Mi primera vez… fue con una mujer madura

Y aún recuerdo esa mirada tan entrañable, mirada cuyos ojos picarones me mira con doble intención, sobre todo cuando me pregunta… “¿Estás cansado?, te lo pregunto por si lo estas… te dejo descansar, pero si quieres podemos repetirlo otra vez, ¿Qué me dices?”, no habiendo falta contestación alguna.

Mi primera vez… fue con una mujer madura

La conocía desde niño, era una más de la familia a pesar de ser la mejor amiga de mama, considerándola mi mejor amiga y con el tiempo mi confidente, pues siempre estaba hay cuando la necesitaba. Creo que incluso sabia de mis secretos, cosa que, aunque me tenía nervioso por otro lado me perturbaba la idea.

Pero lógicamente los años no pasan en balde y no me refiero a la edad o el cuerpo, sino mis ojos hacia ella. Carmen que así es como se llamaba, era y siempre ha sido ese pedazo de hembra que deslumbraba desde que entraba por la puerta, mujer que, a pesar de la fraternal amistad, siempre ha sido mi ojito derecho, y creo que yo era el suyo.

Claro está Carmen me triplicaba la edad al menos, me sacaba unos treinta años, una mujer divorciada y sin hijos, no sabiendo en verdad los motivos, pues se le veía muy bien preparada para ello. Trabajadora como administrativa en una empresa familiar, sabiendo bien por mi madre que tiene muchos pretendientes, pero es mujer que no desea más compromiso.

Además, no sé si mi madre lo hacía a adrede o simplemente fue algo normal, pues cuando llegaba a mediodía los viernes del instituto, mi madre me mandaba más de una vez a casa de Carmen, creo que más bien era para ‘follar’ con mi padre, hora extraña, pero bueno mis padres eran algo raritos.

De Carmen siempre he tenido muy buenos recuerdos, no recuerdo ninguno malo, sí que os puedo decir que he tenido situaciones embarazosas que de una manera u otra he salido. Situaciones como aquella en la cual me quede en casa de Carmen el fin de semana, me quede porque estaba de exámenes y mis padres tenían que viajar, acabando por ofrecerse Carmen a cuidar de mí. Recuerdo como mi padre no dejaba de tirarme indirecta, no dejaba de picarme con el interés de Carmen, soltándome más de una vez que quizás Carmen me quite mi virginidad, comentarios que me molestaba enormemente.

Pues eso, recuerdo que el sábado me desperté temprano para estudiar, llegando a escuchar ruido que provenían de la cocina, me extrañé que estuviera despierta esta mujer tan temprano, dándome por acercarme a la cocina. Fue entrar y verla de espalda… y casi me corro, si… pensar lo que queráis, no son tan pervertidos como pensáis… bueno quizás sí, pero bueno.

Pero cuando entre, vi a esta mujer intentando coger del interior de un mueble algo, quizás fuera para hacer el desayuno, pero bueno, cuando me refería a lo anterior dicho, me refería a que vi a Carmen con tan solo un camisón. Prenda que cuando llego a ponerse de puntilla puedo aseguraros que este me pareció de lo más corto, pues al alzarse se le subió lo suficiente para mostrar sus braguitas. Prenda interior que para nada era del estilo de mama, me refiero a una de esas prendas antiguas del tiempo de la guerra, sino esta era algo más coqueta. Acabando por retroceder y esconderme, quedándome unos minutos observándola mientras comenzaba a tocarme mi miembro, notándome como se me había puesto muy dura… uuuffff!!.

Aquel momento quedo así… como una anécdota por mi parte, día que tuvo que notar algo, pues no dejaba de mirarme sonriente, cosa que como he dicho me pone muy nervioso. Pero el día no acababa más que comenzar, pues a media mañana, esta entro en mi dormitorio con un refresco y algo de picar, acabando por invitarme a acompañarla a tomarlo fuera. Cuando lo hice, recuerdo que como esta mujer continuaba vistiendo prendas sueltas y la verdad bastante sugerente, prendas que me incomodaba dada mi atracción por ella, notándose o al menos eso me pareció… que me provocaba. Comenzando inicialmente una conversación sobre mis estudios y mi mira hacia el futuro, conversación que poco a poco fue en dirección hacia las chicas, y finalmente hacia el sexo.

