Mi primera vez- Gran calentura y apoyo de un amigo

perdí la virginidad con alguien que no es importante para mí en los vestidores de la alberca.

Mi nombre es Ana. Cuando esto sucedió yo tenía 18 años. Soy morena con el cabello largo y negro muy brillante y sedoso. En ese entonces era muy delgada, pesaba 47 kilos y medía 1,68 aproximadamente. Mis tetas eran pequeñas pero bien formadas, paraditas con pezones grandes para su tamaño. Tenía un culo más o menos grande y al igual que mis tetas estaba paraditos y firme. Realmente mi cuerpo era deportivo. En esa época yo estaba en el 3° semestre de la preparatoria y tenía que hacer una especie de servicio social para graduarme.

Decidí ayudar en la escuela en la que había estudiado cuando niña en unos campamentos. Básicamente mi trabajo era cuidar a los niños que fueran a ellos. Los campamentos únicamente duraban un día, el sábado, empezaban a las 8 y terminaban a las 10. En los campamentos enseñábamos algo sobre la doctrina católica, jajaja. La escuela era grande tenía una alberca semi-olímpica con un laberinto de vestidores. Entre los vestidores de niñas y niños había una especie de lobby con bancas cómodas. Este lobby daba directamente a la alberca. Para entrar a la alberca había varias puertas.

En los campamentos, yo tenía un amigo, José, habíamos sido novios hacía algún tiempo, también tenía 18 años. Era moreno y tenía el cabello negro. Medía como 1,75 y era delgado. Tenía una gran polla tanto larga como ancha.

El relato comienza unos días antes del campamento de 3° de primaria. José y yo estábamos chateando y acordamos hacer algo el día del mencionado campamento. Yo no pensaba que hiciéramos algo más que masturbación mutua. Le comenté a un amigo sobre mis planes y me dijo que debía dar el siguiente paso. Él era gay y me lo confesó, yo le conté toda mi vida sexual y siempre podíamos hablar de eso por lo cual cuando me sugirió que hiciera algo más lo consideré. Había un gran problema, necesitaba conseguir un condón pero mi mamá era de esas personas controladoras y yo no hubiera podido copar un condón. Mi amigo adivinó mi necesidad y me regaló uno. Lo amé en ese momento. Yo ya había pensado en tener relaciones pero cuando se lo comentaba a una amiga en quien solía confiar, siempre me desalentaba, diciéndome que me esperara, que podía ser peligros y quedar embarazada. Yo tenía miedo pero gracias al apoyo de mi amigo me sentí segura. Si no hubiera sido por él no lo hubiera hecho.

Llegó el día del campamento, yo ya le había dicho a José que quería hacer algo más que tocarnos y que llevaría un condón. Él estaba nervioso y ansioso. Durante todo el día cruzamos 10 palabras máximo. Llegó la hora de nadar, los niños y los otros consejeros se metieron rápidamente a los vestidores y nosotros nos rezagamos un poco, a propósito, por supuesto. Las niñas terminaron rápido de bañarse, yo les dije que ya no podían pasar al cuarto de las regaderas y ellas me obedecieron. José entró a tal cuarto y me abrazó por atrás fuertemente. Me pegó su pene a mi culo y empezó a besar mi cuello. Me agarró de sorpresa, decidí entregarme completamente. Metió su mano por debajo de mi traje de baño y comenzó a tocar mi conchita. Yo movía mi cadera frotándola contra su paquete. Era muy excitante pero en eso oímos que alguien le hablaba así que nos separamos. Al poco rato volvió nos besamos acalenturadamente, nos tocamos un poco y nos fuimos a vestir. Nadie notó que habíamos estado juntos.

