Mi primo repite mi primera vez

Mi primo Santiago me hace el amor de modo delicioso, como si fuera la primera vez.

Tras la deliciosa mañana que había tenido con mis incestuosos tíos, pasé todo el día en mi habitación, incluso le pedí a mi tía que la muchacha me subiera las comidas, no tenía ganas de ver a nadie, me sentía sumamente sucia por haber estado con mis tíos, y al mismo tiempo. Pasé toda la tarde viendo televisión y leyendo un poco, pensé que al día siguiente podría decidir si regresar con mis abuelos o seguir aprendiendo de mis tíos y mis primos.

A la mañana siguiente, tras consultarlo con la almohada, decidí que regresaría a casa de mis abuelos, esta aventura sexual ya se me había salido de las manos, era muy joven e inexperta, pero no era estúpida y sabía distinguir cuando alguien me estaba usando, y antes de permitir que el pervertido de mi tío me cogiera por el culo, prefería dejar de tener orgasmos hasta llegar a la mayoría de edad; recogí mis cosas y antes de que todos se levantaran, le llamé a mi abuelo para que me recogiera, él sonó muy sorprendido de que le llamara tan temprano y con tanta urgencia, pero al ser su única nieta y su consentida, no reparó en ir por mí, por fin estaría en una casa segura para lo que me quedaba de decencia.

Pasado el mediodía, sonó el teléfono de la casa de mis abuelos, aparentemente era mi tía, muy preocupada porque al ir a buscarme a la habitación, no me había encontrado, mi abuela la tranquilizó avisando que mi abuelo me había recogido, yo esperaba que dejaran el asunto por la paz, pero alrededor de las cuatro, después de la comida, se apareció mi primo Santiago.

  • Hola, abuelita, vengo por mi prima para llevarla al cine. - dijo mi primo.

  • ¡Ay, m'ijo! No sabía que ibas a venir, de haber sabido te guardo postre, hoy comimos de tu favorito. - le dijo la abuelita consentidora que compartíamos.

  • No te preocupes, abue, hazlo mañana otra vez y vengo a comer, ¿sale?

  • Sí, mi niño, mañana te lo preparo, ahorita le dijo a la Flor que baje.

Yo había escuchado todo y no sabía de dónde sacó mi primo que iría con él al cine, todo en ese pueblo estaba muy lejos, ir al cine nos tomaría horas.

  • ¿Vamos al cine, prima?- preguntó mi Santiago al verme bajar.

  • No tengo ganas, ni siquiera estoy vestida, mírame, ando en fachas. - le dije señalando mi ropa deportiva.

  • No te voy a llevar a una cena en el palacio, vamos a ver una película y nos regresamos, la sala es oscura, ni quien vea tus trapos. - dijo tomándome de la mano.

Ingenuamente, accedí a ir con él, honestamente tenía la esperanza de que se conformara con la cogida que me había dado y quedáramos como los primos que éramos.

Nos subimos a la camioneta y comenzamos a platicar de trivialidades: de su escuela, de la mía, de sus novias, de mi completa escasez de novios, todo iba como un paseo normal entre primos, ni siquiera habíamos tocado el tema del sexo en la alberca, todo iba muy bien, hasta que pasamos por la plaza comercial en donde estaba el cine y él no entró.

  • ¡Oye, el cine es allá! - le dije a mi primo.

  • ¡Ay, Florecita! ¿En serio creíste que te iba a llevar al cine? - me dijo riéndose.

  • ¿Entonces a dónde vamos? - le pregunté un poco asustada.

  • Te voy a llevar a un lugar muy rico en donde te voy a tener para mí solito, el otro día con Miguel estuvo rico metértela, y me encanta haber sido el primero, pero hoy quiero cogerte a gusto, quiero hacerte el amor como te lo mereces, como la princesa que eres. - dijo mientras me acariciaba la pierna.

Por un segundo pensé en hacerme la enojada, en negarme, en hacer un pancho y bajarme de la camioneta, pero de inmediato vinieron a mí toda las deliciosas sensaciones que mi primo me dio con su boca y su verga, si ya había accedido a abrirle las piernas en su casa y con su hermano, ¿por qué no abrírselas en la comodidad e intimidad de un hotel?