Como comprenderéis mi entrepierna parecía una tienda de campaña, salvándome cuando me coloque mi libro de estudio encima, notándose que ella lo había percibido por su risita. Pero que continuaba con dicha conversación, comenzando por preguntarme…

  • “Dime José… ¿Eres virgen?”.

Pregunta que me incómodo y no os imagináis cuanto, me puse colorado y no supe qué decir, volviendo Carmen a la carga, volviendo a decirme…

  • “No te preocupes… no pasa nada, puedes contármelo, somos amigos… verdad”.

Y poco a poco vuelvo a estar más tranquilo y confiado, acabando por confesarle que sí, pero que dada mi edad es algo normal, soltándole una de las frases que más me ha atormentado decirle a una mujer, sobre todo cuando esta se lo toma a broma. Frase como…

  • “Me gustaría continuar virgen hasta encontrar a la mujer de mi vida, pues deseo que ella hiciera lo mismo”.

Carmen como he dicho a cabo por reírse, soltándome que eso es algo difícil pero improbable que lo hiciese por mi parte, pues como hombre que soy, llevo en mis genes el ser infiel. Aquello me molesto muchísimo pero quizás por otro lado tenía toda la verdad, pues conozco algunos de mis amigos que tienen novia, pero han perdido su virginidad con otras chicas.

Me dio la sensación de ver a Carmen muy lanzada, tanto que me asusté, dándome por levantarme dando como excusa… la de volver a mis estudios, no esperando ni que ella me detuviera, cogí y me metí en mi dormitorio. Tome los libros e intente centrarme en ellos, pero en mi cabeza estaba la imagen de Carmen una vez tras otra, eso y sus preguntas incomodas. Pero esas tórridas imágenes me genero lo más lógico… una erección, erección que no me quedo otra que frotarme tímidamente con suavidad, pues no deseaba correrme… uuuffff!!.

Pero cuando mejor estaba… se abrió la puerta, entrando en esos momentos esta mujer, apareciendo y hablando algo que no llegue a escuchar, quizás porque venía buscando las respuestas que no le di anteriormente. Pero fue verme y callarse, no se veía nada… os lo aseguró, quizás un olor en ambiente bastante obvio. Me miro y se me acerco con esa sonrisita que me sacaba de mis casillas, acabando por sentarse en la cama y me pedía que me acercara, dando unos golpes sobre el colchón a modo de que me sentara a su lado. Soltándome…

  • “Ven José… vamos a hablar, no tengas miedo… que no te voy a comer la lengua”.

Joder… no sabía dónde meterme, pensé. Pues el solo pensar que debía de levantarme y precisamente de la manera que estaba, pero ante su insistencia, acabe por levantarme y sentarme junto a ella, y mientras lo hacía me tapaba con mis manos tímidamente a modo de cubrir mi erección y quizás alguna mancha de mi excitación. Pero fue sentarme y soltarme…

  • “Vamos a ver José, no te pongas nervioso… hombre, no pasa nada… tranquilízate”.

Dice sin dejar de mirarme, volviendo a decir…

  • “Vamos a hablar de chicas, te digo esto porque se cómo me miras, te aseguro que me siento muy halagada, no todos los días un hombretón se fija tanto en una mujer mayor como yo”.

Quise responderle que no me parecía para nada una mujer mayor, deseaba excusarme si mis miradas le hayan ofendido, o incluso incomodado, pero ella simplemente me siseaba a modo de hacerme callar. Soltándome…

  • “Tú calla y escucha”.

Pero bien recuerdo a esta mujer y el estar con ella, recuerdos que para nada se me han quedado como anécdotas sino como parte de un sueño, una vivencia difícil de olvidar, pues siempre hay algo que me recuerde aquellos momentos, un perfume, una imagen, una prenda…

Ella hablaba, no dejaba de explicarme cosas, vivencias, experiencias, cuando en un momento dado, acabo por posar sus manos sobre mi bragueta, manos a las cuales clave mis ojos. Pudiendo ver como Carmen como si tal cosa, comenzara a bajarme la cremallera del pantalón, quise impedírselo, pero la verdad sin mucho afán. Ella introduciendo una de sus manos en mi interior, acabo por sacar mi miembro fuera, agarrándomela con su mano derecha mientras con la izquierda me hacía tumbar sobre el colchón. Soltándome…

  • “Tu tranquilo… no pasa nada, déjame hacer, veras como hoy lo arreglamos todo”.

