Mi profesor 1.5
Este relato se sitúa un par de meses antes de lo narrado en después de mi profesor espero que os guste
Después de mi profesor, pero un poco antes
J
Un poco de romanticismo.
Este relato se sitúa un par de meses antes de lo narrado en "después de mi profesor" espero que os guste.
El tiempo había pasado después de esa noche en casa de Coral, y con su ayuda y mi interés me había transformado en toda una muñequita. En la universidad todo iba aparentemente normal, en casa no sabían nada de mí que yo no quisiera y tampoco se preocupaban.
Simplemente había pasado de ser ese chico tímido, introvertido y anodino, a ser un chico misterioso, andrógino y muy segur@ de si mism@.
Evidentemente los comentarios sobre mi aspecto y mi amistad con mi profesor eran muchos y muy variados, pero había aprendido a no solo ignorarlos, sino ha utilizarlos en mi favor. Mi aspecto en la universidad era cuidado, camisetas ceñidas, pelo recogido, bien conjuntado dentro de un atuendo sencillo.
Pero por las noches en las que salía me transformaba en una bomba sexual, femenina, atrevida, divertida y glamurosa.
Una tarde en la universidad, justo después de clase, me detuve a la puerta del edificio a encender un cigarrillo cuando se acercó un chico de mi clase a pedirme fuego, Pedro se llamaba. Por supuesto accedí a ello, y donde antes hubiera salido huyendo al acercárseme un chico alto y guapo al que no conocía, seguro de sí mismo y al que las chicas miraban y hablaban de él, ahora simplemente no le di importancia. Me fascinaba la seguridad en mi misma que había conseguido.
Encendimos nuestros cigarrillos y sin querer entablamos una conversación acerca de la marca que yo fumaba, cigarrillos mentolados con el filtro de color blanco. Un par de bromas acerca de la "sexualidad" de las personas que fumaban ese tipo de cigarrillos, un par de respuestas directas e indiscretas y en lugar de rechazo conseguimos reírnos un poco.
Curiosamente este chico, Pedro, se sentía cómodo conmigo, lo cual yo agradecí al no tener muchos amigos por allí.
Los días fueron pasando y nos saludábamos siempre y charlábamos sobre las clases, los profesores y el tiempo. Llegue a notar un cierto interés bien disimulado en sus preguntas por el profesor al que conocemos como Coral, y lo bien que me llevaba con el. Pero nunca fue más allá. El caso es que este chico se convirtió sin querer en casi mi único amigo en el campus. Y no puedo negar que yo me había fijado en él en "ese" sentido. Alto, guapo, simpático, deportista Un encanto.
Al fin llegó el viernes, DIA de fiesta por supuesto. Coral me había mandado un mensaje para ir de compras y salir esa noche al pub al que tanto nos gustaba ir y donde ella era gogo y relaciones públicas, y donde Cristal empezaba a ser una habitual bastante conocida.
Esa tarde compramos ropa sexy en un par de tiendas de ropa fetiche y de fiesta que estaba loca por estrenar esa noche.
Una vez en su casa comenzó el ritual que tanto me gustaba, donde dejaba de ser el chico, y me transformaba en Cristal. Esa noche quería estar más fantástica que de costumbre. Me puse la ropa nueva, unos pantalones ceñidos a la cintura de lentejuelas plateadas, y un top a juego sin mangas, del cuello al ombligo, que dejaba mi espalda al aire, donde se apreciaba mi nuevo tatuaje en forma de mariposa, rosa y negra, situado en mi omoplato derecho, del tamaño de mi mano. Por debajo unas braguitas de satén rosa y un sostén con relleno para hacer algo de busto, a juego con las braguitas y una cadenita de plata a la cintura, que se podía apreciar justo debajo del top.
En esta ocasión me decidí por unos tacones plateados con adornos en pedrería que dejaban al aire mi uñas de los pies, pintadas en un rojo cereza muy fuerte.
El pelo, que ya lo tenía largo y teñido en rubio con mechas muy claras lo deje suelto y con algo de volumen. Unos pendientes enormes en plata con brillantitos adornaban mi cuello a ambos lados. Uñas largas del mismo tono que las de los pies y me maquillé de manera especial, sin mucho colorete, el rostro uniforme y aterciopelado por la base y los polvos sueltos, un lunar en la mejilla derecha, ojos muy delineados hacia fuera con las pestañas muy negras y muy recargadas, y sombras plateadas con mucho brillo. Los labios por supuesto muy rojos, a tono con las uñas y muy brillantes gracias al gloss efecto diamante.
