Mi primera visita a un local liberal
Mi marido persiste en sus deseos y fantasias. No se donde nos puede llevar, pero le estoy avisando que es peligroso emputecerme.
Me levante de la siesta sobre las siete de la tarde. Después del ajetreado día anterior, necesitaba descansar. Recordaba la propuesta de mi marido de ir esa noche a un local de parejas liberales. Estaba claro que quería ir, pero me haría de rogar un poco. Y así fue me deje convencer por Eduardo. Lo notaba nervioso.
Después de cenar tranquilamente en casa, me arregle, de una manera discreta y nos encaminamos a el local que había elegido Eduardo. Tardamos en llegar más de tres cuartos de hora y eso que no encontramos tráfico. Entramos al establecimiento y nos recibió un hombre como de unos 55 años, nos cobró la entrada y nos dijo que eso nos daba derecho a dos consumiciones cada uno, que ya podíamos pasar. Fue bastante osco.
Pasamos una cortina y ¡MADRE MIA! Que sitio más cutre, guarro y horroroso, pero si el local era así, la poca gente que había, daban miedo. Le dije a Eduardo, pero ¿dónde me has traído? Olvídate de hacer nada, yo me quiero ir. Nos tomamos una copa, yo estaba muy incómoda, pero ya no lo podía aguantar más, le dije a mi marido vámonos. Quedándose nuestras copas a medias y cuando nos íbamos oíamos al camarero que nos decía que todavía teníamos una consumición gratis, ni caso.
Tenía tal disgusto, que le dije de irnos a casa y el callado se dirigió a casa. Ya no me hacía nada de gracia ir a ningún local de esos. No sabía cómo mi amiga Mari podía ir. Solo pensaba en decirle a Eduardo, que llamara a Arturo y ya estaba, pero no me atrevía. Como todavía me encontraba algo cansada me fui a la cama y dormí toda la noche a pierna suelta.
Por la mañana cuando me levante, mi marido ya no estaba, no me entere ni cuando se fue a trabajar. Yo me baje a la calle y una vez que encontré a mi amiga Mari, la convencí, con la excusa de que no tenía niños a que se quedara un ratito más y las dos solas. No sabía cómo sacra el tema del sexo y los locales, pero hice una pregunta sin ninguna intención especial y fue lo que hizo falta.
*¿Qué tal el fin de año?
*Reventadita me quede.
*¿Tanto bailaste? -lo dije porque ella era muy bailona, nunca se cansaba-
*Que baile ni que tonterías. No te enteras Ana, así no se puede ir por la vida. Reventadita de follar, con unos y con otras.
*¿Pero no cenabas con la familia?
*Si, pero después nos fuimos de marcha a nuestro club liberal.
*Es que esos clubs, deben ser un poco raritos. De tanto mete y saca, la higiene no será muy buena.
*Pues es como todo, según al que vayas, porque los hay muy malos. Hay que saber dónde se van.
*Tampoco los ves anunciados, será como una aventura.
*Al principio sí, pero una vez que conoces el mundillo, es más fácil. Y si quieres triunfar, es ir vestida correctamente, pero a la vez con pinta de golfa, por no decir de puta. Qu eso es difícil de conseguir.
*Es que el otro día, en un canal local de televisión hablaban de estos sitios y no ponían bien a ningún local de estos.
*Pues seguro que hablarían de oídas, porque aquí hay como mínimo cinco locales buenísimos, un poco caros pero muy buenos. -dijo de retahíla sus nombres-
*Pues sí que conoces sitios. -logre memorizarlos- Pues no te imagino a ti, dale que te pego y tu marido mirando. -lo dije para despistar-
*Pues yo si me imagino, como tú dices, dándote que te pego a ti, entre mi Fito y yo.
*Ya estas otra vez. Que no y menos con una mujer.
*Tranquila que era una broma.
Cuando llegué a mi casa lo primero que hice fue, apuntar los nombres de los sitios que dijo, pero solo me acorde de tres. Antes de comer me puse a buscarlos, hice una búsqueda genérica, vi los tres locales y las opiniones eran muy buenas. Al final logré acordarme por los nombres que vi de los otros dos y también tenían buena opinión. Por curiosidad seleccione el de la noche anterior, pinche sobre su enlace y las imágenes que aparecían no tenían nada que ver con la realidad.
Cuando estaba comiendo oí abrir la puerta, era Eduardo, ya había comido pero dijo que se había venido, que por ese día ya estaba bien. Me trajo una orquídea y estaba muy zalamero. Algo quería. Me recogió todo lo de la mesa, me dijo que descansase. Alucinaba en colores, que simpático y hacendoso estaba. Se sentó conmigo.
