Mi primo y yo 2 (XXL)

Mi primo quería volver a repetir la experiencia.

El teléfono sonó. Era mi primo. Me pidió que fuera para su casa, que estaba solo y que teníamos que hablar. Me puse unos pitillo, una camiseta cualquiera y fui para allá.

-Pasa.

Aquel “pasa” que me dijo después de abrirme la puerta y analizarme de arriba abajo fue demasiado seco, pero obedecí. Fui a su habitación instintivamente. Me senté en la cama y él a mi lado.

-¿Qué te pasa? –le pregunté finalmente.

-Quiero que seamos algo.

-Mmm… ¿qué?

-No te quito de mi cabeza desde aquel día que me diste aquello. Quiero que seamos algo… Si no somos novios, al menos, un rollo, follamigos, lo que quieras, pero necesito más “relación” contigo… Por favor…

Le iba a decir un no rotundo pero aquel último por favor me enseñó un primo que no había visto nunca. Aquella cara no se la había visto nunca, me miraba como si se estuviera muriendo y eso fuera su último deseo.

Después de un largo rato contesté:

-Podemos probar, pero no sé si estaré muy a gusto…

-Haré todo lo posible para que lo estés primito…

Yo soy muy sensibloide y todo aquello que me estaba diciendo me estaba gustando y sin venir a cuento le di un pequeño pico en los labios. Aparté la mirada rápidamente porque no sabía cómo iba a reaccionar. Me devolvió el beso. Con una pasión increíble.

-Primo, por favor…

-Dime. –dije yo extrañado de que cortara de aquella manera el rollo.

-Quiero repetir aquello…

-No tengo nada de aquello aquí…

-¿Vamos a tu casa?

Al principio dudé, pero cedí. Esperamos a que nuestras pollas se volvieran a poner en estado de reposo y salimos para mi casa. Entramos y gracias a Dios, no había nadie.

-Dámelo ya, dame, dame.

Estaba ansioso.

-Espera, espera, no seas así de impaciente, todo a su tiempo…

Iba a hablar pero con mi mano izquierda le tapé la boca y mi mano derecha la metí por dentro de su ropa interior. Aquello ya estaba duro como una piedra. Mi polla iba a estallar en los pitillo.

Me agaché y me la puse al lado de mi cara.

-¿Y tú para qué coño quieres crecer más si esto no me cabe ya ni en la boca…?

-Sólo una vez más, lo juro. Me gustó tanto la sensación… Por favor, primo…

-Te he dicho que sí, pero déjame disfrutar de esto, mientras pueda, porque luego no podré. ¿Para qué coño la quieres tan grande si luego ni me la podré tragar ni me la podrás meter? ¿Eh?

-Inténtalo al menos…

Me estaba hartando un poco… Solo me quería por interés… Pero yo también disfrutaba, así que, ¿qué tenía de malo?

Me la saqué porque ya no podía más… Su polla era más grande que la mía en todos los sentidos. Yo era más alto, pero él más fuerte y más corpulento. Cuánto más lo pensaba menos ganas tenía de darle “la leche”.

Mientras nos besábamos, él pajeaba las dos pollas juntas a la vez.

Me di cuenta que él miraba hacia todas partes pensando donde lo podría tener para apoderarse de él. Eso me molestó mucho. Si lo quería, se lo tendría que ganar.

Me deshice de él y dije que iba un momento al lavabo. En realidad, fui al escondite en la habitación de mi hermano. Me bebí una cantidad muy pequeña.

Fui otra vez donde estaba y mientras iba, me daba cuenta como cada vez el suelo estaba más alejado de mi visión. Conclusión: estaba creciendo. Yo en sí estaba creciendo: mis brazos, mis músculos, mi polla…

Cuando llegué y mi primo me vio, primero se mosqueó pero luego puso una cara pícara.

-Lo que quieres está dentro de mí y te lo tienes que ganar.

Ahora yo era más grande que él en todos los sentidos. No llegaba a besarme cuando los dos estábamos de pie, así que nos tumbamos y él encima de mí, comenzó a besarme lentamente y bajó y bajó hasta alcanzar aquello que tenía entre las piernas. Empezó lamiéndome los huevos y fue subiendo y subiendo por el tronco hasta juguetear con su lengua en mi glande. Mientras tanto, jugaba con mis pezones. Intentaba que me corriera lo más rápido posible para que llegara su momento esperado. Se puso de pie encima de la cama para meterse mi polla por aquel culito pequeñín que tenía y lo único que consiguió fue meter poco más del glande y se quejaba. Con sus dos manos me pajeó de una forma tan placentera que no pude resistirlo y me corrí. No me dio ni tiempo de avisarle. Gran cantidad de corrida cayó en mi torso. Un milisegundo después ya lo tenía encima, lamiendo mi cuerpo y no dejando escapar ni una minúscula gota de mi cuerpo. Aquel masaje no intencionado me estaba poniendo muy muy burro y solté unas gotas más que también se tragó.

Notaba cómo comenzaba a volver a mis dotes normales mientras que la polla de mi primo que la tenía pegada a mi cara, comenzaba a crecer y me empujaba. Mi primo se observaba a sí mismo e iba susurrando: “brazos, brazos…”. Como vería poco después, sus brazos crecieron extremadamente. Me ponía muy burro los brazos musculados. Me cogió como si fuera una hoja de papel, me estampó contra la pared y me metió más de la mitad de aquel pollón de golpe. Grité y dolió muchísimo. Era lo más grande que había entrado por ahí en mi vida. La dejó dentro mientras me besaba y me lamía la cara como si fuera una puñetera vaca. Me desapoyó de la pared, y sólo con sus brazos, me subía y me bajaba y aquella polla se movía también hacia arriba y hacia debajo de una manera brutal. Finalmente, se corrió dentro de mi culo…

-¡NOOOOOOOOOO!, -gritó-, yo quería seguir… ¡DAME MÁS!

-¡NO!, ¡ya está bien!

Me apoyó en la pared y seguimos en la misma postura (incluso con su polla dentro de mí) mientras volvía a sus aspectos normales.

Me la sacó para lamerme el culo para intentar sacar algo y sí, le creció un pelín de nada la polla, y se quedó así. Y se quedaría así para siempre.

-¿Contento? –pregunté yo.

-Síiiiiiiiiiiiiiiii –dijo chulito-, ¡mírame! ¡Tienes envidia, ¿eh?!

Y comenzó a darme guantazos con su polla. No podía negar que su polla era increíblemente grande, pero daban ganas de cogerla y entrillársela con la puerta.

-Me has hecho daño, ¿sabes?

-¡Eres una nenaza!

Me enfadé. Le encerré en mi habitación, fui a la habitación de mi hermano y bebí un poco más de lo que ya sabéis. Como hizo él, me concentré en mi polla pero sobretodo en mis brazos. Bebí más que él así que me desarrollé más que él. Volví, le cogí como él había hecho y se la metí tanto como su culo resistió. Lloraba. Lo llevé cogido entre mis brazos y con mi polla dentro hasta la puerta, le cogí y le eché. Después cogí la ropa y se la tiré por la ventana… Tuvo que salir desnudo a la calle para cogerla…

[Fue muy divertido. Desde entonces, no he querido saber nada más de él… Le odio.]

Volvía a estar crecidito y seguía teniendo ganas de marcha. No quería pajearme yo solo y ya está… Llamé a Raúl, mi vecino…

FIN.

[Comentad y valorad por favor.]