Mi primera vez II

Segunda patte de mi primera vez.

2a parte

Hamal era un buen chico, me trató muy bien, fue atento en todo momento. Aunque no pudimos follar fue un buen recuerdo. Pero me faltaba tener el polvo que lo cambiara todo. Después de las experiencias que había tenido, tenía ganas de cumplir mi fantasía y recordar como mi primera vez cumplía con la magia necesaria.

Cambié de trabajo y no volví a ver a Hamal. Estuve con una chica un par de años, estuvo bien. Recordad que desde mi primera experiencia con el chico de la parada de autobús yo tenía 23, y estos momentos que relato tenía 32, hace tres años.

Así que me quedé solo en un bonito piso en Barcelona y con ganas de experimentar. Fui a saunas, donde me gradué en dar mamadas. Fui algunos locales gay, pero a parte de pegarme el lote y algunas mamadas no conocí a nadie.

Me instalé Tinder y Grinder, pronto desinstalé la segunda, habían muchos salidos que me querían ponerme a cuatro patas y empotrarme, y yo no quería eso en esos momentos, yo quería tener enfrente a una persona, conocer su historia, su pensamiento, cogerle cariño, admiración, desearlo y que me deseara. Que me atrajera, que al verlo o sentir su olor se me pusiese dura. Tenía ganas de sentirme como una mujer, en brazos de un hombre, ser sometido dulcemente, objeto de placer y deseo, la zorra que llevaba dentro estaba impaciente por probar su libertad condicional. Y yo no iba a impedirselo. Solo había que encontrar la persona adecuada.

Un día que no pensaba en esto mismo, llegó una notificación de Tinder, era un mach con un chico muy guapo, bonito cuerpo, del sur de Francia estudiando turismo y trabajando en Barcelona. Me saludó, y ahí empezamos a chatear. Me gustó el hecho que no fue tan directo a hablar de sexo como muchos otros antes.

Este chico se llama Jean-Pierre, y desde el principio fue muy educado, hablamos durante un par de semanas, no mucho, algún mensaje de vez en cuando y tres días de largas charlas sobre psicología, física, política, gustos musicales. Él me contó intimidades, yo le conté alguna. A la tercera semana quedamos, el plan era conocernos un poco en una primera toma de contacto y luego ya se vería.

Lugar, una cocteleria en el lado izquierdo del Eixample con un ambiente de poca luz, luces rojas y verdes, con reservados en muchas salas. Era lo que buscaba, un ambiente íntimo pero publico, agradable y tranquilo para poder hablar, pero no ser escuchado. Era mi primera cita con un hombre, y quería que saliera bien. Fuese cual fuese el resultadode esa noche, quería que fuese bonito.

La noche fue muy bonita, entre cócteles nos desnudamos y contamos muchas cosas, sin quitarnos la ropa estabamos desnudos, hablando sin tabús sobre ideas, teorías, miedos, fantasías, sueños. Supongo que fue por que hubo tan buen feeling que en el momento que cerraban la cocteleria ninguno de los dos se quería ir.

Habíamos quedado que esa noche cada uno dormía en su casa, pero saliendo del local solo pensaba en ir a su casa o la mia y seguir desnudandonos.

Caminamos durante un rato hablando de series y películas, y se dio un silencio en un momento dado. Se había puesto el semáforo en rojo para peatones y yo cruzaba sin mirar que venía un coche, entonces el me cogió del brazo y me impidió cruzar y desde ese contacto suyo nos quedamos unos minutos en silencio. Hasta que no pude más y le dije.

-Me quiero acostar contigo, hoy.-

Me miró con una sonrisa -Justo estaba pensando lo mismo- y me puso una mano en el hombro.

-¿Dónde vamos, a tu casa o a la mía?-

-Se me ocurre una mejor idea, vamos a un buen hotel y pasamos lo que queda de noche y todo el día siguiente.-

Eso me sorprendió, y me puso más caliente. Solo estaba deseando que tuviera una buena ducha, una de mis fantasias era sexo en la ducha, y la de mi casa no valía, no sé en la suya, estuve a punto de preguntar, pero cuando puso el hotel en mi cabeza ya estaba levantando la mano para parar un taxi. Fuimos a un hotel de Sarria que él conocía bien. No había tráfico el taxi llegó rápido, por el camino Jean-Pierre había tenido su mano en mi pierna, entre llamada al hotel y comentarios varios la subía,  la volvía a bajar. Yo estaba cachondo, y lo mejor, estaba tranquilo, relajado, a gusto.