*Perdóname por lo de ayer noche. Metí la pata. Tenía que haber seleccionado mejor.
*Una experiencia más, no pasa nada, no sería lo nuestro.
*Pero ya he encontrado otros sitios, que después de investigar mucho, tiene que estar bien. -saco un papel, con una lista- Ves aquí tengo nueve sitios, mira.
*Para que mirarlos si yo de eso no entiendo.
*Podíamos repetir una vez más, hazlo por mí. Elige tú el sitio, elige uno cualquiera, que seguro que traes la suerte.
*Mira Edu, no me digas que lo haga por ti, porque sabes que yo no quería, que lo hice todo por ti.
*Ya lo sé, pero una vez más, toma la lista y elige.
*Cogí el papel y vi entre todos los nombres, dos de los dicho por Mari y señalé uno sin darle importancia.
*Me dio un beso -lo note alegre, esa noche otra excursioncita-
*Pero Edu antes de que cantes victoria.
Nada de caricias con nadie, ni besos ni nada de nada. No quiero ir con obligaciones y tampoco quiero presiones allí.
*No había problema, harás lo que quieras hacer y nada más.
Como quedaba mucha tarde por delante, me cogí un libro que ya tenía empezado y me puse a leer. Veía a Edu mirando la televisión y cada dos por tres mirando la hora. No sabía lo que nos encontraríamos allí, pero lo tenía claro si era como el otro sitio o similar, se acabó de volver a ningún otro local de esos.
A diferencia de la noche anterior, cenaríamos fuera. Por lo menos cenaría bien. Me fui a arreglar y no sabía que ponerme. Retumbaban en mi cabeza las palabras de Mari, -
si quieres triunfar, es ir vestida correctamente, pero a la vez con pinta de golfa, por no decir de puta- mire el vestuario y unos los descartaba por ser muy puritanos, otros por ser de fiesta, estaba siendo difícil.
Hice una composición de varias prendas. Me puse una de mis minifaldas, medias con liguero, una camisa de botones, que con el pecho que yo tenía quedaba estrecha. Con un escote muy sugestivo, pero no me gustaba como me quedaba el sujetador, así que me lo quiete y me gusto como me veía. Para redondear me puse un tanga que me quedaba muy bien. Y como no, mis taconazos de siempre. Que siempre llevaba tacones, porque me realzaban mi culo y mis piernas.
Para no salir así y que me pudiera ver el vecindario, encima me puse una chaqueta a juego con la minifalda y un abrigo corto, que impedía que nadie me viera. Llegamos al lugar de la cena y me quite el abrigo, pero no la chaqueta, nada más llegar el camarero no paraba de mirarme las piernas. Tanto mi marido como yo, nos dimos cuenta. Durante toda la cena el camarero vino a nuestra mesa un montón de veces, por si nos hacía falta algo, me gustaba causar esas sanciones.
Después de cenar pedimos los postres, Edu pidió una copa de pacharán para él y para mí una de champan o cava, lo que tuvieran. Ya empezaba a tratar de ponerme en situación. Miro la hora y dijo, ya es hora de marcharnos son casi las once.
Llegamos al club de parejas a los 15 minutos. En el camino ya si me empecé a poner nerviosa, ¿sería como el de anoche? ¿Qué nos encontraríamos? ¿Cómo sería la gente? Como decía mi amiga Mari, ¿serían tan respetuosos? ¿nos encontraríamos a alguien conocido? ¿nos encontraríamos a Mary y Fito?
Estas dos preguntas ultimas, rápidamente me dejaron de preocupar, como me dijo Edu si nos encontrábamos a una pareja conocida, estaban allí por lo mismo que nosotros. Por otro lado, Mari seguro que no estaría porque ella venia los fines de semana, por lo que me dijo.
Por lo menos la entrada ya difería mucho de la de anoche. Se veía una entrada bonita y cuidada. Me llamo la atención, que, para acceder al local, había que tocar un timbre, segundos después apareció un chico, joven y fuerte, musculado, no exagerada la musculación. Con una camiseta con el nombre del local.
