Mi profesora y yo 11

Dedicado a todos aquellos que esperaban ésta continuación.

-Gracias.- Le sonreí curvando los labios.

Vi que había quedado un examen que faltó por recoger justo al lado de la pierna de Roxanne, me acerqué a recogerlo en el preciso momento en el que nuestros rostros se encontraron a una distancia muy corta y Tomás tocaba la puerta para entrar al laboratorio.

Mi corazón sintió un vuelco, pero no quería dejar de sentir la magia que me envolvía alrededor de Roxanne y de mí, y el trance de ver sus penetrantes ojos oscuros que me hacían estremecer.


-Te faltó éste. – Le entregué un examen mientras me levantaba rápidamente con disimulo para que Tomás no sospechara, me había costado romper el vínculo de sus ojos con los míos.

El director entró con su odiosidad cotidiana mientras se cruzaba de brazos.

-¿Qué hace usted aquí? ¿No debería estar en receso? – Me habló con tono severo.

-Le pedí que me ayudara a subir estos exámenes porque yo no podía sola.- Roxanne habló con tranquilidad. - ¿Qué pasó?

-Hay reunión a las 12 en la sala de profesores, venía a avisarte.

-A esa hora debo ir a la universidad. – Roxanne habló dudosa.

Tomás se encogió de hombros dando a denotar la típica expresión que quería decir “resuelve”.

-Tienes que asistir. – Hablaba cada vez más molesto.

-Bueno, yo veo como hago. – Roxanne lo miraba desafiante.

-Michelle, si ya dejaste aquí los exámenes puedes irte al receso ¿No crees? –Sonaba cada vez más furioso acorde transcurrían los segundos.

-Ah, sí, ya me voy. – No me quería ir realmente, ya había pasado la clase que más me interesaba en el resto del día.

Miré a Roxanne con cierto desánimo mientras salía por la puerta del laboratorio.

-Hola señor José.- Saludaba al carpintero de mi escuela en un intento de disimulo para no irme lejos del laboratorio mientras que aprovechaba que Tomás bajara. - ¿Cómo le está yendo?

-Hola Michelle, pues aquí, ya sabes, con ese ogro de director mala paga, no muy bien. – José suspiraba mientras martillaba en una mesa que construía.

-¿Por qué no se va si no le pagan bien?

-Porque no quiero quedarme sin hacer nada, con un gran tiempo libre, por lo menos así me distraigo.

-¿Y no le gustaría buscar otro trabajo? – Pregunté mientras fingía interés en hablar con él esperando que Tomás bajara del laboratorio.

-Sí, ya me han ofrecido varias cosas, el problema es que son muy lejos y no quiero dejar a mis hijos solos, pásame ese destornillador.  – Señalaba el destornillador de cruz con mango esmeralda que yacía sobre una silla desgastada.

-¿Y por qué no se los lleva consigo? – Me recosté de una pared mientras observaba de reojo que Tomás estaba encaminándose a la dirección.

-El más pequeño va a graduarse el próximo año, imagínate, me odiaría, el mayor está estudiando en la universidad, no podría.

-Sí… Se tornarían las cosas difíciles. – Suspiré mientras detallaba como el señor José atornillaba con maestría.

-¿Y a ti cómo te va en los estudios?

-Me va bien, unos pequeños deslices pero sigo siendo una buena alumna. – Sonreí con simpatía.

-Eso es bueno, algunas cosas de ésta juventud están perdiéndose con el pasar del tiempo y de las nuevas modas.

-Sí, realmente ya la gente no…

-¡Michelle! – Roxanne me llamó desde el extremo superior de la escalera que comunicaba con el laboratorio.

-Roxanne. – Sonreí mientras la veía.

Hizo un gesto con la mano indicándome que subiera, me emocioné.

-Hablamos en otra oportunidad señor José. – Le sonreí cordialmente mientras subía las escaleras con entusiasmo y él asentía con la cabeza.

-¿Qué? – Entré al laboratorio con mis ojos irradiando felicidad.

-¿Ya Tomás se fue lejos? – Susurraba mientras hacía un intento de asomarse.

-Lo vi yendo hacia la dirección.

-Vale, entra. – Cerró la puerta con seguro mientras me sentaba en una de las sillas del laboratorio. – Necesito que me ayudes con éstas pruebas ¿Es muy importante tu clase entrante?

Recordé las clases que me había saltado ayer sólo por tontear con Roxanne, intentaba recordar el horario hasta que a mi mente vino que mi clase entrante era Química.

-Bueno… Me toca Química. – Clavé los ojos en el gran mesón para no verla directo a la cara o de lo contrario causaría su efecto intimidante sobre mí.

