Mi primo, su mujer y yo.
Me llaman el negro, porque estoy muy bien dotado, mi verga es mas grande y gruesa de lo normal
Me llaman el negro, porque estoy muy bien dotado, mi verga es mas grande y gruesa de lo normal…
Tengo 49 años y estoy separado. Mi primo Julián tiene 35 años y su mujer 24 años. Está impresionante, es rubia delgada, muy guapa. Dice mi primo que es muy activa sexualmente que pide más de lo que é puede darle.
El caso es, que un día me propuso hacer un trío con ellos dos. Ella estaba harta de la monotonía del matrimonio. Me dijo que a su mujer le encantaría saber si mi fama de polla grande y de mi aguante era verdad.
Preparó todo para dicho momento y un sábado por la noche después de cenar, nos sentamos los tres en el sofá de su salón, nosotros a los lados y ella en el medio. Llevaba un vestido blanco de un tejido muy fino que cuando se levantaba se entreveía el tangas y los pezones erguidos.
Sin mediar palabra, me dijo, ¿a ver la fama que te has creado, si es verdad? y se giró hacia mí y comenzó a besarme… Cuando me quise dar cuenta estaba encima de mí y me tenía toda la camisa desabrochada, acariciándome y besándome por todos lados. Yo le magreaba las tetas, le chupaba y zugaba los pezones. Ella se ponía cada vez más loca. Se veía que tenía muchas ganas de mí. Mientras mi primo miraba sin decir nada, pero sin perderse ningún detalle. Mi verga se puso dura en poco tiempo, ella que estaba encima de mí la fue notando, por lo que me desabrochó el pantalón y lo bajó. Cuando vio el bulto que escondía aquel slip se quedó extasiada. Se arrodilló delante y con mucho mimo bajo mi slip, no sin cierta dificultad para dejar al descubierto mi estaca carnosa. Hasta mi primo se quedó sorprendido del tamaño y dijo ¡Joder, menuda polla!
Ella se afanó en chuparla, manosearla, mientras yo cada vez más verraco y con más ganas de ver su coño chorreando de excitación. Para ella no había nadie allí nada más que yo a mi primo ni lo miraba. El estaba desnudo a nuestro lado haciéndose una paja observando la escena. Se levantó y se sentó en un sillón mirando todo con mucha atención. Su pito era literalmente la mitad que el mío. Ahora el sofá era para Susana y para mí. Le quité le vestido y la giré para hacer un 69. Ella se metía mi verga en la boca mamándola con fruición y manoseando mis testículos duros como piedras y yo apartando hacia un lado el tangas, le lamía aquel coñito casi virginal que chorreaba flujos deliciosos, metía mi lengua hasta dentro y la desplazaba de abajo arriba como un perrillo faldero, llevaba 3 meses sin echar un polvo y aquello me parecía un sueño.
Después de un rato, chupa que te chupa, se tumbó hacia atrás y con las piernas abiertas todo lo que podía me ofreció su coño depilado para que la penetrara. Aproximé mi capullo a la entrada de su sexo y frotándolo sobre el mismo arranqué unas contracciones de su cuerpo, mientras me pedía que se la metiera. La apoyé en el orificio de entrada, pero me costaba trabajo abrirme camino. Aquel coño parecía estar virgen para el tamaño de mi miembro. Ella me atrajo mas hacía ella y gritando, no sé si de dolor o de gusto se fue metiendo con cierta dificultad en aquella vagina lubricada, caliente, deseosa. Sus ojos miraban pero no veían. Yo le empecé a bombear el coño rítmicamente y ella se estremecía mientras daba gritos de gusto.
Nos corrimos los tres a la vez. Mi primo masturbándose y nosotros dos follando. Tuve una corrida larga y abundante inundándola toda por dentro.
Susana le dijo a mi primo. Esto no puede quedar aquí, cariño. Y mi primo me preguntó. ¿Te atreverías otra vez? Yo rápidamente le contesté que sí.
Susana nos tomó a los dos de la mano y nos llevó a su cama. Allí comenzó a chuparle el pene a su marido y yo por detrás la follaba sin miramientos, su vagina se ensanchaba con la entrada y salida de mi polla. Su coño estaba caliente y mojado. Con cada envite mío se encogía de placer.
Cambiamos de postura y ella encima de mí, se movía clavándose toda la verga hasta las entrañas. Aquella muchacha estaba sedienta de una buena verga y no quería perder la ocasión de aprovecharla hasta el máximo.
Otra vez mi primo miraba y no participaba, pero me decía fóllatela, fóllatela, que me encanta verla disfrutar.
Ahora la tenía con una pierna levantada los dos de costado. Esta postura a mi me encanta. Así podía ver como se la metía desde la punta hasta los huevos, una y otra vez, mientras ella se masturbaba el clítoris. Su cara era de satisfacción absoluta.
Cuando me quise dar cuenta, primo me cogió la vega y ayudaba con su mano a meterla y sacarla del coño de su amada. Cuando vio que estábamos a punto de corrernos nuevamente, la metió en la boca de ella y los tres nos corrimos otra vez.
Susana tenía que tener el coño inundado como un río, pues descargué toda mi herramienta dentro de ella después de 3 meses de no hacerlo con nadie.
Esta historia no acabó aquí, pues lo mejor es que nos seguimos viendo a solas. Mi primo trabaja de noche y a mí me encanta tener sexo con ella y a ella también le gusta estar conmigo.
A mí me gusta su juventud y a ella mi experiencia. Hemos estado más veces los tres, pero mi primo es un poco soso. Yo creo que él sabe que nos vemos, pero no dice nada. Estamos bien así los tres.