Fue muy amable, antes de entrar del todo, nos dijo el precio y incluía dos consumiciones por cada uno. Luego me imagino que, por nuestra cara, debió darse cuenta de que éramos novatos en esto, así que nos explicó el funcionamiento del local y lo que era más importante como interactuar con el resto de la gente. Dejando muy claro que un NO, nuestro o de otra pareja, era eso un NO y no se discutía. Que también había otra forma, si alguien nos rozaba un brazo y nosotros lo permitíamos era una aceptación, de igual manera si nosotros lo hacíamos -que hay tenía yo claro que no lo haría-
También nos dijo que había otra opción, que era si queríamos conocer a alguien, se lo dijésemos a él o a su compañera, que preguntarían y si quien fuera aceptar, nos presentarían. Por lo que vi todo muy bien organizado y no como la otra noche, a todo esto, el chico se llamaba Walter y era argentino. Luego apareció su compañera, Andrea, también una mujer muy bonita, que nos pidió disculpas, que ella era la que solía explicar todo y enseñar las instalaciones, pero que se lo había estado enseñando a otra pareja. Y cuando acabo con las disculpas, nos dijo, vamos a hacer el tour, cualquier duda, me preguntáis.
Cruzamos unas cortinas y guau, menudo lugar. Era precioso, estaba muy montado y con mucho gusto. Había muchas parejas. Todo el mundo se nos quedó mirando, me imagino que sería normal. Me fije que tenía razón mi amiga Mari. Las mujeres iban vestidas muy sexys, muy provocativas. Otras estaban con toallas enrolladas alrededor de su cuerpo. Eso haría que no me sintiera incomoda, pudiéndome quitarme el abrigo y la chaqueta.
Había una barra muy grande con dos camareros, uno de ellos era Walter. Luego nos llevaron a la zona de parejas. Donde solo podían entrar parejas, chicos solos no podían, salvo que fueran acompañados de una pareja -eso no lo entendí bien- en esa zona también nos enseñaron la zona del jacuzzi, que era inmenso, yo calculo que para unas doce personas. En ese momento solo había una pareja.
Luego había distintos reservados, en algunos había parejas que ya estaban en acción, en uno de esos reservados había una pareja follando y otra en la que ella agachada se la chupaba a un hombre. Estaban con total naturalidad, es más el hombre al que se la chupaban me guiño un ojo. Me estaba calentando por momentos. Andrea nos dijo que también existía la posibilidad de cerrar para que nadie pudiera ver, que eso era a nuestro gusto, que normalmente si se dejaba abierto era para dar la opción de que otra pareja pudiera interactuar con nosotros.
Luego pasamos a una zona bastante grande, donde en el centro había una cama inmensa, pero inmensa, algo exagerado, no se la gente que podrían caber ahí, pero una exageración. Rodeada de muchos sillones grandes, desde entre otras cosas se podía ver lo que hacían. También había muchas pantallas de televisión, donde se veía sexo explícito.
Luego pasamos a la zona de vestuarios, donde había unas taquillas, donde teníamos toallas y zapatilla tipo hotel, de usar y tirar. Donde nos explicó que hay podíamos dejar todo y ponernos unas toallas para estar más cómodos. Seguimos el camino y nos enseñó otra área donde había, el llamado pasillo francés, que simplificando por unos agujeros te podían meter mano. Al igual que había otro reservado donde había dos agujeros opuestos el uno al otro en la pared, desde donde te podían meter mano o meter un nabo y tu hacer lo que quisieras. Como también había una sala para sado y masajes.
La tercera parte era una zona donde había una pista de baile y junto a ella el famoso cuarto oscuro. Donde no sabías quien te tocaría. Para terminar, nos llevaron a la zona de chicos. Que cuando pasamos y los vi, vaya con los chicos, no había uno que estuviera mal. En esa zona se podía estar y si se quería se podía estar con alguno, lógicamente si él quería estar también. Más o menos fue así, algo se me olvidara, pero si luego me acuerdo lo diré.
Cuando acabamos regresamos a la zona de la barra, seguían mirándonos. Ahora quería ver la impresión que causaba cuando me quitara el abrigo y la chaqueta. Andrea nos pidió los abrigos para guardarlos. Yo me quite el abrigo, pero cuando me quite la chaqueta, alguno se puso nervioso, eso es lo que pasaba con mis tetas, no creo que ninguna de las que había allí, tuviera unas así y menos naturales como las mías.
Nos acercamos a la barra a pedir una copa, Eduardo se pidió un gin tonic y yo un benjamín de cava. Se veía que había buen ambiente, me dio la sensación de que casi todos eran habituales.
Estábamos comentando entre nosotros y como no, haciendo comparaciones con el local de la noche anterior. Teníamos una pareja junto a nosotros, eran bastante más jóvenes que nosotros, estaban los dos muy bien, aunque a mí la mujer me daba igual y él era igual de alto que yo y eso que yo estaba con tacones. Notaba como de una manera casual, el pegaba su espalda con la mía. Yo no hacía nada, dejaba ver qué pasaba. Eduardo se fijó en una pareja, que yo había visto que nos miraban desde hacía rato. Eran de una edad similar a la nuestra.
