Mi primera vez mamando
Mi primera relación gay fue chupando varias pollas a la vez.
Los hechos sucedieron hace unos pocos años, tenía yo 30 por entonces. Siempre he sido un chico hetero pero últimamente empezaba a llamarme la atención mi mismo sexo. Sobre todo me preguntaba que podría sentirse al chupar una polla. Era algo que me rondaba mucho la cabeza y la idea cada día me excitaba más. Primero empecé a ver vídeos y fotos por Internet que aumentaban mi curiosidad y deseo, y poco a poco empecé a introducirme en los chats. Primero, sin pensar siquiera en quedar con alguien en algún momento, si no únicamente por el morbo que me daba verme ahí metido. Con el tiempo fui empezando a chatear y a conocer gente. Les comentaba mi situación y casi siempre trataban de convencerme para quedar ya que según me decían era algo muy apetecible: 30 años, buen cuerpo, discreto, sin experiencia, casado pero yo nunca me atrevía a dar el paso y simplemente me limitaba a charlar sin más. Esperaba a dar con alguien que me inspirara la confianza necesaria para dar el paso. Así fue pasando el tiempo hasta un día que conocí a alguien que me llamó la atención. No tenía nada especial respecto al resto pero por lo que fuera me inspiraba confianza, era maduro, de 45 años y eso me gustó bastante. Prefería alguien mayor que yo ya que pensaba que así sería alguien serio y discreto. Charlamos durante bastantes semanas y me fue contando cosas, como que tenía pareja, un chico de 29 años y que vivían juntos. También me decía que eran muy liberales y quedaban muchas veces con otros tíos, juntos o por separado. Yo por supuesto le contaba mi situación y él insistía en que cuando estuviera preparado podía quedar con él o con él y su pareja si lo prefería. Ese detalle que al principio me pareció exagerado, poco a poco empezó a darme morbo también.
Así llegamos a un punto en el que un día decidí que tenía que dar el paso, porque mi deseo iba en aumento y la curiosidad ya era inaguantable.
Fue un lunes de tarde cuando chateando con él (solíamos hacerlo por las tardes yo desde mi casa y él en el trabajo) le dije que estaba preparado y que podíamos quedar cuando él lo viera bien. Se alegró mucho al saberlo, y más aun cuando le dije que podía estar también su novio si quería. Por supuesto concreté bien los términos del encuentro antes de cerrar la cita. Yo quería experimentar la sensación de chupar una polla, ya fuera la suya o la de los dos, pero sin que hubiera penetración ya que era virgen y para eso no estaba preparado ni me atraía. El estuvo de acuerdo en todo así que sin más quedamos para el día siguiente a las siete en su casa.
Desde que me levanté por la mañana estuve muy nervioso pensando en lo que me esperaba. Más de una vez creí que me echaría atrás a última hora pero a la vez sentía un hormigueo en el estómago al imaginarme la situación. Las horas pasaban muy lentamente hasta que dieron las seis y acabó mi jornada de trabajo. Salí y fui dando un paseo muy despacio hasta el lugar de la cita. La dirección estaba a apenas veinte minutos de mi trabajo así que llegué antes de tiempo y en vez de picar en el piso opté por seguir paseando un poco más ya que los nervios me atenazaban y no sabía si seguir adelante o echarme atrás. Así estuve hasta que llegó la hora acordada. Estaba en ese momento en el portal y casi me temblaba la mano cuando pulsaba el botón del piso, me había decidido a seguir hasta el final. Una voz grave me contestó al otro lado y tras identificarme me abrió el portal. Subí las escaleras muy despacio mientras sentía que el corazón se me iba a salir del pecho hasta que llegué a la puerta. Piqué y casi al instante se abrió. Delante de mi había un hombre de unos 55 años más o menos, no eran los 45 que me había dicho por el Chat, eso me asustó un poco pero no supe reaccionar y me dejé llevar, medía 1,70 más o menos (como yo), era moreno con poco pelo y bastante delgado. Tras darle la mano accedí a su invitación de pasar.
