Mi profesor de arte.
La historia que voy a relatarles a continuación es real, cuenta la historia de mi primer gran amor, el que nunca se olvida y que de solo recordarlo aún me eriza la piel y me hace suspirar.
Me llamo Nina y la historia que voy a relatarles a continuación es real, cuenta la historia de mi primer gran amor, el que nunca se olvida y que de solo recordarlo aún me eriza la piel y me hace suspirar.
Sucedió cuando yo tenía 18 años, era el último año de escuela, como era costumbre el primer día de clases se presentaba a los nuevos profesores al alumnado, y ahí estaba el, nuestro nuevo profesor de arte. Se llamaba Fernando, tenía en ese momento 30 años, era un tipo alto, medía como 1.80mts, delgado, de piel blanca, ojos grandes color miel, cabello negro rizado y desordenado, sus cejas eran gruesas, y su nariz prominente. No era un tipo convencionalmente atractivo, sus rasgos eran toscos pero extremadamente varoniles, tenía un no sé qué, que a mí me cautivó, su aspecto me recordaba mucho al de un actor francés que me encantaba, y su sonrisa, su sonrisa perfecta simplemente me volvía loca.
Yo a mis 18 años, aún tenía cara de niña, pero mi cuerpo, desde hacía ya algunos años no tenía nada que ver con el de una niña, una vez alguien me dijo que tenía “cara de ángel y cuerpo de pecado” descripción que me quedaba perfecta, pues mi rostro dulce e inocente no combinaba con mi cuerpo, bien formado de mujer. No sé por qué, pero esa combinación volvía locos a los chicos y a los hombres, por lo cual siempre usaba jeans y camisas holgadas, o ropas anchas, para desviar su atención a otras chicas ya que nunca me ha gustado ser el centro de las miradas. Pero con el uniforme de la escuela, era otra historia, debíamos usar una falda plisada por encima de la rodilla y una camisa entallada, aunque no demasiado, así que todos mis esfuerzos por pasar desapercibida por lo menos en la escuela eran en vano, el uniforme se encargaba de acentuar muy bien mi silueta, aunque yo casi todos los días usaba un sweater ancho para evitar comentarios pesados de los chicos.
Siempre me he considerado una chica atractiva, pero jamás me he aprovechado de eso. En ese ultimo año de escuela tenía el cabello muy largo, me llegaba a la cintura, de color castaño oscuro casi negro, mis ojos son de color verde aceituna y muy grandes, y mi piel es realmente blanca casi tan blanca como la leche. No soy muy alta, ya para ese entonces medía 1.60mts, de contextura delgada, aunque siempre he sido un poco ancha de caderas, mi cintura era muy pequeña, mis pechos 34C muy firmes y redondos, mi culito redondo, paradito y muy firme, y debido a que había practicado gimnasia y ballet desde pequeña tenia piernas estilizadas y tonificadas.
Las clases de mi profesor Fernando eran muy interesantes, su enfoque del arte era muy distinto, no se paraba en frente a leernos algo y aburrirnos, sus clases eran dinámicas y estimulantes, yo siempre buscaba sentarme de primera en la fila, primero porque me gustaba mucho verlo, sus gestos, su manera de hablar, me fascinaba su voz, y segundo porque era realmente un tipo extremadamente inteligente y culto del cual se aprendía muchísimo, y yo desde siempre he sentido atracción por los tipos inteligentes.
Con el paso de los meses mi atracción por el profe Fernando siguió creciendo, yo notaba que el también me miraba, pero no estaba segura de si era cierto o era algo que yo quería creer por la atracción que sentía hacia el, nada mejor que sentirme correspondida pero quizás era solo una ilusión, el era un hombre y yo pues a sus ojos seguramente era otra estudiante mas. Yo era de las alumnas que mas participaba en su clase, y siempre terminábamos conversando de algún tema referente a la clase mientras los demás se iban retirando del salón, ese era mi momento favorito del día, cuando a solas, conversábamos y comparábamos corrientes artísticas, analizábamos pinturas, etc.
Yo no podía dejar de pensar en el profesor Fernando, admito que su imagen ocupaba gran parte de mis pensamientos, y por las noches en mi cama, no podía evitar imaginarme que se sentiría estar con el, que clase de amante seria, como se sentirían sus manos en mi cuerpo, sus labios besándome y recorriendo cada centímetro de mi piel.