*Ana ¿Has visto a esa pareja?
*Si, no nos han quitado ojo desde que entramos.
*Podíamos ir a sentarnos con ellos, son de nuestra edad y están muy bien los dos.
*Vamos a aclarar una cosa. Ya te dije al principio, que no entendía y todavía no entiendo, que te guste verme con otro. Pero te deje bien claro que a mí no me gustaría verte con otra. Pero ahora me doy cuenta que lo que buscabas era esto, el poder enrollarte con otra tía. Pues ya nos podemos ir, yo no estoy dispuesta. -Todo se lo dije al oído, quería ver como reaccionaba-
*Que no es eso, yo me conformo con verte, contigo tengo más que suficiente, si no puedo contigo, no voy a poder con dos.
*Bueno da igual. Si quieres nos podemos ir, que ya se me ha cortado el rollo. -Lo dije con una falsedad increíble, no me conocía ni yo misma, pero tampoco conocía esa nueva faceta de mi marido-
Empezó a tontear conmigo, a decirme a mi oído, como me miraban, como me deseaban, las cosas que sabía que me ponían encendida. Yo mientras oía las cosas que me decía, observaba atentamente al resto de parejas. Veía algunas que se besaban entre ellos, una vez con uno, luego con otro, se les veía muy bien. Ya llevábamos un buen rato de pie en la barra y mis pies necesitaban un descansito, por eso le dije a Edu de irnos a una mesa. Las mesas eran como en los pubs, bajitas. Allí sentada se me tenía que estar viendo todo, pero me daba igual. En la mesa que nos sentamos quedaban dos sillones de dos plazas cada uno libres, uno a cada lado.
La pareja de la barra, la que había estado junto a nosotros se acercaron y nos preguntaron si nos molestaba que se sentaran, dijimos a la vez que no. Enseguida entablaron conversación con nosotros, eran bastante más jóvenes, pero eran habituales del local. Nos sacaron de muchas dudas y a él le era imposible no mirarme las tetas o las piernas, me hacía gracia el esfuerzo que hacía para evitarlo y eso que su pareja no se podía quejar que se veía que tenía bastante pecho también.
En la pista de baile que había cara al público, había bastantes parejas, que ya no sabía si los que bailaban eran parejas o estaban intercambiadas. Pero me ponía verlas como se besaban, se tocaban. Al final Edu dijo como nos llamábamos, ellos se llamaban Pedro y Silvia. Ella me dijo al verme mirar, que era más entretenida la pista del cuarto oscuro, me explico cómo era y cómo iba. Edu me propuso de ir a verla, ellos me animaron también, Edu y yo, nos levantamos y fuimos.
Apartamos la cortina y entramos, no había luz, sonaba música y se oía respiraciones fuertes, de excitación. Eso ya me ponía. Me abrace a Edu y bailamos, expectantes de lo que se oía. Había gente, porque enseguida chocábamos con otras parejas. Empecé a notar como me acariciaban la espalda y se lo dije a Edu, el al oído me decía que tranquila. El dueño de la mano cogió confianza y ya la tenía tocándome el culo. Quería desde atrás meterse entre mis piernas y al final cedi. Me tocaba de maravilla, yo agarrada al cuello de mi marido me derretía, el me oía y notaba como se excitaba. Pero la incertidumbre de no ver quien me tocaba, me hizo salir. Lo mismo luego físicamente no me gustaba.
Cuando regresamos a la mesa, Silvia muy bajito me pregunto qué tal, yo la dije que si te descuidas te violan ahí y soltamos unas buenas carcajadas. Su pareja me gustaba un montón, pero sabía que no ocurriría nada, porque a su marido no le dejaría hacer nada y entendía que en eso estaba en desventajas. Lo que me apetecía era pasar a ver a alguno de los chicos solos, que alguno me gusto.
Nos explicaron que, según el día de la semana, había una temática. Desde tríos, a ganbang, a intercambios de parejas, orgias y más cosas. Pero que no era obligatorio participar. Podías hacer otras cosas. Me dio corte, pero pregunte qué era lo del ganbang y cuando me lo explico, me aguante la risa, porque eso ya lo había probado el día de mi estreno en este nuevo mundillo.
