Mi primera vez I

Me quedé helada al ver al vecino. Se me hubiesen caido las bragas si me las hubiese puesto. Notaba mi humedad en mi coñito virginal, incluso me palpitaba...¿qué hacía allí?

Hola de nuevo chic@s, sé que no es normal que escriba relatos tan seguidos. Que me suelo dar mi tiempo para contarlos, pero la verdad es que no he podido al recordar hoy mientras me masturbaba esa primera vez. Enseguida he querido compartirla con todos vosotros.

No es una historia que vaya contando a los cuatro vientos, ni presuma de ella como otras veces he hecho que voy a mis amigas, incluso puede que a algunos íntimos amigos que me he tirado a este o a este otro sin omitir detalles. Pero jamás he contando a nadie como fue mi primera vez, no me siento muy orgullosa y pese a lo que podreís llegar a pensar después de leer el relato NO me arrepiento...fue el primer paso para llegar a donde estoy ahora, a ser como soy desde entonces. Me gusta el sexo y es gracias a mi primera vez.

Era una tarde de verano del verano del 2007, recuerdo que hacía un calor horroroso y yo me paseaba por casa de mis padres con un short amarillo y una camiseta ajustada de tirantes negra. Me gustaba ese modelito porque mi recién estrenado cuerpo de mujer se dejaba notar. Tenía una época tonta de querer ser el centro del mundo y me encantaba ver como los vecinos se me quedaban mirando embobados. Como los chicos de mi comunidad se peleaban por salir conmigo. Aquella tarde mis padres tenían que irse a la ciudad para hacer la compra semanal, siempre la hacían los sábados porque mi padre trabajaba todos los días sin descanso salvo los sabados por la tarde.

-¿Vas a venir con nosotros Lucía?-quiso saber mi madre ya abriendo la puerta para irse junto a su marido.

Negué con la cabeza sin quitar ojo de la película que estaba viendo.

  • ¿Vas a salir o hacer algo?

  • Quizás vaya a la piscina con Marta y Gloria.

  • Vale, no te olvides de cerrar la puerta y volver pronto.

-¿Vais a cenar aquí?- quise saber

  • No, creo que después vamos a ir al cine- dijo esta vez mi padre contento- tú madre quiere ver una peli que acaban de estrenar.

  • ¿Puedo salir de fiesta entonces?

  • ¿Salir de fiesta? ¿Con quién vas a ir?- preguntó mi madre

  • Nos lleva el hermano de Gloria.

  • Está bien pero a las 2 y media te quiero en casa - ordenó mi padre. Miré de soslayo a mi madre, las dos era muy pronto dije con la mirada. Pero mi padre me miró con cara de: y no protestes o te quedas en casa. Como ya no había salido la otra semana por lo mismo decidí no discutir por la hora. Ya volvería cuando quisera alegando cualquier escusa, por ejemplo: no había taxis.

  • Hasta luego.-dijeron mis padres dando un portazo al salir.

Me quedé viendo la película hasta que salió una escena de sexo y me puse cachonda. Hacía pocos meses que me había dado por descubrir mi cuerpo, tocándome por las noches cuando estaba segura que mis padres dormían, descubriendo cada vez sensaciones más placenteras y curiosas. Mis amigas habían hecho lo mismo y compartíamos los secretos más íntimos queriendo esperimentarlos todos y llegar cada vez a más. Aquella escena subida de tono me dió una escusa para tocarme. La verdad es que no necesitaba muchas, desde que había recorrido por primera vez mi rajita y estimulado hasta gemir de placer mi clitoris no había parado, no podía. Siempre quería más. Sabía que no lo hacía del todo bien, ni si quiera llegaba a introducir ningún dedo dentro después de la primera vez puesto que no conseguía placer alguno. Hablándolo con mis amigas habíamos deducido (buscando inflormación por internet) que yo era de tipo clitoriana.