El atuendo lo completaba un bolsito plateado con cadenita que llevaba del hombro a la cintura y una boa de plumas blancas que me prestó Coral, que llevaba otra similar. Una vez terminadas y un último vistazo al espejo, un par de fotos con el móvil, un par de rayitas antes de salir y al coche rumbo al local.
Aparcamos en el sitio que disponía el local para ello a unos metros de la entrada. Apenas si se oía nada por allí, todo tranquilo, un par de chicos en la puerta, los porteros grandes fuertes y súper cariñosos con nosotras y una vez dentro el mundo era completamente distinto, luces de neon, música fuerte, diversos ambientes, zona chill, cuarto oscuro, pista de baile, plataformas de gogos hombres y travestis, alguna mujer de fiesta y sobretodo muchos chicos. Muchos, muchos hombres
No me gustaba beber demasiado, lo justo para equilibrar las rayitas que tomaba con Coral o algún amigo suyo en los reservados, pero siempre me gustaba ir con una copita en la mano y un cigarrillo en la otra. Charlaba con un montón de chicos, me hacía fotos con otros tantos y bailaba con muchos más, o a veces sola. Poco a poco me iba convirtiendo en una perfecta relaciones públicas del local.
Al rato de estar allí Coral me señaló a un chico en la barra. Era Pedro, mi amigo de la universidad. Sin darme cuenta de lo distinta que iba a como el me conocía me apresuré a saludarle y hablar con él. Este chico definitivamente me gustaba. Me acerqué, le sonreí y le pedí fuego. El accedió muy amablemente y me di cuenta de que no me reconoció. En otro lugar, al mostrarme así ante alguien que conocía mi otra personalidad me hubiera sentido avergonzada o temerosa, pero Cristal era fuerte, muy fuerte en ese local. Le pregunté si no me saludaba como es debido y claro, al momento se presento como Pedro y me dio dos besos. Yo me presente como Cristal, pero luego le dije que igual me conocía por otro nombre.
Al decirle mi otro nombre, y seguramente fue la primera vez que hacia eso allí, se quedó boquiabierto. -¿Eres tu? No lo puedo creer, estás increíble! Fueron las palabras que consiguió pronunciar cuando se repuso un poco del shock.
Le expliqué que claro que era yo, que iba mucho a este local con nuestro profesor. El comprendió al momento porque nos llevábamos tan bien el profe y yo y el cambio que se produjo en mí desde que llegue al campus hasta ahora. Estuvimos charlando un buen rato, me invitó a una copa y me comentó que había venido con su novia y unas amigas de ella que estaban de fiesta.
Saber que tenia novia me decepcionó, pero no hizo que dejara de sonreírle y acercarme mucho a él para hablar y tocar sus manos con las mías al encender un cigarrillo, o simplemente porque sí. Este chico me gustaba. Y me dio la impresión de que yo a el también, porque justo antes de que llegara su novia me apartó para evitar que nos encontráramos. Yo me quedé a un lado en la barra y el a mi espalda hablando con ella. Decidieron que era hora de irse y mientras no pude evitar pellizcarle ese culito prieto que tenía. Estaba desatada.
Pedro les dijo a su novia y las dos amigas que salía en un momento que iba a recoger su chaqueta y a despedirse, y cuando se fueron las chicas copio su chaqueta de la barra y se despidió de mí con dos besos en la mejilla. Yo aproveche para acariciarle la cara mientras nos despedíamos y decirle lo mucho que me había gustado encontrarle allí, y que por favor, viniera más a menudo. El se fue y yo volví con Coral y el grupo de amigos. Un poco triste por la marcha de Pedro, me pedí otra copa, encendí otro cigarrillo y me fui con Coral a por otra rayita. Y de ahí a la pista de baile donde se me acercó un chico mulato muy gay que bailaba como los ángeles. Afortunadamente, el alcohol, la cocaína y un buen baile pueden hacerte olvidar cualquier cosa, así que no volví a pensar en Pedro durante una o dos horas, hasta que llegó Coral a decirme "tu amigo está aquí otra vez". Miré a la barra donde estuvimos hablando antes y le vi allí buscando con la mirada. Sin pensármelo dos veces me fui hacia él y le pellizque el trasero preguntándole si se había perdido. El me dijo sonriente que no, que su novia y las chicas se habían ido a casa porque una acababa de romper con su novio y no tenia ganas de salir, pero que el estaba animado y le apetecía seguir de marcha, así que se volvió.
