Mi profesora y yo 6

Sus ojos negros se fijaron en mi rostro y me miró con una angustia descomunal, sus ojos se aguaron mientras continuaba en trance viéndome.

Le entregué el papelillo a lo que seguidamente me guiñó el ojo guardándolo en su bolsillo.


Comenzaba a ponerme nerviosa con esa mujer; mis manos se pusieron heladas al igual que todo mi cuerpo, me quedé mirando por el cristal de la ventana cada zona que dejábamos atrás, suspiraba a cada momento y ella parecía sonreír cada vez que lo hacía; aunque yo disimulaba como si no me diera cuenta del asunto.

Sus manos eran lindas, nunca me había fijado en ellas, el reloj plateado le sentaba bien a su brazo, continuaba con mi trance observando sus manos.

-¿Por qué desaceleras? – Pregunté curiosa al ver como el auto bajaba la velocidad.

-El pavimento está mojado, podríamos tener un accidente no deseado.- Bostezó.

¿No deseado? Si lo que más estaba deseando yo en ese momento era quedarme varada con ella toda la tarde si era posible, volteó a verme; me observó directamente a los ojos, no sé por qué demonios yo solía poner cara de estúpida cada vez que me miraba; mi expresión parecía de trance ó algo por el estilo; me daba la impresión de que sonreía cada vez que ponía esa cara.

-¿Qué tal te fue hoy dando clases? – Le sonreí. – Es tu segundo día.

-Bien, aunque casi no di clases, sólo a la primera hora que me tocó darle a séptimo y bueno; son medio tontos esos niños.

Me reí con su comentario, yo solía decir lo mismo en algunas ocasiones.

-¿Entonces por qué te quedaste toda la mañana? – Entrecerré los ojos.

-Tenía que ordenar el laboratorio ya te dije; y bueno aproveché para ver como era todo.- Bostezó.

-El día ha sido extremadamente largo.- Bostecé también.

-A mí se me ha hecho súper corto y movido.- Sonrió con esos labios carnosos que daban a entrever una sonrisa tan perfecta que podría deslumbrar hasta al ser más insensible.

-Tienes distracción de corregir exámenes.

-Y tú tienes la distracción de ayudarme a corregirlos.- Sonrió.

-No, no tuve esa distracción; ya que todos los que revisaste estaban aplazados.

-Bueno, viéndolo de ese modo… - Curvó sus labios.

-Comienza a hacer frío de nuevo.- Me quejé estremeciendo mi cuerpo.

-Si quieres ponte la chaqueta que está en el asiento de atrás.

-No, tranquila; no te preocupes, ya se me pasa.- Está bien, era obvio que quería ponerme su chaqueta, pero era muy tímida y no iba a aceptarla, costara lo que costara, no, por supuesto que no; no iba a vencer mi orgullo.

-¿Estás segura? – El automóvil arrancó mientras nos adentrábamos a un túnel oscuro que no tenía luces, salvo las luces de freno de los autos de adelante; el tráfico cobró vida otra vez y la cola no se movió, algo que agradecí mucho, pues estábamos a oscuras y aún no quería irme.

-¿Qué? – Me hice la loca así como que no entendí lo que dije.

Sin responder mi pregunta hurgó con su mano el asiento trasero hasta que por fin encontró la chaqueta, ¿Eso era de ella? Se veía realmente costosa; cuando la sacó del asiento trasero se desprendió esa exquisita fragancia que solía poseer única y exclusivamente ella, me dominó todos los sentidos y quedé… ¿Cómo decirlo? Idiotizada, sí, idiotizada.

-¿Te la vas a poner? – Me miró directamente a los ojos, sólo pude ver un pequeño reflejo de sus pupilas por el pequeño rabillo de luz que refractaba un carro a través del parabrisas.

-¿No te molesta que me la ponga? – Pregunté cada vez más “idiotizada”, ahora ese sería el nuevo término que describiera las estúpidas reacciones que tengo cuando me mira directo a los ojos.

-Por algo te la estoy prestando, no tiene porque molestarme.- Respondió indiferente, santo Dios como desearía verle la expresión; hablaba demasiado sexy.

-A ver, dámela.- Sonreí, por suerte no podía verme.

-Yo te ayudo; a veces me perdía poniéndome esa chaqueta.- Se rió.

Me coloqué el brazo derecho en la primera manga y mientras intentaba encontrar la segunda manga Roxanne ya la tenía en sus manos.