Cerró la puerta tras de mi y me señaló hacia la primera habitación que encontramos.
-Entra ahí y desnúdate, puedes dejar la ropa en esa silla y luego pasa al salón que está al fondo a la izquierda- Yo asentí y entré en la habitación mientras él se iba al salón.
Me quedé totalmente desnudo y salí al pasillo, caminé tímidamente hasta que llegué a la entrada del salón y me quedé allí parado a la entrada sin saber que decir y presa de los nervios, casi esperando instrucciones. A la derecha del salón había un gran armario con una televisión en la que se estaba viendo una película gay, al fondo junto a la ventana estaba el hombre que me abrió la puerta (llamémosle Juan) que estaba sentado en una mesa tecleando con destreza y mirando fijamente la pantalla del ordenador, y a la izquierda en un sofá estaba sentado el que debía ser su novio (se llamaba Alberto). Este sí parecía tener la edad que me habían dicho, sobre unos 30 años. Estaba totalmente desnudo salvo por un slip muy ceñido, sentado y tocándose el bulto que pugnaba por salir del slip levemente mientras miraba la escena en la televisión. Era bastante alto, debía medir 1,90 y estaba bastante bien formado, pero lo que más me llamaba la atención era el tamaño de ese "bulto", era bastante gordo y pese a que estaba flácida porque únicamente se dedicaba a tocársela sin pajear, daba la sensación de ser bastante grande. Me costaba mucho no observarla directamente y estuve unos segundos sin saber que hacer hasta que Juan ,sin apartar la mirada del ordenador, se dirigió a mí
-Pasa, no tengas miedo, y ponte de rodillas en la alfombra, de espaldas a la televisión.-
Sin decir nada le hice caso y entré en el salón para ponerme exactamente donde me dijo, me arrodillé y esperé nuevamente instrucciones. En ese momento estaba muy nervioso todavía pero también sentía que la situación estaba empezando a darme mucho morbo. Estuve así arrodillado unos segundos, mientras Juan seguía tecleando como si chateara con alguien y Alberto continuaba sobándose el paquete mientras alternaba sus miradas entre la televisión y mi cuerpo desnudo. Curiosamente no me dijo nada desde que entré, ni se presentó ni tampoco yo solté palabra alguna. Entonces Juan (que estaba totalmente vestido) se levantó de la silla, y tras hacer chocar las palmas de sus manos soltó un "vamos allá". Hizo una seña a Alberto señalándole hacía mí y su novio se levantó y se me acercó lentamente hasta quedar frente a mi con su paquete a la altura de mi cara, Juan también se acercó por mi derecha y apoyó su mano izquierda en mi cabeza y la otra en la espalda de su pareja.
-¿Tienes ganas de chupársela?- Me preguntó.
Los nervios casi no me dejaban hablar y apenas pude asentir con la cabeza mientras Alberto se bajaba el slip hasta la altura de las rodillas. Había llegado mi momento, por fin tenía una polla para mi y podría saber que se sentía al chuparla, y realmente era imponente. Estaba aun flácida pero se veía muy gorda y totalmente descapullada. Sin apenas poder reaccionar Alberto dio un paso más hacia mí mientras Juan me acercaba un poco la cabeza hacia él con la mano.
-Vamos, métetela en la boca-
Abrí la boca y Alberto se acercó un poco más de forma que me la metió dentro, yo no sabía muy bien que hacer, era mi primera vez y tenía miedo de que no me gustara o de que no supiera que hacer. Sentí miedo en ese momento ya que si me daba asco o no me gustaba, a ver como salía de allí. Pero lejos de desagradarme empezó a gustarme la sensación de tener ese miembro en mi boca, me gustaba el sabor y sobre todo notar como rápidamente iba aumentando de tamaño y endureciéndose. Juan seguía a mi derecha con su mano en mi cabeza acompañando mis movimientos. Estaba completamente vestido sin pajearse ni sacarse su polla, únicamente me cogía la cabeza mientras hacía comentarios a su novio.