Esta vez le invité yo a una copa, le ofrecí un cigarrillo "marica" como el llamaba a los míos y le cogí de la mano para llevarle con Coral y nuestros amigos del local. Básicamente le estaba haciendo una encerrona al pobre de las gordas. Coral fue muy amable con el y le presentó al resto del grupo, que afortunadamente no fueron muy crueles con el, un chico nuevo y hetero en un grupo de leonas travestis y gays. Estuvimos bailando y hablando mucho rato. Yo estaba cada vez más lanzada, le acariciaba los brazos, las manos y la cintura a la menos oportunidad, y el ya intuía lo que pasaba, estaba cada vez más rígido y nervioso, pero aun así, seguía conmigo. Estábamos en un rincón, apartados de todo el mundo, era ahora o nunca.
En un momento que me acerque a decirle algo al oído, acerque mi cara mucho más a la suya, y deslicé un beso dulce y tierno en sus labios. Al ver que no se retiraba a pesar de quedarse petrificado, volví a insistir con otro beso mucho más dulce y largo, mientras acariciaba su pecho con mis manos.
Al fin se apartó y nervioso y a trompicones me dijo que no sabia, que nunca había echo esto antes. Yo le pregunté a que se refería. A estar con otro hombre, me dijo. Eso me hizo sonreír, dar una calada al cigarrillo y adoptar una pose muy femenina al soltar el humo para decir:
-¿Tu ves un hombre por aquí? ¿Te parezco un hombre?
No supo que responder, claro, y antes de decir no le estampé otro beso en los labios, con lengua y con fuerza empujándole contra la pared y cerrándole cualquier salida. Aún con los taconazos, Pedro estaba a la misma altura que yo, así que pude mirarle fijamente a los ojos y decirle:
-Mírame a los ojos como a una mujer, y serré una mujer. La mujer más sexual con la que nunca hayas estado.
Confiando en que la pastilla que le paso Coral y las copas ya hubieran hecho efecto, volví a besarle, con lengua, con fuerza, pasando mis dedos entre su pelo y agarrando fuerte su paquete con la otra. Esta vez no pudo más que estremecerse, devolverme el beso y agarrarme fuerte Ya era Mio.
Nos estuvimos besando y acariciando un buen rato. El me besaba el cuello, acariciaba mis piernas, mi espala, mis manos, mi culo, pero no se acercaba a mi entrepierna. Eso lo hacía yo, no dejaba de sobarle el paquete entre beso y beso. Al fin le sugerí el irnos a un sitio más íntimo. El accedió, muy tímidamente, consciente de lo que ello implicaba. Antes de irnos nos tomamos otra rayita, para evitar que su estado decayera y se fuese llorando a los brazos de su novia.
Nos dirigimos a su coche y nos fuimos a casa de Coral, de la que tenia llave y un dormitorio para mi sola, mucho mas femenino que el de mi piso propio. En el coche, durante el camino, retoqué mi maquillaje, reforzando mi feminidad, y por supuesto no dejaba de mirarle a los ojos y sobarle el paquete.
Una vez en el piso, su timidez, dudas y nerviosismo volvieron con fuerza, pero ya estaba dentro de la guarida de la loba. Era más engorroso huir, que quedarse, y yo me aproveche de ello.
Pusimos música, un par de copar, y le deje lo que quedaba de coca para que fuese preparando un par de rayitas. Yo me fui corriendo al baño para retocar el maquillaje, perfumarme un poco más y aparecer en lencería, la boa, y el bolsito con los condones y el dildo. Me había quitado el relleno del sostén, y no oculté demasiado mi sexo entre mis piernas. Era una travesti, me sentía orgullosa y Pedro iba a tener sexo conmigo, una travesti y a ser consciente de ello.
Así aparecí frente a el mientras terminaba de hacer las rayitas. Y a juzgar por su cara, le gustaba lo que veía. Me fui hacia el sofá contoneándome como una gata en celo, consciente de la atracción que ejercía sobre el. Le dejé caer la boa de plumas encima y me metí la raya con ganas y con fuerza. Ahora tu, le dije. El hizo lo propio, obediente y sumiso y al incorporarse me miro a los ojos y se abalanzo sobre mi, me beso con fuerza y me dijo lo increíblemente sexy y hermosa que era, yo me volvía loca mientras devoraba mi cuello con sus labios. Mis manos no dejaban de sobar y jugar con su entrepierna, abriendo su pantalón, impaciente por tener su polla entre mis labios. El no paraba de moverse, acariciarme y sobarme, así que levanté frente a el y le dije, le ordene casi apartara su pantalón.
El se apresuró a quitarse el pantalón, los zapatos y las botas y yo le retiraba la camisa aplicando besitos dulces en sus labios. Una vez desnudo, me arrodille frente a el, cogí mi polla con las manos y mirándole a los ojos le dije:
-A ver si tu novia es capaz de hacer esto.
