Mi primo ha vuelto

Un verano después... con nuevas experiencias

Después del verano en que mi primo y yo, descubrimos el sexo, estuvimos una temporada alejados.

Él se echó una novia y yo estaba concentrado en los estudios.

Cuando llegó agosto de nuevo, su novia se fue con sus padres al pueblo  a pasar las vacaciones, y volvimos a quedar para ir a la playa.

AL volver, nos hacíamos mutuamente unas pajas, para recordar el verano anterior, y aunque ya no era la intensidad de antaño, nos quedábamos bien.

Una tarde, al volver de la playa se dio cuenta de que se había dejado las llaves de su casa, y cómo no estaban sus padres, no podíamos entrar, por lo que decidimos ir a la mía, que aunque no estaba lejos, siempre quedaba más a mano la suya.

Al entrar coincidimos con mi hermana que salía, dijo que iba a merendar con sus amigas y llegaría tarde. Mi hermana tiene 2 años más que yo, y por aquel entonces tenía una figura elegante, vamos, que estaba muy buena.

Mis padres tampoco estaban y pensamos en repetir nuestras ya habituales sesiones sexuales.

Cuando entramos en el cuarto de baño, desnudos, vimos el bikini de mi hermana tirado en el suelo.

-Joer, mi hermana siempre dejando todo por ahí – dije, cogiendo el bikini para dejarlo en el cesto de la ropa sucia.

-Espera un momento – dijo mi primo – pruébatelo a ver qué tal te queda.

-¿Qué dices? ¿Cómo voy a ponerme eso?

-Sí, ¿quieres ponerme cachondo? Póntelo y ya verás – me dijo mi primo con una cara de “por favor, por favor”.

Total, que acabé poniéndome la braguita, que apenas tapaba mi paquete, y mi primo me ayudó a ponerme el sujetador, que me quedaba fatal, ya que yo no tenía ni tetas.

Me veía ridículo con aquellas pintas, pero mi primo se lo tomaba en serio, y me empezó a acariciar los hombros, bajó por los brazos, me tocó las tetas, bueno, lo que se supone que eran las tetas, por encima de la tela del sujetador. Noté que se ponía cachondo, ya que su miembro iba creciendo rápidamente, incluso parecía que era más grande que el año pasado.

Siguió tocándome por todo el cuerpo, hasta que me tocó la polla y entonces fue cuando aquello se empezó a poner duro, e incluso llegaba a sobresalir por encima de la minúscula braguita.

-Mmmmm, me recuerdas a mi novia – dijo, mientras no paraba de tocarme el culo y el nacimiento de los muslos.

Yo de lo único que tenía ganas era que me empezara a tocar la polla porque ya casi tenía su máximo tamaño y quería llegar a correrme como antes.

Mi primo se abrazó a mí, como si fuéramos a bailar, yo notaba su miembro, duro, apretándose contra el mío, y empezó a moverse , a frotar nuestras pollas, la mía sobresaliendo de la braguita, que ya era incapaz de ocultar casi nada.

Me soltó el sujetador, que cayó al suelo, y empezó a besarme los pezones, los mini pezones diría yo, y entre eso, sus manos acariciando el culo, y su polla junto a la mía, empecé a ponerme caliente yo también, ya no pensaba en como me quedaba el bikini ni nada parecido, solo pensaba en sus manos tocándome entero, en tocarle el culo y apretarlo contra mí, para sentirlo mejor.

-Espera un poco – me dijo, separándose de mí y se puso a rebuscar en el cesto de la ropa sucia.

Sacó un tanga negro, de mi hermana, y se lo puso.

La polla le sobresalía medio palmo por arriba, pero se la metió por abajo hacia atrás y cerró las piernas, de tal manera que casi no se le notaba.

Volvió a acercarse a mí, se puso de espaldas y empezó a frotar su culo contra mi polla, que ya la braguita era incapaz de contener, así que me la bajé y coloqué la polla entre sus piernas, notando la suya que todavía estaba debajo del tanga pero sobresalía de la diminuta tela, así que también se la quité y  salió enderezándose, mirando al frente cual espada, entonces aproveché el vacío y enfilé mi verga entre sus muslos, sacando y metiendo cómo si estuviera follándole por detrás, tanto era mi ímpetu y mis ganas, que me corrí entre sus muslos, y por poco no salpicamos el tanga, a ver que explicaciones iba a dar mi hermana.