A mis preguntas de lo más divertido o entretenido, ella me dijo que si quería mejor me lo enseñaba. Se levantó le dijo a Pedro y Edu que ahora volvíamos, que me iba a enseñar unas cosas. Fue directa al reservado de los dos agujeros. Pasamos y cerró la puerta. Me dijo que me pusiese entre los dos agujeros y enseguida estaban dos manos metiéndome mano, me miraba y me sonreía. Al rato aparecieron dos nabos por los agujeros, uno de tamaño normal y otro de tamaño importante. Me entraban ganas de tocarlos, comérmelos, pero me hice la cortada, entonces Silvia me cambio el sitio y les hacia una paja a cada uno, a dos manos y luego se las comía también, lo que más me llamo la atención era el énfasis que ponía y como me miraba mientras lo hacía. Ya estaba más que caliente, estaba cachonda perdida. Nos salimos de allí y lo único que comento era que su chico la tenía más grande y hermosa.
Nos volvimos a sentar con Edu y con Pedro. Tenían por lo que se ve una charla muy entretenida, cuando mis ojos se clavaron en un tío, no sabía de donde había salido. Iba con una toalla enroscada a la cintura, o era muy moreno -que no lo creía- o era un mulato con un cuerpo de campeonato. Se me noto tanto, que Silvia me dijo que cerrara la boca y nos reímos. Me dijo que lo conocía, que era norteamericano, que se llamaba Andrew, -no sé si está bien escrito- que tenía 29 años y venía con su mujer. Me conto también que ya habían tenido relaciones con la pareja y que él es un toro, que era como agridulce, tierno y bestia a la vez. Y que lo que tenía allí abajo era como una barra de acero. Me pregunto si quería conocerlo, no me atreví a decirle que sí, pero como buena mujer me entendió.
Había ido a la barra a por bebida, llevaba un vaso en cada mano y lo llamo, se dieron dos besos y nos presentó, tuvo que dejar un vaso encima de la mesa para dar la mano a Edu, pero a mí me dio dos besos y el muy ladino, saco la punta de la lengua y me rozo los labios, que caradura, pero me hizo mojarme del todo ya. Se fue para dentro y despareció, pero al rato vino con su mujer, que se llamaba Ruth, me dio un repaso de arriba abajo y me dio dos besos. Era delgadita, con mucho culo, muy prominente, pero reconozco que muy bonito, ya quisiera el mismo para mí, era mulata también y con poco pecho.
Se sentaron con nosotros. Yo sabiendo que ellos cuatro ya habían hecho intercambios de pareja, lo mismo pensaban que nosotros también. Era una pena que estuvieran las mujeres, porque de estar solos y tan lanzada como estaba, no se hubieran escapado. Le hacía señas a Edu, pero iban en el sentido de irnos a la zona de chicos y buscar a uno. La mulatita estaba también con una toalla. Silvia dijo que ella se iba a poner una también y me dijo que se estaba así mas cómoda. Respiré hondo y dije que la acompañaba. Nos fuimos a cambiar y se vino Ruth también. Silvia tenía todo un cuerpazo, un pecho muy bonito, unos pezones oscuros y muy grandes -más que los míos-
Me dio un poco de corte desnudarme delante de las dos, pero trate de que no se me notara. Una vez que lo hice recibí elogios de mi cuerpo por parte de ellas y Ruth dijo, unas tanto y otras tan poco, lo hizo agarrándose sus tetas haciendo una mueca con su cara, se la veía graciosa.
Mi marido no se enteró de lo que yo quería en la zona de chicos y tampoco se enteró que fui a ponerme la toalla. Pedro dijo que el también iría, que están en desventajas, Edu le imito y se fueron los dos. Quedándonos Andrew y nosotras tres solos. El me miraba y me ruborizaba, primero por unos ojos claros que tenía, que no creía posible en un mulato y segundo porque su mirada me penetraba. Él estaba sentado a mi lado, hablamos entre los cuatro y como si estuviéramos solos, el me tocaba la rodilla.
En un principio pensé y lo digo de verdad, que era una cosa normal, sin ninguna intención. Pero luego la fue subiendo, yo miraba a las otras dos que seguían hablando y lo veían con total naturalidad. Yo no sabía qué hacer. Hasta que llego donde quería llegar, al no tener nada debajo, note rápidamente sus dedos, yo ya no hablaba, ellos sí, yo estaba fritita. Vi como Silvia rozaba suavemente el brazo de Ruth y se daban un buen pico. Me quede helada. Pero ya había visto varias mujeres allí hacer lo mismo, por lo que sería normal.
Tenía que aclarar las cosas con Silvia, ya que con ella había cogido un poco de confianza. Así que la di un toquecito en la pierna y dije que iba al aseo. Ella lo entendió y vino conmigo. Nos metimos en él.
*Silvia, no nos conocemos prácticamente, para mí esto es un mundo nuevo. Pero no quiero que nada resulte violento.
*Tranquila que te veo muy nerviosa. Aquí se viene a pasarlo bien y a olvidarse de los problemas.
