Mi primera vez fuera de casa

Fué la primera vez que salí como mujer a la calle. A partir de ahí no volví a vestir de chico.

Como contaba en mi relato anterior, sobre mi primera vez con un hombre y de cómo fuí desvirgada con sólo 15 años; decía que yo vivía entonces sola con mi madre. También contaba cómo yo me travestía en casa, primero estando sóla y luego también en presencia de mi madre.

Mi madre al principio no lo llevó bien, supongo que como la mayoría de las madres que tienen hijos transexuales, pero fué aceptandome poco a poco como hija. Los consejos del psicólogo también la ayudaron a ella, supongo. Además la realidad no podía negarse y era mejor aceptarme como era, ya sólo era esperar a tener la mayoría de edad para mi reasignación de género. Yo tenía 18 años en el momento de esta historia, estudiaba mi último año de bachillerato. Acudía periodicamente a sesiones de fotodepilación, pues quería eliminar definitivamente el vello de la cara. Tenía el pelo largo, en la calle llevaba coleta y en casa me lo soltaba y dejaba ondulado.

En febrero de ese año, mi madre tomó unos días de vacaciones y una amiga la cedía un apartamento en la playa. Me propuso marchar con ella a pasar unos días, pero yo la dije que era muy mala época, que no podríamos bañarnos, hacía frío. Ella me dijo que daba igual, que sólo era por desconectar y allí haría menos frío y se podría disfrutar del lugar.

Al final, quizá porque ella cambiara de aires, y seguramente sóla no se iría al apartamento, la acompañé con la condición de que se quedara en 5 días en vez de 7 la estancia, pues no quería perder muchas clases.

Metí en mi maleta bastante ropa de chica. Llegamos al apartamento y el prímer día lo pasamos deshaciendo las maletas, comprando comida y ordenando todo. Luego me dí una ducha y me vestí de chica, pues ya no pensaba salir después. En mi maleta yo llevaba varios conjuntos de mujer para ponerme aquellos días.

  • Mañana me gustaría que salieramos juntas -Dijo mi madre sonriendo.

  • Que tienes pensado? -Pregunté yo intrigada.

  • Me gustaría que fueramos al cine las dos.

  • Me parece muy bien, pero no lo veo tan especial eso de ir al cine.

  • Es que me gustaría que fueramos como madre e hija, me explico, acompañarme tu vestida de chica. Sabes que  deberás hacer vida como mujer antes de ponerte en tratamiento hormonal.

  • Me gustaría mucho, pero no quiero que te sientas comprometida. Es posible que tengas que oir algún insulto si me descubren como travesti.

  • No te descubriran, pero debes dejarme a mi que te asesore en la ropa, el peinado y maquillaje. También quiero que lleves a la practica algunos consejos. Iremos a la sesión de las 19.30, que ya será de noche y así pasarás más desapercibida. Además al ir conmigo la gente no se fijará tanto. Si fueras sola sería más sospechoso.

Pasé la noche dando vueltas a aquella idea, estaría bien dar el paso, pero yo nunca pensé que aquello ocurriría así, salir con mi madre en vez de sola o con algún amigo.

Al día siguiente me depilé bien las cejas, me ondulé el pelo con la plancha y mi madre me peinó y me maquilló ella, hasta los labios me lo perfiló con raya. Me veía muy guapa al mirarme en el espejo.

Después me sacó la ropa que debía de ponerme. Debía de ser discreta, pues la ropa demasiado sexy llamaría mucho la atención. Era mejor según ella, aparentar mucha naturalidad. Me puse una falda azul  con motivos floreados y amplio vuelo, para parecer más ancha de caderas. Me llegaba cerca de las rodillas. En la parte superior, una camisa blanca con rayas verticales tenues en azul que no marcaba los hombros con escote en V. Me puse un citurón negro y ancho en la cintura, muy apretado para reducir cintura. En vez de zapatos, botines negros con tacón, para disimular el ancho del pié. Medias negras sujetas con ligueros a la cintura. Por último aumenté mi talla de pecho con más relleno en el sujetador. Bolso negro haciendo juego, donde metí mis pinturas y muchas cosas innecesarias para darle volumen y peso. Como hacía algo de frío, encima una chaqueta de piel negra abierta y pañuelo al cuello para disimular la nuez. Luego pendientes y collar de perla blanca.

Mi madre, por su parte se puso un vestido gris cubriendo hombros y un cinturón en la cintura. Además de zapatos y abrigo marrón haciendo juego y medias color carne.