Tenía ganas de dar placer a mi primo, así que me apoyé en el lavabo, ofreciéndole mi culo, bueno, los muslos, ya que en aquella época el culo todavía era terreno inexplorado.

El notó mis intenciones y se acercó, agarrándome las caderas y frotando su polla entre la raja del culo.

-Cuidado- le dije- no te vayas a equivocar.

-Tranquilo, no voy por ahí… todavía.

Lo dijo de una manera que no me tranquilizó, pero no me moví, y al cabo, noté su verga entre mis muslos, y rozando mis huevos cuando empujaba.

Como iba por buen camino, ayudaba moviendo mi culo de izquierda a derecha, que con su movimiento lo debió de poner tan cachondo que se corrió entre mis muslos, chorreándome su  semen por mis piernas.

Nos duchamos juntos, ya que mi bañera es bastante grande y podíamos hacerlo sin estorbarnos, aunque empezó a echarme jabón, y yo me revolví con la alcachofa de la ducha, echándole agua. Total, que jugando, jugando, nos tocábamos sin querer, hasta que  yo, le agarré los huevos, y le dije:

-¿Quieres guerra?

Y agachándome me metí su polla en mi boca y comencé a chuparla con energía, tanta, que en un momento se puso dura olvidándose de lo que habíamos hecho minutos antes. Yo la notaba crecer en mi boca, y el debió de pensar lo mismo, ya que cogiéndome de la cabeza ayudaba al movimiento de metesaca. Yo ayudaba también con mi mano en su culo, y tal como había oído, que el culo era un placer, fui deslizando mi dedo hasta que encontró su agujero, entonces suavemente iba introduciendo al ritmo de su  culo el dedo en esa abertura hasta entonces prohibida, poco a poco, cada vez más, hasta que lo metí entero. Notaba su excitación y me aparté a tiempo de notar su semen en mi cara.

Sin sacar el dedo, con la otra mano, apreté su polla para notar los golpes que daba mientras seguía saliendo, eso sí, cada vez menos la leche de su glande que estaba rojo de excitación.

-No lo saques todavía- me dijo, refiriéndose al dedo que aún tenía metido en su culo- Espera, poco a poco.

Le hice caso y sacándolo muy despacito, mientras notaba todavía su orgasmo.

-Oh, eso sí que me ha gustado ¿Dónde lo has aprendido? –me dijo.

-No sé, lo he oído por ahí.

-¿Quieres que te la chupe? –me dijo.

No dije nada, solo moví la cabeza afirmativamente.

Me sentó en el borde de la bañera, con las piernas abiertas, y comenzó a masajearme los huevos y la zona que hay detrás.

Mi excitación iba en aumento y mi polla se puso a crecer, sobre todo cuando puso su boca sobre el glande y con la lengua acariciaba la punta de mi verga.

Cerré los ojos mientras me imaginaba que era una chica la que me estaba comiendo.

Aquello ya estaba duro, en pleno apogeo,  y la boca de mi primo subía y bajaba, la mano seguía acariciando la zona genital, y noté como hacía lo mismo que yo, introdujo el dedo en el culo despacito al ritmo de su boca.

Yo creí que iba a sentir dolor, ya que era la primera vez que me metían algo por ahí, y sin embargo, notaba un placer distinto a todo lo que había sentido hasta entonces.

El orgasmo vino enseguida, solo me dio tiempo a apartarle la cabeza para no salpicarle con mi semen. Fue una sensación diferente, brutal.

Nos terminamos de duchar, y salimos después de vestirnos a seguir con nuestra rutina.

Desde entonces, y durante un tiempo, cuando me quedaba solo en casa, iba al baño, buscaba una braga o un tanga de mi hermana en el cesto de la ropa, me lo ponía, y me frotaba la polla a través de la tela, también me metía el dedo por el culo, recordando aquel momento con mi primo, y llegaba al orgasmo, aunque nunca eran como los que hacíamos juntos.

Con el tiempo conocí a una chica, e hicimos el amor, apasionadamente, y me gustaba mucho. Pero de vez en cuando al recordar a mi primo y nuestras pajas, me ponía cachondo y tenía que masturbarme hasta correrme.

Y este es el fin de aquella historia… por ahora.