Mi Profe Favorito

Un profesor nuevo llega a dar clases a la facultad, sin imaginar que haría mas que enseñarme administración.

Siempre pensé que había algo mal en mí, ya que en mis 20 años jamás me sentí atraído a nadie, hombre o mujer. Tampoco es como si fuera muy atractivo para las mujeres, no porque fuera feo, sin embargo, mi constitución física es muy débil y soy muy pequeño, mido aproximadamente 1.60, cabello oscuro y ojos café y muy delgado; todas las mujeres a mi alrededor solo me veían como un amigo. Fue así que jamás pude tener en claro mis preferencias, simplemente nunca se dio la oportunidad… Hasta que lo conocí.

Yo estudio administración en una universidad de mi ciudad natal y a mediados de semestre entró a trabajar un nuevo docente en sustitución de otro maestro que se ausentó por motivos de enfermedad. La primera vez que lo vi cuando se presentó con el grupo no pude dejar de verlo, al principio pensé que se debía a que él era todo lo que yo quería ser: Alto, musculoso sin llegar a ser muy fornido, un cabello castaño con algunas vetas blancas, eso sí, muy espeso y unos impresionantes ojos grises, sin barba o bigote lo que dejaba ver sus aristocráticas facciones. No faltaron los suspiros de parte de mis compañeras de clases y no sé cómo yo mismo no suspiré.

Esteban Salvatierra se llamaba y era el docente más amable y paciente que había conocido y tiempo después descubrí que esa amabilidad y paciencia se trasladaba a otras áreas más íntimas.

Su carisma y pasión por enseñar tenía encandilada a la mitad de la clase incluyéndome a mí, aunque eso no evito que me empezara a cuestionar del porqué de mi obsesión por el nuevo maestro. Desde que llegó no cesaron los rumores sobre su persona, que si era casado, soltero, viudo, que si andaba con tal maestra o con una modelo y yo en mi fuero interno y sin estar aún seguro del porqué, esperaba que fuera soltero.

Al principio me conformaba con verlo de lejos y de reojo, pero mi obsesión por el no hacía más que aumentar así es que decidí que lo quería tener más cerca de mí, por lo que utilizaba cualquier pretexto para hablarle, cualquier duda era la excusa perfecta para abordarlo y el con esa sonrisa suya hacia lo posible por explicarme. Dio la casualidad o la suerte, o el universo haciéndome un favor que un día se soltó un aguacero terrible saliendo de clases, yo no tenía como irme a mi casa, no tenía carro y no podían pasar por mi así es que decidí esperar en la cafetería a que se atenuara un poco aquella lluvia torrencial, fue ahí donde me encontré a Esteban, al momento de alzar la vista lo vi dirigirse a donde me encontraba con un andar predatorio (o esa fue mi imaginación).

-Rafael, pensé que ya te habrías ido- Me dijo parándose a un lado de mí. Yo con la timidez que siempre me ha caracterizado le respondí que estaba esperando que parara un poco la lluvia y con timidez lo mire a los ojos, fue cuando me devolvió una mirada tan intensa que me hizo temblar.

-Qué bueno que te encuentro entonces, porque según las noticias seguirá lloviendo hasta la madrugada y como no puedes esperar tanto tiempo, yo te llevare a tu casa. - Y mientras lo decía me lanzo una sonrisa con dos hermosos hoyuelos que me hicieron sonrojar fuertemente.

-No quiero causar ninguna molestia, profe – Le respondí.

-No es ninguna molestia, al contrario, es lo mínimo que puedo hacer por mi alumno estrella. - Al escuchar sus palabras decidí que él estaba haciendo hasta lo imposible por verme sonrojar, aunque no intencionalmente quise creer.

Al final accedí a que me llevara a mi casa, porque realmente no parecía que la lluvia fuera a parar así es que nos dirigimos al estacionamiento y abordamos su Mazda CX-3 y le di la dirección para que la colocara en el GPS y partimos. Durante el trayecto el no paraba de sacar temas de conversación, contándome desde anécdotas chistosas hasta cosas personales, como que era divorciado (Lo cual si es de ser honesto casi me hizo saltar de gozo). Como la plática era tan interesante y la plática muy amena el tiempo hasta llegar a mi casa se me hizo sumamente corto y al final llegamos a mi destino. El profe Esteban apago el motor y volteo a verme sonriendo, pero sin decirme nada.