-¿Te gusta como la chupa?, se ve que tenía ganas ¿eh?.- Alberto asentía sin decir nada mientras gemía. Parecía que le gustaba como lo estaba haciendo, y eso junto a las palabras de Juan hacían que me fuera excitando cada vez más.
En ese punto la polla estaba ya completamente dura, debía medir unos 20 cm, casi tenía problemas para meterla en la boca por su grosor, pero intentaba igualmente tragarme lo más posible. Mientras seguía mamando, Alberto se fue bajando el slip hasta quitárselo y lo lanzó al sofá al tiempo que Juan me ordenaba que le chupara los huevos también. Por unos segundos dudé porque me daba un poco de reparo al no estar depilados pero al repetírmelo obedecí y pasé mi lengua por ellos al principio para luego tragarlos y chuparlos bien mientras con la mano seguía pajeando la fantástica polla. Los nervios ya habían desaparecido y por un momento me di cuenta de que me estaba portando como una verdadera puta de las que tanto había visto en las películas porno, y lo mejor es que me estaba gustando. Quizás por eso no dije nada cuando tras agacharse Juan tras de mi empezó a masajearme el culo con un dedo para ir metiéndomelo poco a poco después. Fue una sensación extraña pero que me dio morbo, aunque no tardé en asustarme un poco al pensar que igual tenían pensado follarme, y con las medidas de esa polla me podían romper el culo. Casi como si me leyera el pensamiento y tal vez al ver mi expresión en la cara rápidamente me tranquilizó.
-Tranquilo que no te vamos a follar, no haremos nada que no quieras, pero sabía que esto te iba a gustar.- Eso me tranquilizó y seguí mamando la polla mientras Juan continuaba jugando con su dedo en mi culo.
Así continuamos un buen rato, yo me recreaba con la polla en mi boca, probaba todas esas cosas que había visto en fotos y películas, pasaba la lengua por su raja, trataba de tragarla lo más posible, lamía los huevos, la chupaba de adelante hacia atrás y de atrás a adelante. Me encantaba su sabor y sentirla tan dura en la boca. Juan continuaba vestido y sin sacarse la polla, cosa que me extrañaba un poco pero no dije nada porque estaba muy ocupado con lo mío y no quería dejar de disfrutar. Tras trabajarme el culo un buen rato se volvió a incorporar y recuperar su anterior posición cogiéndome la cabeza con su mano y empujando nuevamente para que me tragara bien la polla. Y nuevamente empezó a decir cosas, aunque esta vez bastante más subidas de tono que antes.
-Menuda pedazo de puta que hemos encontrado, vaya caliente que está la zorra, mira como mama.- Esta vez Alberto ya no mantenía el silencio.
-Siii, la chupa muy bien, es una verdadera puta. Cómemela bien zorra- Y como envalentonándose por sus propias palabras cogió mi cabeza con ambas manos apretándome contra su cuerpo follándome la boca y forzándome a tragar la mayor cantidad de polla posible. Casi me daban arcadas y cada poco tenía que dejarme sacarla de mi boca para no ahogarme pero casi al instante me obligaban a continuar. Las babas caían sobre mi pecho y rodillas pringándome mientras continuaba el mete saca. Así estuvimos casi un minuto hasta que de repente se echó para atrás.
-Para un momento, no me quiero correr todavía.- Dijo mientras dio un paso para atrás y me miraba con la respiración agitada mientras se pajeaba levemente. Yo me quedé de rodillas limpiándome con la mano las babas que me caían mientras Juan me acariciaba la cabeza.
-Muy bien puta, lo haces muy bien.-
En ese momento aproveché para dirigir mi mano a su pantalón buscando su paquete pero rápidamente me paró.
