Mi primo y yo (XXL)
Mi primo viene a pasar una noche a casa, y yo le ofrezco unos servicios personalizados.
Cuando llegué a casa, allí estaba. Mi primo, que hacía más o menos 6 años que no lo veía había llegado y ahora era un chaval fuerte aunque un poco tapón. Siempre ha sido atlético y ha estado en buena forma, pero nada más verlo, senti que necesitaba hacer algo más con el, porque aquella camiseta ceñida y aquel chandal que marcaba un poco me volvió loco. Estuvimos hablando de todo un poco y sabía que estaba en un equipo de fútbol, con novia y que las cosas más o menos le iban bien.
Acordamos que dormiríamos en la misma habitación, porque tenía literas y porque no era plan que durmiera en el sofá del comedor. Cuando dejó las maletas, cogió un pantalón del pijama y comenzó a dirigirse a la puerta cuando le interrumpí:
-Ey, ¿adónde vas?
-Nah, a cambiarme al lavabo.
-Por el amor de dios, que escrupuloso, no seas tímido, no pasa nada. Hay confianza.
-Es que, no sé, sabiendo que eres gay...
-Ah, lo sabes... Bueno, ¿y qué? ¿Te voy a violar o algo? (En verdad, tenía ganas).
-Ya, tienes razón.
Se quitó la camiseta y tenía un cuerpo bien definido con unos brazos fuertes y unos abdominales que ya les gustaría a muchos tenerlos. Después, se quito el pantalón que llevaba para ponerse el pantalón del pijama. Para mi decepción, no tenía un gran paquete, aunque sólo viéndole el cuerpazo que tenía, se me estaba comenzando a poner morcillona, así que me metí rápido en la cama y me puse boca abajo para que no se notara.
Aunque estuvieramos en junio y hiciera ya un calor insoportable en mi casa, mi primo se arropó con una fina sábana para tapar su precioso cuerpo. Yo también me tapé con la sábana pero solo hasta la cintura.
Cuando se quedó dormido, ideé un plan. Recordaba lo vivido con Raul y aquella leche que fabricó mi hermano y pensé en probar lo mismo con mi primo. Así que me levanté lo mas silenciosamente posible, fui a buscar un poco que tenía guardada de la última vez, y se la eché en el vaso de agua que tenía en su mesita de noche y la mezclé bien para que no se notara.
Me volví a meter en la cama intentando pensar como hacer para que mi primo bebiera. Entre unas cosas y otras, me acabé quedando dormido.
Serían las 4 de la mañana cuando una voz me despertó de mi sueño:
-Pr-primo...
-Hmmmm... -me quejé.
-Primo, tengo un problema...
-Muy bien, ¿no puede esperar hasta mañana...?
-No, tienes que ayudarme...
-Pero qué coño p...
Antes de acabar la frase miré hacia donde él estaba y entonces resulta que habría bebido. Estaba arropado hasta la cintura. Tenía un cuerpo similar al de antes, pero los abdominales eran más fuertes. Estuve mirándole y me fijé en que tampoco había crecido mucho, sería como yo o un pelín más alto. Ahora bien, no veía aún su polla, pero veía el pantalon y los calzoncillos en el suelo y se intentaba tapar un enorme bulto que no veía con las sábanas y la almohada. Igualmente, se veía que escondía algo grande.
-Primo, ¿que me está pasando?
-Emmm... cómo te lo puedo explicar... lo que has bebido, no era... exactamente agua.
-¿Y qué coño era?
-Digamos, que algo que te hace crecer depende de la cantidad que bebas.
-En... ¿en serio? Dios... ¡qué fuerte! ¡Pero yo quiero ser el de siempre!
-Para volver a tus dotes normales, tienes que correrte, pero es más dificil cuándo estás en este estado (lo último era mentira, solo era algo que dije, para lo que iba a decir después)
-Entonces, ¿qué hago?
-Te puedo ayudar...
Se quedó con la boca abierta y puso cara como si hubiera descubierto algo importante de repente.
-¡Tu has hecho esto!
No dije nada, pero le respondí.
-¿Por qué has hecho esto? ¡Eh! ¡Responde!
-Supongo que para que podamos disfrutar un poco los dos, en confianza.
-¡Yo no soy gay! ¡Tu a mi no me pones!
-Créeme. Puedo dar mucho placer. Cierra los ojos y relájate. Yo me ocupo.
-¿Qué dices? ¡No!
Comenzó a pajearse él solo, y cada vez dejaba ver más aquel bulto que escondía. A mí me estaba poniendo muy burro ver esa escena y me vio que estaba cachondo, porque estaba durmiendo sin ropa interior y el bulto de mi polla hacía una especie de tienda de campaña enorme con las sábanas. Aunque él seguía insistiendo que no quería que hiciera nada con él, no paraba de mirar mi cuerpo y sobretodo mi polla.