Me fuí ha mi cuarto donde me gustaba hacerlo y últimamente más porque siempre pillaba al macizorro de enfrente cuando estaba en el salón (la ventana de mi cuarto daba a su salón) la primera vez que me vio en tal actitud. recostada en mi cama, con las piernas abiertas, las braguitas bajadas y mis manos jugando con mi sexo se quedó en seco, también yo al darme cuenta. Se me cortó el rollo completamente y sentí hasta algo de verguenza por haber sido tan estúpida de haber dejado la persina levantada en un momento tan íntimo. Era un joven de unos 29 o 30 años, no más. Moreno, alto y musculado. Un bomboncito digno de ver. Era alto y muy educado. Estaba soltero y de vez en cuando desfilaban chicas en su piso pero nunca la misma. La primera vez que me vio masturbándome se reitó azorado.

La segunda vez no fue así. La segunda vez lo hice a posta, queriendo que me viera y que me deseara. No sé porque lo hacía. Me parecía divertido. Me ayudaba con mis fantasías de ser suya, supongo. Las primeras veces que me vio de nuevo tocándome, jadeando y convulsionándome de placer se iba por donde había venido, dejándome en el más completo caos. Nunca me vería como a una de sus bonitas conquitas. Para él era una cría, ni si quiera tenía la mayoría de edad. O quizás era que me conocía desde siempre y me había visto crecer. O que mis padres de vez en cuando se encargaban de regar sus plantas cuando tenía que irse de viaje de negocios. O simplemente porque no me deseaba como yo a él. Sin embargo la cuarta vez que me vio hacerlo se quedó mirándome. No se movió en ningún momento y eso me ponía más caliente, más cachonda...me tocaba con más fuerza y más velocidad, dejándole unas buenas vistas de mi coñito completamente depilado y húmedo por mis fluidos. La quinta vez me acompañó en mi fantasía, cuando mejor me lo estaba pasando vi como comenzó a tocarse él también, me encantó aquella vez. Eso significaba que le gustaba que me deseaba. Llevábamos un mes haciendo eso y saludándonos como si nada cuando nos cruzábamos por el patio. Para mi era un juego. Un estúpido y calienturiento juego, pero nada más. Solo quería sentirme deseada jamás mis fantasías quisieron ser reales.

Así que me fui a mi cuarto y levanté la persiana. Esperé ver moviento en el piso de mi vecino para comenzar con mi show diario. Nunca lo hacía a las mismas horas pero siempre que lo hacía, él  me veía y yo a él. Era divertido. Le vi pasar por el salón hacía la mesilla del comedor, estaba buscando el mando de la tele para cambiar el canal, seguro. Me acerqué a la ventana y le miré fijamente. Él pareció darse cuenta de ello porque miró por la ventana, le sonreí a la vez que me quitaba la camiseta, quedándome en sujetador. Era la señal del que show empezaba. Vi como se acercaba al ventanal donde tenía completa visión de lo que en breves pasaría. Me toqué un poco los pechos sin dejar de mirarle, antes de quitarme el sujetador. Me gustaba masturbarme desnuda. Él empezó a sobarse el paquete. Me quité los pantalones cortos y los lancé lejos. Sus caricias eran cada vez más rápidas, casi impacientes. Me sentía tan bien calentándole de aquella manera...me sentía tan caliente cuando sabía que me deseaba tanto como yo a él...me quité el sujetador y me dediqué unos minutos a juntar y masajear mis senos. Para más perturbación de mi vecino que se le veía con una empalmada de tres pares de narices, me levanté de la cama y me pegué a la ventana, restregando mis pechos por el frio cristal haciendo que mis pezones se endurecieran y yo gimiera de placer. Me mordi lascivamente (como había visto hacer en muchas pelis porno) un dedo y luego lo deslicé despacio por mi cuello, le ví meter su mano dentro del pantalón, por mis pechos, se tocaba sin reparos se veía que lo disfrutaba, por mi vientre plano y luego lo introduje por dentro de mi culotte buscando mi rajita, húmeda y caliente. Saqué el dedo y lo volví a chupar. Me di la vuelta para continuar con el show en la cama ya...me bajé el culotte y me abrí de piernas. Mi vecino sin dejar de meneársela tenía visión completa (como siempre de mi coñito) pero antes de que empezase a masturbarme, dejó de tocarse y se fue del salón. Aquello me dejó desconcertada. No le veía. ¿Dónde estaba?, mierda, ¿Dónde había ido? En serio: ¿Me iba a dejar así? Decidí continuar por si aparecía. Igual habían llamado a la puerta o al teléfono. Estaba llegando al máximo placer posible cuando oí como llamaban a la puerta de mi casa. Desconcertada dudé en si ir a abrir. No había quedado con nadie esa tarde. Marta y Gloria iban a estar fuera toda la tarde hasta la hora de la noche en la que íbamos a salir de fiesta. ¿Quién sería? Me puse un vestido suelto sin molestarme en ponerme el sujetador o las bragas, seguro que era la señora de arriba que quería algo, se iría enseguida y yo seguiría con mi nuevo pasatiempo y con suerte igual el vecino volvía a la ventana.