-Mete el brazo por aquí.- Sonrió mientras agarraba mi brazo izquierdo con su mano derecha, que de por si estaba helada y suave; metí el brazo por la manga izquierda y me sentí en total calidez, fue sumamente reconfortante.

-Gracias.- Le sonreí.

-Te dije que te ibas a perder buscando la manga.- Inferí que había sonreído.

El tráfico para cualquier otra persona estaba realmente insoportable, aunque para mí era realmente agradable y gratificante, si pudiera decidir entre que Roxanne corriera a altas velocidades ó estar en una cola inmovible, sin duda escogería esta.

-Acomódate el cuello.- Me sonrió.

-¿Qué?.- Ok, Michelle, vamos, ¿Qué demonios sucede contigo?

-Que te acomodes el cuello.- Sonrió.

-Ah, sí, sí.- Me acomodé el cuello tratando de parecer alguien normal.

-¿Te gustan los caballos?

-¿Perdón?

-Que si te gustan los caballos.

-Me dan igual.- Contesté extrañada, ¿Por qué demonios me hablaba de caballos?

-Mi tío está organizando un evento de carreras de caballos, tengo que estar ahí porque es algo que siempre se ha hecho en la familia, ¿Te gustaría venir?

En ese momento mis ojos se abrieron hasta que no dieron para más, contaba con la suerte de que estábamos en la oscuridad y no podía verme, ¿Por qué me estaba invitando a salir?

-Está genial, ¿Dónde es?.- Pregunté como si de verdad me interesara donde era.

-Ah, tendría que pasarte la dirección luego, ahorita no la tengo, siempre alternamos el sitio, cuando la tenga te la paso por correo.

-Ah, genial entonces.- Sonreí.

-¿Has ido alguna vez a esa especie de evento?

-La verdad es que nunca he ido.- Bostecé.

-¿Eres calmada?

-Depende de la situación, ¿Por qué?

-Porque yo suelo tener un ataque de nervios cuando veo ese tipo de carreras, si apuestas peor.- Rió con entusiasmo.

-¿Has perdido alguna apuesta?

-No, pero mi tío una vez le apostó a un caballo árabe negro y perdió una cantidad que ni te imaginas.

-Debió haber sido frustrante, ¿Tú montas?

-¿Perdón?.- Me miró extrañada.

-¿Montas caballo?

-Ah, sí de hecho voy a cabalgar todos los domingos cuando tengo tiempo a la finca que tienen mis abuelos.

-¿Y has corrido en alguna carrera?.- Pregunté fascinada.

-No, pero esta será la primera carrera que monte, espero por lo menos quedar de segunda.

-¿Nunca te has caído?.- Bien tenía mucha curiosidad.

-Sí y fue un poco traumático, pero ya lo superé.

-Nunca pensé que te gustarían los caballos.- Sonreí.

-Ni yo.- Se rió.

Con pereza encendió la radio mientras programaba en el tablero de su auto que las emisoras se pasaran automáticas, sonaba música ochentona, desagradable Reggaetón, Pop, en muy pocas emisoras se escuchaba alguna canción de Rock, programas de la radio, comerciales publicitarios, en fin, todo lo que se puede encontrar a esta hora de la tarde.

El silencio inundó el automóvil cuando de repente la radio dejó de escucharse, ya que Roxanne se había fastidiado de lo mismo durante un buen rato; suspiré y me quedé observando por la ventana los vecinos automóviles de distintas marcas, desde automóviles costosos hasta automóviles de segunda mano, algunos eran verdaderamente tormentosos por tan mal mantenimiento del motor, mientras otros rugían suavemente con un sonido casi inaudible.

El frío aire del aire acondicionado me seguía helando los huesos, Roxanne se veía muy cómoda y cálida con su temperatura a pesar de tener la piel casi tan fría como un hielo.

Me quedé observando por un determinado instante su postura rígida, ¿Cómo podía ser tan… Elegante? Es decir, ¿Cómo podía caminar como un ser perfecto, mejor que una modelo, mantener su postura en la misma posición durante tanto tiempo?

Nuevamente suspiré, clavé mi vista en el parabrisas justo directo enfrente, las luces de los frenos de los autos se apagaban, eso quería decir que la cola estaba avanzando. El auto de enfrente arrancó al mismo tiempo que Roxanne, el tráfico fluía, no nos detuvimos ningún momento, la autopista poseía gran fluidez, Roxanne iba a 80, estaba deseando que acelerara un poco más, me parecía que esa velocidad era sumamente lenta.