-Tranquila puta, vas a tener polla hasta cansarte pero aun no.-
No entendí muy bien que quería decir pero antes de poder preguntar Alberto volvió a acercarse a mí y me cogió nuevamente la cabeza para obligarme a tragarme la polla de nuevo mientras me daba una nueva orden.
-Ahora mámamela con calma, que todavía no me quiero correr.-
Yo obedecí y la chupé muy despacio casi al mismo momento en que escuché el timbre de la puerta. Me puse un poco nervioso al ver por el rabillo del ojo como Juan sonreía y guiñaba un ojo a Alberto mientras salía del salón. Yo no podía hacer más que seguir mamando ya que las manos de Alberto sobre mi cabeza impedían que la polla saliera de mi boca.
Tras abrirse la puerta de la calle escuché voces. Voces que continuaron una vez se cerró la puerta. Me di cuenta de venía alguien más. Por un instante sentí pánico y mucha vergüenza porque me iba a ver alguien más ahí de rodillas mamando como una verdadera puta, pero por otra parte el morbo me hacía continuar. Finalmente el recién llegado entró en el salón y lo vi frente a mi mientras mamaba. Era un tío de unos 40 años, alto, fuerte, moreno de pelo muy negro y bigote, su nombre era Julio.
-¿Qué te parece?, es un pedazo de mamón, ya verás como te gusta.- Le comentaba Juan mientras me señalaba.
Julio sonreía mientras hacía un gesto de aprobación y se iba desabrochando la camisa. Tenía el pecho muy peludo. Sin perder tiempo se fue quitando los pantalones hasta quedarse desnudo. Si la polla de Alberto era grande, la de Julio era imponente, debían ser unos 22 cm, era muy morena y se le notaban las venas. Y debía venir ya bastante caliente porque en vez de estar flácida estaba ya completamente tiesa. Una vez se desnudó se acercó a mi mientras Alberto se separaba y me la ensartó en la boca sin más.
-Vamos a ver como la comes. Chúpamela zorra.-
Este no me agarró la cabeza con las manos como hacía Alberto, se las entrelazó por detrás de la espalda mientras hacía movimientos de cintura que facilitaban el mete saca de su miembro.
Era un sabor distinto a la de Alberto, pero me encantaba.
Tan bien lo estaba pasando mamándosela al recién llegado que no me di cuenta de que Juan también se había desnudado ya y se me acercaba por mi derecha con la polla en la mano y pajeándose fuertemente. No la tenía demasiado grande, eran unos 16 cm y delgada. En ese momento me di cuenta de la situación que estaba viviendo. Tenía la enorme polla de Julio en mi boca y a ambos lados estaban Juan y Alberto pajeándose esperando mi turno. Era muy excitante. Pero ya llevaba tiempo mamando y la postura me estaba empezando a pasar factura en las rodillas, así que hice un gesto para cambiar pero enseguida me paró Juan mientras señalaba a Alberto para que me diera un cojín y ponerlo debajo. No querían que abandonara esa postura.
-Así puta, ahora ya estás cómoda y puedes seguir mamando a gusto. Y ahora ven que es mi turno- Me dijo Juan mientras dirigió mi cara con su mano hacia su rabo. Lo metí en la boca y empecé a mamar con fuerza mientras con mis manos buscaba las otras pollas para pajearlas al mismo tiempo. Estuve así unos segundos hasta que empecé a notar a Alberto que se agitaba con más ansiedad y no tardó en apartar a su novio y ocupar su lugar metiéndomela bruscamente en la boca. Me dio varias embestidas bastante fuertes mientras los otros dos le masajeaban los huevos.
-¿Estas listo para recibir su leche zorra?- Me decía Julio. Yo no podía ni contestar, tan sólo seguir mamando.