Abrí la puerta sin preguntar quien era, nunca lo hacía porque no creía que pudieran interesarse en pasarse ladrones/asesinos/violadores por el barrio, era muy tranquilo. Me quedé helada al ver al vecino. Se me hubiesen caido las bragas si me las hubiese puesto. Notaba mi humedad en mi coñito virginal, incluso me palpitaba...¿qué hacía allí? Entró en mi piso sin ser invitado, yo seguía alucinando por tenerle allí y viendo en primer plano su abultado paquete. Con cara de vicioso se acercó a mi e intentó besarme cerrando la puerta, me sorprendí apartándome de él. ¿Estaba loco? Eso no tendría que pasar...era tan solo una fantasía mia...solo tenía que seguirme el juego, desde la otra ventana.

-¿Qué pasa? Sé que estás sola- dijo él volviéndome a entrar con ansia. Me dejé besar esta vez. Sus labios se posaron sobre los mios con ansiedad y su lengua buscaba la mía ávida. Era muy diferente como lo hacían los niñatos con los que me liaba de fiesta. Él sabía. Sus manos fueron directas a mi culo, pegando su sudoroso cuerpo al mio que estaba temblando. Me empezó a masajear el culo. Al darse cuenta que no llevaba ropa interior se volvió loco.- me pones mucho, zorrita. Cada vez que te abres de piernas.

Me pegó contra la pared de la entrada de mi piso. Su mano derecha jugaba con mi pecho izquierdo por dentro de la camiseta y su mano derecha estaba husmeando dentro de mis muslos. Cuando sentí uno de sus dedos tocando mis labios suspiré, era como siempre me había imaginado pero estaba asustada. Quizás él se pensase otra cosa al venir allí. Igual no solo quería tocarme. Yo era virgen. Es más aparte de mi y ese dedo que ahora mismo estaba dándome más placer que ninguno de los mios, nadie más me había tocado. Me agobié y le separé de mi. Me miró confuso.

-¿Qué pasa? ¿No te gusta?- él volvió a la carga metiendo su mano dentro de mi vestido tocándome el coño, intenté apartarle pero con la otra mano me sujeto las mias sobre mi cabeza, me besó el cuello- ¿no es lo que querías? ¿No es lo que pretendías poniéndome palote todo este tiempo? ¿No quieres que te folle?

Negué con la cabeza, por un lado estaba asustada. Tenía un poco de miedo por perder de esa manera mi virginidad, pero por otro no podía negar que quería que siguiese. Estaba al borde de las lágrimas. Él me soltó al ver la expresión de mi rostro.

-¿Qué pasa?- quiso saber al ver que no seguía su juego.

  • Es que...es que...

-¿Qué pasa Lucía?

  • Soy...soy...

-¿Eres virgen?

Asentí con la cabeza. Parecía contrariado.

-Lo siento, de veras. No pensaba que ... bueno...que tú fueras virgen...

