Mi profesora: un día de puro sexo. Parte III

Y jamás pensé que terminaría en una orgía...

-Me rogarás que pare y no lo haré- dije.

-No, guapa. Eso lo rogarás tú- dijo sin que yo pudiese entender. Sabía que algo tramaría… Subimos a su coche y manejó rumbo a su departamento.

-Escucha: antes de que me folles como quieres, tenemos que ir por un justificante médico para ti. La mentira se sabrá si no lo hacemos- resignada a la espera, acepté. Total, era lógico su razonamiento.

-Tengo una conocida que tiene su consultorio privado… servirá de algo, pero antes debo llamarla-

-Bien, oríllate en esa gasolinera y yo voy a comprar algo para beber después- me hizo caso y bajé del automóvil mientras ella hablaba por teléfono. Regresé y nos dispusimos a ir con su conocida.

-Llegamos- anunció.

-No está tan lejos…-

-Oye, ¿sabías que aún tengo ganas de seguirte cogiendo?- dijo con una sonrisa.

-Ya lo haremos después- me disponía a salir del coche, pero me jaló y comenzó a besarme con necesidad.

-No sabía que eras ninfómana…- comenté con ironía, pero no pude burlarme tanto porque metió su mano a mi entrepierna nuevamente y me tocó sin pudor. Me estaba rindiendo ante su tacto hasta que ella se detuvo.

-Vamos antes de que te folle aquí mismo y todos nos vean- sonreí.

-No sería mala idea…- dije sabiendo lo que ella me diría.

-Uhm, ¿quieres que todos vean lo puta que te pones cuando te estoy follando?- dijo sensualmente cerca de mi oído. Ya estaba más humedecida nuevamente. Parece que hoy era un día de puro sexo.

Nos abrió el consultorio su conocida. Ellas se saludaron amistosamente y a mí Beatriz me presentó con ella. Nos sentamos en las sillas y la doctora, amiga de mi compañera, en su silla respectiva frente a nosotras.

-Bueno, Beatriz ya me contó el incidente que tienes- comentó mirándome.

-Sí… bueno, ¿podrías darme una receta para cubrir el problema?- dije impaciente.

-Yo te la doy, cariño- dijo Beatriz al momento de que me besó nuevamente y bajó su mano a mi entrepierna sin ninguna vergüenza. La doctora echó a reír.

-¿Qué haces?- la alejé por su atrevimiento, pero ella volvió a acercarse y a besarme otra vez.

-¿No has hecho un trío?- me sorprendí con la pregunta tan sugerente de la doctora.

-No...-

-Bueno, estamos aquí para que tengas tu experiencia…- dijo tranquila. Sabía que algo tramaba Beatriz, pero, ¿qué podía hacer? La doctora también estaba como quería… Mientras Beatriz me masturbaba y lamía el cuello, la doctora se acercó a mí para besarme. Y tocarme los senos. Esto era demasiado.

-Yo creo que esto… no va a funcionar…- dije con voz entre cortada.

-Verás que sí…- dijo la doctora. Rodeó la silla, se agachó y sustituyó los dedos de mi compañera por sus labios.

-Me rogarás que pare y no lo haré- dije.

-No, guapa. Eso lo rogarás tú- dijo sin que yo pudiese entender. Sabía que algo tramaría… Subimos a su coche y manejó rumbo a su departamento.

-Escucha: antes de que me folles como quieres, tenemos que ir por un justificante médico para ti. La mentira se sabrá si no lo hacemos- resignada a la espera, acepté. Total, era lógico su razonamiento.

-Tengo una conocida que tiene su consultorio privado… servirá de algo, pero antes debo llamarla-

-Bien, oríllate en esa gasolinera y yo voy a comprar algo para beber después- me hizo caso y bajé del automóvil mientras ella hablaba por teléfono. Regresé y nos dispusimos a ir con su conocida.

-Llegamos- anunció.

-No está tan lejos…-

-Oye, ¿sabías que aún tengo ganas de seguirte cogiendo?- dijo con una sonrisa.

-Ya lo haremos después- me disponía a salir del coche, pero me jaló y comenzó a besarme con necesidad.