-¿Qué estás viendo en Química?

-Alcoholes.

-Deberías ir… - Se escuchó desanimada.

-Voy cuando suene el timbre. – Subí la mirada y me encontré con un rostro que me observaba interesado, nuevamente mantenía el contacto de sus ojos oscuros con los míos, no bajaba la vista. – Por cierto ¿No tenías que contarme algo acerca de que nos vieron juntas ayer?

-Sí, alguien nos vio juntas, Jesús me miró súper molesto cuando lo despidieron y dijo que las cosas no iban a quedarse así.

-¿En serio? – Mi corazón sintió un vuelco.

-Sí, pero yo no tendría por qué preocuparme, tú y yo no hicimos nada malo. – Curvó sus labios mientras se acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja.

-Vamos comenzando con lo que quieres que te ayude. – Suspiré mientras tomaba una resma de exámenes.

-Mira, es sencillo, sólo tienes que ordenarlos por orden de calificación. – Me guiñó el ojo.

-Vale.

Hojeaba todos los exámenes ordenándolos primero por notas, los diez en una pila, los aplazados en otra pila, la nota máxima -20- en otra pila, para luego acomodarlos por pilas. Había terminado con los exámenes aplazados en el momento en que sonó el timbre y mi cara de tristeza fue delatora.

-Michelle, antes de que te vayas… ¿Cómo sigue la herida del brazo?

-¿La de cuando me caí cuando intentaron robarnos? – Estiraba el brazo mientras se lo mostraba un poco lastimado todavía.

-No te has…. ¿Echado nada? – Roxanne me miró horrorizada, como si estuviese cometiendo algún crimen.

-La verdad no, pero mira, ya está cicatrizando. – Mis ojos la siguieron hasta el estante donde se alzó en puntillas para alcanzar el pequeño maletín de primeros auxilios.

-¿Me vas a curar? – Sonreí.

-Tengo qué, eso se te puede infectar. – Abrió la pequeña caja metálica. – Estira el brazo.

Mis expresiones de dolor y agonía comenzaban a cobrar vida.

-Ay, quita esa cara, ni te he tocado aún. – Roxanne sacó una pomada luego de cortar un trozo de algodón. – Estira más el brazo… Est… ¡Estíralo, Michelle!

Mi cara de pocos amigos era notoria, apreté los ojos con fuerza mientras respiraba profundo. Con 5 dedos, Roxanne me sostenía el brazo mientras que con la otra mano frotaba el algodón circularmente de adentro hacia afuera, me gustaba más el contacto de la mano que sólo me sostenía.

Me mordía el labio porque me ardía, después de todo, la herida no estaba cicatrizada del todo, Roxanne observaba como me mordía a mí misma.

-No puedes dejarte eso al aire libre. – Sacó una venda del maletín de primeros auxilios y rodeó mi cicatriz, terminó de curarme mientras me acariciaba la parte sana del brazo para luego descender a mi mano y apretar mi puño. – Bueno, está lista señorita.

Mi corazón tenía taquicardia, no paraba de palpitar rápidamente ¿Cómo una profesora iba a acariciarme de ese modo? La miraba en una especie de shock.

-¿Te pasa algo? – Me miró confundida.

-No, no. – Recobré el sentido mientras me levantaba y le agradecía por haberme curado, quedé en ayudarla en el próximo receso con el resto de los exámenes, salí por el laboratorio con la mente nublada de pensamientos y nuevas sensaciones ¡Sólo tenía 3 días conociéndola! Tenía que mantener la compostura, pero en realidad… ¿Qué compostura? Si todo tipo de firmeza se iba con tan sólo tenerla al lado y verle los ojos, sus ojos negros…

Entré por la puerta y tenía a mi favor que Estefanía –la profesora de Química- todavía no había llegado, me senté al lado de Bryan que me miraba esperando una especie de confesión.

-¿Qué? – Enarqué una ceja mirándolo.

-Están corriendo rumores por ahí ¿Lo sabes, verdad?

-¿Rumores de qué, Bryan?

-De tú y la profesora nueva, eso está regándose por toda la escuela.

-Mira, no sé en serio de qué estás hablando, ella es sólo una simple… Docente.

-Pero saliste con ella, no puedes decir que no.

-Vale, pero fue porque me la conseguí, no hicimos nada malo, Andrea es la que se acuesta con los profesores y ya me quiere echar el muerto a mí sólo por haber salido una vez con Roxanne. – Me escuchaba enfadada.

-Tú sabes que ahí hay algo, Michelle.

