Mi primo Luis
-¡Hazlo ya!-pedí casi desesperada Acomodó su glande, y de golpe la metió. -Ahhh -gemí-¡Qué grande la tienes! -Y es toda para ti-comenzó a bombear, y me uní a sus movimientos, pronto estábamos acomodados, y moviéndonos juntos, mientras me besaba los pechos, y mi boca.
Las vacaciones de verano serían aburridas, iría a visitar a mis primos en la zona costera de mi estado, yo vivía en el centro, con mis padres. Este año, papá y mamá estaban ocupados en asuntos de su trabajo, y decidieron que la hermana de mi mamá me cuidaría y podría distraerme con mis amigos de la infancia, mis queridos primos. La idea era buena, pero no sabía qué decirles después de no verlos en dos años, al menos.
Tía Cecilia era la que mantenía a la familia, de dos hijos, su esposo había fallecido hacía dos años atrás. Luis era el mayor, me gana por tres años, es mayor de edad, yo a penas tengo dieciocho años. Y su hermana menor, es Daniela, una hermosa nena de tan solo nueve años. Cuando llegué, esperé verlos a todos, pero solo me encontré con la sorpresa de que Tía Cecilia estaba haciendo una guardia en el hospital, y sólo había venido por mí Luis y la pequeña Daniie. Habían cambiado demasiado, la niña estaba un poco más alta, más de lo que recordaba, y Luis estaba más atractivo, o eso sentí al verlo, con su barba rasurada, y sus hermosos ojos marrón, y alto como de costumbre, me sacaba una cabeza.
-¡Janneth!-saludaron ambos, Luis me sacudió el cabello, como de costumbre, como si fuera una chiquilla, y Daniie se abrazó a mis piernas.
-¿Cómo están?-pregunté, Luis me abrazó y mis pechos se aplastaron contra él. Fue algo extraño.
-Todo bien-sonrió Daniie.-¡Ahora tendré una pijamada! ¿No vienes?
-Daniie-Luis le dedicó una mirada dulce.-Deja que descanse, además, estará todas las vacaciones.
-Bueno…-se resignó con esa respuesta
-Espero no te moleste que estemos solos-comentó Luis cargando mis cosas y dirigiéndonos al Chevy del año 2000.-Estará en guardia hasta mañana en la mañana…
-¡No te preocupes!-sonreí-Ya me sé valer por mi misma…
-Espero que no quemes la cocina-se burló al poner las maletas en la cajuela.
-¡No te burles! Tenía catorce… además, eras tú el que se hacía cargo-recordé.
El camino fue divertido, aunque comenzaba a ver a mi primo de otra manera… Daniie terminó en casa de su mejor amiga, Lucy, y quedé sola con Luis.
Había cambiado demasiado en dos años, en lo que me concierne. Estaba más alta, y tenía curvas prominentes, mis senos habían crecido, y había cambiado mi forma de vestir. Luis también, estaba demasiado guapo, parecía que le gustaba ir mucho al gimnasio, se notaba. Aparcó en la entrada de su casa, y me ayudó a bajar las maletas.
-¿Qué ha sido de tu vida?-preguntó.-¿Ya tienes novio?
-No-resoplé-terminé hace un mes.
-¿Eso quiere decir que sigo siendo tu novio?
El juego era desde que teníamos al menos unos seis años, él sería mi novio y me apoyaría, era un juego inocente, en ese entonces. Me sonrojé.
-No… Era un juego-reí con nerviosismo
-Bien-se burló, no me atreví a preguntarle si tenía novia o no.-Te enseño el cuarto donde dormirás.
-Seguro-lo seguí escaleras arriba.
Todo comenzó a pasar como si nada, hice la cena, y platicamos, y nos preparamos para dormir.
Eran casi las dos de la madrugada, hacía calor, y me quité el camisón, quedando en ropa interior, pero no funcionó. De pronto, escuché ruidos en la habitación de al lado, la recamara de mi tía. ¿Habría llegado? Me asomé, viendo el cuarto de Luis cerrado, y me asomé a la habitación de mi tía. No era ella, era mi primo, viendo una película porno y masturbándose. Su verga era gruesa, larga, venosa… Y ver cómo la masajeaba, hizo que me mojara. Cerraba los ojos, disfrutando masajear su cabeza y sus testículos. De pronto, casi tropiezo e hice ruido con la puerta. Me miró con pena, pero negué con la cabeza, intentando contener mis deseos, apagué el televisor, y me paré frente a él. Me arrodillé, y comencé a masturbar esa preciosa verga. Arriba, abajo, movimientos circulares; ver la cara de mi primo me hacía sonreír, estaba disfrutando, sin quitarme. Decidí ir más lejos, hasta donde la excitación me permitía, y me metí el glande a la boca, humedeciendo más su verga. Soltó un gemido, y la empecé a disfrutar, su sabor, recorriendo su tronco, sus huevos y su cabeza, metiendo y sacándola, como si fuera una paleta, aunque era mucho mejor que el dulce. Empezó a palpitar, y supe que iba a eyacular, me pegó la cabeza más a su pene, y seguí lamiendo, hasta que gimió con más fuerza. Una explosión de leche me llenó la boca, tanta, pero la pude tragar. Terminé por limpiarlo, mirándolo a los ojos, y descubrí que me veía lascivamente.
-¡Qué bien la mamas!-sonrió-Pero te toca a ti…
Hizo que me levantara, y casi me arranca el sostén y las bragas, se subió encima, sin pantalón ni trusa, solo con la camisa, y tomó una de mis tetas para después, lamerla… No pude evitar llevar mis manos a mis labios, algo hinchados, y a frotarme, estaba demasiado mojada. Bajó desde mis pechos hasta mi chocho, y lo olió, después metió la lengua, penetrándome, y no pude evitar gemir, y tomar su cabeza para pegarlo más. Hacía buenos movimientos con su lengua, un buen orador.
-¡Qué rico!-dijo al verme con cara de placer-¡Picosito!
-Ahhh…-solo pude gemir cuando volvió a absorber mi botoncito, y metiendo dos dedos a mi concha.
-¡Córrete para mí!-me ordenó.-¡Quiero meterla ya!
Y con el solo pensamiento de su verga dentro de mí, más sus caricias, me hicieron terminar en un gran orgasmo, me convulsioné por completo.
Cuando alcé la vista, se estaba acomodando, con su verga de nuevo en el juego, para penetrarme.
-¡Hazlo ya!-pedí casi desesperada
Acomodó su glande, y de golpe la metió.
-Ahhh…-gemí-¡Qué grande la tienes!
-Y es toda para ti-comenzó a bombear, y me uní a sus movimientos, pronto estábamos acomodados, y moviéndonos juntos, mientras me besaba los pechos, y mi boca. Su peso me hacía sentir más placer.
-¿Quieres más?
-¡Quiero más, papi!-le respondí, como toda una golfa.
-Pues más tendrás-respondió-te voy a coger todos los días… ¡Por provocarme!
-¡Así!-pedí
Y nos corrimos juntos, y después nos fuimos a mi cuarto, para evitar que mi tía nos viera.
CONTINUARÁ…