-Realmente me ha salvado, profe, ya me hacía llegando completamente mojado a casa. - El aumento su sonrisa y me respondió. –No podía permitirme que, por no ayudarte, te enfermaras, un día sin ti en clases es casi un día perdido. -

Mi cerebro tardo en procesar esas palabras, pero cuando lo hicieron me sonroje furiosamente como ya era mi costumbre cuando estaba con él. El solo soltó una carcajada y me agarro afectuosamente del hombro; me estremecí y en un arrebato de locura lo abrace con mis brazos en su cuello, podía sentir su aliento caliente en mi cuello así es que me empecé a separar lentamente de él y le susurre mi agradecimiento al oído y antes de recuperar mi razón decidí darle un beso en la mejilla, ya cuando me separe completamente y lo mire con pena a los ojos, solo vi deseo, puro deseo en sus hermosos ojos, fue como supe que lo siguiente ya era inevitable, el con su mano derecha me agarró de la nuca y acerco sus labios a los míos, y me besó, un beso tan intenso y caliente que me cortó la respiración, su lengua se abrió paso por mi boca y yo gustoso la recibí, el tiempo se sintió detenerse mientras el acariciaba mi lengua con la suya en un beso que esperaba no terminara, con una mano en mí nunca, la otra fue colocada en mi pierna, sentir esos brazos fuertes sujetándome y esa boca tan demandante me hacía fallecer por lo que me sujetaba a su camisa como de un salvavidas se tratara. Al final tuvimos que romper el beso por la falta de aliento, mi mente parecía estar haciendo corto, me encontraba casi paralizado por tantas sensaciones nuevas que no quería que pararan, al final volví en mi al sentir su enorme mano aun en mi pierna acariciándola de manera circular.

-Terminemos esto- Casi implore, sin pensar en nada mas, el sin responder puso el coche en marcha otra vez y partimos a un lugar donde poder satisfacer nuestros deseos.

-No te llevare a un hotel, vamos a mi casa, no quiero que nuestra primera vez juntos sea en un lugar así- Al escucharlo me invadió la ternura por lo amable y caballeroso que era, así es que sin discutir solo atine a asentir, me sentía tan abrumado que las palabras no salían de mi boca.

Llegamos a su casa en lo que me pareció una eternidad, abrió la cochera con su control remoto y metió el carro, nos bajamos y rápidamente me guío hasta su sala donde nos sentamos en un confortable sofá. Vivía en una hermosa casa en una buena colonia de la ciudad. Al estar en su casa me invadió un nerviosismo que no había sentido mientras estábamos en el coche.

El raudo y con premura sirvió dos copas de vino tinto para ayudarme a tranquilizar mi corazón. El delicioso vino surtió su efecto calmante y finalmente pude enfocarme en mi hermoso acompañante que no me quitaba la mirada de encima. Con movimientos lentos y pausados retiro la copa ya vacía de mi mano y nos acomodamos en el sofá de tal manera que estábamos de frente a frente, por lo que pude apreciar muy de cerca esos bellos ojos que me volvían loco y esos labios que me prometían mil y un placeres. Con actitud calmada coloco sus manos en mi estrecha cintura y me acerco a su pecho de tal manera que tuve que colocar mis manos en su cuello y ahora si me empezó a besar, con su lengua de nueva cuenta invadiendo mi boca, nuestras lenguas empezaron una sensual danza, su boca sabia tan deliciosa y besaba tan rico que empecé a gemir levemente y a suspirar cada vez que nuestros labios se separaban por oxígeno, empecé a acariciar su nuca con movimientos lentos mientras sentía que sus manos bajaban a mi cadera y empezaban a acariciarla por sobre el pantalón; hubo un momento durante el beso que su ropa la empecé a sentir como un estorbo así es que baje mis brazos de su cuello y sin romper el beso empecé a desabrocharle la camisa, mientras acariciaba cada tramo de piel que quedaba al descubierto, en tanto el empezó a prodigarme besos por toda la cara hasta llegar a mi cuello y al parecer a él también le fastidiaba mi ropa, así es que alzando mis brazos retiro mi camiseta y sin esperar un segundo más, ataco mi cuello, mis hombros y cualquier parte que pudiera alcanzar con sus labios, seguidamente me recostó en el sofá y mientras desabrochaba mi pantalón yo observaba su torso desnudo y esos increíbles abdominales tan trabajados, esos brazos que me provocaban tantas sensaciones. Al final quedé completamente desnudo mientras el aun contaba con su pantalón, pero lejos de sentirme vulnerable, me sentí completamente cómodo a su lado. Como era injusto que el aun tuviera algo de ropa, me arrodille mientras él estaba de pie y le desabroche el pantalón bajándoselo junto con sus boxers, fue cuando salto su miembro a la vista; el único que había visto en mi vida era el mío, pero por dios que no había punto de comparación. Su verga era muy grande (haciendo énfasis en “muy”) con una circunferencia nada despreciable. Mis ojos no podían apartarse de ese magnífico pene en completa envergadura, y sin saber muy bien lo que hacía y con el firme propósito de hacerlo sentir muy bien lo tome con ambas manos que se veían demasiado pequeñas en comparación. Lo empecé a acariciar de arriba hacia abajo como había visto hacer en algunos videos, al parecer estaba haciendo un buen trabajo por los sonidos que percibía de mi profe, acto seguido decidí colocarlo en mi boca, primero dando cortos besos al glande y seguir por todo el tronco hasta regresar a la punta y poco a poco metiéndomelo a la boca, sentí un poco de arcadas al principio pero al acostumbrarme lo fui sacando y metiendo en mi boca mientras mi lengua recorría toda la verga, la sentía palpitar en mi boca y mi profe coloco sus manos en mi cabeza mientras me iba guiando sobre cómo darle el mayor placer, poco a poco los movimiento se iban haciendo más veloces hasta que sentí como su verga se hincho y un torrente de semen inundó mi boca. La primera vez que lo hacía y como no, no estaba dispuesto a desperdiciar una sola gota de ese extraño néctar. El pene de mi querido profe no había perdido nada de su fuerza impresionándome, pero no sorprendiéndome. Mi profe entonces me levanto cargándome en sus brazos y me llevo a su alcoba para terminar lo que empezamos en el auto.