¡Dice y sentía su mano deslizarse por mi miembro… uuummm!!, no pudiendo hacer yo otra cosa que taparme la cara con mis manos, evitando que me viera todo colorado. Recuerdo como Carmen no dejaba de decirme…

  • “No vez como la tienes, esta toda colorada, quizás por culpa de tus pensamientos que no deseas transmitir, y eso no es bueno…”.

Decía mientras sentía como su mano me masturbaba, como la deslizaba desde la base hasta mi glande, bajando el prepucio con suavidad, sintiendo como mis gruesas venas marcaban mi tronco. Veía como ella se inclinaba sobre mi glande, pero no llegue a sentir sus labios, pero si como algo húmedo impregnaba el capullo, sintiendo en esos momentos unos cálidos labios coronar mi glande, labios que poco a poco fue deslizándose hasta introducirse mi glande en su interior… ooohhh!!. Fue escucharme gemir y soltarme…

  • “No tengas miedo si te vas a correr, pues es eso lo que pretendemos, ya que no puedes estar en este estado… vale”.

Dice y tras ver como la miro, me suelta…

  • “Dime José… ¿Tú has visto a otra mujer desnuda a parte de las vistas en las revistas eróticas o quizás a tu madre?”.

Contestándole embobado… ‘que no’, momento en que veo como esta mujer comienza a desvestirse, deslumbrándome al quitarse ese corto vestido, ¡saltando esos enormes pechos… uuuffff!!, quedándose en braguitas. Y preguntarme…

  • “Te gusta lo que vez, quizás te parecerán viejas y arrugadas en comparación con las chicas jóvenes de las revistas”.

¡Fue decir eso y tomar mis manos y llevarlos a sus pechos… uuuffff!!, poco me falto para que me corriera sin volvérsela a meter en la boca, tocar aquellos senos fue la ‘ostia’, suaves, tersos… uuummm!!. Sobre todo, cuando comencé a acariciar sus mamas y esos duros pezones, caricias que debió de gustarle mucho, pues con un dedo comenzó a moverlo de un lado hacia el otro, diciéndome…

  • “Malo… malo”.

Decir eso, y ver como esta mujer volvía a inclinarse, introduciéndose mi miembro en su totalidad en su boca, lamiendo una vez tras otra, dándose un empacho de polla, no pudiendo aguantar mucho más y hacérselo saber. No dure mucho más de cinco minutos cuando comencé a descargar, viendo con asombro como esta mujer madura tragaba en su totalidad, sacándosela de su boca flácida y limpia. Miembro que, tras cogerlo, cogió y lo volvió a guardar en el interior de mi pantalón, soltándome…

  • “Bueno, pues ya estás listo y ahora te toda volver a los estudios”.

Viéndola como se levantaba, cogía el vestido y se lo colocaba, inclinarse hacia mí y darme un piquito en los labios, muestra de cariño que me enamoro, pero que la verdad deseaba más. E incluso hice intensión de cogerle el culo, gesto que rápidamente retire la mano al darme cuenta que me había pillado, siendo ella quien finalmente me tomo la mano, tirando hasta posar mi mano en sus nalgas. Soltándome…

  • “No te cortes, siempre que quieras podrás hacerlo, eres mi niño… mi tesoro, y como tal tengo que guiarte y enseñarte en todo lo que pueda, no te preocupes que ya tendremos tiempo para más”.

Y dejándome perplejo cogió y fue a salir de mi dormitorio, no dejándome de decir… ‘ahora te toca estudiar’, acabo por soltarme…

  • “Escúchame una cosa, debes siempre respetar a una mujer y un no es un no, aunque a veces parezca lo contrario”.

Decir esto y salir del dormitorio, cerrando la puerta tras de sí, volviéndola a abrir y decirme…

  • “Bueno pues eso… no te cortes, debes de aprender e ir poco a poco, debes de saber tocar y palpar, debes de saciar tus curiosidades, no quedándote con las ganas”.

  • “Te digo esto… porque te doy permiso, si deseas meterme mano… lo puedes hacer, te parecerá algo raro o increíble por mi parte, pero me gustaría que el tiempo que estés aquí o conmigo, me gustaría que no te quedes con las ganas… vale”.