Siempre esperaba ese momento con ansias, el final de la clase para estar a solas con el, saber que tenia toda su atención, y oler su perfume que me embriagaba, sin embargo hacia ya unas 3 semanas que el profesor se excusaba para retirarse temprano y no habíamos tenido mas nuestras conversaciones, además en clase notaba que trataba de evitarme, cuando levantaba la mano para intervenir escogía a otra persona para hablar, y ya ni siquiera me miraba, eso me preocupo un poco, no entendía que pasaba y porque su cambio de actitud, el no tenía manera de saber lo que yo sentía por el, yo no era tan obvia o eso pensaba yo, lo cierto es que al viernes siguiente me arme de valor y decidí hablar con el, tenía que preguntarle por qué actuaba de esa forma conmigo, asi que al finalizar la clase le dije que necesitaba hablar con el, nos quedamos solos en el salón y nada podría haberme preparado para lo que estaba a punto de vivir.
-Esta bien Nina, pero se breve por favor, tengo que irme, tengo un compromiso importante y…- Lo notaba algo nervioso, y no entendía por que, su excusa para marcharse sonaba inventada y por salir del paso.
-No se preocupe Profesor, no tardare mucho - dije yo –Es solo que desde hace algunas semanas su trato conmigo ha cambiado, quiero saber si es que he hecho algo que lo ha molestado, si es asi le pido disculpas, aunque realmente no se que puede haber sido.
Mi profesor se quedo viéndome, como tratando de de organizar lo que iba a decirme, casi como tratando de inventar una respuesta.
-Voy a irme de la escuela Nina- dijo el.
-Por que?!- pregunte yo, no lo podía creer, no quería que se fuera.
- Mira Nina, no se como decirte esto- dijo mientras se sentaba detrás de su escritorio como queriendo poner una barrera entre los dos -no quiero asustarte, pero la verdad es que me gustas, y tenerte en mi clase hace las cosas muy difíciles para mi, no puedo concentrarme, no puedo hacer bien mi trabajo, pienso mucho en ti, bueno… siempre pienso en ti, y no esta bien, soy tu profesor, tu mi alumna, y esta mal, lo mejor es que me vaya y nos evitemos un problema. Discúlpame por favor.
Yo no lo podía creer, mi rostro era de asombro total, sus palabras aun resonaban en mi cabeza, Yo le gustaba a mi profesor, Yo le gustaba a Fernando, me sentía en el cielo, y en este punto comprendí que no podía dejar pasar la oportunidad.
-No entiendo porque está mal- le dije mirándolo a los ojos– profesor, es injusto que pierda su trabajo por algo que ni siquiera puede controlar y es injusto que nos quedemos sin un profesor excelente.-
-Nina no es tan fácil- dijo el, - yo soy mucho mayor que tu, podría meterme en problemas y…- lo interrumpí.
- Tu también me gustas – dije casi sin poder creer lo que estaba pasando, ya no había vuelta atrás. – Tengo 18 años, y a diferencia de ti, no tengo miedo.- termine de decir.
El me miro sonriendo, como si esperaba que yo dijese eso para sentirse mas tranquilo con su consciencia y poder avanzar. Se levanto del escritorio, se dirigió hacia donde estaba sentada, el primer puesto de la fila, yo sentía todo tipo de cosas en ese momento, pero tenía que mostrarme firme, y segura como una mujer adulta, al atreverme a decir eso ya no había lugar para niñerías, ni podía echarme para atrás.
Se puso frente a mi y dijo – No tienes miedo entonces?- Sentia como su mirada color miel me penetraba y me hechizaba.
-Podré parecer una niña- dije –pero no lo soy, soy mayor de edad, yo te gusto y tú me gustas, donde está el problema?- Al decir esto me levante de mi pupitre, me dirigí hacia a él, lo tome de la corbata acerque su rostro al mío, y lo besé, el no se estaba esperando esa movida de mi parte, estaba sorprendido pero comenzó a ceder, y respondió a mi beso, con eso le demostré que no tenía miedo, me gustaba demasiado. Sus labios eran fuertes y carnosos, jamás había besado labios así, nuestras lenguas jugaban y exploraban nuestras bocas, yo sentía una ola de emoción recorriéndome el cuerpo, sus manos se posaron en mi cintura, y comenzaron a bajar acariciando mi culo, me sentía en la gloria. Luego bruscamente se separó de mi.
– No Nina, en la escuela no, es peligroso, nos pueden descubrir, no podemos dejarnos llevar aquí- Tenía razón y me gustaba que a pesar de estar en una situación tan excitante como esa, usara el sentido común para no exponernos a ningún riesgo. –Vamos a mi casa- me dijo, y en seguida con tono desilusionado me dijo – seguro tus padres se preocuparan si no llegas a tiempo a casa, olvídalo-
Mis padres estaban de viaje por el fin de semana, como siempre he demostrado ser una chica seria y responsable, no tenían problemas en dejarme sola. – Mis padres no están, no te preocupes, vamos a tu casa- le dije viéndolo con mirada seductora, deseando ya estar en sus brazos, no podía esperar.
