Mi primera vez y el auto-stop
Mi primera vez
Hola, os quería contar lo que me ocurrió el otro día yendo con el coche cerca de un pueblo de costa.
No suelo hacerlo y de hecho fue la primera vez, pero en esta ocasión recogí un autoestopista que había cerca del puerto.
Me quedaban bastantes kilómetros para llegar a mi destino y no sé si fue el aburrimiento por tantos cambios de emisora de radio o que vi en él a un chico de confianza.
Como es lógico, el chaval me agradeció que le llevara y pusimos sus cosas en el maletero.
- Ya me dolían los pies de tanto tiempo que llevo. - Me dijo sonriendo.
Era un chico normal, al igual que yo, ambos en la media, ni altos, ni bajos, ni gordos, ni delgados, ni guapos, ni feos.
Olía bien y se le veía aseado, vestía vaqueros y camiseta blanca.
Yo por mi parte le empecé a dar conversación, que no se preocupara y que así nos haríamos compañía durante el trayecto.
Me contó que había estado embarcado durante un par de años y que volvía a casa, muy cerca de mi destino final.
Charlamos sobre temas varios y fuimos haciendo confianza, se veía alguien culto, con muchas vivencias, momentos buenos y momentos malos.
Ambos teníamos alguna historia que conectaba con la otra y fuimos riendo y charlando como dos viejos amigos durante buena parte del trayecto.
Fue así como llegamos al tema de la soledad en alta mar y los largos periodos sin practicar sexo.
Bueno, al fin y al cabo siempre puede uno desahogarse solo. - Le dije.
Jaja, cierto, pero donde se ponga una buena compañía, en esos momentos tan fríos en la mar, se agradece. - Sonrió y me miro a los ojos.
Yo nunca he tenido mucha afición por mi mismo sexo, pero sí que he tenido mis fantasías y muchas veces he disfrutado con videos de dos o más chicos juntos.
Vaya, deberíamos dejar este tema, llevo mucho tiempo sin probar cacho y me pongo muy excitado solo con hablar de estas cosas.
No te creas, pero yo también me pongo mucho casi sin esfuerzo. - Le dije a la vez que sin poder evitarlo mi mano fue directa al bulto que se apreciaba en su pantalón.
Él no solo no la aparto, sino que hizo el mismo movimiento con su mano izquierda y me comentó - Desde luego vaya par estamos hechos los dos, jajaja.
Sin poder evitarlo ni queriendo, abrimos ambos la cremallera del otro y nos la sacamos para poder acariciarnos mejor.
Mientras íbamos pajeandonos le comente - Creo que lo mejor será parar en la próxima área de servicio antes de tener ningún problema.
- Desde luego que sí. - Me respondió, - Estas pollas piden lengua a gritos, jajaja.
Como habíamos acordado paramos en el área de servicio y nos fuimos a un lugar oscuro y apartado.
No tardamos mucho en pasarnos a la parte trasera y quedarnos completamente desnudos.
Con más comodidad, no tardé en empezar a lamerle y saborear todo su cuerpo, no tenía ninguna experiencia, pero sabia como me gustaba a mí y creo que eso fue mas
que suficiente.
Él cómo no, disfrutaba y se retorcía de placer, no decía nada y solo gemía de gusto.
Para mí fue como un imán, no podía dejar de lamer, introducir hasta el fondo aquella polla, dejar que me llenara completamente la boca, pasarle la lengua por los lados,
por debajo, estaba poseído.
Poco después noté como se iba abriendo paso con sus dedos en mi agujerito virgen, no me importaba lo mas mínimo.
Desde luego no estábamos en la mejor postura ni la mas cómoda, pero eso no era lo importante, estábamos disfrutando y mucho.
Me dijo suavemente. - Súbete en mi polla y cabálgame.
Y desde luego, quien se puede negar a una petición así.
Aunque no lo había probado nunca, si había jugado con un par de dedos antes e incluso intentado algunos objetos con anterioridad, pero como decirle que no a una polla
de la que tu boca no puede separarse.
Fui despacio sintiendo una gran presión, pero sin dejar de introducir, sentí bastante dolor, pero lo achaqué a mi falta de práctica, cosa que más tarde comprobé.
Dejé escapar un poco, volví a bajar y otra vez mas, hasta que por fin la tenía entera para mí.
Que sensación, era algo nuevo para mí, deje que se acoplara mi culo a su polla y ahí fue cuando nuestras lenguas se conocieron por primera vez.
Nos besamos y sin darme cuenta estaba subiendo y bajando, al principio despacio y después mas y mas rápido.
Notaba como si era algo que me había faltado durante muchísimo tiempo y por fin estaba completo y mi polla estaba en su máximo apogeo.
No pude remediarlo y de pronto vi como me corría, incluso sin haberme tocado la polla para nada.
Mi leche cayó en su pecho y en su cara, mientras la recogía con su lengua y nos la íbamos pasando el uno al otro.
Me dí la vuelta y ahí fue donde me folló a la máxima potencia.
Me embestía y me embestía y no podía creer el gusto que me estaba dando, era algo insuperable.
- Quieres que me corra dentro o te la quieres tragar. - Comentó.
No me pude resistir a probar directamente en mi boca la sensación de una corrida como la que iba a venir y así se lo dije.
- No quiero que se desperdicie ni una gota. - Dije mientras me volteaba.
Que caliente estaba, como chocaba con las paredes de mi boca, pasaba por mi garganta y no tenia fin.
Fue algo exquisito e irrepetible.
Compartimos con besos los restos de mi boca y estuvimos durante un buen rato abrazados disfrutando del momento.
Luego seguimos camino y llegados a destino, nos despedimos como dos viejos amigos, prometiéndonos un nuevo encuentro.