-Ay, no tengo que darte explicaciones.- La mayoría de las personas del aula nos miraban curiosos intentando escuchar la conversación entre Bryan y yo.

-Michelle, estás siendo muy obvia. – Bryan susurraba en voz muy leve mientras Estefanía entraba por la puerta con un portafolio costoso en su mano derecha.

Era delgada con el cabello lacio grueso, vestía con un jean negro y una blusa azul que decía en la parte superior derecha “docente”.

-Bien chicos, hoy vamos a ver la continuación de alcoholes… - Se extendió en una inmensa charla mientras yo sólo deseaba que sonara el timbre que anunciara la llegada del receso en donde simplemente me encaminaría al laboratorio de Biología a ayudar a la profesora más atractiva de éste plantel.

-Michelle, resuelve éste ejercicio, te he notado un poco callada hoy. – Estefanía me sonrió con una cordial sonrisa.

-Oh, bueno… La verdad es que… No presté atención… - Contesté avergonzada mientras todas las miradas del aula me acechaban como si hubiese cometido algún pecado.

-Tienes que poner atención. – Estefanía me habló como cualquier madre que sermonea a su hijo.

La clase transcurrió fluida, había logrado entender algo de alcoholes y éteres, anotaba con interés en mis apuntes intentando mantener alejada a Roxanne de mi mente para poder desempeñarme mejor en Química. La materia había culminado antes de la hora acordada y me puse en posición de descanso, iba adentrándome a la primera etapa del sueño cuando un sonido estruendoso retumbó en mis oídos, el timbre sonaba como una chicharra ( no sé cómo le llamen en otros países, en Venezuela así se les dice a los insectos que cantan antes de que comience a llover) anunciando la caída de lluvia.

Me levanté del pupitre con un bostezo de fatiga, vi a lo lejos una silueta delgada de baja estatura con cabello rojo saliendo de la dirección.

Sonreí mientras caminaba con energía hacia donde se encontraba Roxanne.

-¿Terminaste de corregir? – Pregunté con total naturalidad intentando esconder la emoción que sentía cuando le hablaba.

-La verdad sí, pero gracias de todos modos por haberme ayudado a apilar los aplazados. – Me sonrió con entusiasmo.

-¿Ya no tienes nada pendiente entonces?

-Sí, tengo que preparar una prueba para el otro colegio.

-¿En serio? Pobre gente ¿Cada cuánto les haces una prueba?

-Todas las semanas tienen prueba. – Me sonrió.

-¿En serio? – La miré sorprendida mientras ella curvaba aún más su sonrisa al ver mi expresión.

-Sí, es que si no se le hacen evaluaciones continuas se le acumulan los temas y luego para que pasen cuesta Dios y su ayuda.

-¿De qué es el examen?

-Es muy sencillo, sistema circulatorio.

-Bueno, no es tan complicado, circulación mayor, circulación menor, ventrículo izquierdo y derecho, aurícula izquierda y derecha y así… - Le sonreí mientras ella me miraba con una cierta fascinación, su mirada era de admiración, como si nunca hubiese conocido a alguien de mi edad que realmente supiera ese tipo de cosas sin tener que decirlas textualmente como las decía el libro o Internet.

-Ya no tengo que hacerte prueba a ti entonces de eso. – La sonrisa no desaparecía de su rostro.

-Éste año no vemos eso. – Intenté sonar simpática.

-Yo sé que no, por eso lo digo. – Ensanchó más su sonrisa.

-¿Quieres que te ayude a hacerlo?

-No, tranquila, yo puedo hacerlo en unos veinte o quince minu… - A Roxanne la interrumpió un chico que acababa de empujarme sin intención hacia una reja filosa al escapar de su novia que lo perseguía, el punzante dolor que sentí en el brazo me recorrió hasta el estómago y me subió hasta el pecho, me había lastimado nuevamente la herida, la sangre salía a brotes y mis gritos de agonía no se hicieron esperar.

-¡MALDITA SEA NO PUEDES TENER CUIDADO ACASO! – Me quejé retorciéndome en el suelo del ardor infernal que sentía en carne viva.

-¿Qué le sucedió Michelle? ¿Acaso esa es la manera de expresarse? – Tomás salió de la dirección mirándome con molestia.

-¡Mire lo que le pasó! – Roxanne señaló mi brazo, brazo que al parecer Tomás aún no había visto, me miró horrorizado, petrificado y con asco, estaba manchándome todo el uniforme de sangre, estaba muy lastimada.

