Mi profesor y yo

Me encantaba mirarle mientras me daba clase e imaginarme que hacía de todo con él.

Hola, este será mi primer relato. Espero que os guste, todo es real.

Es una de mis fantasías más profundas, a veces pienso que me da vergüenza hasta contarla. Siempre me gustó uno de mis profesores del instituto. Él es un hombre apuesto, de ojos azules, pelo canoso y por aquel entonces, tendría unos 48 años. Un hombre de firme carácter y fuerza pero sobre todo rebosaba elegancia. Además de dedicarse a la enseñanza e infundar en mí el amor por ciertas lenguas clásicas, se dedicaba a la política y por tanto, a convencer y persuadir. Menudo cóctel de características en una persona, ¿verdad? Irresistible.

Yo estaba con mis hormonas revolucionadas y le miraba todo el rato, solía mirarle a la cara pero otras no podía evitar mirarle el paquete, era un acto reflejo de mi cuerpo por el deseo que sentía por él. Para colmo, yo estaba sentada en primera fila justo pegada a su mesa. Él siempre supo que lo deseaba, porque yo no podía contener mis miradas, simplemente no podía hacerlo, me imaginaba besándole e imaginando cómo me diría guarradas al oído, me imaginaba viéndole perder esa elegancia tan suya solo conmigo, cuando ya no pudiera más y se dejara llevar por el deseo. Era imposible que no se diera cuenta de que cada vez que lo miraba, me imaginaba haciendo de todo con él. No sé cómo yo a pesar de todo, sacaba tan buenas notas en estas asignaturas.

¿Sentía él algo parecido por mí? Nunca lo sabré, mis grandes tetas creo que también potenciaron sus fantasías al saber que dada mi timidez, yo no me atrevería a decirle nada. Dos personas fantaseando sobre el otro: es posible. Al fin y al cabo, en la imaginación de cada uno, nadie más puede entrar.

Soy una chica delgada pero tengo mis curvas, con gafas, pelirroja y lo más característico cuando se me ve a simple vista, es mi talla 100 de pecho. Alguna vez, he conseguido alguna nota más alta solo poniéndome coqueta, pero como ya comenté no he llegado nunca a hacer nada, debido a mi timidez. Sé lo que les gusta a los hombres de mí, por cómo se acercan cuando lo han hecho pero no me gusta lo soez, me gusta la elegancia y alguien culto aunque en la cama me encanta que me azoten y me digan guarrerías.

Ahora tengo 27 años, he vivido fuera y acabo de regresar a mi pueblo. Hace unas 2 semanas me encontré a mi profesor, tuve poco tiempo para detenerme pero aún así, desde ese día se me ha removido todo lo que sentía, sobre todo porque pude comprobar como 10 años después sigue siendo igual de sexy e interesante que siempre.

Sólo espero poder cruzármelo de nuevo y poder hablar ni que sea un momento con él. Ahora con mi edad no disimularía para nada mi deseo. Volver a escuchar esa voz tan grave y esa mirada profunda, a veces pienso que ojalá me desnudara con esa mirada que me hizo temblar en más de una ocasión, sobre todo cuando se enfadaba, yo me mojaba toda de lo excitada que me ponía. A veces me pregunto: ¿cómo hará el amor? ¿cómo lo hacen los hombres maduros? Seguro que despacio, dándome besos por todo el cuerpo y mirándome fijamente. Quiero sentirlo detrás de mí, cómo me da fuerte y escucharlo gemir, como disfruta mientras me dice: toma, toma y me manda callar mientras yo no puedo parar de gemir de placer. Quiero comérmelo, besarlo, tragarme todo de él y explotar con él dentro.

Ojalá pase pronto, de momento, mi imaginación vuela pensando en él cada noche.