Llegamos al hotel, hicimos check-in y subimos. La habitación era enorme, una cama de dos por dos, una salita con dos sillones y un sofá, y una ducha donde cabían cuatro o cinco personas. Estaba alucinando. Tenía tantas ganas que lo hubiese hecho ahí mismo, en mitad de la habitación, pero me fui a la ducha, por supuesto se lo dije con un poco de sensualidad para que pillara la indirecta.

Llegué al baño y me desnudé, me metí en la ducha y abrí el grifo, era de esas duchas que cae en forma de lluvia, con el caudal de agua perfecto para dos personas.

Caía agua por mi cuerpo mientras me enjabonaba bien la polla y el culo, disfrutaba del automasaje y justo cuando me preguntaba si Jean Pierre iba a venir, oí la mampara corredera de la ducha abrirse. No quise mirar, solo quería sentir, cerré los ojos y esperé.

Me abrazó por detrás, me besó el cuello, se frotaba en mi culo con su polla, yo saqué culo y empecé a moverlo en círculos, giraba mi cuello buscando su boca. Me encantó como besaba, pasional pero con ternura, penetrante y rítmico. Se estaba empalmando en mi culo y coincidió mi ojete, escupió en la zona y empezó a meterme el capullo. Yo andaba muy excitado, el agua caliente me había relajado mucho, su cuerpo me daba paz, su voz tranquilidad, fue metiéndole poco a poco, la metía un poco y seguía besándome el cuello, la cara, el hombro, la espalda, movía sus cadera de un lado para otro, yo sentía su polla mover dentro de mí, estaba tranquilo porque no era un monstruo polla como la de Hamal o el portugués, pero además de eso porque me sentía seguro a su lado, me empezaba a gustar mucho y tenía la polla perfecta para mi culo, pues yo no me había dado cuenta, pero entre besos y bailecitos bajo el agua ya tenía toda su polla dentro, sentía una ligera incomodidad, pero sentía un placer nuevo, me estaba follando.

Mis manos buscaban asilo en la pared mientras el agua caía por mi cuello, las manos de Jean Pierre me agarraban de la cintura atrayendome hacia él, oía el agua caer, los chasquidos de mi culo golpeados por Jean Pierre, sus gemidos, mis gemidos. Nunca había sentido tanto placer. Recuerdo que en un momento pensé, como había perdido tanto tiempo sin probar eso, durante todos estos años, en mi dulce juventud podría haber echado los mejores polvos de mi vida. Si no hubiese sido por el miedo y por un pésimo amante, mi juventud podría haber sido una bacanal.

Jean Pierre la sacó, cosa que lamenté, me dijo que iba a correrse, así que no perdí tiempo, me costó mucho aceptar eso en detrimento de mi virilidad, pero adoraba comer pollas, y tragarme el semen. Se la lavé con un poco de jabón y masturbé su polla, cuando vi que tiraba la cabeza para atrás metí su deliciosa polla en mi boca, y sin tocarla con las manos la chupé metiendomela entera y sacandola entera. Sentía como su polla bombeaba sangre a las venas, estaba a punto de correrse, puse mi boca en su capullo que centrifugué con mi lengua mientras le pajeba. Al igual que Hamal, éste sacó muchisima leche que me tragué gustosamente mientras le miraba a los ojos. Eso nos pone mucho a todos, lo que no sabía es que era tan delicioso esa mirda desde abajo.

Seguimos duchandonos un poco entre caricias, sentía su mano tocarme todo mi cuerpo, cosa que no sabía que adoraba. Estaba muy empalmado, y Jean Pierre me beso con mucho amor desde la boca hasta mi polla. Supongo que quería corresponderme, porque le avisé de que me corría y el no sacó mi polla en ningún momento, fue una mamada increíble.

Mientras me secaba lo miraba, le miraba la polla, y no creía lo que estaba sucediendo, seguía cachondo. Cosa extraña, algo curioso que me ocurría es que después de correrme siempre sentía algo de rechazo, al menos durante un rato, dependía de la persona. En cambio con Jean Pierre acababa de correrme y ya quería comerle la polla.

Nos tumbamos en la cama y supongo que entre el alcohol, la ducha relajante y que eran las 6 de la mañana, nos quedamos dormidos desnudos y abrazados, recuerdo estar tocando su polla mientras el acariciaba mi pelo y mi espalda y despertar con su polla en la mano. No sé que hora era pero entraba luz por la persiana. Jean Pierre aún dormía, su polla también, pero era algo que iba a remediar, bajé lentamente para no despertarle, y me metí su polla blandita en mi boca, jugué con mis labios con su polla y sus testículos, y como yo me temía, su polla despertó antes que él.

