Mi primera vez fue con una universitaria
Os cuento cómo perdí la virginidad con una amiga, cómo me hizo sentir cosas nuevas y tuvimos una experiencia única. Este es mi primer relato, así que espero que os guste!!
Este es mi primer relato erótico. Después de que algunas amigas me animasen, aquí estoy, escribiendo una historia de este tipo fuera de los chats subidos de tono a media noche. Para comenzar, me voy a presentar: aquí me vais a conocer como Perseo. Soy un chico joven que recientemente ha comenzado a experimentar con el sexo de una forma más apasionada. Siempre me ha gustado leer relatos en esta página, me han descubierto un lado de sexualidad y morbo que no he encontrado en ninguna otra forma de porno, y la capacidad que tienen algunos autores de meterte en sus situaciones me ha atraído mucho. Es una pena los relatos bien escritos cada vez escaseen más, así que voy a intentar aportar mi granito de arena con una de mis historias :)
Hoy os voy a hablar de cómo perdí la virginidad (la primera vez que tuve sexo con penetración, pues ya tengo experiencias previas a esto), con una de mis amigas. Esto ocurrió hace unos meses y realmente fue algo que no se me olvidará nunca.
Era un jueves por la tarde. Habíamos quedado en mi casa (sin padres, obvio) para comer y pasar la tarde juntos. Éramos dos amigas, la chica en cuestión a la que llamaré Dafne, y yo.
Dafne es una chica increíble. Es madura, extrovertida, y muy atrevida. Para el sexo es muy lanzada, siempre tiene ganas de probar cosas nuevas y descubrir más sobre su sexualidad. Y bueno… También está el hecho de que me saca casi cinco años, que en estas edades (tengo 18) se podría considerar bastante exagerado. Pero a mí me excita sobremanera, es que las universitarias… Son otro nivel.
Cuando entramos todos juntos al piso, las tres se quedaron fascinadas con el espejo de la habitación de la cama de matrimonio, pues cubre la pared entera y a ellas les pareció de lo más morboso y excitante. Tanto que, cuando acabamos de comer, fueron una a una por turnos para hacerse fotos sensuales para las redes sociales o para compartir con algún chico ... En fin, que en una de estas, dos de mis amigas estaban haciéndose fotos y yo estaba sentado en el sofá con Dafne. He de decir que ya tuve cosas con ella y que en ese tiempo cada vez que nos veíamos había una tensión sexual que podía cortarse con un cuchillo, pero esas otras cosas me las guardo para un relato futuro. Ella estaba apoyada en mi regazo, mientras miraba el móvil. No sé de qué estábamos hablando pero alguno de los dos dijo una tontería, nos reímos y se cruzaron nuestras miradas. Me quedé un par de segundos con los ojos fijos en los suyos, hasta que bajé mi cabeza a darle un tierno beso en la nariz, como gesto de cariño. Pero en ese instante, Dafne subió sus labios y nos dimos un beso sin duda inesperado por mi parte, no por ello menos bienvenido. Aproveché para besarla todo lo que pude, pero tuvimos que parar porque nuestras amigas ya volvieron. Nos quedamos con las ganas y se notaba.
Para mi fortuna, sin embargo, a las otras dos les surgió algo y se fueron más pronto de lo esperado, dejándome a mí a solas con Dafne y la casa vacía. Nos despedimos de ellas en la entrada, y cuando se cerró la puerta ni nos dimos un respiro, yo cogí a Dafne de los lados y la puse contra la pared. No aguanté más. Me lancé a comerle el cuello en cuanto pude. Besé, mordí y lamí tal y como sé que a ella le gusta hasta que escuché un suave suspiro salir de sus labios, hasta que noté que se le aceleró la respiración. Entonces subí, le sonreí, y nos besamos. Muy fuerte. De esos besos que no tienes ganas de que se acaben y con los que cada vez vas a más. De esos en los que notas cómo se buscan vuestras lenguas para entrelazarse una y otra vez. En los que muerdes los labios del otro del puro éxtasis. A veces, la cogía del cuello con fuerza un momento y así volvía a besarla, porque le encanta. Ya con ese gesto de fuerza se le escapaban un par de suspiros que iban a más. No hacía falta más que eso para ponerme muy cachondo... Nuestras manos recorrían el cuerpo del otro con las mismas ganas, a mí me gustaba sentirla contra mí, cuando le apretaba para tenerla más cerca, abrazándola, metiéndole mano y acariciando su pelo.