-Vamos, vamos, córrete, échaselo todo en la cara.- Y casi como obedeciéndole se la sacó de mi boca y empezó a pajearse fuertemente a escasos centímetros de mi cara mientras las manos de Julio y Juan sujetaban mi cabeza para que no pudiera evitar la inminente corrida. No pasaron más de unos segundos cuando tras dar un grito empezó a soltar su abundante semen por mi cara. Su primer chorro cayó en mi frente, estaba caliente y lo notaba resbalar por mi mejilla. Cerré la boca evitando así tragarlo mientras sus siguientes chorros los dividía entre mi cara y mi pecho. Tan pronto como acabó se retiró satisfecho y se sentó en el sofá con una amplia sonrisa dibujada en su cara. Aun con la excitación en mi cuerpo y sin darme tiempo a reaccionar, Julio volvió a ponerse frente a mí y pasó su polla por mi cara frotándose por el semen para luego metérmela en la boca de nuevo. Esta vez su mano derecha sí cogió mi cabeza y me empujaba contra él al tiempo que bombeaba. A la vez, Julio se acercó y pasó su polla por mi cara imitándole y recogiendo el semen que quedaba. Estuvimos así un buen rato, se alternaban y me follaban la boca primero uno y luego el otro. Calculo que serían unos diez minutos los que me pasé así mamando. Hasta que Juan avisó que le quedaba poco para correrse y la sacó de mi boca para empezar a pajearse más lentamente como retrasando el momento. Julio asintió al aviso de su amigo y comenzó a follarme la boca con más fuerza.
- Vamos, tenemos que corrernos a la vez para acabar.- Decía Juan, pero el comentario no iba dirigido a Julio únicamente si no también a Alberto, que en ese momento me di cuenta de que estaba en el sofá pajeándose con fuerza de nuevo y con la polla tiesa.
Casi me daban arcadas de lo fuerte que me estaba follando la boca. Me la metía con fuerza unos segundos y luego la sacaba y me obligaba a mamarle los huevos mientras él se pajeaba muy fuerte.
-Vamos, vamos- Le apremiaba Juan.
Y tuvieron que pasar casi 5 minutos más hasta que Julio les hizo finalmente una señal con la mano. En ese momento Alberto se levantó del sofá y se acercó a mi izquierda. Juan hizo lo mismo por mi derecha mientras Julio sacaba la polla de mi boca. Los tres se pajeaban con fuerza junto a mi cara mientras jadeaban.
-Te vamos a llenar de leche zorra. Vas a ver lo que es bueno-
-Sí, sí sí .- Primero fue Juan quien se corrió, ya llevaba tiempo aguantándose y no podía más, su corrida no fue muy abundante, apenas un par de chorros que cayeron por mi mejilla derecha. Lo mejor vino después cuando acabó Julio, su corrida estaba a la altura de su polla. Me llenó prácticamente la cara de leche y una vez que me la echó toda me obligó a tragarme de nuevo su polla hasta casi ahogarme. Los dos acabaron agotados y se sentaron en el sofá mientras me miraban con cara de cansancio. Yo seguía ahí de rodillas, bastante cansado también, sobre todo mi boca. Tenía toda la cara llena de sus corridas y me goteaba por el pecho y las rodillas. Mi atención ahora se centraba en Alberto que se pajeaba salvajemente tratando de correrse por segunda vez. Yo le intentaba ayudar lamiéndole los huevos y pasando la lengua por su polla hasta que finalmente obtuvo su premio y consiguió echar un par de gotas de semen sobre mi cabeza, nada que ver con su primera corrida lógicamente al ser tan seguida.
Ahí me quedé sentado en el suelo agotado mientras ellos me observaban con cara mezcla de satisfacción y cansancio.
Julio fue nuevamente el primero en decirme algo. Su tono volvía a ser amable como al principio.
-¿Qué tal, te ha gustado?.-
Asentí con la cabeza mientras me seguía limpiando el semen con mis manos y ellos rompieron a reirse mientras se decían que había que repetirlo y mejorarlo. Y así lo hicimos, pero eso es otra historia