Mi primera vez II

Reí ante el comentario y siguió jugando con su lengua dentro de mi coño. Era una delicia. No dejaba de jadear.

Sigo con el relato de mi primera vez

El se levantó para coger el condón de su bolsillo del pantalón. Se desnudó ansioso y se recostó a mi lado. Volvió a besarme apasionadamente y su mano volvió a darme placer, mientras que con la otra se pajeaba para ponerse a tono. Sintiéndome mal porque por falta de práctica no había hecho nada más que abrirme de piernas, responder a sus caricias con torpes besos y gemir de placer quise seguir yo. Era la primera polla que tenía delante en mi vida. Estaba dura, caliente y vibrante. Me parecía enorme. Era como había imaginado siempre. La cogí con miedo. No quería hacerle daño, quería devolverle el placer que me había regalado. Él se rio ante mi inesperiencia y me indicó como debía hacerlo. Le hice caso, el gimio. Dijo mi nombre. Se dejó caer sobre mi cama abandonándose al placer. Aumenté la velocidad y él pareció seguir disfrtándolo:

  • Chúpamela un poco.- me pidió suplicante.

Dudé un momento. No sabía como hacerlo. Lo había visto hacer en miles de pelis porno con Marta y Gloria pero en realidad...no sabái como debía hacerlo. Abrí la boca y me quedé a escasos centrímetros de su verga. Dudando que hacer con mis dientes. ¿No le haría daño? Me miró y se rió al verme dudar. Negó con la cabeza y me hizo incorporarme:

  • Dejalo...ven...otro día lo intentamos.

Le besé tiernamente. Su lengua se introdujo en mi boca y rebuscó. Me tumbó de nuevo en la cama. Abierta de piernas se colocó enfreté de mi, se detuvo para colocarse el condón y se preparó. Antes de comenzar me volvió a mirar y me sonrió. Le sonreí. Estaba nerviosa. Estaba escitada. Estaba cachonda. Su polla intentaba entrar por mi pequeño agujerito. Solté un pequelo gemido de dolor. Aquello no iba a caber por mi coñito. Sergio empujó un poco más, se intensificó el dolor, cerré los ojos.

  • No, no ...- pedí notando como su polla me estaba partiendo en dos.

  • Shh- dijo con cara de placer- no te preocupes no falta mucho. Es normal que sientas dolor. Mmm lo tienes apretadito.

Volvió a empujar y un poco más de su polla se introdujo en mi. Hizo de nuevo lo mismo y se quedó quieto.

  • Ya está toda dentro.

Me beso a la vez que empezaba a moverse, despacio muy despacio. Gemía. Yo lo hacía de dolor. La segunda vez que empujo para dentro la polla parecía tener más libertad. Mis musculos vaginales se estaban a costumbrabdo a tenerla dentro. A la tercera vez el movimiento fue un poco más fluido, solo estuvimos unos minutos porque no pudo aguantar mucho dado que mi coño recién estrenado era estrechito. Salió de mi y me miró con cariño.

-¿Estás bien?

Asentí con la cabeza. Ahora ya no era virgen. Ahora si que era una mujer en todos los sentidos. Había sido raro. Se lo comenté a él.

  • No era como esperaba.

-¿por?

  • Todo el mundo parece disfrutar del sexo...a mi me ha dolido un poco.

  • Es normal. Era la primera vez pero con la práctica.

-¿Lo hacemos otra vez para ver si así me gusta?

  • Repetiremos pero tienes que hacerlo bastantes veces más hasta que te deje de doler.

Y diciendo esto pasó de nuevo su mano por mi pubis haciéndome estremecerme de placer. Me abrí de piernas deseosa de que volviera a hacer eso que tanto me gustaba. Sus dedos sabían lo que hacían, me sentía bien junto a él. Seguro que no hubiera disfrutado tanto si lo hubiera hecho con alguien menos esperto. Ese chico, mi vecino follaba todas las semanas. Yo veía a sus conquistas salir con una sonrisa de su casa. Ahora era yo la que disfrutaba bajo sus manos o más bien con sus dedos dentro de mi. Esta vez me animé un poco más y le acaricié el pelo mientras me volvía a comer el coñito.