Mencionar a su novia tan abiertamente le recordó que estaba desnudo en casa de un tío, con un tío frente a el, por muy maquillado y femenino que pareciera y note como se revolvía e incomodaba un poco. Pero le di una calada fuerte al cigarrillo y sin soltar el humo me metí toda su polla de un golpe en la boca.
Todas las dudas desaparecieron al primer gemido. No se si alguna vez su novia le había comido la polla, pero definitivamente nunca como yo. Mientras devoraba ese trozo de carne caliente con mi boca, mis labios, mis dedos, mi lengua, el se retorcía de placer, gemía y solo podía decir "si, si, que rico". Solté el humo que aun guardaba directamente a su cara, y agradecí enormemente a Coral por haberme enseñado a hacer una "smoking-blowjob" como dios manda. Sin soltar su polla me trague sus huevos, acariciaba sus muslos, toda su entrepierna, su pecho, sus manos, su cuello Me senté junto a el y le ofrecí el dildo de color rosa con que Coral me había desvirgado.
El se atemorizo un poco pensando que era para el, pero le tranquilicé con un besito y le dije que era para mi, para abrirme antes de follarme, solo quería recibir placer cuando Pedro me penetrara con su enorme polla. Me baje las bragas y deje a la vista mi pene. Sin darle importancia le pase el lubricante y me puse en cuatro encima de su regazo. Quería que me metiera el dildo, pero también quería que mi polla estuviese cerca de el.
El estaba en una nube y no podía negarse a nada, yo estaba disfrutando como una loca, excitadísima, deseando ser follada.
Me inundo el culo con lubricante siguiendo mis instrucciones y me metió el dildo de golpe, un poco brusco. Al gemir de dolor y sobresaltarme un poco el me pidió perdón e intento retirarlo, yo le pare la mano con la mía, le mire a los ojos llena de lujuria y le dije "no, no sigue, hazme daño"
El se detuvo un poco, y vi crecer en él fuerza y masculinidad. La siguiente embestida con el dildo fue brutal y me hizo gritar de dolor. El dildo entraba y salía de mi culo con fuerza y el dolor era intenso, pero lo resistía bien. El se excitaba aun mas con mis gemidos y mi expresión de sufrimiento, tanto nos excitábamos que le permití hacer algo de lo que no estoy muy orgullosa, y desde luego solo se lo he permitido a el.
Sin ponerse condón, me tiró al suelo y poniéndome a cuatro patas me clavo la polla a pelo sin miramientos, pero afortunadamente, no dolió.
El sexo sin condón es infinitamente mejor, su piel dura, caliente y venosa se deslizaba por mi interior dándome un placer infinito. Mi polla y mis huevos se balanceaban como locos por sus embestidas hasta que preso de la pasión que nos embargaba, los agarró con fuerza mientras me follaba sin piedad. Yo gritaba y gemía de placer, loca de deseo mientras lo animaba a seguir y follarme duro, que no parara. El empezó a gemir, a llamarme puta, a decirme lo mucho que me gustaba que me follara una macho. Estábamos en perfecta sintonía. Los embites fueron a más, y comenzó a masturbarme mientras me follaba. Una mano me sujetaba de la nuca y otra me masturbaba hasta que me corrí como una loca entre gritos y gemidos de placer. El siguió un buen rato hasta que al fin agarró mis caderas, se tumbo encima de mi y note su polla inflarse y soltar un litro de leche caliente y viscosa dentro de mi. Poco a poco se fue viniendo abajo hasta caer rendido encima de mí. Su respiración se hizo más suave, su vergüenza subió enteros y saco su pene medio fláccido de mi culo, inundado en semen y lubricante.
Tímidamente se incorporo y se limpio con su propio calzoncillo. Yo me incorporaba mirándole completamente rendida y satisfecha. Me recomponía y le acariciaba, intentando tranquilizar y apaciguar sus dudas, vergüenza y confusión que lo llenaban por completo. Sin conseguirlo, me fui al baño a limpiarme rápidamente y retocarme un poco para adecentar mi aspecto. Cuando volví, llevando solo una bata de raso de color rojo y los tacones, solo pude encender un cigarrillo y oír la puerta de la calle cerrarse detrás de Pedro.
Allí me quedé, de pie, sola en el salón, pensando en que había tenido el mejor sexo de mi vida, y que posiblemente había arruinado una relación maravillosa entre dos amigos, dos novios y tres compañeros de clase.
Lo más grave fue que sonreí al ver que me gustaba esa sensación