*Ya, si eso lo tengo claro. Es que te quiero explicar algo para que no haya malos entendidos. Mira mi marido es el que se ha empeñado en esto, pero no podemos hacer intercambios porque él no participa.
*Vaya tontería, eso no es ningún problema, por lo menos para nosotros y hablo también por, Andrew y Ruth.
*Pues no entiendo cómo.
*Ya sé que es mucho decir que confíes en mí, pero hazlo. Siempre tienes tiempo de decir que no. Nos vamos a un reservado todos y ya está.
*Pero otra cosa, he visto el morreo que os habéis dado Ruth y tú.
*Si somos, bisexuales.
*Por eso, ya me lo imaginé al veros. Pero yo solo con hombres.
*Entendido, no pasa nada.
Volvimos a nuestro sitio. Nada más sentarse cotillearon algo entre Ruth y Silvia, vi como Ruth sin quitarme ojo me sonreía. Supuse que le conto lo que hablamos. Pero quería explicárselo a Edu, aunque había sido idea de él, quería darle otra oportunidad de arrepentirse. Le dije que me acompañase un momento y nos disculpamos.
*Mira Edu, tal como está la noche, hay tres opciones. Que este con estos dos, que busquemos a un chico solo o simplemente, que nos vayamos. Decidas lo que decidas me parecerá bien.
*Lo sabía.
*¿Qué sabias?
*Que eres muy puta. Me dijiste que no querías ni besos, ni caricias ni nada de nada y ahora mira.
*Pues está claro nos marchamos -No me esperaba esa contestación-
*Que nos vamos a ir. Ni loca. Quiero verte y prefiero verte, mejor con dos que con uno.
*Te lo repito estas a tiempo de que nos vayamos por donde hemos venido.
Me agarro de la mano y no me contesto, me dio un beso y volvimos a la mesa. Yo imaginaba que ya habrían hablado entre ellos y al ver que regresábamos ya sabían lo que había. Querían ir a la súper cama, con todas las parejas que hubieran allí, eso me freno, me cortaba no saber desenvolverme allí, además que se podría acercar cualquiera, para la primera vez no me veía en esa situación.
Silvia se debió de dar cuenta y dijo que mejor para el primer día en uno de los reservados, que sería más discreto, menos mal que se dio cuenta. Fuimos para allí los seis. Una vez que llegamos pusieron como unas sábanas de usar y tirar, todo muy higiénico. Yo no sabía exactamente qué hacer, espera ver que hacían el resto. Ellas se quitaron las toallas y quedaron completamente desnudas. Las dos tenían los pezones duros, sobre todo se le notaban a Silvia. Ruth se acercó a mí y tiro de mi toalla quedándome desnuda también. Sus maridos miraron rápidamente mi cuerpo, por sus ojos les debió gustar lo que vieron, cosa que me agrado y me excito.
Me tumbe con ellas en la cama, Pedro se quitó la toalla y la tenía un tamaño normal, pero el grosor era desproporcionado para el largo. Ni Arturo, que me vino rápidamente a la cabeza. Pero cuando Andrew se quitó la toalla, Silvia no me había mentido, muy negra más que el resto del cuerpo, depilada, bien grande y hermosa, hacia honor a la fama de los negros, mulatos. Y eso que no estaba en erección del todo. Cuando lo estuviera seria la repanocha.
Se acercaron a mí, era como si lo hubieran hablado. Fue darme un beso el americanito y como descorchar una botella de champan, explosione y ya me daba todo igual. Fue como el pistoletazo de salida en una carrera. Lo besaba con ganas. Mientras notaba como me comían mi cuca. Lo estaban haciendo de maravilla. Zarandeaba mis caderas para facilitar que me comieran bien. Sin dejar de besarme con Andrew y con una mano tocaba ese nabo maravilloso, que notaba crecer en mi mano, que me costaba agárralo bien, que exageración. No lo veía, pero solo con la paja que le hacía, el recorrido que hacía con mi mano era tremendo.
De una forma muy ágil dejo de besarme y se colocó a horcajadas, colocando su nabo entre mis teas, se hacía una paja con ellas y podía chuparle la cabezota de la polla, que demasiado, estaba frenética. Cuando de pronto siento que me comen un pezón, me lo lamen. Y veo a Edu de pie pegado a la pared sin perderse nada. Una de las tías me estaba lamiendo el pezón. Pero lo peor vino cuando vi a Pedro acercar su nabo a mi boca. Eso quería decir que quien me comía tan divinamente mi cuca era una de ellas. Hice amago de quitarme, pero tal como estaba me era imposible y Andrew, me decía zorra chupa y no te preocupes. Pedro que bien la chupa, ya verás.
