Mi primo me desvirgó.

El culpable es mi primo... O eso creo.

Mariana era una adolescente tímida, de padres divorciados, no tenía amigos y tampoco hermanos, vivía con su madre y su primo huérfano. Cuando Mariana tenía dieciocho años algo en ella cambió y toda la culpa la tenía su primo por olvidarse de cerrar la puerta antes de masturbarse. En la escuela Mariana había escuchado a algunos de sus compañeros hablando de porno, pero no fue hasta que descubrió a su primo que decidió navegar en esas aguas profundas.

Era medianoche y llevaba el ordenador en sus piernas viendo una película, en una escena de un intenso beso Mariana descubrió algo, estaba muy excitada, cuando la escena del beso terminó fue decepionante, ella quería más, necesitaba más. Pausó la película y abrió una nueva pestaña en el ordenador, escribió lo primero que le llegó a la cabeza ''XXX''. De inmediato le aparecieron un montón de opciones, eligió la primera, muchas imágenes para adultos la sorprendieron, su corazón se aceleró, se sentía nerviosa y ansiosa a la vez.

Dió doble clic sobre una imagen, el vídeo empezó a reproducirse, un chico muy candente y una colegiala se besaban y desnudaban en un sofá. Sin pensarlo llevó su mano a uno de sus pechos, lo masajeaba suavemente por sobre el sujetador, el vídeo corría y su excitación crecía, unos segundos más tarde ya estaba completamente desnuda e imaginando que sus delgados dedos eran el miembro del chico porno que la penetraban, apretaba sus pezones, entraba sus dedos una y otra vez, soltaba pequeños jadeos casi inaudibles y pellizcaba aún más sus pezones. Su cuerpo empezó a vibrar, algo se acercaba, no detuvo sus movimientos hasta que sintió que se liberó, el orgasmo la arropó, una nueva sensación que quería volver a sentir.

Pasaron dos días y repetía su exquisito ritual de medianoche, esa madrugada no había tenido uno sino dos orgasmos, así que decidió tomarse una ducha para aliviar su cansancio. Cuando regresó a su dormitorio algo la sorprendió, más bien alguien.

  • Alexander, ¿Qué haces aquí? - La mirada de Mariana cayó en las piernas de su primo, tenía su ordenador, eso significaba que...

  • Ves porno del malo. - Las palabras de Alexander la descorcertaron, ¿eso era lo único que iba a decirle?

  • Sal de mi habitación, por favor. - Se acercó a paso rápido para tomar su ordenador, la verguenza la estaba carcomiendo.

  • Al menos busca una mejor página de porno primita. - Se sintió aliviada al verlo acercándose a la puerta, pero no salió, sólo colocó el seguro.

  • ¿Qué es lo que quieres? - Sintió nuevamente que los nervios se apoderaron de su cuerpo.

  • Te quiero a ti y no te hagas la inocente, ¿Crees que no sé que me espías? - Le quitó el ordenador de las manos y lo colocó lejos.

Mariana no dijo nada, no pensaba defenderse pero la situación de alguna manera la estaba poniendo caliente. Las manos de su atrevido primo quitaron la toalla que cubría su cuerpo desnudo, le encataba que la mirara con deseo, sin pudor y sin remordimientos. El corazón de Mariana se aceleró cuando los labios de su primo tocaron los suyos, el beso era suave y apasiaonado a la vez, las manos de Alexander recorrieron su silueta lentamente y un segundo después, sintió como él la empujó y su cuerpo cayó sobre el colchón. El pecho cálido y desnudo de su primo la cubrió, continuando aquel beso delicioso, los suaves labios de él bajaron a su cuello lamiendo y dejando pequeños besos.

Pronto la boca de él llegó a sus tetas, chupaba sus pezones erectos dejando marcas que tardarían en borrarse. Mariana dejó que sus impulsos actuaran por ella y terminó encima del cuerpo de su primo, deslizó su lengua por su marcado abdomen hasta llegar al lugar que deseaba, su polla. Quitó el calzoncillo que impedía un contacto directo y cuando al fin salió ese gran pedazo de carne, se le hizo agua la boca.

Era inexperta pero eso no le impidió intentarlo, tomó la polla entre sus manos y le dió una lamida a la punta, tenía un leve sabor amargo pero quiso seguir probando, así que en vez de lamerlo se metió todo lo que pudo en la boca, sintió que le faltaba el aire y se lo sacó, como si fuera una niña con una paleta, lo lamía sin parar y lo masturbaba, los gruñidos y maldiciones de su primo le demostraba que le estaba gustando.

  • Espera... - Con un rápido movimiento la coloco debajo de él y se arrastró entre sus piernas abiertas, estaba consciente de su virginidad y estaba ansioso de ser él quien la desvirgara.

Él jugaba con la punta de su pene en la entrada mojada de su prima, la estaba mortificando.

  • Alex, por favor...

  • ¿Por favor qué?

  • Métemela cabrón...

Sin esperar nada más, se la metió lentamente y se detuvo a la mitad, ella apretó los ojos al sentir como si la atravesaran por dentro.

  • Hey.. - Consiguió que ella lo observara. - Quiero que me mires mientras te hago mía, ¿ok?

Ella asintió y ahora sí, se la metió hasta el fondo, le encantaba sentir como su cálido coño apretaba su polla. La retiró lentamente y de una estocada se la volvió a meter. Toda molestia se esfumó cuando empezó con ese rico vaivén, el miembro de Alex se deslizaba sin problema en el coño de Mariana, poco a poco fue aumentado la velocidad de las penetraciones, la follaba sin compasión.

Mariana gemía y se retorcía debajo de él, con sus piernas abrazaba el trasero de Alexander provocando que se la metiera hasta el fondo, sentía que se desgarraba y le gustaba, enterró sus uñas en las espalda de él, apretando con su coño la polla de Alex como siquisiera exprimirlo.

  • Ohh, sí.. Más..

Ya no le preocupaban sus gemidos y solo estaba disfrutando de las sensaciones. Alex tomó sus caderas y la penetraba con toda su fuerza. Ambos cuerpos temblaban involuntariamente hasta que él estalló dentro de ella, chorreando su semen por toda su vagina, y un gemido de Mariana anunció la llegada de su esperado orgasmo.

Alexander esperó unos segundos y después sacó su polla invasora de la vagina encharcada de Mariana.

  • Que se repita pronto, primita. - Dejó un pequeño beso en los labios de Mariana y se levantó de la cama, desapareciendo por la puerta después de colocarse su calzoncillo.

Ella estaba muy cansada como para tomar otra ducha, así que se acomodó en su cama y muy satisfecha de su intensa noche, se durmió.