Todo el eco de voces  que estaban alrededor de mí comentaban chismes y comentarios de mal gusto, me levanté con la ayuda de la mano de Roxanne quién por órdenes de Tomás me llevó inmediatamente al laboratorio de Biología.

-Tienes mala suerte. – Roxanne sacaba preocupada los instrumentos necesarios para mejorar mi herida.

Mi grito agonizante la aturdió, puso cara de confusión mientras me ordenó acostarme en el alargado mesón ¿Pero cómo iba a acostarme ahí? No podía impulsarme y mucho menos levantarme de la silla en la que me encontraba.

-¿Es necesario que me acueste? – Me quejaba del impresionante ardor.

-Sí, es necesario, si ves como te curo te va a doler el doble, ven yo te ayudo.

Con un gran esfuerzo y sus brazos rodeándome la cintura, me acosté en el mesón y mi vista se perdió en la brillante luz que me encandilaba, me sentía en una sala quirúrgica cuando me van a aplicar la anestesia y veo esas llamativas luces hipnotizantes antes de dormirme.

-Estira el brazo, cierra los ojos y quédate quietecita. – Me hablaba con un tono tranquilizante mientras me acariciaba el cabello y lograba –no sé cómo- relajarme de una manera en la que nadie lo había hecho.- Tranquila ¿Si? – Sus dedos continuaban moviéndose entre mi cuero cabelludo, la taquicardia que sentía era anormal, se me cerraban los ojos involuntariamente por lo brillante de las luces, me abandoné a la sensación que me producían sus caricias hasta que dejé de sentirlas.

Abrí los ojos con un poco de confusión, me miré el brazo, me lo había curado sin yo haberme percatado, era buena en lo que hacía.

-¿Ya? ¿En serio? – Le pregunté muy sorprendida porque no había sentido nada.

-Sí.- Me sonrió. – Si te quieres quedar ahí puedes quedarte un rato, no tengo prisa. – Me miraba directamente a los ojos mientras me quitaba un mechón de la cara.

-Me sigue ardiendo.- Me quejé porque el ardor leve reaparecía.

-Te va a arder, no puedes golpearte con nada más o te tendrán que llevar a un hospital.

Puse cara de pocos amigos.

Mi móvil sonó avisándome la entrada de un nuevo mensaje, lo saqué del bolsillo de mi pantalón y por torpeza se me cayó en algún sitió del mesón que no alcanzaba a ver puesto que aún no podía pararme porque me ardía el brazo.

-¿Dónde cayó? – Preguntaba confusa.

-Creo que está por aquí. – Roxanne buscaba por el lado del mesón en el que había perdido el móvil por encima de mi cuerpo, el mesón estaba junto a una pared, así que no podía darle la vuelta, el calor irradiante de su cuerpo me estremecía.

-¿No lo ves? – Pregunté confundida.

-Creo que se cayó al suelo. – Se agachó mientras yo me levantaba del mesón haciendo un esfuerzo sobrehumano por sentarme en el mismo, asomé la cara por debajo para ver si conseguía ver mi teléfono celular en el piso, Roxanne se levantó al mismo tiempo que yo subía mi cara al ver que no estaba ahí.

Nuestros rostros se encontraron prácticamente juntos, mi corazón se detuvo, Roxanne terminó de levantarse sin separar su frente de la mía, puso mi cabello detrás de mi oreja derecha mientras que con la otra mano me acariciaba el rostro y posaba sus dedos en mi labio inferior.

-Ya terminé. – Abrí los ojos al darme cuenta de que me había quedado dormida viendo las luces del laboratorio mientras ella me curaba, había sido… Un sueño muy real.


Bueno, antes que nada debo ser sincera, desde Noviembre del año pasado no subo continuación de éste relato, la verdad cambié de laptop y tenía la continuación escrita en mi laptop anterior, pero está dañada y por ende nunca pude sacarla de ahí, escribí esta nueva continuación en mi nuevo computador.

Debo agradecerle a todas las personas que a pesar del montón de meses que me ausenté, me seguían pidiendo la continuación de esta historia, a aquellas que me siguen por mi Twitter: @Coldnight_01 y me dejaban mensajes satisfactorios.

Estoy muy agradecida de haber escrito éste relato que tiene cierta veracidad, gracias a él conocí a mi actual novia, una escritora divina, la pelirroja más bella que existe, autora aquí en TR llamada “WhosThatChick” quién escribió “Sola” TE AMO, en ti me inspiré escribiendo esta continuación y me seguiré inspirando escribiendo las que vienen.

Les prometo que intentaré no tardarme con la parte 11 de éste relato quién a muchos les encantó y a otros no tanto.

Gracias por todo!