Salimos de la escuela, el se dirigió al estacionamiento por su carro y me dijo que lo esperara dos calles mas abajo para no despertar sospechas, así hice, me fui caminando sintiéndome muy excitada, no podía creer lo que estaba sucediendo, tanto soñarlo, tanto imaginarlo, finalmente estaba pasando.
Me recogió en la esquina, una vez en el auto mientras conducía, su mano empezó a subir por mi falda, acariciando mi muslo, cada caricia disparaba en mi choques de placer que sentía en todo mi cuerpo, sus manos se sentían increíbles, nos alejábamos en el carro, no sabía adónde íbamos pero no me importaba, solo quería estar con él, el seguía acariciándome cada vez más arriba, diciéndome lo mucho que le gustaba, desde el primer día que me vio, yo empecé a subir más mi falda, dejándole ver mis braguitas blancas de encaje. –me vuelves loco Nina- me dijo. Escucharlo decir mi nombre me excitaba aún mas, sus caricias comenzaron a subir, sus manos rozaban mi coñito ya muy húmedo, comenzó a pasar sus dedos por encima del encaje de mis braguitas, el roce del encaje me excitaba cada vez mas, abrí un poco más las piernas para darle mayor acceso, el seguía frotando mi coñito a través de las bragas mientras conducía, yo no podía más, me dejaba llevar, arqueaba mi espalda y mi respiración se hacía cada vez más rápida, el seguía conduciendo.
Yo sentía como mi coñito palpitaba y estaba empapado nada mas con el roce de sus dedos, así de excitada me tenia, sabía que no llegaríamos a casa, el deseo era muy grande, se estacionó en un sitio apartado cerca de la playa, yo me sentí aliviada, no podía esperar más, lo quería, y lo quería ahora, el apartó mis braguitas a un lado de mi coñito y comenzó a deslizar sus dedos por encima, abriéndolo poco a poco, hasta que llego a mi clítoris, empezó a tocarlo en círculos mientras me metía uno y luego dos dedos, yo me retorcía de placer, jadeaba, lo miraba a los ojos, luego los cerraba y me mordía los labios, sus manos eran mágicas, mi espalda se arqueaba, el continuaba masturbándome, cada vez mas rápido, mas profundo, todo mi cuerpo palpitaba, sentí una enorme ola de placer que me recorría, mi orgasmo estaba llegando, no podía contenerlo más, sentí como me deje llevar, el metió sus dedos en mi boca y yo empecé a chupárselos como si mi vida dependiera de ello, mientras que con su otra mano seguía acariciando y metiendo los dedos en mi coñito.Ese orgasmo había sido increíble, muy intenso y me preguntaba, si eso lo había logrado solo con sus dedos ¿que no sería capaz de hacer con su pene?
Me incorpore en el asiento, lo miré, y me senté en sus piernas de frente a él, el deslizó el asiento hacia atrás todo lo que pudo y lo reclinó para que tuviésemos suficiente espacio, comenzamos a besarnos, yo estaba loca de deseo y el también, mientras nos besábamos el desabotonaba impacientemente mi camisa, yo acariciaba su pecho mientras torpemente trataba de abrir su camisa el se la quitó y finalmente abrió mi camisa de un tirón rompiendo los botones y me despojó de ella, exponiendo mis pechos en su sujetador de encaje rosa, comenzó a besarlos y a chuparlos a través del sujetador, mis pezones casi atravesaban el encaje de los duros que estaban, yo me sentía extasiada, su lengua en mis pezones se sentía increíble, la manera como me masajeaba los pechos disparaba en mi todo tipo de sensaciones, como pude abrí su cinturón, desabotone su pantalón, y le baje el cierre, el continuaba besando mis pechos, chupándolos, y hasta mordisqueándolos, - tus tetas son la gloria Nina - me decía, yo no podía hablar, arqueaba mi espalda involuntariamente, el me subió la falda hasta la cintura y yo sentía como frotaba mi coñito en su pene ya duro. El me bajó el sujetador, liberando así mis pechos de su prisión de encaje, el contacto directo de su lengua en mis pezones era eléctrico, yo gemía, sentía su pene duro en mi coñito mientras me frotaba en el. Tanto placer no me dejaba maniobrar con propiedad, como pude, metí mi mano derecha en su bóxer y empecé a acariciar su pene, al mismo tiempo que buscaba su boca para besarlo, el dejó mis pechos y empezó a comerme la boca locamente, nuestras lenguas jugaban furiosamente, era demasiada la tensión sexual acumulada durante tantos meses de clase, parecía increíble que por fin podíamos dar rienda suelta a nuestra pasión. Saqué su pene del bóxer, que grande lo tenía! Comencé a masturbarle y le susurre que no podía esperar mas, que lo quería dentro de mi ya.
