Mi primera vez... fué un camionero
Mi incio fue con un camionero. No lo busqué, pero cambió mi vida.
Mi primer camionero, mi primera vez.
Ya les he contado tres historias de mi vida adulta, ahora tengo ganas de relatarles mi primera vez, cuando perdí mi virginidad y descubrí la excitación de tener una buena verga ensartada completamente en mi culito.
Cómo ya saben no he parado de desarrollar mi lado femenino y creo que mi debilidad (y especialidad), los hombres maduros, tiene mucho que ver con mi primera historia, esa que no se puede olvidar y que cada vez que se recuerda produce una indescriptible excitación.
Esto me ocurrió a mis 17 años viajaba de vuelta de las primeras vacaciones en que pude salir solo, en realidad partí con mi grupo de amigos de la escuela, pero ya nos habíamos separado para lograr que nos llevaran más fácilmente. Teníamos que viajar al "aventón" pues a ninguno le quedaba dinero para comprar boletos en omnibus.
Me gustaba la sensación de sentirme libre, sin horarios ni planes, apostando a moverme de lugar en lugar dependiendo de la ruta del primer coche que me recogiera.
Pasé unas cuantas horas al costado de la carretera, ya estaba cansado y aburrido, por suerte me paró un tremendo camión que transportaba minerales.
Corrí hasta la cabina, me abrió la puerta un tipo rudo, se notaba un poco gordo y muy moreno; me ofreció llevarme hasta que anocheciera pues me aclaró- que él no manejaba de noche y que luego aparcaría, lamenté que no faltara mucho para que oscureciera, no lograría avanzar mucho en mi viaje.
Acepté, no tenía alternativa, aunque pensé que no iba a resultar muy agradable el breve trayecto que me ofrecían, no se veía muy contento de llevarme, por suerte me equivoqué completamente... de hecho a los minutos ya conversábamos amenamente.
En ese tiempo yo ya sentía fuertes deseos por los hombres, pero hasta ese día me imaginaba galanes de revistas, por lo que al principio el chofer no me provocó nada. Todavía no había tenido ninguna experiencia homosexual, aunque ganas no me faltaban apenas me había atrevido a ponerme ropita íntima de mujer para luego masturbarme pensando en algún amigo maduro de mi familia, únicamente lo había hecho en contadas ocasiones cuando me quedaba en casa sin mis padres.
Sin embargo, en este viaje la conversación derivó rápidamente a temas abiertamente sexuales y muy subidos de tono; seguramente Samuel, así se llamaba el chofer, notó mi encubierto lado femenino.
Anocheció y Samuel detuvo su camión en el primer aparcamiento que divisó. No habían muchos camiones en el lugar, yo imaginé que tenía que bajarme y buscar donde quedarme o cómo continuar mi marcha. Samuel me sorprendió invitándome a tomar algo en la Posada cercana, por supuesto acepté tenía ganas de beber un trago, todavía no sabía ni remotamente lo que me esperaba.
Al cabo de varias rondas de cervezas, me propuso que me quedara en su cabina, "hay espacio para los dos" aseguró-, yo feliz y un poco intrigada, habíamos seguido hablando de sexo, me había preguntado si yo era virgen y percibí cierto entusiasmo al escuchar que sí lo era.
Cerca de las 11 de la noche regresamos al camión, me dijo que necesitaba dormir, me ayudó a subir a la cabina tomándome de mis caderas, eso me turbó inmediatamente. Se instaló en su cama, atrás de los asientos y se desnudó. No pude evitar mirar su verga tiesa y negra. Me pidió que me sacará la ropa y que me acostará a su lado, "hay suficiente espacio para los dos" insistió- yo accedí sin dudarlo...
Entonces supe lo que iba a pasar y me trastornó la posibilidad de cumplir mi sueño secreto. Desde que me invitó las cervezas, dándome cuenta como me miraba, me empezó a parecer muy atractivo... era evidente que era todo un macho y mi deseo por entregarme a él se fue imponiendo fuertemente. Por eso me animé a sacarme, lo más coquetamente que pude, toda mi ropa y sin titubear fui capaz de acostarme a su lado, dándole la espalda porque no me atrevía a mirarlo.
Sin preguntar, no era necesario, Samuel empezó a tocarme rudamente, con evidente lujuria, me dio vuelta hacia él y me besó apasionadamente; diría que lo primero que me ensartó fue su lengua, áspera y dura, la sentí muy sabrosa y dominante. Ese hombre sería mi dueño... me puse feliz.
Luego sin aviso me metió uno de sus dedos en mi ano mientras me susurraba cochinadas que me ponían más caliente. Me dolía, pero me gustaba muchísimo y me atreví a gemir delicadamente. Fue lo que Samuel esperaba, que agarró fuertemente de la cabeza y me obligó a mamarle su verga. Fue exquisito sentirla con mis labios, rápidamente me la metí en la boca lo más que pude y simultáneamente le pare el culito...