-Sácala -dijo.
-¿Qué?
-Sácala. Hay tíos heteros que se pajean entre colegas y no tiene nada de malo. Supongo que entre primos es igual. Pero nada más. Paja y punto. Cada uno con la suya.
-Vale, vale.
Fui el primero en sacarla.
-Vaya primito, que pena que seas gay. Muchas chicas estarían muy contentas con ese material.
-Gracias, supongo. Yo... el material que quiero ver... es el tuyo...
-Ya, ya... Me lo imagino, pero no te lo voy a poner tan fácil...
Y comencé a jugar con él con el objetivo de que me la enseñara de una vez por todas.
-Claro...
-Claro, ¿qué?
-En verdad me lo agradeces todo esto, porque antes tendrías una pollita pequñita, y en verdad te he hecho un favor, porqué no sé si te lo he dicho, que después cuando te corras, se te quedará un poco más grande.
Ignorando lo que le había dicho al principio, continuó.
-¿Se te queda más grande?
Entonces, le explqué resumidamente, todo lo que viví con Raul, con algunos detalles guarros para que se excitara. Después de un rato dijo:
-No le digas esto a nadie, pero no me quiero quedar con las ganas, piensa que soy Raul o quien coño quieras, pero hazme disfrutar, como disfrutásteis los dos.
-¿En serio?
-Sí, pero no te pases.
Me levanté rápidamente, y institivamente fui a quitarle las sábanas. Salió disparada una polla que a ojo cubero, le eché 25 o 26 cm. Larga y gorda. Enorme. Con las dos manos, la cogí de la base y me harían falta dos manos más para taparla entera. Las ensalivé y comencé a moverlas suavemente alrededor de su polla y de su glande. Después, mientras con una mano le pajeaba lentamente, con la otra, le acariciaba y le expandía todo el líquido preseminal que tenía en la mano alrededor de sus pectorales y abdominales.
-La verdad, primo, es que me estás poniendo perro.
Sin contestar, me puse encima suyo. Con su mano, cogió su polla y me daba azotes en la espalda con ella repetidamente. Yo me agaché y comencé a darle besitos y lengüetazos por el cuello. Pensaba que me rechazaría, pero no lo hizo. Al revés, se mordía el labio y cerraba los ojos a causa del placer que le estaba dando. Finalmente me empujó y me lo quedé mirando.
-Mamámela.
Sonreí pícaramente y comencé por metermela entera, bueno lo que buenamente podía, y luego me la saqué para lamerle desde el glande hasta los huevos cargados que tenía. Mientras le estaba mamando me dijo:
-Quiero probar una cosa. Si me dejas...
-Dime.
-¿Puedo chupártela?
-¿Mi primito super hetero me está pidiendo una cosa así? Cómo cambian las cosas... Jajajajaja (me reí pícaramente)
-¿Quieres o no?, "atontao".
Se metió todo lo que pudo de mi nada despreciable polla. Se notaba que le faltaba experiencia, pero me daba mucho morbo por el hecho de que mi primo fuera el que se estaba metiendo mi polla en su boca. Mientras me la mamaba yo se la meneaba con mi mano.
No tardó mucho cuando se la sacó de la boca y dijo repetidamente:
-Me corro, me corro, me corro, me corro, me corro.-se quedó callado, me miró y continuó-. Tragáte la corrida.
-No puedo.
¿Por qué?
-Creceré.
-Me das más razones aún para que te la tragues.
Así fue. Fue una enorme cantidad de corrida la que salió de ese pollón que tenía entre las piernas. Su polla entonces comenzó a decrecer y él mismo, a recuperar su estatura normal, aunque como bien dije, la polla se le quedó un poco más grande que cuando vino. Mira, un regalo para su novia.
En cuanto a mí, mi polla y mi musculatura creció momentaneamente, porque en seguida me corrí, en los calzoncillos de mi primo, que era lo que tenía más a mano, y se los puse perdidos.
-Dios, primo... nunca me esperaba que pasaría esto cuando salí esta mañana para aquí.
-Ves, y te he dado placer, como te dije.
Le di un beso en la mejilla, y me metí otra vez en mi casa para continuar durmiendo hasta que fuera la hora de despertarse.
-Buenas noches, primo. Y, gracias por esto.
-De nada, tu novia estará contenta, jajaja.
-Ya, pero a ver como se lo explico, jajajaja.
Estuvimos charlando durante toda aquella noche, hasta que cuando nos quisimos dar cuenta, eran cerca de las 10 de la mañana, y mi madre, vino a despertarnos porque ibamos a hacer una barbacoa fuera ese día.
Aquel primo con el cuál había perdido el contacto y no me llevaba tan bien, resulta que ahora era una de las personas con las que más confianza tenía.