Me coloco en su cama boca arriba y coloco un cojín en mi espalda para que mi cadera quedara un poco alzada. Yo con inexperiencia total solo podía dejarme hacer en sus brazos. De un cajón saco preservativos y un frasco que presumí se trataba de lubricante.

-Te dolerá un poco, pero en el momento que no lo puedas soportar nos detendremos, ¿de acuerdo? - Yo asentí suavemente, confiaba ciegamente en él.

Con su dedo índice agarro cierta cantidad de lubricante y la coloco en mi entrada, sentí cierto frio, pero no era desagradable, poco a poco fue forcejeando hasta que se colocó su dedo por completo dentro de mí, acto seguido lo saco y colocando más lubricante ahora metió el índice y el dedo medio, mientras acariciaba mis paredes, después del segundo entró otro dedo el cual ya me lastimo un poco y solté un leve quejido, el saco los dedos por completo avisándome que ya estaba todo listo mientras yo temblaba de anticipación.

Se colocó un preservativo en su miembro erecto y coloco otra abundante cantidad de lúbricamente, acerco su pene a mi entrada y poco a poco fue entrando, primero la cabeza, el dejo de moverse para que mi cuerpo se fuera acostumbrando a la intrusión, poco a poco fue metiendo más y más su miembro, hasta que lo metió completamente y sus testículos acariciaban mis nalgas.

-Lo mantendré un momento así para que te acostumbres más y el dolor se vaya yendo. -

Y si el dolor y ardor que sentí en un principio se empezó a atenuar, por lo que le pedí que se empezara a mover fue cuando inicio la serie de movimientos que terminaría por llevarme a la locura. Empezó un mete y saca tan tortuoso que mis ojos prácticamente se volvían blancos de tanto placer que estaba sintiendo, por la posición en que nos encontrábamos el coloco mis piernas en sus hombros para dar mayor profundidad a sus estocadas mientras mi boca dejaba escapar fuertes jadeos e invocaciones a todos los dioses.

  • ¡Sí, sí, Siiii, Asiii, Mas fuerte!!!!!- Creí que mis gritos se escucharían por toda la cuadra, pero no podía callarme, no sé cómo fue que tarde tanto en descubrir este enorme placer, mis manos arañaban las sabanas tratando de encontrar un soporte para las increíbles envestidas que estaba sintiendo.

MI querido Profe bajo mis piernas de sus hombros, momento que aproveche para enredarlas en su cintura, quería sentirlo más cerca, así es que el siguiendo mis deseos me empezó a besar como si no hubiera un mañana mientras nuestras caderas habían encontrado la cadencia exacta para hacernos temblar de placer, al parecer sus besos y sus estocadas fueron demasiado porque mi pene sin haber recibido mucha atención empezó a lanzar grandes cantidades de esperma que cayeron en mi pecho. Fue un increíble orgasmo, posiblemente el mejor que haya tenido en mi vida, pero faltaba mi profe, aunque claro por su expresión era más que obvio que se soltaría su liberación de un momento a otro y sin hacerse de esperar y con una profunda y larguísima ultima estocada lanzo su abundante semilla dentro de mí. Agotado cayo rendido encima de mí, pero lejos de sentirme encerrado o aplastado, me sentí jubiloso y relajado, MI profe entonces se levantó y nos limpió para acto seguido acostarse a mi lado y arroparnos con una gruesa cobija, así en brazos de mi querido profe me quedé profundamente dormido.