Llegó la hora, acababa de anochecer y no había mucha gente en la calle, debido mayormente a que era un lugar turístico y en aquella época estaba todo más vacío.

Salimos a la calle. Noté el frío en mis piernas y una suave brisa me acariciaba en las medias. Una sensación de libertad me invadió al salir como mujer a la calle.

  • Andas muy rara -me dijo mi madre -Anda recta echando el peso en los tacones para no irte hacia adelante. Tienes que dar pasos cortos balanceando discretamente las caderas, no debes exagerar.

Me cojió del brazo para caminar a la par.

  • Ahora apoya la otra mano sobre tu bolso, sin moverla al caminar.

Al rato de ir juntas caminando hacia el cine, ya me dió su aprobación. Lo más complicado llegaría al enfrentarme con la multitud.

Ella se acercó a la taquilla, compró las entradas y pasamos al interior. Nos acomodamos en un sitio donde menos gente había, dejamos los bolsos y abrigos sobre un asiento libre y puse mi cuerpo ergido sobre el respaldo del asiento. Podía ver mis "pechos" redondos y desafiantes cuando dirigía la vista hacia abajo. Me sentía muy femenina.

  • Junta más las piernas, una chica debe tener las rodillas juntas!

  • Es que me resulta molesto.

  • Sí. pero no debe parecer que llevas nada entre las piernas, puedes cruzarlas pero muy montada una encima de la otra.

Poco a poco fuí perfeccionandolo. La pelicula terminó sin apenar conseguir enterarme del guión. La gente salia del cine y emperamos sentadas a que saliera la mayoría. Luego la dije que necesitaba ir al baño.

-Espera iremos juntas- Dijo mi madre.

Entramos en el baño y abrí un compartimento con taza para hacer pis.

-Tienes que hacerlo sentada, procura salir con la falda bien puesta.

Mi madre tambien pasó y luego me retoqué un poco en el espejo.

Venga....vamos que estás muy guapa!

Paseamos por la calle y tomamos una copa en una cafetería. Ya me sentía más segura, el temor a ser descubierta pasó y era muy natural en mis movimientos. Para la gente eramos madre e hija, no había sospechas.

Nos deteníamos a veces a mirar escaparates y comentar sobre la ropa o calzado. Luego nos sentamos en un banco, junto al paseo y charlamos sobre muchas cosas. Me quedé un poco ensimismada viendo a una pareja de novios besandose de forma apasionada. Mi madre se dió cuenta de mi curiosidad.

-Tienes ganas de estar con un hombre, verdad?

Me ruboricé un poco, pero la dije que sí que me gustaría mucho, siempre estaba más pendiente de otras cosas.

  • quieres una buena polla supongo?

Aún fué mayor mi desconcierto, era muy fuerte su forma de decirlo!

-Ven vamos acompañame!

Caminamos hasta el final del paseo marítimo terminando en una zona de arboles y matorrales. Me contó que allí acudian hombres a tener sexo, que conocía aquella zona porque fué una vez con la amiga que le dejó el apartamento. Ellas no entraron, pues solían ir sólo hombres.

Al llegar a la zona arbolada mi madre me dijo que pasara sola, que ella me esperaría.

Caminé unos 50 metros y un chico me salió al paso.

-Que haces nena tú por aquí, que buscas?

-Nada, creo que me he perdido!

La voz grave me delató que era travesti, era normal que allí no fueran chicas.

  • No pasa nada, me gustan las travestis...ven acercate!

Me tomó de la mano y me llevó a una zona más oculta, se bajó el pantalón y me llevó la mano a su pene semierecto. Me besó con gran pasión metiendome la lengua en mi boca.

-Arrodillate, la mamarás mejor!

Así hice, me estaba poniendo cachonda al tener aquella verga en mi mano. Me la meti en la boca y empecé a mamar primero despacio, luego aceleré el ritmo y el me cojio la cabeza entre sus manos y me hacia entrar y salir deprisa. Aquel chico me follaba la boca igual que si fuera una vagina. Oía sus gemidos cada vez más intensos, hasta que me inundó toda la garganta de semen. Se la chupé hasta tragarme todo y dejarla límpia. El chico se fué casi sin despedirse.

Luego salí de entre los árboles, me acerqué a mi madre y nos fuimos caminando hasta casa.

-Ves, es lo bueno de ser una hembra, que tienes las pollas que quieres!