Mi primera vez, sexo con amor

Lo que les voy a narrar sucedió cuando yo tenía 18 años y estaba en el ultimo año de la prepa...

Lo que les voy a narrar sucedió cuando yo tenía 18 años y estaba en el ultimo año de la prepa. Era un excelente alumno con muy buenas notas y cumplimiento lo que me valió para postularme para una beca en la técnica superior. Soy de físico menudo, mas bien bajo, de piel blanca y pelo negro que dejé crecer y sujeto en una coleta, tengo ojos grandes y boca bien marcada pero con rasgos finos. Tengo que confesar que mis modales siempre fueron un tanto afeminados lo que me trajo algunos roces con mis compañeros que normalmente se mofaron de mi y, en algunos casos, hasta llegaron a manosearme en los vestuarios.

Mi secreto era que me encantaba usar ropa interior femenina que jamás nadie me vió puesta. Normalmente usaba ropa holgada lo que disimulaba un poco mi afeminamiento.

El día de la evaluación para la beca vino un profesor adjunto a darnos instrucciones, tenía mas o menos 25 años, alto, atlético y con un porte tan masculino que no pude dejar de sentir un estremecimiento cuando lo vi por la atracción que me inspiró. Terminó con sus instrucciones y luego de la prueba nos fue citando de a uno en una oficina privada.

Confieso que cuando me tocó el turno y entré a la oficina estaba como estremecido, el se dio cuenta y con voz tranquilizadora me hizo sentar en una silla frente a su escritorio, yo casi no podía hablar. Al final, para que me calmara me dijo, el se levantó de su sillón se paró detrás mio y comenzó a darme masajes en los hombros hacia el cuello, el contacto me electrizó y una emoción profunda me invadió como dejándome llevar en una sensación que jamás había sentido. Esas manos grandes, al mismo tiempo que me masajeaban iban como apoderándose de mi voluntad, sentí que podría llegar a hacer lo que el me pidiera. En un momento que sus dedos recorrían mi cuello y nuca, volteé la cabeza y le di un beso muy suave en una de sus manos. Las manos se volvieron acariciadoras y me recorrieron los hombros, el cuello y la cara. Se tiene que haber dado cuenta que el clima se tornó muy sensual, como eléctrico y retornó a su sillón, no pude dejar de ver el tremendo bulto que se notaba debajo del pantalón.

Me dijo donde vivía y que con gusto me iba a recibir para completar la entrevista ya que mis nervios no me permitieron hilvanar la presentación que tenía que hacer. Como el día siguiente era sábado y no hay clases quedamos en que a la mañana yo fuera por su departamento, me insistió que me vistiera con la ropa mas cómoda que gustara para no sentir la presión de una indumentaria estudiantil.

Esa noche luego del baño me puse una crema suavizante en la piel, me quité hasta el ultimo de mis vellos y cepillé mi pelo como nunca. Dudaba que ponerme de ropa interior hasta que elegí una bikini roja que se pegaban a mis nalguitas y contrastaba con la blancura de mi piel. Casi no pude dormir. No les voy a contar todo lo que pasó por mi cabeza desde la entrevista hasta que el día siguiente toqué el timbre de su departamento. Abrió su puerta y me invitó a entrar, me pidió disculpas si encontraba un poco de desorden pues vivía solo. Yo me había soltado el pelo que me caía hasta los hombros y no pude evitar que mis modales fueran mas femeninos que nunca. Me invitó con café, cuando tomé la taza me temblaban tanto las manos que me ayudó a sostenerla y el mismo se encargó de llevarla hasta mis labios mientras me pasaba uno de sus brazos por detrás. Así, semi abrazados me miró directamente a los ojos y muy suavemente puso su boca sobre la mía en un dulce beso que selló mi sumisión por lo que quisiera hacer de mi. Nos besamos suave y largamente, su lengua recorrió mis labios y se introdujo en mi boca mientras nuestros cuerpos se pegaban en un abrazo en el que yo sentía que me diluía. El con su físico alto y atlético y yo tan pequeño me sentía totalmente abarcado por el, como poseído...

El beso se hizo apasionado mientras sus manos me recorrían la espalda hasta mis nalguitas que cabían en una sola de sus manos quedando su dedo medio entre ellas en una suave caricia que me estaba haciendo sentir cosas que no podía controlar.

Se sentó en el sillón conmigo parado frente a el, seguía besándome en la boca hasta que lentamente sus labios comenzaron a pasearse por mi cuello ...... me desabrochó la camisa y me la quitó. Con sus labios y lengua recorría sin prisa mi pecho deteniéndose en mis tetillas chupando mis pezones mientras sus manos me recorrían todo el cuerpo desde los tobillos hasta el cuello. En un momento me dio la vuelta y me sentó en su regazo..... mientras sentía su miembro duro a través de la tela de nuestros pantalones con su boca me recorrió la espalda mordiéndome suavecito en la nuca. No se como me quitó el pantalón, me elogió la bikini roja que me puse en su honor mientras sus dedos se paseaban por mis piernas desnudas sin un solo vello y su boca alternativamente iba de mi espalda a mi pecho, con unos besos que se iban haciendo mas apasionados en mi cuello, garganta y nuca ..... yo ya deliraba de deseo. Se quitó su camisa y pude acariciar y besar ese torso musculoso del gigante que me tenía en su regazo como si fuera una muñequita.

Me levantó en el aire y quedé arrodillado entre sus piernas frente al tremendo bulto que levantaba su pantalón, se abrió el cinto, el cierre, se quitó el pantalón y su slip, lo que descubrió no lo podía creer ...... el primer pene erecto que veía en mi vida me pareció gigante .... mas de 20 cmtrs de carne dura y palpitante, de un grosor considerable y de un color rosado intenso que en su cabeza se tornaba rojizo. Me llevó a tomarlo con las manos y me pidió que lo besara ....era lo que mas quería del mundo ...... acerqué mi boca y tímidamente lo besé en la punta, no lo podía creer, esa piel suave como nacarada, caliente y vibrante, lo lamí produciéndole un gemido de placer que me motivó aun mas a seguirlo besando y lamiendo, con mis labios y lengua lo recorrí desde la base hasta el extremo una y otra vez hasta que ya sin timidez hice entrar en mi boca toda la punta, apenas cabía pese a que tenía la boca todo lo abierta que podía, lo lamí, lo chupé, lo besé sin poder parar, como con desenfreno, mi boca recorría ese miembro tan deseado hasta que llegaba a la punta que hacía entrar en mi boca para chuparlo y lamerlo.