Samuel no dejaba de manosearme, mientras me decía que era una mariquita apetitosa y me preguntaba si quería que él fuera mi primer marido... cada palabra que me decía me calentaba más... a todas sus preguntas yo le decía que sí... "sí papito... quiero ser tuya"... "no aguanto"... "dame tu verga por favor".
Estuvimos así largo rato hasta que me puso en cuatro y me empezó a chupar el culito... eso fue la gloria, nunca me había imaginado que podría sentir tanto placer.
Cuando ya me tenía súper mojadita se colocó un condón, al verlo estirándoselo sobre su miembro casi me corrí, me controlé lo que más pude, entonces me puso su cabezota a la entradita de mi ano, me ordenó jadeando que me abriera mis nalgas con mis manos, le obedecí gustosa, él tomó decididamente mis caderas y me lo fue ensartando lentamente pero sin detenerse... yo ya no sólo gemía, bramaba de placer y él más se estimulaba...
Me lo enterró todo, sus testículos quedaron pegaditos a mi hoyito como si también fueran a entrar... no paró, empezó a moverse, a sacarla casi toda para luego metérmela de un solo movimiento hasta el fondo nuevamente... no sé cuanto tiempo me estuvo culiando, era tan maravilloso que perdí la noción del tiempo...
Me llevó al límite, le susurré que me iba a correr, "córrase mamita" -me dijo- y se convirtió en un animal salvaje, creía que me rompería el ano, me dolía muchísimo y me gustaba enormemente al mismo tiempo... tuve un orgasmo increíble e intuí que Samuel también, después él me lo confirmó...
Nos quedamos abrazados largo rato, yo muy feliz pero avergonzada, Samuel se mostraba totalmente satisfecho, contento y muy tranquilo. Sentí un poco de celos imaginando que para él no era su primera vez, le pregunté y me respondió con tanta ternura que me emocionó... "mamita, nunca he gozado tanto como hoy... ni con alguna mujer, ni con alguna mariquita como usted"... me emocionaba que me llamara "mariquita"... eso quería ser... al fin lo era... Samuel buscaba mi boca a cada rato y yo se la entregaba lo más sensualmente que podía, le abría los labios y dejaba simultáneamente escapar unos leves gemidos... notaba que eso lo calentaba.
Sus palabras me tranquilizaron y sus manos volvieron a recorrer mi cuerpo; Samuel estuvo duro muy pronto, no necesitó pedirme que se la chupara, ahora yo tomaba la iniciativa... que dichosa me sentía... esta vez yo le coloqué el condón, me encantó hacerlo y no me costó nada, mi naturaleza se empezaba a imponer... gracias a Dios pensaba...
Mientras le mamaba su verga, se la mamaba no se la chupaba, mis manos le acariciaban su pecho peludo, eso era exquisito, y nuevamente le paraba el culito, invitándolo, sugiriéndole que ya le pertenecía...
No paso mucho tiempo hasta que me pidió que me subiera sobre él... la idea era maravillosa para mi... ¡cuántas veces la había fantaseado!...
Lo hice con bastante seguridad... comportándome como una experta, como la puta que hasta esa noche no había podido salir de mi interior. Me monté con mis piernas bien abiertas... acomodé su falo a la entrada de mi ano y sin pensarlo me dejé caer violentamente hasta el fondo... grité de placer y Samuel, mi Samuel a esas alturas, gozaba enormemente... nuevamente el tiempo se detuvo... sólo sé que nos sorprendió la madrugada... fue mágica la segunda entrega, cambiamos de posturas varias veces... él me guiaba o yo me colocaba abajo y le ponía mis piernas en sus hombros... ahora yo también gritaba cochinadas... yo también le pedía que me hiciera cosas...
Fue una noche espectacular...
A las nueve bajamos a tomar desayuno, lo necesitábamos, nos besamos antes de salir del camión, de nuestro camión... no me importaron las miradas de los otros camioneros que no disimulaban el habernos escuchado... incluso al escuchar algunas bromas dirigidas a Samuel las que revelaban mi nueva condición- me gustaron mucho... "parece que la muchachita tiene lo suyo" fue la que más recuerdo.
Partimos a las 10 de la mañana... Samuel manejaba y me hablaba como si fuera mi marido y yo le respondía dócilmente asumiendo que era su mujer...
Mi historia con Samuel continuó, no tanto como yo habría querido, pero esa es otra historia... sólo les puedo decir que lo amé profundamente y que cada vez que me seduzco a un hombre maduro y bien macho... pienso en Samuel.