Como súplica escuchada en el cielo, aceleró sin que yo tuviera que decírselo, de 80 llevó la velocidad a 120, seguía siendo lento, pero un poco menos que la velocidad anterior, su manera de conducir era realmente fascinante, como es que… Podía deslizarse en espacios tan reducidos con el tamaño de este auto…

Al cabo de 15 minutos aparcó su auto en la entrada de mi edificio y me dedicó una cordial sonrisa.

-Hasta aquí llegamos, señorita.- Habló con un tono no muy propio de ella.

-Hasta mañana Roxanne.- Le sonreí saliendo por la puerta del automóvil.

-Espera.- Me detuvo.

-¿Si?

-Avísame si vas al evento de mi tío.

-Vale.- Le dediqué una cordial sonrisa.

Buscaba las llaves entre mi cartera, Roxanne aún no se había marchado, estaba observándome por la ventana, me preguntaba porque no se iba como una persona normal y dejaba de esperar que yo entrara a la puerta de mi edificio.

Bien, lo que me faltaba, ahora no conseguía las llaves.

Con el tablero automático bajo el vidrio del asiento del copiloto mientras me miraba dudosa.

-¿Se te perdió algo?

-No consigo mis llaves.- Inquirí desanimada buscando los bolsillos internos de mi cartera.

-¿Son estas?.- Me enseñó un la llave electrónica negra y 4 par de llaves clásicas.

-Gracias.- Le sonreí mientras me acercaba para tomar mis llaves, me agarró toda la mano para dármelas, me estremecí.

Le solté la mano con esfuerzo, si es por mí me quedaba “Agarrando las llaves” todo el día viéndole la cara, me volteé con desgana y entré a la puerta de mi edificio al mismo tiempo que el motor del Nissan rugía arrancando calle arriba a toda velocidad.

Al entrar al ascensor me miré en el espejo, vaya que hoy lucía guapa; comenzó a sonar mi celular con la canción de “Fuck Off” de Angerfist.

-¿Aló?.- Contesté animada.

-Milagro que me atendiste.- Andrea habló con amargura.

-¿Qué pasó Andre?

-¿Quieres venir al centro comercial con nosotros a tomar un café?

-Déjame cambiarme de ropa y voy.

-Nosotros te pasamos buscando en el carro de mamá.

-¿Tu madre viene?.- Enarqué una ceja.

-No, pero me prestó su auto, en 5 minutos estoy allá.

´-Vale, acá te espero.- Colgué.

Abrí rápidamente la puerta de mi casa y me dirigí al closet de mi habitación buscando que ponerme.

Opté por una minifalda negra de jean y una camisa a botones de cuadros roja con unos Converse, me maquillé nuevamente al mismo tiempo que me rociaba con perfume y sonaba el intercomunicador.

-¿Si?

-Baja ya, estamos acá.

-Voy bajando.

Agarré mi móvil, mi cartera y las llaves saliendo por la puerta de mi casa entrando al ascensor.

-Vaya que tienes buena pinta.- Andrea sonrió mientras yo salía del ascensor todavía arreglándome el cabello.

-¿Y los muchachos?

-No vamos a ir con los muchachos, vamos a ir tú y yo.- Sonrió.

Me quedé pensativa en ese momento, ahora lo que me faltaba es que Andrea fuese lesbiana y quiera una aventura conmigo.

-¿No podías venir a mi casa y ya sin tener que hacerme arreglar?

-No, señorita; tienes que ver algo.

-¿Qué?

-Espera que lleguemos, súbete al auto.

Entré al anticuado Toyota y me coloqué el cinturón mientras Andrea encendía el auto y conducía calle arriba entrando a la ruidosa avenida.

Al llegar al centro comercial y aparcar el auto en un espacio reducido rodeado de dos columnas a los lados, Andrea me tomó la mano y caminó como alma que se la lleva el diablo hasta los ascensores de segunda mano del centro comercial, al pulsar nivel Shop, continuó tomando mi mano caminando rápidamente hacia un oscuro pasillo apenas iluminado por una lámpara de casos de emergencia.

-Andrea, ¿A dónde me llevas?

-Cállate, tú sólo camina.

Suspiré mientras me adentraba a un sitio muchísimo más oscuro con una temperatura más gélida todavía, esto comenzaba a asustarme.

-Donde es que era…- Andrea susurró dubitativa.

-¿Qué cosa?

-¡Ah!

Continuó el trayecto tomándome de la mano, nos desviamos a la izquierda y a pocos metros pude ver una luz escasa proveniente de…

-¡Andrea para que me has traído aquí!

-Tienes que ver.

-¡El Bar de desnudista! ¡Qué quieres!