-No sabía que eras ninfómana…- comenté con ironía, pero no pude burlarme tanto porque metió su mano a mi entrepierna nuevamente y me tocó sin pudor. Me estaba rindiendo ante su tacto hasta que ella se detuvo.

-Vamos antes de que te folle aquí mismo y todos nos vean- sonreí.

-No sería mala idea…- dije sabiendo lo que ella me diría.

-Uhm, ¿quieres que todos vean lo puta que te pones cuando te estoy follando?- dijo sensualmente cerca de mi oído. Ya estaba más humedecida nuevamente. Parece que hoy era un día de puro sexo.

Nos abrió el consultorio su conocida. Ellas se saludaron amistosamente y a mí Beatriz me presentó con ella. Nos sentamos en las sillas y la doctora, amiga de mi compañera, en su silla respectiva frente a nosotras.

-Bueno, Beatriz ya me contó el incidente que tienes- comentó mirándome.

-Sí… bueno, ¿podrías darme una receta para cubrir el problema?- dije impaciente.

-Yo te la doy, cariño- dijo Beatriz al momento de que me besó nuevamente y bajó su mano a mi entrepierna sin ninguna vergüenza. La doctora echó a reír.

-¿Qué haces?- la alejé por su atrevimiento, pero ella volvió a acercarse y a besarme otra vez.

-¿No has hecho un trío?- me sorprendí con la pregunta tan sugerente de la doctora.

-No...-

-Bueno, estamos aquí para que tengas tu experiencia…- dijo tranquila. Sabía que algo tramaba Beatriz, pero, ¿qué podía hacer? La doctora también estaba como quería… Mientras Beatriz me masturbaba y lamía el cuello, la doctora se acercó a mí para besarme. Y tocarme los senos. Esto era demasiado.

-Yo creo que esto… no va a funcionar…- dije con voz entre cortada.

-Verás que sí…- dijo la doctora. Rodeó la silla, se agachó y sustituyó los dedos de mi compañera por sus labios.

-Uhm… qué rico…- alcancé a decir cuando inmediatamente introdujo su lengua para luego sacarla y jugar con mi sexo que estaba a su merced. Mientras la doctora me hacía un delicioso oral, Beatriz me besaba y chupaba los senos, haciendo más placentero el momento. De un momento a otro, Beatriz bajó al lado de la doctora y la apartó de mi sexo para besarla y posteriormente sustituirla, pero en un movimiento rápido me safé de ellas para encaminarme a la camilla que tenía la amiga de Beatriz. Acción que fue seguida por ellas. Me tumbé en la camilla en posición de perrito. Inmediatamente una de las dos me comenzó a dar nalgadas, Beatriz fue al frente mío para que pudiera verla: ella ya se había desnudado. Tenía unos senos de buen tamaño, su figura era tan descomunal y su sexo… su sexo palpitaba como gritando por atención. La hice sentarse frente a mí con las piernas bien abiertas y empecé a tocarla como siempre había querido hacerlo en la universidad. Sus pezones estaban duros y gustosos; su coño chorreando. Me apresuré a saborearlo, era tan excitante ver los gestos de mi compañera. Mientras llevaba a cabo mi trabajo, la doctora me metió su lengua en mi coño.

-Uhmmm, estás deliciosa. ¿Cuántas veces te has corrido hoy?- me preguntó directamente la doctora.

-Yo puedo responderte eso- respondió Beatriz.

-Estás tan hinchada- dijo y siguió con el oral que me hacía.

-Vamos, chupa, perra- mandó Beatriz. Cada que hablaba tan soez, me calentaba un poco más. Y a medida que le hacía el oral de diversas formas, se iba acercando el eminente orgasmo. Comenzó a gemir y gemir tan rico, pero no pude disfrutar de sus gestos, pues la doctora también estaba haciendo un buen trabajo. Logré hacer llegar al éxtasis a Beatriz, pero yo estaba ya en mi límite…

-Uhm, bebé, sí, córrete para mí- dijo con voz baja la doctora. Y así siguió con su juego de lengua y dedos dentro de mí que no lo soporté más. Mi cuerpo temblaba tan sensible por el inmenso placer que había tenido hoy que apenas podía moverme.