Me habían preparado una trampa, pero lo cierto y tal vez lo que más me molestaba era que me estaba gustando. Sobre todo, la comida de cuca, que nadie me hizo una igual. Cuando vieron que ya me di por vencida, Andrew se colocó de lado, para que me comiera mejor los dos nabos, puede ver que la que me comía las tetas era Ruth, así que era Silvia la que habiéndole dicho que no, me estaba matando de gusto. Tuve un orgasmo brutal, me doblé completamente del placer que recibí. Cuando acabo se acercó Silvia a mí, con una gran sonrisa y sus labios llenos de mis líquidos, no sé porque nos besamos. Silvia les dijo a los dos hombres que ya estaba preparada, yo no sabía a qué se refería, pero pronto lo descubriría.
Andrew se tumbó y me cogió como si fuera una pluma, haciéndome sentar sobre su gran nabo. A pesar de estar totalmente chorreando, note cada milímetro de nabo entrando, de cómo me rozaba y costaba. Pero me llenaba de placer, una vez que la tuve toda dentro, nos quedamos un ratito quietos, me tenía que acostumbrar y eso me llenaba de calentura. Luego Pedro se puso detrás y me agache para facilitarle lo que quería hacer, su nabo me entro bien y rápido. Oía a Ruth y a Silvia, decir a mi marido menuda putita que tienes, como se la han metido de rápido, el culo lo tiene bien estrenado ya, mírala como goza. Yo las oía y ya nos movíamos los tres, era una gozada. Mira la cara de puta que se la va poniendo y vi como mi marido me miraba, su mirada era penetrante de pervertido. Pero lo que más me choco, era ver con que furia se hacia la paja.
Yo sabía de su deseo por oírme decirle algo, pero delante de tanta gente no me salía, cuando estábamos solos sí, pero lo intentaba y no podía. Ruth me quito los pensamientos cuando se acercó y me beso intensamente en la boca. Me supo a gloria, quien me lo iba a decir, besándome yo con otra mujer. Sentía además como muchas manos me acariciaban, tanto de hombre como de mujer, tenía todos mis sentidos a flor de piel.
Me encantaría que se corrieran dentro de mí, sin preservativos, notar directamente l contacto de su carne con la mía, pero mi marido no dejaría. Pero de todas maneras estaba cerca de un gran orgasmo lo presentía y así paso. Notando como pedro se corría conmigo. Fue bárbaro, increíble, la segunda doble penetración, pero me gusto esta más que la primera vez.
Andrew, cambio de posición, me hizo colocarme al estilo perrito y colocándose detrás sin arrodillarse, se quedó como de cuclillas, me la empezó a meter por el culo, se notaba bastante más que por mi cuca, peo me gustaba, además el que Pedro probara antes yo creo que me vino bien. Pedro ahora se lo hacía con Ruth y Silvia me dijo al oído, mientras Andrew me la metía muy bruscamente, arrancándome auténticos gemidos, que yo diría más bien alaridos, pero de placer, que me iba a dejar Andrew bien follada que era un auténtico semental. Era portentoso la manera que tenia de follar, que fuerza.
Silvia tenía razón, su ritmo era endiablado y más en esa posición. Silvia se metió como pudo debajo y me comía los pezones, que estaban durísimos, manejaba bien su lengua, aunque eso ya lo pude comprobar cuando me comió mi cuca. Entre los dos me tenían totalmente desencajada del placer que me daban. Ahora Silvia se colocó abierta de piernas delante de mí, vi el brillo de su cuca, se veía muy mojada, no hacía falta que me dijera lo que quería, lo entendí perfectamente, pero no podía, sentía cierto rechazo.
Silvia me decía con un tono entre ordeno y mando, pero a la vez como con suplica, que la comiera el coño. Ni cuca ni dada, me decía que su coño necesitaba una buena lengua que se lo comiera. Se la veía muy excitada pero no, no podía.
Andrew entonces sin sacármela, se puso de rodillas y me dio un azote en mi culo, diciéndome, perra cómeselo, vamos, no te hagas de rogar, que te gustara. Menudo tortazo me dio en el culo, pero no me molesto, si me sorprendió. Pero no consiguió que le hiciera caso. Entonces se agacho sobre mí y me hizo caer mientras me follaba el culo. Quedando mi cabeza entre las piernas de Silvia. Su olor era a hembra excitada, no olía mal, era un olor penetrante.