Y desaparecer por esa puerta, pareciéndome aquello un sueño, no solo por lo que había acabado por pasar sino por lo dicho, no me creía que esa mujer me haya dado permiso para meterle mano o incluso manosearla. Y la verdad es que me quito las ganas de estudiar, pues fue decirme eso y volví a estar empalmado, no se pasaba la idea de tenerla otra vez, pero sobre todo el tocarle por todas partes e incluso el comerle el ‘coñito’… uuummm!!. Pero no todo lo ocurrido durante el día, pues después de cenar y penando que nos íbamos a acostar, cuando esta me pregunto…

  • “¿Te gustaría dormir conmigo esta noche?”.

Casi se me cae los palos del sombrajo… (un dicho por aquí del sur), no perdí ni tiempo por acostarme, tras lavarme los dientes y asegurarme estar lo más presentable, y eso que solo me iba a acostar en calzoncillos. Espere antes de meterme en la cama a que ella apareciera, apareciendo con un camisón negro y bajo este unas braguitas. Fue meternos en la cama y comenzar a tontear, comenzando poco a poco a besarnos, y claro está a comenzarnos a acariciar por todos los lados… uuummm!!. No dejando de besarle la boca e ir descendiendo por su mejillas hasta su cuello, dándome cuenta que es una zona de lo más erógena, pues no dejaba de suspirar… uuummm!!.

Continúe descendiendo hasta sus pechos, una vez baje las cinta de su camisón, saboree estos uno por uno, dedicándome una mayor atención a sus pezones… ooohhh!!. Continúe bajando hasta su estómago, vientre y pubis, besando y lamiendo sobre sus braguitas, dichas estas estaban empapadas… uuummm!!. Descendí hasta sus rodillas pero esta me hizo ascender, volviendo a besar y lamer su coñito, echando hacia un lado la tela de sus braguitas y saborear su vulva y vagina. Mientras suspiraba y gemía, me dio por quitarle las braguitas, continuando con mi labor y ayunándome con mis dedos, mientras sentía como esta presionaba mi nuca contra su pelambrera… aaahhh!!.

No dejándose de retorcer, no dejando de gemir y suspirar hasta que, entre convulsiones, esta acabo por llenar mi boca de sus jugos, mientras gemía no dejaba de agradecer el gesto, pues según decía… ‘ningún hombre según decía se lo había hecho, ya que mostraban asco’, pensaba algo ilógico, pues cuando en verdad ella se meta sus ‘pollas’. Pero en esos momentos creo que lo vi calve, pues ahí estaba ella aun recomponiéndose tras su orgasmo, estando en una posición idónea para penetrarla, cosa que hice. Tome mi miembro por la base y lo lleve hacia su vagina, cuya orificio brillaba por sus jugos, creo que ella adivinaba mis intenciones, pues me miraba con deseo… uuummm!!.

Allí estaba ella… tumbada boca arriba con sus piernas separadas y flexionadas, era para mis ojos una diosa a pesar que no estaba del todo desnuda, pues continuaba por muy ilógico que fuera con su camisón religado en su estómago.  Antes de introducírsela, jugué un poco, deslizándola por entre sus labios vaginales, casi devolviéndole cuando ella había sido mala conmigo. Tome mi miembro con la intención de penetrarla, no sabiendo bien como dada la posición, pues veía que sus piernas me estorbaban. Viendo como Carmen, levanto su pierna izquierda como mostrándome el camino, cosa que efectivamente fue así, pues introduje mi glande en su orificio mientras esta soltó un sonoro gemido… ooohhh!!. Pierna que apoyé mi cuerpo y comencé a moverme sin prisa alguna, comenzando a penetrarla, viéndome a mí mismo en esos momentos como un Dios al follármela… ooohhh!!.

El pensar que era mi primera con una mujer, pero una primera vez como Dios manda, me dio alas, pues mientras la embestías ambos gemíamos, comenzando esta por masturbarse… aaahhh!!. Comenzando a hacerse un dedo, moviendo frenéticamente dos de sus dedos sobre su vulva, dándome por aprovechar por magrear sus pezones… ooohhh!!. Dándole por decirme…

  • “Si te tienes que venir… no tengas reparo, puedes correrte dentro de mí, ¡tranquilo que no me dejaras embarazada… aaahhh!!”.

Y bien recuerdo que tras hacerle saber que no me iba a venir, cogió Carmen y con sumo cuidado saco mi polla de su orificio, soltándome…

  • “Pues si vamos a seguir, vamos a disfrutar… vale”.