-Yo digo que vayamos a tu depa, Beatriz- dijo la doctora.

-Claro, pero nos tocará cargar a esta mujer porque apenas y se moverá de ahí- me señaló mi compañera.

No pude ni siquiera responder, estaba extremadamente sensible. Pero ellas dos comenzaron a alistarse para irnos al departamento de Beatriz. Subimos al auto y nos encaminamos hacia nuestro destino. Llegamos y ellas prepararon algo de comer mientras yo me quedé dormida un rato en el sofá de la sala.

Cuando desperté estaba acostada en la cama, cobijada. Las cortinas estaban cerradas y estaba oscuro. Revisé la hora… ya era demasiado tarde. Esto era el colmo, ni siquiera llegué a la universidad con Mónica ni a la cita que tenía con mi enamorada.

Entraron de pronto las dos mujeres.

-¿Cómo te sientes?- preguntó la doctora.

-Bien…- respondí simplemente.

-Bueno, porque es obligación de tu doctora que te sientas mucho mejor- esto último lo dijo viendo mi cuerpo descaradamente.

-¿Qué? ¿Quieren más?- me sorprendí por sus proposiciones.

-Esto apenas empieza, cariño. Espero que no tengas más sueño- habló tranquilamente Beatriz. En ese momento dos mujeres más entraron a la habitación. No puedo negar que me sorprendí bastante: a pesar de que no conocía a las mujeres, resultaba realmente excitante el ambiente.

-Hola- dijo con un tono seductor una de ellas, y luego besó a Beatriz. La otra mujer hizo lo mismo, pero con la amiga de ella, la doctora.

-Espero que no te moleste más… compañía- me dijo al fin Beatriz.

-Trátenla… como se merece- dijo la doctora a las dos mujeres señalándome.

-Sí… como una perra en celo- terminó de decir mi compañera. Mientras las dos mujeres se desnudaban, la doctora se acercó a mis senos y comenzó a tocarlos despacio, Beatriz me besó sensualmente.

-Siempre me imagine esta escena contigo…- me dijo al oído, acto seguido, lo mordió. Se colocó de la misma manera que en el consultorio: puso su sexo en dirección a mi boca, con las rodillas apoyada a la altura de mi cabeza.

-Oh, sí…- comenzó a gemir Beatriz una vez que sintió mi lengua en su sexo. Una de las mujeres se acerco y me besó el cuello, dejando marcas de mordidas y besos en él. La otra mujer no la alcanzaba a ver, hasta que sentí su boca en mis muslos. Ahí se encontraba plácidamente mientras provocaba a mi sexo, dejándolo palpitante y mojada en busca de atención.

-Uhm…- seguía gimiendo Beatriz. En ese instante con una de mis manos comencé a pasar en la entrepierna de la doctora, que estaba entretenida en mis senos.

-Joder…- gritó en la sorpresa aquella doctora. Puse mis dedos pegados a su sexo sin meterlos en él. Pasamos un largo tiempo así. De pronto, la doctora obligó a mis dedos a meterse en su sexo totalmente mojado y necesitado. Iba a reír por el desespero, hasta que la mujer que estaba en mis muslos, metió su lengua en mi sexo de una sola estocada.

-uhm, sí, así…- no pude evitar decir.

Beatriz ya iba por su tercer orgasmo, se calentaba más cuando le daban nalgadas. Seguía con mi boca jugando: metía la lengua y la sacaba; rosaba con mis labios los de su sexo, hasta que se corrió fuertemente. Sus líquidos resbalaban por mi cuello. Pasé mi mano desocupada a la cabeza de aquella mujer desconocida que estaba sumergida en mi entrepierna, chupando y metiendo su lengua… La doctora era la más caliente de todas, ella pedía más y más hasta que las dos mujeres y yo la hicimos nuestra; parecía una ninfómana en plenitud.

Ese día hubo orgasmos tras orgasmos. Las cinco mujeres terminamos completamente exhaustas después de cinco rondas más. Mi cuerpo estaba lleno de marcas en varias partes. Y Mónica, la profesora que me había hecho un delicioso oral en su coche, se me había olvidado por completo… Tendría que pensar en una buena recompensa para ella…