Mi vagina comenzó a mojarse de inmediato, mientras mi primo seguía acariciando mi pierna y subiendo su mano hacia mi pubis, no podía tocarme muy bien porque llevaba pantalón, pero sin duda me hacía sentir deseada y muy caliente. Llegamos a un motel que se veía muy bonito, obviamente yo nunca había estado en uno, así que no conocía el procedimiento, mi primo se estacionó, pagó como quien paga un Big Mac, y entró a lo que parecía un garaje común y corriente, nos bajamos de la camioneta y entramos en una habitación muy linda, decorada con colores sutiles y una cama enorme.

Ni tardo ni perezoso, mi primo comenzó a besarme de manera deliciosa, su lengua recorría la mía y sus manos tomaban mi rostro como en las películas, me sentía tan caliente, que bajé mi mano hacia su verga sólo para sentir su erección, no me decepcionó, su verga estaba tan dura que rogaba porque le bajara el cierre y la dejara respirar, no lo dudé ni un segundo, me hinqué y le bajé el cierre para ver esa dura y caliente verga, me la llevé a la boca y comencé a chuparla con toda la fuerza que tenía, mi primo se sentó en la cama y yo lo seguí como un cachorro que no quiere dejar de mamar.

  • Espérate, hermosa, la chupas delicioso, pero no quiero venirme en tu boca – dijo deteniéndome y poniéndome de pie.

Me quitó toda la ropa, la cual honestamente era todo menos sensual, me dejó completamente desnuda y me tendió en la cama.

  • Quiero probarte completita, con calma, quiero saborear esas tetas tan ricas que tienes -

Comenzó a besar desde mi oreja, poco a poco fue bajando hasta llegar a mis tetas, mientras chupaba una, apretaba mi otro pezón, era una sensación riquísima, me sentía como en una novela romántica, en donde los protagonistas tienen su noche de bodas y por fin descubren el sexo, y aunque no fuera mi primera vez, sí era la primera vez que me sentía realmente haciendo el amor, por cursi que suene; siguió bajando y llegó a mi conchita, abrió mis piernas y comenzó a pasar su lengua por mis labios vaginales, yo ya estaba completamente húmeda, pero igual llenó su lengua de saliva y me la metió tan profundo como pudo, mientras me penetraba con su lengua, con su dedo frotaba mi clitoris, tuve un orgasmo divino, le dejé la barba completamente empapada; pensé que ahí se acabaría el juego previo, pero comenzó a succionar mi clitoris y a lamerlo, alternaba chupadas con lamidas haciéndome sentir encharcada.

  • Ahora sí ya estás bien mojadita, princesa, ¿te gustó que te comiera? - me preguntó con voz sensual.

  • Me encantó, se nota que eres experto. - le dije con voz agitada.

  • Eso no es nada, preciosa – y al decir eso, me dio la vuelta bruscamente y me puso en cuatro en la cama, pensé que me penetraría, pero no fue así, comencé a sentir su aliento en mi ano.

  • ¿Qué haces? ¡Por favor, no me la metas por ahí! - le dije suplicando.

  • No pienso cogerte el culo, eso no me gusta, sólo quiero comértelo.

La sensación fue extraña al principio, en las novelas y películas románticas no suelen mencionar los besos negros, pero poco a poco fue siendo total y absolutamente agradable, la boca de mi primo me chupaba y lamía el culo con una delicadeza que me tenía absorta, mientras su lengua exploraba mi culito, sus dedos se hundían en mi empapada vagina.

  • ¡ASÍ, SANTI, ASÍ! ¡POR FAVOR NO TE DETENGAS! - gritaba llena de placer.

  • ¿Quieres que siga, hermosa? ¿Te está gustando?

  • ME ENCANTA, SE SIENTE DELICIOSO, ¡VOY A VENIRME!

Sentí que quitó su lengua de mi culo y sus manos de mi concha mientras tenía un delicioso orgasmo, apenas alcancé a escuchar el empaque del condón pero al voltear vi cómo se lo ponía.

  • Ahora sí, bonita, te voy a coger como la yegüita que eres.