  • Sabe mejor que cualquiera que hubiera provado antes. Seguro que es el sabor de la virginidad.

Reí ante el comentario y siguió jugando con su lengua dentro de mi coño. Era una delicia. No dejaba de jadear. De encorbarme ante el placer que me estaba dando. Luego dio paso a sus dedos mientras yo le pajeaba aún un poco torpe porque de vez en cuando me tenía que guiar pero aún así le hacía jadear y sentía crecer su polla poco a poco. Me gustaba. Cuando él no pudo más me apartó la mano de su polla y me volvió a tumbar en la cama suavemente y abriendo las piernas. Pasó su caliente y dura polla por mi humedito coño, levanté las caderas buscandola. Quería volver a tenerla dentro de mi y sentirla bien. Disfrutar con él del sexo. Me dijo que me esperase que no me iba a follar sin condón y buscó uno más en sus pantalones que estaban tirados en el suelo de mi habitación.

  • ¿Quieres ponérmelo tú? También tendrás que aprender. A los tios nos molan que lo pongaís. Mejor con la boca pero si no sabes nada.

  • Puedo intentarlo- dije entusiasmada. Eso seguro que le volvía loco de placer.

  • Mejor no...si lo rompes con los dientes...ibamos a tener un serio problema.

Me dio el condón y se echó a mi lado. Me incorporé y le miré esperando a que me diera indicaciones. Mientras me iba diciendo yo iba a haciendo y cuando se lo puse comprobó que lo había puesto bien sin arrugarlo ni nada para impedir que se rompiese y me volvió a tumbar mientras me besaba, me abría las piernas y volvía a colocarse entre ellas. Esta vez no avisó. Esta vez no hubo compasión la metió de dos veces y me hizo gemir de dolor un poco. Cuando pasó y comencé a notar: como su polla se deslizaba dentro de mi...se iba...volvía. Noté algo más que dolor...algo que me estaba empezando a gustar. Gemí y el me miró y vió que tenía los ojos cerrados pero no expresión de dolor, me estaba gustando y empezó a follarme un poco más deprisa. Nuestros cuerpos se entrelazaron en un vaibén de caderas, mi cuerpo buscaba el suyo y el suyo el mío. Nuestros gemidos de placer se perdían en mi habitación. El ambiente olía a sexo y a sudor. Me gustaba. Sergio siguió imbistiéndome más rapido, mis caderas le seguían. Al principio torpemente, luego me acoplé al ritmo que me marcaba. Que me hacía enloquecer. Entonces lo sentí. Algo llegaba. Un placer máximo, me paralicé. Él lo vio venir, mis musculos vaginales se contrayeron, me quedé quieta por un momento. Encogí los dedos de los piés. Arquee mi espalda. El me folló más fuerte me dijo que me relajase: Lucía disfruta de tu primer orgasmo. Y cuando me dejé caer rendida en la cama, mientras su polla seguía en un tremendo mete y saca fue cuando él se vino. Se tumbo sobre mi jadeando. Le besé un hombro.

  • Eres magnífica- me susurro al oido mientras se colocaba a mi lado y me acariciaba la cara y el pelo.

Estuvimos echados en mi cama intentando recuperarnos un poco más. Luego él se levantó, se vistió y se fue. No sin antes regalarme de nuevo el placer de hacerme un dedo y dándome las gracias por entregarme a él se fue.

Mi vecino y yo continuamos jugando al juego de masturbarnos por la ventana un par de meses más. Y cada vez que mis padres se iban él corría a mi casa a hacerme suya. A instruirme en el tema del sexo y a regalarme momentos muy placenteros. Luego todo terminó cuando me fuí a la universidad, en otra ciudad. Él se echó novia e interrumpió los encuentros. Pero yo sigo acordándome de Sergio siempre. De su suave piel y su cuerpo musculado. De su virilidad y su mañana. De como me besaba y acariciaba.