Nos dimos la mano y fuimos juntos hasta la habitación. Dafne se miró en el espejo, hizo algún chiste sobre cómo tenía el pelo y después de reírnos los dos la tiré contra la cama. Me puse encima de ella y comencé a devorarla, poco a poco. Comencé por sus labios, bajé por su cuello, le di un par de mordiscos para ponerla nerviosa, y llegué al pecho. Daba besos suaves deslizándome por encima muy lento, para luego coger con dos manos la camiseta que llevaba y quitársela. En cuanto la vi sólo con sujetador, no me pude resistir a bajarle las copas y abalanzarme sobre sus tetas perfectas. Con mi boca le comía una, comencé a dar lametones por todo su pecho y cuando llegaba a su pezón, ya duro por supuesto, le daba un mordisco suave. Luego me lo metía en la boca y le daba vueltas con la lengua, bien rápido y duro. Con la mano derecha acariciaba su otra teta y le pellizcaba el otro pezón para hacerlo girar entre mis dedos. A estas alturas Dafne comenzó a gemir, me gustaba hacerla sentir bien y seguí comiéndole las tetas hasta que me pidió que parase para que le quitase el sujetador. Cuando lo hice y me volví a lanzar para seguir besándola y quitarle la ropa que faltaba me apartó y simplemente me miró y me susurró un “Ahora me toca a mí.” Me hizo ponerme de pie, quitarme la camiseta y ella misma me desabrochó el pantalón mientras magreaba con ganas el bulto que había estado creciendo ahí. Me quité esa prenda y sólo con la ropa interior, ella se sentó al borde de la cama y poco a poco me bajó el tirante del calzoncillo mientras se mordía el labio inferior. Mi polla acabó saltando como un resorte delante de ella, completamente dura. Al ver mis 21 centímetros delante de ella, exclamó un “Uf” a la vez que acercaba su mano para cogerla y comenzar a pajearme un poco para acabar de ponerla erecta. Luego, le dio un par de lamidas pasando por todo el tronco de mi falo antes de metérsela en la boca casi por completo, mamando a la vez que con una mano me pajeaba al mismo ritmo en la parte inferior. Me sentía en el cielo. Me excitaba escucharla, notar su saliva mojando toda mi polla y sentir cómo entraba y salía de su boca cada vez más rápido. Con una mano le acariciaba el pelo, y yo gemía cuando se atragantaba con todo mi rabo. No estuvo mucho rato, pues me dieron ganas de tumbarla y después de quitarle el pantalón, pasar mi mano por su vientre… Pasar por debajo de su tanga, mientras la miro a los ojos y cuando bajo un poco más, comienzo a sentir lo absolutamente empapada que está por mi culpa, lubricando tanto que sus bragas tenían una marca de la humedad bastante visible. Me encantó. Me encantaba saber lo cachonda que la tenía, lo mucho que la podía provocar y sentir las ganas de más. En cuanto acerqué mis dedos a su clítoris hinchado ella ya tembló, gemía constantemente mientras le tocaba su pequeño botón y seguí así. Bajé mis dedos un poco y los paseé alrededor de la entrada de su coño, provocando pero sin meterlos de momento hasta que ella me lo pidiera. Cuando entre gemidos me lo dijo, comencé a meter un dedo, lo curvé y comencé a estimular su punto G sin descanso. Le di bien fuerte y ella gritó de placer al hacérselo, cada vez le daba con más ganas y mientras le masturbaba me acercaba a sus labios, a sus pechos o a lo que pillase para cubrirla de besos o de mordiscos. Cada vez sus gritos se acortaban más, y ella me pidió que parase porque estaba al borde de un orgasmo, y me confesó que tenía ganas de que folláramos. Cuando escuché eso le di un beso en los labios, y le pregunté si debería ir ya a coger el preservativo. Dafne sabía que era mi primera vez y se preocupó mucho por saber si estaba preparado, si estaba cómodo y si estaba seguro de hacerlo. Me pareció adorable. Dafne se puso nerviosa porque, según me dijo, mi polla era la más grande que se había follado, tan nerviosa que por un momento pareció que fuese ella la que iba a perder la virginidad. En fin, me puso el condón con cuidado, la besé con ternura un poco, y la abrí bien de piernas sobre la cama. Yo me puse entre ellas y coloqué mi glande en su coño. Restregué un poco hasta que encontré la entrada y, antes de apretar, le di un beso a Dafne. Luego comencé a meter mi polla dentro de ella poco a poco, entera. Era una sensación extraña. Notar lo apretada que estaba, cómo me rodeaba por completo y cómo por la excitación estaba literalmente ardiendo. Ella me pidió que la dejase dentro unos momentos para acostumbrarse, y cuando lo hizo, comencé a moverme, comencé a follarla. Fuimos poco a poco pero muy pronto estaba yo penetrándole con fuerza y ella gritando como loca de nuevo. Cuando cogí ritmo, no aguantó ni tres minutos sin que entre gritos me dijo que se estaba corriendo. Me abrazó para pegarme a ella y cuando tuvo el orgasmo gritó tan fuerte que me dejó los oídos pitando. Yo seguía follándola mientras Dafne llegaba al clímax y le di todo lo fuerte que pude para darle todo el placer que pudiese recibir. Fue un orgasmo largo, pero se quedó con ganas de más, por lo que cambiamos de postura un par de veces hasta que volvimos a ponernos en misionero de nuevo, ahora incluso más fuerte que antes. No pasó mucho tiempo hasta que Dafne iba a correrse de nuevo. Yo también estaba muy cerca y tenía ganas de hacerlo con ella. Intentaba follarla lo mejor que podía. La cogía del cuello porque le ponía muy cerda, metía y sacaba mi polla casi por completo para que la sintiese entera dentro de ella y mientras la abrazaba con fuerza porque me gustaba sentir su piel cálida contra la mía mientras nos dábamos placer. Ella se corrió otra vez, gimiendo incluso más fuerte que en la corrida anterior, gritando mi nombre y molestando así a los vecinos. A mí me costó llegar al orgasmo, pero al final lo conseguí, seguí follándomela hasta que pude correrme mientras le gemía en el oído. Los dos acabamos reventados uno encima del otro y después de todo sólo se escuchaban nuestros jadeos de puro cansancio. Nos pasamos un rato después dándonos mimos y caricias con mucho cariño.
Finalmente levanté mi vista, le di un pico en los labios y sonreí antes de darle las gracias.
Fin.
¡Gracias por leer! Podéis decirme qué os ha parecido cuando queráis. Estoy abierto a sugerencias, tengo muchas ganas de escribir más y de aprender a hacerlo mejor jajaja
Espero que os haya gustado a todos y sobretodo, a todas :)