Andrew cogió mi cabeza y me la puso justo en la cuca de Silvia, que, al notar mi boca, aunque no hiciese nada, se estremeció. Se movía como una culebrilla, restregando toda su cuca por mi boca. No sé porque al final empecé a chuparla, lamerla y comerla. Primero con mucha timidez, pero según notaba su excitación, me fui animando y calentando. Se oían gemidos por todos los lados, Silvia decía que se correría ya y eso hizo que yo me pusiera igual, nos corrimos a la vez y luego lo hizo Andrew, mientras yo relamía los jugos de Silvia.
Una vez terminamos, yo creía que haríamos un descanso y volveríamos, pero no fue así, ellos al día siguiente tenían que madrugar para trabajar y se tenían que marchar, que al final se les hizo tarde. Tampoco me importo mucho, porque estaba cansada del ajetreo, pero no me hubiera importado seguir un ratito más.
Cuando nos levantamos nos pusimos las toallas y salimos, yo necesitaba tomar algo, me temblaban las piernas, era necesario que me tranquilizara, por lo que mientras ellos se iban a cambiar, nosotros nos sentamos donde antes. Edu pidió un benjamín de champan para mí, aunque lo que le pedí fue agua.
Ya me iba relajando, cuando aparecieron las dos parejas vestidas para marcharse, se acercaron y se despidieron, no hubo entrega ni petición de números de teléfono, solo Silvia, que dijo la próxima vez será más divertido, ya que has roto la barrera, ya se te han quitado los prejuicios y me dio un beso en la boca.
Edu no decía nada, solo tenía curiosidad por saber que paso cuando Silvia me llevo dentro, que es lo que me enseño. Le dije que el reservado de los dos agujeros, como quería verlo fuimos. Entramos y cerró la puerta. No aparecía nadie, no asomaba ninguna mano ni nada. O bien los chuicos estaban ya ocupados o lo mismo se habían ido.
Pero Edu tenía ganas de marcha y allí mismo empezó a besarme y a tocarme. Mientras estábamos los dos liados, note como una mano se metía por detrás de mí, se lo dije a Edu y me dijo que abriera bien las piernas, que se lo facilitara. Las abrí y le dije a Edu, así de abiertas está bien, el me quito la toalla y al verme con las piernas bien abiertas, me dijo que así puta.
Luego la mano desapareció y como era de esperar, apareció un nabo que estaba bien. Edu me animo a que lo chupara y me agache para hacerlo, mientras Edu me la metió por atrás, por fin participaba en algo el pobre, pero se corrió al segundo, nunca había durado tan poco y menos después de haberse corrido varias veces. Pero yo seguí a lo que estaba y debía de hacerlo muy bien, porque el tío no aviso, note como se ponía tenso, lo que quería decir que se correría, pero no me quite y recibí toda su corrida dentro de mi boca. Se la limpie bien, no me trague nada, me levante y le di un beso a mi marido, notando el, toda la lechada que había en mi boca. Hizo un gesto como de quitarse, pero fue todo lo contrario, menudo beso que nos dimos.
Ya nos vestimos y nos fuimos para casa, en el camino poco hablamos, íbamos callados, me gustaría saber lo que pensaba. Llegamos a casa y fui yo la que inicio la conversación.
*Lo mismo estamos yendo demasiado deprisa, en todo esto. -lo dije para saber que pensaba el-
*Yo creo que vamos bien. Lo único que falta, es lo que te dije, que te sueltes más, que interactúes mas conmigo diciéndome cosas.
*Lo he intentado, pero no he podido. Dame tiempo. Pero hay otra cosa que me preocupa más.
*Tu dime, el que y lo hablamos.
*Lo mismo suena basto, pero te das cuenta de que me estas emputeciendo.
*¿A qué te refieres?
*Te seré sincera, he pasado de un no rotundo, al ver al mulato y pensar en follármelo en ese mismo momento, te parece poco, a eso.
*Pues entonces todavía no estas emputecida como a mí me gustaría.
*¿Y qué es lo que te gustaría?
*Que estés deseando follar todo el día. Que me digas de todo cuando te follan. Que tengas muchas fantasías y me las cuentes.
*Esa cabecita tiene demasiadas cosas, ya lo hablaremos con tranquilidad.
Nos cambiamos para ir a dormir. Eduardo se acostó primero y yo me quede desmaquillándome y otras cosas. Cuando llegue a la cama, el ya dormía tranquilamente. A mí me costaba dormir. Pensaba en todo lo sucedido, en como había cambiado mi vida. En que no haría nada más con ninguna mujer. Hasta donde quería llegar mi marido. Cuál era su tope. Al oírle me daba la sensación que le parecía poco, que esperaba más. Era como si buscase algo, que no me quería decir. Como si fuese la búsqueda del tesoro y yo era la que tenía que descubrirlo.