Moví la cabeza, cuando Carmen cogió y me dijo…

  • “Bueno, pues ahora te toca a ti… abajo”.

Fue tumbarme sobre la cama, cuando esta antes de introducírsela, comenzó a comerme la polla, saboreando sus propios jugos, deteniéndose al momento, incorporándose y casi gateando acaba por ponerse sobre mí, colocando una pierna a cada lado de mi cintura, siendo ella misma quien toma mi miembro y se lo introduce… ooohhh!!. Acabando por asegurarle…

  • “Como sigas así, ¡como que me voy a correr… uuummm!!”.

Vi a Carmen sonreír maliciosamente, como si disfrutara de verme sufrir, pero no tanto como cuando ella se dejó caer y sentir como mi glande se alojaba dentro de ella, no muy grande de tamaño, por cierto, pero bastante gruesa. Alusión que ella misma me dijo…

  • “Me gusta más que sean peleonas y gruesas que grandes y que puedan aportar poco, ¡ganas más que cualquier semental no por el tamaño sino por el aguante… uuummm!!”.

Comenzando a moverse, gimiendo y suspirando, mientras permanecía con los ojos cerrado, mientras yo me dedicaba a acariciar su cuerpo o pechos… ooohhh!!. Llego un momento en que echo su cuerpo hacia delante y apoyándose con sus manos sobre el colchón, comenzó a mover sus nalgas de arriba hacia abajo, emulando un pilón… aaahhh!!. Posición que me daba a saborear sus pechos una vez tras otra, no sabiendo exactamente cuánto tiempo, no dejando de marcar el tiempo, no dejando de subir y bajar, llegando un momento en que nos mirábamos y sabiendo perfectamente que nos íbamos a venir. Y efectivamente descargue, como nunca hasta ese momento lo había hecho, momento en que me dio por tomarla y hacerla tender junto a mí, bello gesto que le gusto según dijo.

Comenzando de nuevo a besarnos, volviendo a mencionar el gesto previo, no dejándome de agradecer el ‘sexo oral’, sobre todo cuando se vino por sorpresa y no pudo avisarme, cosa que le quite hierro. Y aún recuerdo esa mirada tan entrañable, mirada cuyos ojos picarones me miraba con doble intención, sobre todo cuando en esos momentos le dio por preguntarme…

  • “¿Estás cansado?, te lo pregunto por si lo estas… te dejo descansar, pero si quieres podemos repetirlo otra vez, ¿Qué me dices?”.

No hozo falta contestación alguna, pero eso sí… le quite el camisón, dejándola totalmente desnuda, saboree nuevamente su orificio, cuyos dedos míos llegaron a jugar y no solo con este, sino con el trasero. Disfrutamos, incluso cuando se me puso en un extremo de la cama, pidiéndome que se la introdujera por detrás, advirtiéndome…

  • “Ojo!!, por detrás no significa que me la metas por el culo, sino que me la introduzca por mi coñito… eeehhh!!, que te veo las intenciones… nene”.

Y mientras la penetraba, no dejaba de mentarme…

  • “Dios… como echaba de menos la vitalidad de un jovencito, ¡que maravillosa juventud que no os cansáis nunca y siempre tenis ganas… ooohhh!!”.

Fue una noche eterna, llegando a correrme hasta cuatro ocasiones, perdiendo la cuenta de los orgasmos de ella, pues hubo momentos en que me hacía saber… ‘yo no sabía que era multiorgásmica’, comentario que soltó entre risas. E incluso a día de hoy, entre mis ‘amigas’ aun mantengo muchas que son maduras, mujeres a la cual me gusta coquetear y claro esta seducir, mujeres que no dejan de comentarme… ‘que eso ya no se lleva, pero ni se te ocurra dejar de hacérmelo, pues los caballeros escasean y aún más en estos tiempos, echándose incluso a un romántico en la casa’.  Cosa extraña que no gusta a las más jóvenes, pues estas van a saco, y pensar que a saco fue aquella mujer madura que me encontré en un club liberal, mujer que supuestamente vino acompañada pero que poco le importo, pues bien, me demostró que era de mente abierta.

Pero bueno, mejor dejarlo aquí, espero que os haya gustado, ya me decís que os aparecido. Estaré esperando vuestra respuesta, deseando recibir vuestros comentarios, ya sea a este portal como a mi correo. Mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).