-Tienes que ver quien trabaja ahí.

-¡A mí que me importa! Sabes que detesto esas cosas, les tengo pánico desde que pasó lo de aquella vez.

-Ay, Michelle estás conmigo; ven y entra te vas a sorprender.

Está bien, esta vez no podía darme el lujo de haber venido en vano, así que sin más reproches entre aferrando las uñas en el brazo de “Mi amiga” entrando por una puerta de madera que se encontraba bajo un letrero de luces fluorescentes que tenía como nombre “Naked bar”.

-Andrea no somos mayores… - Le susurré en el oído a mi amiga.

-No te quejes, las chicas aquí tienen acceso fácil, sólo espérate, ya vengo.

-¿A dónde vas? Ni pienses dejarme sola.

-Voy a ver la lista de desnudistas que vienen.

Enarqué una ceja mientras me cruzaba de brazos esperando a que Andrea viera el “Menú” de chicas que bailarían desnudas en el tubo, suspiré al verla regresar sonriente.

-Es la próxima, vamos a una mesa.- Sonrió mientras la mirada de varios hombres acechaban mis piernas, mala ocasión para ponerme minifalda.

La música del pesado rock aturdía mis oídos, me agradaba el rock, pero no este tipo de rock, me comenzaba a doler la cabeza; Andrea se sentó en una mesa relativamente cerca de la tarima de desnudistas para poder ver mejor, los hombres gritaban un pseudónimo desconocido.

-¡Gata! ¡Gata! ¡Gata!

¿Gata? ¿Qué le sucede a esta gente? Espero que no me haya traído para algo estúpido; una canción de Industrial comenzó a sonar, la reconocí porque está entre mis gustos favoritos, “Fuck you bitch” de Suicide Commando.

La gente clamaba con insistencia el nombre “Gata” Mientras la música continuaba sonando, ¿Quién sería la famosa gata? El cantinero de la barra bebía un trago de cerveza mientras gritaba el nombre.

Las luces intermitentes comenzaron a darle vida al lugar, de repente todo se quedó en absoluto silencio mientras reflejaban la luz de un foco sobre el escenario, las cortinas se abrieron y de espaldas estaba una pelirroja con un traje de cuero ajustado a su cuerpo que solo cubría su torso, el silencio se vio afectado por los gritos de hombres enloquecidos que suplicaban que se desnudara, la música volvió a su ritmo normal mientras de espaldas todavía la famosa chica se desabotonaba el traje.

-¡Gata! ¡Gata! ¡Gata!

Al ver que el traje quedó desprendido de su cuerpo los gritos eran insaciables, la pelirroja cuyo rostro aún no podía ver caminó hasta el tubo comenzando un sensual baile que hacía rozar el hierro con su entrepierna depilada.

Un hombre intento subirse a la tarima, pero un guardia lo impidió, “La Gata” Bailaba de espaldas y se frotaba con el tubo de manera sensual, se puso de frente, pero su cabello caía sobre su rostro y no podía verlo.

Le dio una vista de sus levantados pechos a los desesperados hombres, que, -Al voltear a verlos- Pude notar que algunos tenían el miembro erecto.

La chica acariciaba sus senos mientras sensualmente frotaba su trasero desde abajo hacia arriba en el tubo.

Cuando la canción terminó de sonar lanzaron billetes al escenario, la chica los recogió mientras se echaba el cabello para atrás y al ver su rostro me quedé petrificada.

Sus ojos negros se fijaron en mi rostro y me miró con una angustia descomunal, sus ojos se aguaron mientras continuaba en trance viéndome.

En ese momento no sé si llegué a sentir algo de lástima por la mujer que había comenzado a gustarme horas atrás de la tarde, no era la verdadera profesora que conocía.

Sin más, Roxanne salió corriendo a la parte de atrás del escenario dejando caer todos los billetes en la tarima.

Mi cara de shock no puede ser descrita, miré a Andrea con rabia mientras salía corriendo de ese bar adentrándome por los pasillos oscuros que tuve que pasar para llegar aquí.


Antes que todo quería pedir muchas disculpas por haberme tardado tanto en este relato, sé que me tardé más de un mes, y les seré sincera; no voy a inventar excusas ni nada por el estilo.

No tenía ganas de escribir, no tenía imaginación y mucho menos inspiración, no paso momentos fáciles así que sólo me queda decirles, gracias por seguirme apoyando y leyendo mis relatos después de este mes de ausencia.

Quiero agradecerles a todos comentarios y valoraciones.

Me disculpan lo poco.

ColdNight….