Lamía su tronco desde la base hasta la punta, me la metía en la boca hasta el fondo y retrocedía muy lentamente succionando hasta llegar a la punta, chupaba el capullo como un chupa chups y la volvía a meter en mi boca, Jean Pierre empezaba a moverse, sentía como su mano me agarraba la cabeza, yo seguì chupando, no podía parar, me encantaba sentir su glande en mis labios, en mi lengua, adoraba metermela en la boca y chupar. Él se incorporó, me agarró del pelo, me tumbó boca abajo y levantó mi culo, sentía el aire recorrer por lugares donde apenas había sentido, cogió de la mesita un sobre con lubricante, me masajeó el ojete durante un buen rato hasta que se abrió como una flor, me metió dos dedos masturbandome, yo babeaba en la sábana blanca cuando metió el tercero, gemía de placer, me sentía una cerda y sin darme cuenta, de una manera casi instintiva le dije que me la metiera, se colocó detrás sin dejar de masajearme las nalgas, cosa que me volvía loco, sentí su polla caliente llamar a la puerta y con un gemidito le respondí que pasase, le debió gustar el gemido porque me azotó las nalgas y entró lentamente hasta el final, me estremecí, cabía entera sin dolerme, solo un gran placer. Sentía como entraba y salía su polla de mi culo, le escuchaba gemir y respirar agitadamente, necesitaba sentirlo.

La saqué de mí, me di la vuelta, puse dos almohadas debajo de mi culo, el resto de cojines y almohadas en mi espalda, le hice un gesto con la mano y el se acercó, me besó apasionadamente y entró sin necesidad de guía, sentí un orgasmo aunque no me corrí. Me besaba la boca, la barbilla, el cuello, acariciaba mi pecho mientras me follaba, yo me agarraba a su pelo, a su espalda, a sus brazos, buscaba su culo para azotarle, me lo hacía muy lentamente y me encantaba pero estaba deseando que acelerase, que me embistiese, así que acerqué mi boca a su odio y le dije entre gemidos -Dame más-.

Y me dio más, Jean Pierre me agarró de las manos contra la almohada, me miró con mucha lujuria y me folló con toda el alma, sentía un orgasmo que no cesaba, estaba cachondisimo. Se incorporó sujetandome las piernas en alto y me folló, se tumbó encima mio me abrazó y siguió follandome, me puso a cuatro patas y me empotró contra el cabecero de la pared, me temblaban las piernas pero quería más. Yo estaba boca abajo Jean Pierre encima mio, sentía todo su cuerpo frotando con el mio, sentía mi culo arder pero no era molestia porque un orgasmo que seguía ahí arriba me hacía olvidar el escozor, su polla comenzó a hincharse dentro de mi culo, Jean Pierre agitó su respiración, se estaba corriendo dentro de mi culo, me encantaba todo lo que estaba sintiendo, entre los últimos espasmos de Jean Pierre los besos por mi cuello y el ligero contoneo de mi cuerpo llevado por el orgasmo que acababa de sentir, sin sacar la polla de Jean Pierre que aún estaba dura, cogió mi polla y empezó a masturbarme, lo que aumentó mi movimiento y su sensible polla se estremecía dentron de mí mientras yo explotaba en un doble orgasmo, algo dentro de mí que me había proporcionado un orgasmo continuado y mi polla y mis testículos a punto de reventar.

Reventé. Por dentro y por fuera, había conocido una nueva parte de mí. Había superado varios miedos y traumas. Había hecho fantasías en realidad, llegando la realidad a superar la fantasía. Estaba en la habitación de un Hotel con un chico francés fantástico. Incluso si todo terminaba ahí y no lo veía más sería igual perfecto. Jean Pierre sería mi primera vez. Porque uno elige cuales son los recuerdos que considera importantes. Y no es algo donde uno tenga que ponerse técnico en los detalles. Lo importante es la historia, tú historia, la que escribes a diario.

Para mí fue una liberación abrirme a la bisexualidad, desde entonces me siento más yo. No tengo que justificarme. Y desde entonces he vivido otras historias, y otras que viviré. Y aunque me hubiese gustado tener esas vicencias en la cuspide de la juventud, ahora en la madurez me tomo cada momento a fuego lento para saborearlo más profundamente.

Espero que os haya gustado.