Yo no era virgen, hacía poco menos de un año había perdido la virginidad con un chico de mi edad con el que estaba saliendo, fue un encuentro torpe, el no sabía muy bien lo que hacía y yo para ser honesta solo quería dejar de ser virgen, por lo tanto, estar en las manos de este hombre de verdad me hacía disfrutar a niveles insospechados. Con su pene en mis mano, sintiendo su calor y su dureza, le volví a susurrar que me penetrara, mi coñito palpitaba de deseo, y así lo hizo, me ayudo a quitarme las braguitas, volvi a sentarme en su regazo y con la punta de su pene acaricio los labios de mi coñito y mi clítoris duro y extremadamente sensible, yo sentía que me volvía loca, deslizó su pene suavemente dentro de mi, yo deje escapar un gemido, y comencé a botar encima de él, primero lentamente, tratando de acostumbrarme a su tamaño y grosor, mi coñito muy estrecho, sentía un poco de dolor, el me miraba como me movía encima de él, me retiraba el cabello de la cara y me metió el pulgar en la boca, yo se lo chupaba mientras le cabalgaba, se lo chupaba con voracidad, era como si su pulgar tuviese un efecto que mitigara el dolor que su pene tan grande producía en mi inexperto coño, finalmente ya no hubo más dolor, solo placer, y placer, empecé a moverme mas rápido, sintiendo su pene dentro de mí, lo quería más adentro, más profundo, empecé a botar más rápido, sentía como mis pechos brincaban con cada uno de mis rebotes, los musculos de mi vagina se contraían apretando su pene, empecé a dibujar círculos con las caderas, mientras el con sus manos en mi cintura guiaba mis movimientos a su voluntad, el repetía mi nombre, Nina, Nina, Nina, eso me excitaba mas, por lo que me movía cada vez mas rápido, mis movimientos eran involuntarios, mis caderas tenían vida propia, sentía como mis jugos se derramaban, bañaban su pene, y se deslizaban por mis muslos, empecé a sentir espasmos, no había vuelta atrás, mi orgasmo se venía, ya no me importaba nada mas en el mundo, éramos solo él y yo, comencé a sentir una ola que me envolvía, una ola de placer total, me deje llevar por ella, todo mi cuerpo se entrego a ese orgasmo tan intenso, cerré los ojos, mordí mi labio inferior y cabalgue su maravilloso pene lo más rápido que pude cada segundo de ese valioso orgasmo hasta que deje escapar un grito de satisfacción, seguido de esto el me abrazó fuertemente, me apretó contra el, y comenzó a taladrarme por asi decirlo, con una fuerza increíble, mi cuerpo debilitado por el orgasmo anterior no ponía resistencia alguna, yo era como una muñeca, su pene llegaba hasta lo mas profundo de mi, me penetraba con furia y pasión animal, yo a este punto, sentía que mi alma iba a dejar mi cuerpo, empecé a sentir otra oleada de placer creciendo poco a poco, seguía clavándome su pene con fuerza, fuerza bruta, a la vez que me decía – Así Nina, así- empecé a sentir que me desmayaba, mi cuerpo era gelatina y su fuerza desmedida retumbaba en cada poro de mi piel. – Así mi niña así, te gusta verdad?- me decía una y otra vez, y cada vez que decía esto me la clavaba mas fuerte, mi segundo orgasmo llegó, esta vez mas intenso, mi respiración entrecortada y mis gemidos lo volvieron aún mas loco porque continuo penetrándome con más fuerza, a este punto ya sentía su pene como un sable caliente que iba a partirme en dos, pero no me importaba, estaba entregada completamente a ese momento, su orgasmo llegó, se tumbó de espaldas en el asiento y me llevo con el así abrazada como me tenia, y siguió bombeado, sentía como su leche caliente se escurría y se salía de mi coño, mi cabeza en su pecho escuchando sus palpitaciones y su respiración entre cortada, sus manos acariciaban mi espalda y mi culo, así nos quedamos un rato, perdimos la noción del tiempo. Nuestros cuerpos habían colapsado uno encima del otro. –Nina- me dijo el mientras deslizaba sus dedos por mi cabello, yo levante la cabeza y apoye mi barbilla sobre su pecho mirándole a los ojos –Has estado increíble, me vuelves loco y no se como voy a hacer, porque ahora Nina, no puedo dejarte ir.- yo le sonreí y dije – No quiero que me dejes ir- me deslice un poco por encima de su cuerpo para besarlo, nos dimos un beso suave y tierno, el me invito a pasar la noche en su casa, a lo cual yo solo pude responder que si.
Y asi empezó una relación clandestina altamente apasionada de la que les seguire hablando en futuros relatos.