opté por una pijama a pesar de la hora.

Me senté en la rechinante silla oxidada mientras ingresaba la clave, los programas comenzaban a aparecer de forma continua, abrí el MSN, tenía apenas 13 conectados de los cuales nadie me interesaba. Me levanté para ir a la cocina, había almorzado con Roxanne pero sin embargo tenía hambre –Como cosa rara en mí- había dinero sobre un estante de madera barnizada, supongo que nuevamente mi madre no cocinó.

La nota con letra de farmaceuta –Y digo farmaceuta porque es casi ilegible- Decía:

Miche, resuelve con eso”

Que raro mi mamá diciéndome “Resuelve” Pareciera la palabra favorita de todas las madres, volví a suspirar; me quité el pijama volviéndome a vestir nuevamente para ir al centro comercial.

Los Jeans negros no hacían buen juego con mi blusa roja pero se hace lo que se puede así que no me importó demasiado, hurgué entre la cesta que está debajo de mi cama buscando los Vans negros, -A ver si eso me combinaba-

Me peiné con el cabello hacia atrás, hoy no tenía ganas de utilizar un fleco en la frente, tomé el dinero y salí por la puerta.

Hoy decidí no irme al centro comercial más cercano, así que tomé el subterráneo para ir a un centro comercial que tiene centros de comida excelentes, pero… Ya había comido, así que opté por la decisión de comprarme algo que no fuese comida en ese momento.

De manera extraña me sentía con ganas de salir, a pesar de que minutos atrás sólo deseaba estar acostada en mi cama tomando una siesta para reponer energías.

El ascensor llegó, tomó 30 segundos llegar a planta baja, caminé por la acera ahuecada hasta salir de la urbanización; vi la entrada del subterráneo a lo lejos, caminé relajadamente hasta él.

Al bajar la abarrotada escalera llena de gente compré el ticket para ingresar, nuevamente bajé otras escaleras y caminé hasta el área de zona preferencial de ancianos y mujeres embarazadas, siempre los vagones del tren iban vacíos para ese tipo de personas, y aprovechando que el sistema de seguridad era tan deficiente por no reclamar a personas jóvenes que se colaban en esos vagones, entré al vagón en cuanto llegó el tren.

Para sorpresa mía y por castigo, iba repleto de gente, -Como que no fui la única que pensó así el día de hoy- Entré quedándome cerca de la puerta sosteniendo mi mano en un tubo de hierro, acero, realmente no sé cual era el material.

La gente cada vez se apretujaba más, me preguntaba por qué si no era hora pico ni nada por el estilo, después de sentirme ultrajada por todas las manos que me tocaban cualquier parte del cuerpo, llegué a la estación.

Salí prácticamente corriendo de ese vagón, deseaba salir de lo subterráneo y poder llegar al centro comercial.

Subí las escaleras mecánicas y salí a la radiante luz del sol, ¿Quién entendía éste clima? Hace rato estaba nublado y ahora como si nunca hubiese habido una sola nube.

Caminé hasta la entrada lateral del centro comercial, subí las escaleras mecánicas hasta el piso 2 para entrar a una tienda de ropa en donde había visto una camisa de vestir días atrás. Me fui al rincón de la tienda a ver si estaba en el mismo lugar en donde la había visto antes, pero al darme cuenta de que no estaba ahí decidí buscar en algún otro lugar.

Finalmente la encontré, quería probármela, se veía realmente hermosa; la tomé por el gancho y al abrir el tercer probador que había en la tienda me encontré con una grata sorpresa.

-¡¿Roxanne?! - Exclamé sorprendida al ver a Roxanne en ropa interior probándose un vestido color vinotinto sangre, realmente me petrifiqué, las pecas salpicadas en sus hombros eran realmente sexy, su cabello suelto cubría toda su espalda, evidentemente no me quedé a detallarla porque cerré la puerta al momento en que la vi.

-Michelle, que vergüenza.- Hablaba Roxanne al otro lado del probador.- Aunque por suerte fuiste tú y no algún desconocido.- Su voz denotaba la vergüenza total.

-Roxanne, ¿Qué haces aquí? Pensé que te ibas a corregir exámenes.- Me recosté de la puerta.

-Sí, pero cuando te dejé en casa me vine a comprar ropa, me hacía falta.- Por su tono pude inferir que había sonreído.- ¿Y tú qué haces aquí?

-Vine a lo mismo.- Enarqué una ceja a pesar de que no pudiese verme.

-Coincidencias.- Abrió el probador sonriéndome.- ¿Cómo me queda? – El vestido vinotinto fue matador, me quedé observándola con mirada ida, se veía… Perfecta, esa era palabra era el único adjetivo que podía encontrar para su pinta, se veía hermosa, el vestido favorecía su figura, el color era perfecto para el color de su piel, le llegaba por los muslos, los tacones que había utilizado hoy le combinaban perfectamente con el vestido.

Estaba luchando para no terminar de desmayarme con semejante mujer, suspiré.

-Te queda perfecto.- Sonreí.

-¿Tú­ crees? A mí no me convence.- Se arreglaba el brassier por encima del vestido.

-De verdad, está perfecto… - No tenía habla.

-Si es así entonces me lo llevo.- Me guiñó el ojo.

Cerró el probador y un sonido provino de él.

-¿Alo? – Ese “Alo” sonó matador.- ¿Cómo que no? – Se hizo un silencio.- Pero si ya las compré.- Silencio de nuevo- Bueno como sea.- Pude escuchar que colgó.

Abrió el probador con cara de enojo.

-¿Te pasó algo? – Le pregunté con voz de calma.

-Un amigo me envió un mensaje para ir al cine, yo compré las entradas y me acaba de cancelar.- Miró al suelo.

-Revéndelas.- Sonrió.

-No, porque son para dentro de diez minutos y cuando las compré no había casi gente.

-Quédatelas de recuerdo.

-No, ¿Quieres venir? Me da como lástima desperdiciarlas, y quiero ver esta película.

Enarqué una ceja mirando al suelo debatiéndome entre ir o no ir.


Bueno, en estos días he tenido la pequeña inspiración de escribir estas cortas páginas, disculpen lo poco de verdad, pero ya comencé clases y bueno… Ocupada otra vez, jaja.

¿Qué dicen? ¿Qué vaya o no vaya al cine con Roxanne? Acepto sugerencias.

Tengan una buena semana, y nuevamente disculpen la tardanza.

ColdNight.