Al seguir teniendo las hermosas sensaciones del orgasmo anterior, sentir su verga entrando en mí fue una experiencia increíble, podría jurar que volví a venirme en ese mismo instante, sentía cómo la verga de mi primo entraba y salía con una enorme facilidad, aunque ya me había penetrado antes, mi vagina seguía siendo estrecha, así que las sensaciones se multiplicaban por mil.

  • ¿Te gusta, hermosa? ¿Te gusta sentir mi verga en tu conchita?

  • ¡Sí, me encanta! ¡Cógeme! ¡Cógeme completa, mi vida! ¡Párteme la puchita en dos!

  • Sí mi amor, te voy a rellenar hasta el último milímetro de esa mojada pucha.

Sentí cómo otro orgasmo invadía mi vagina, sentí como si me hubiese orinado, incluso sentí un líquido que escurrió hasta mis tobillos, mi primo gimió delicioso y se puso aún más duro, creí que se vendría conmigo, pero por el contrario, me dio la vuelta y comenzó a cogerme en la posición de misionero, me encantaba ver su cara mientras me la metía, quería que viera cómo me hacía gozar, mientras me penetraba con fuerza, bajaba su boca y chupaba mis duros pezones. En un momento, levantó mis piernas y las puso en sus hombros, la penetración era total, sentía la cabeza de su verga rozar mi punto G en cada penetración, cada que su verga entraba, mi vagina expulsaba líquidos sobre sus calientes huevos, era una delicia estar en la cama con ese hombre.

  • Ahora súbete, nenita, vas a ver que estar arriba es más rico para las mujeres – me pidió mi primo

Muy obediente me senté en su regazo y poco a poco fui bajando mientras su verga entraba en mi mojada vagina, sentía que su verga estaba más dura y más caliente, y me fascinó ver su cara de placer cuando comencé a subir y bajar como quien monta a un caballo sin domar; sus manos apretaban mis tetas con mucha fuerza, me pellizcaba los pezones como si de ello dependiera su placer, bajé mi torso hacia su boca y se la llené de mis tetas calientes, él sin dudarlo comenzó a mamarlas como un bebito, mientras yo subía y bajaba llenándome de su verga, él chupaba mis tetas y apretaba mis nalgas, debo haber tenido otros tres orgasmos en esa posición, ya que mi clitoris se frotaba constantemente con la base de su verga y su vello púbico, no pudo haber sido más placentero.

  • ¡Voy a venirme, Florecita! ¡Voy a llenarte! - gritó Santiago.

  • ¡Sí, mi amor! ¡Lléname de lechita, échamela toda, papi!

Nos fundimos en un delicioso orgasmo simultáneo, cosa que aparentemente disfrutó mucho, al igual que yo, me bajé de su ya flácida verga y me recosté junto a él.

  • ¿Te gustó, primita? - preguntó mientras acariciaba mis tetas con suavidad.

  • Me encantó, gracias por hacérmelo así.

  • Se me hizo que te hizo falta una cogida decente, no saliendo de una alberca con tus dos primos.

  • Esto fue perfecto. - dije agradecida.

  • Cada que vengas, podemos repetirlo.

Vimos la hora y definitivamente ya era mucho tiempo para una película, así que nos vestimos y regresamos a casa de los abuelos.

  • ¡Ay, chamacos, se tardaron mucho, ya me tenían con el pendiente! - dijo mi abuelita.

  • Perdón, abue, es que cuando llegamos ya había empezado la película y tuvimos que esperar hasta la siguiente función, no te enojes. - le dijo mi primo abrazándola.

  • Está bien, pero a la otra avisen, no me preocupen, chamacos desobligados. ¿Te quedas a cenar, m’ijo? - dijo mi abuelita.

  • No, abue, Flor y yo ya cenamos. - dijo guiñándome un ojo.

  • Vete con cuidado, m’ijo, y a ver si mañana te llevas a la Flor a otro lado, para que no se aburra aquí encerrada – dijo mi inocente abuela.

  • Sí, abue, mañana me la llevo a otro lado, hasta mañana.

Me fui a descansar de lo más satisfecha y relajada, realmente mi primo me había dado la primera vez que había soñado, con sexo ardiente pero romántico a la vez, siempre estaré agradecida por esa deliciosa experiencia.