Nada mas sucedió si no hasta que nos fuimos a preparar todo lo necesario para otra actividad. Él y yo nos ofrecimos, todos los demás se quedaron en la capilla de la escuela cuidando a los niños. La única persona de la que nos teníamos que cuidar era del velador. Preparamos todo lo más rápido que pudimos y nos fuimos a unas escaleras donde no era fácil que nos encontraran. Nos empezamos a besar y a tocar. Yo estaba súper mojada y cuando comenzó a meter sus dedos en mi concha tenía ganas de gritar. Me levantó la playera y el sostén y comenzó a morder mis pezones, me dolía un poco pero me excitaba muchísimo. Seguimos besándonos y masturbándonos un rato. Me pidió que le hiciera un oral, me agaché y metí su gran polla dentro de mi boca. Mi boca es un poco pequeña y su polla a penas entraba, se la mamé con gran antojo, la necesitaba sentir dentro de mi boca, me excitaba, necesitaba saborearla, me la quería tragar completa. A veces sentía que me ahogaba pero eso me excitaba aún más. Estábamos súper prendidos cuando oímos unos pasos y unas llaves. Nos separamos, el bajó la escalera y yo la subí. José se encontró con el velador e inventó una excusa. Bajamos con los demás.

Llegó la hora de la última actividad y cada quien se fue a su puesto. Cuando termino José y yo nos quedamos, estaba decidida a perder mi virginidad esa noche. Teníamos el problema de donde poder estar solos cómodos y seguros de que nadie nos encontraría. Él recordó que hay unas puertas de la alberca que nunca cierran. Fue difícil alcanzarlas ya que había que pasar por un pasillo súper estrecho. Logramos entrar a la alberca, no podíamos hacer nada en el suelo de la alberca porque estaba mojado y todos sospecharían algo. La puerta para entrar a los vestidores estaba abierta así que entramos al lugar buscado: el lobby de los vestidores.

Estaba muy oscuro. Teníamos poco tiempo porque no queríamos que notaran nuestra ausencia. Yo me quité la playera y me bajé el pantalón mientras José se ponía el condón. Nos besamos en la boca, el bajó la suya a mi pecho t volvió a morder mis pezones. Lo llevé hasta una banca. Primero pensamos hacerlo sentados, yo dándole la espalda pero no pudimos… los dos éramos vírgenes y no era una posición cómoda. Me volteé hacia él y me bajé bien el pantalón, me quité un tenis para estar más cómoda. Agarré su polla y la dirigí hacia mi vagina. Me dejé caer un poco y… ¡aaaa! Me dolió muchísimo. Me detuve a la mitad. Abrasé a José contra mi pecho, le dije que me dolía, el empezó a chupar suavemente mis pezones y el dolor poco diminuyó. Me dijo que me dejara caer, yo tenía miedo porque sabía que me dolería pero lo hice. Me dolió increíblemente. Me detuve nuevamente, el comenzó a moverse, a mi me dolía pero poco a poco me dolió menos y me comencé a mover. Pronto alcanzamos un ritmo que fue aumentando, no queríamos hacer mucho ruido, así que gemíamos por lo bajo, eso me excitó mucho. José se detuvo para cambiarse de lugar porque estaba en dos bancas que se estaban separando por el movimiento. Continuamos, sentí venir el orgasmo de mi primera vez y dejé oír un gemido más o menos audible, no quería hacer mucho ruido por miedo a que nos encontraran pero siempre me ha gustado gemir. Nos detuvimos y separamos, José alumbró con su celular y vimos que yo había sangrado. A mi me da un poco de miedo la sangre así que le dije que ya no quería continuar. Nos besamos y salimos por una puerta diferente a la que entramos porque el velador estaba cerca. Yo decidí ir rápido al baño para ver mi aspecto. Fue buena idea porque me había puesta la playera al revés. Me peiné y me puse una toalla para no mancharme. Yo no esperaba sangrar ya no era la primera vez que introducía algo en mí. Antes me masturbaba con plátanos.

Cuando volví a ver a José no nos dirigimos la palabra, no comentamos nada sobre lo que había pasado en la alberca, nadie se percató de nuestra ausencia. Tal vez y si mi primara vez hubiera sido con alguien con una polla más pequeña, hubiera sido menos doloroso y más fácil. Tal y como dice Zolá en Teresa Raquin al final del capítulo siete, el encuentro fue silencioso y brutal.

Me gustó.