Mi Primo y el Funeral

Recién conociendo a mi primo, en el funeral de mi tío.

Por parte de mi papá eran 9 hermanos, todos casados a excepción de uno que siempre había sido el típico tío buena onda. En la familia se rumoreaba y bromeaba que tenía un par de hijos repartidos, pero ninguno reconocido. Roberto, mi tío en cuestión, nunca había afirmado ni desmentido ninguno de esos comentarios, lo que para los sobrinos solo eran bromas de parte de sus hermanos y nada más. Sin embargo, hace un par de años murió uno de los 9 hermanos y mi tío Roberto, llegó con un tipo de unos 25 años (yo en ese tiempo tenía 21) guapísimo. Piel trigueña y con un cuerpo muy varonil. Yo que estaba con el resto de mis primas, todas nos quedamos mirándolo embobadas, después de darle el pésame a la esposa del fallecido y sus hijos, mi tío llegó donde estábamos nosotras.

  • Como están mis sobrinas regalonas? – nos saludó a todas – les presento a Roberto – dijo indicando al tipo que lo acompañaba
  • Dos Robertos? – bromeó Ana, mi prima mayor
  • Este es Roberto Junior – dijo mi tío, nosotras nos reímos pensando que bromeaba. – Es mi hijo – me dijo en voz baja, lo quedé mirándolo incrédula. Mi tío no era malparecido, pero no tanto para tener un hijo así.
  • En serio tío? – se rió y no me contestó y pasó a saludar a mis papás y el resto de sus hermanos que estaban por ahí. Roberto Jr se quedó a nuestro lado. – Voy a fumar – anuncié esperando que alguna de mis primas se uniera, pero no sucedió – Fumas? – le pregunté a Roberto, él asintió y salió detrás de mí, saqué un cigarro y él rápidamente me lo prendió – Gracias
  • Cuál es tu nombre?
  • Alicia, disculpa que te pregunte esto pero… de verdad somos primos? – asintió
  • Eso dicen, por que no crees?
  • Porque no sé, no teníamos idea que mi tío tenía hijos… además que no se parecen demasiado… O sea, tu eres mucho más guapo – él se sonrojó
  • Gracias… bueno, yo no me imaginé que iba a tener primas tan bonitas. Me cuesta mirarte como prima a decir verdad
  • Ah si? – dentro mío no podía creer que estuviera coqueteando con mi primo y menos en el velorio de mi tío.

Seguimos conversando sin dejar de coquetear, después llegó mi papá a buscarnos porque iban a rezar. Comenzó a oscurecer y Roberto y yo fuimos a comprar unas botellas de whisky para calentar el cuerpo, servimos para todos y nos quedamos en la cocina conversando, conociéndonos, estábamos con Ana los 3, hasta que de pronto se comenzó a ir la gente. No éramos más de 10 personas las que quedábamos, más la familia directa del fallecido, la viuda y otros se fueron a acostar y solo quedamos uno de mis primos, Ana, Roberto y yo. Ana y mi primo estaban conversando y Roberto y yo decidimos salir un rato a fumar. Hacía mucho frío, era pleno invierno y habíamos prendido recién un cigarro.

  • Hace un frío… - dije y me acerqué a él
  • Te puedo abrazar? – me preguntó sin esperar mi respuesta y me tenía contra su cuerpo, yo metí mi mano por debajo de su chaqueta y se la pasé por la espalda – tengo otra forma de mantener el cuerpo caliente – me dijo medio broma medio verdad, yo lo miré y lo besé. No podía creerlo, estaba llegando demasiado lejos, pero ese beso me terminó de convencer.

Nos seguimos besando y nos arrinconamos en la pared para mantener una mejor posición, yo lo tenía arrinconado prácticamente hasta que me dí cuenta que donde estábamos se veía una ventana. Lo llevé hacia el patio y todo subió de tono, me abrió el abrigo, y comenzó a meter sus manos por debajo de mi ropa, comencé a hacer lo mismo y aproveché de tocar ese cuerpo maravilloso. Cada uno de sus músculos abdominales marcados debido al trabajo en el ejército. Me hubiese encantado haberlo visto y apreciado, pero por el lugar, el momento y la temperatura no podíamos darnos ese lujo. Le desabroché el pantalón y comencé a sobarlo por encima de su ropa interior, me agaché le bajé el pantalón y saqué su verga. Estaba un poco sobre el promedio en cuanto al grosor, lo lamé desde la base hasta la punta mientras acariciaba sus testículos, él me tomaba el pelo y me ayudaba con el ritmo, gemía despacio. En eso escuchamos, pasos, tal cual él se agachó y quedamos ambos tapados por su abrigo sentados en el suelo y apareció mi prima, yo hice como que estaba llorando.

  • Alicia? – preguntó mi prima, yo levanté la cara del hombro de Ricardo intentando parecer triste. – Estás bien?
  • Si Anita, solo estamos conversando
  • Alicia tenía un poco de pena y nos sentamos a conversar
  • No tienen frío? – los dos negamos, lo último que teníamos era frío.
  • Entramos al tiro – dije yo y Ana se entró con cara de preocupación,
  • Quizás debiéramos dejarlo hasta acá – dijo Roberto asustado aún, nos miramos y nos volvimos a besar, me puse de rodillas y seguí chupándosela. Cuando ya estaba lo suficientemente erecta, él se paró y me ayudó a incorporarme a mi tambié, me puso contra la pared y comenzó a besarme los senos, me desabrochó los pantalones y mientras me los bajaba, con los dientes se bajaba mi tanguita y comenzó a hacerme sexo oral, con su lengua jugaba con mi clítoris, mientras con sus manos me sobaba el culo. – Tienes condones? – negué, por muy preparada que anduviera siempre, no lo tenía considerado en el funeral de mi tío. Me dio vuelta aprisionándome contra la pared y me subió el abrigo. Se puso detrás de mí y comenzó a pasar su miembro desde mi conchita que estaba empapada hasta mi culo, sin penetración. Solo pasándolo de un agujero a otro, mientras con una mano acariciaba mis senos y con la otra jugaba con mi clítoris, además besaba mi cuello y mis orejas. en ese momento tuve mi primer orgasmo.
  • Métemelo ya! – le dije desesperada, él no se hizo de rogar y comenzó a abrirse paso en mi ano. Lo hizo despacio y cuando estaba dentro oí su complacido Ahhhh. Bombeó un rato despacio, hasta que se sintió más en confianza comenzó más duro
  • Más, más, más fuerte – susurraba yo, él me hacía caso y comenzó más fuerte hasta que terminó dentro de mí. Nos quedamos unos segundos recibiendo los últimos espasmos, nos limpiamos y nos arreglamos la ropa, volvimos a entrar y yo me senté en el sillón y él se sentó a mi lado. Me desperté un par de horas más tarde y él ya no estaba ni mi tío tampoco.
  • Y Roberto? – pregunté a mi mamá
  • Tu tío o tu primo?
  • Los dos
  • Tu tío acompañó a Robertito a buscar a su mujer a la estación
  • A su mujer? – preguntó abriendo los ojos
  • Si, es casado, no te había dicho? – me dijo mi papá – No me digas que habías estado mirando a tu primo
  • Papa, como se te ocurre!