  • No perdoname tú a mi. Solo jugaba, jamás me imaginé que te pusiese tanto como para querer...hacerlo conmigo. De veras Sergio.

  • Eres un poco zorra, no deberías hacer eso. Puedes llegar a confundir a la gente. ¿te he asustado?

Negué de nuevo azorada por la situación con la cabeza. Ahora me estaba dando sermones de moralidad. Él que había ido a mi casa a follarme sabiendo más que de sobra que era menor de edad.

  • Creo que es mejor que me vaya- dijo abriendo la puerta - quiero hacer nada que tú no quieras o puedas arrepentirte luego.

  • Pero es que yo si quiero- dije cerrando la puerta de nuevo para evitar que se fuera.

  • ¿Qué quieres decir?

  • Hace años que me gustas Sergio, todas las veces que me has visto tocándome era imaginándome como eras tú el que me tocaba los pechos...el que me hacía temblar...el que me hacía suya por primera vez.

-¿Estas de coña?

  • No- dije sin dejar de mirarle lascivamente.

  • Lucía esto no es un juego, si lo hacemos puede que no haya vuelta atrás- Además hace apenas un minuto me has dicho que no quería.

  • Me asusté. Eras demasiado ... directo.

  • Claro como pensaba que ya te habrías tirado a medio instituto.

Aquello me ofendió.

  • No soy una zorra.

  • No lo parece.

  • Jamás nadie me ha tocado. Salvo tú ahora y solo tú me has visto desnuda.

-¿Estás segura de que quieres hacerlo?

  • Si

  • Me alegra oirlo, me encantaría extrenar ese coñito.

Volvió a besarme y a acariciarme, pero esta vez fue más delicado. Una de sus manos acariciaba mi culo, mientras la otra volvía a la carga con mi coño, me abrí un poco de piernas y él empezó a hacerme un dedo. Yo estaba un poco perdida. Era la primera vez que estaba haciendo eso y no sabía que hacer con mis manos. ¿Le tocaba la poya? ¿Le acariciaba el pecho? ¿Qué hacía? Como si me estuviera leyendo el pensamiento, cogió una de sus manos y la llevó a su paquete. Me indicó como tocarlo y eso hice mientras él seguía dandome placer con su dedo recorriendo mis labios. De pronto me cogió en brazos, me pidió que le dijese cual era mi cuarto, se lo dije y me llevó hasta ella. Me tumbó en la cama donde tantas veces me había tocado para él. Me quitó el vestido y contempló mi cuerpo desnudo. Lo acarició con ternura, inclinándose me llenó de besos. Comenzó por los labios, bajo por el cuello, me besó los pezones completamente duros, los lamió y siguió bajando por mi vientre, llegando hasta mi pubis. Me arqueé de placer, se me puso la piel de gallina. Con suavidad me abrió las piernas y de nuevo con sus suaves manos me masturbo. Mis manos seguían quitas. Mi cuerpo estaba intentando asimilar tanto placer. Era mucho más de lo que yo misma me daba en un día. Era increible. Volvió de nuevo a besarme los labios sin dejar de meterme el dedo por mi vagina.

-¿Estás segura?

Asentí entre gemidos. Estaba llegando a mi primer orgasmo. Creía que me iba a morir de placer. Él rio un poco al ver mi cara de satisfación, volvió con los besos esta vez más lentos, intercalaba besos con mordiscos que me hacían gritar un poco y reír después. Siguió hasta que besó de nuevo mi pubis. Me abrió de piernas y se colocó enfrente de el. Su lengua comenzó a recorrer mi coño primero suavemente y luego con más avidez. No dejaba de mover deprisa su lengua por mi cliroris. Yo no dejaba de mover mis caderas y de gemir por ese placer oculto hasta ahora.

  • No sabes como deseaba verte así- susurró cuando terminó con mi chochito todo humedo y chorrente- creo que estás preparada.

Y se levanto para coger un condón del bolsillo de su pantalón.

*****continurá!!!*****