Mi primera vez...

Mi primera aventura gay, pero ésta ha sido por amor. Leédla, os gustará...

MI PRIMERA VEZ

Ésta historia es totalmente real, pero daré datos falsos, para que nadie se sienta intimidado. Ruego una vez hayan leído el relato, lo valoren, es algo gratificante, que se tarda poco en hacer y anima a los escritores.

Ésta historia ocurrió en Diciembre de 2.000, cuando tenía 15 años. Me llamo Rubén, y actualmente tengo 18 años. La historia que les voy a relatar narra mi primera experiencia gay, con entonces mi mejor amigo, y que me marcó para siempre, como debe ser. La voy a narrar en primera persona, así que para ello retrocederé a 2.000.

Vivo en Madrid, en una barriada obrera del extrarradio. Curso 4º de E.S.O. Soy gay, aunque nunca he tenido ninguna experiencia. Hace un año, empecé a ir a un gimnasio, pues necesitaba algo de deporte para ganar agilidad, y en los vestuarios me reencontré con un viejo amigo: Raúl.

Raúl es el típico chico que está siempre rodeado de chicas. Todas quieren ser sus novias, y todas quieren enrrollarse con él, por eso siempre tiene novia. Mide 1.75, pesa unos 65 – 70kg, no tiene ni un ápice de grasa, todo músculo, es guapete, y muy simpático. Y encima, está bien dotado. Vamos, que no le falta de nada.

Pues estoy en el vestuario cambiándome de ropa, y oigo a alguien que me dice por la espalda: "Oye: ¿Tú no tienes una casa en Guadalajara?"

A lo que yo le contesto: "¿Y tú cómo lo sabes?"

  • ¿Es que no te acuerdas de mí? –
  • No, la verdad es que no.
  • ¡Sí, hombre: Soy Raúl, de Molina!
  • ¡Aaah, ya sé quién eres!

Bueno, después de esto, lo típico: Qué tal, cómo te va todo... Él está en bóxer, pero de eso me di cuenta más tarde, cuando me puse las gafas. ¡Madre mía! ¡Qué cuerpo!

A partir de ahí nos empezamos a hacer amigos. Empezamos a quedar, a irnos por ahí... él es un buen tipo, y me aprecia, se nota a la legua. Y yo me lo paso genial con él. A todo esto, huelga decir que cada vez que estamos en el vestuario, me quito las gafas sólo para ducharme, puesto que no me gusta perderme ese cuerpazo.

A mí cada vez me gustaba más; Le he llegado a robar el bóxer usados, con restos de semen, para ponérmelos yo, y muchas otras cosas más. Yo quería enrrollarme con él como fuera, así que un día le invité a lo típico que hacen dos chicos de 16 años: ver una peli porno. Él, aún a sabiendas de que yo era homosexual, aceptó. Y a partir de aquí, el asunto cambió de rumbo totalmente.

Estábamos viendo una peli hetero: En ese momento, una tía se la estaba chupando a un tío, y tanto Raúl como yo estábamos muy calientes. Y yo le dejé caer ciertas insinuaciones...

Yo: Cómo mola esto, ¿eh?

Raúl: Sí, la verdad es que está genial.

Y: Cómo molaría que alguien te la mamara, ¿eh? Podría estar alguien aquí comiéndonosla.

R: Ya ves, sería cojonudo, porque estoy más caliente...

Y: ¿Sí? Pues venga, bájate los pantalones, que te la como un rato.

R: Jajajajajajaja.

Y: ¡Venga, bájatelos!

R: Jajajajaja. Joder, no sé qué haces que no empiezas ya. Jajajaja.

Y. venga, que no hay huevos.

R: ¿Cómo dices?

Y: Que no tienes huevos a bajarte los pantalones y dejar que te la mame.

R: El que no tiene huevos a mamármela eres tú.

Y: Eres tú el cobarde...

R: Uffffffff. (Se levanta, hace amén de bajarse los pantalones y se sienta). Mejor no.

Y: ¿Ves como eres un cobarde?

En ese momento, se levantó del sillón, se desabrochó los vaqueros, se bajó los pantalones y los gayumbos, y se sentó. Y yo, sin pensarlo, me lancé a aquel plátano color carne, y empecé a chuparlo con todas mis ganas. Era mi primera mamada, y me estaba saliendo bastante bien. Le medía 16 cm. más o menos, era gordita, algo desviada, y descapullaba perfectamente. Tenía un sabor delicioso, y no podía parar de mamar aquella verga. A todo esto, él me bajó los pantalones, me sacó la polla, y empezó a hacerme una paja. A él, que era virgen la mamada le supo a gloria, y a mí, su paja me sentó deliciosa. Pensar que esa mano tantas veces añorada y deseada, estaba acariciando una parte de mi cuerpo que no todo el mundo tenía derecho.

A mitad de la mamada, le dije que si le apetecía desvirgarme. Entonces se levantó, se puso detrás de mí, y con mucha delicadeza empezó a meterme su grueso falo. No sé si sería por nervios, o por qué, pero lo que sé es que le dije que nó, que no me follara. En fin, seguí mamándosela, y me dijo que se venía, que se iba a correr. Entonces, como un poseso, en cuanto vi que se empezaba a correr, me tragué todo aquél néctar, que tan rico me supo. Fue la culminación de una tarde fantástica.

Huelga decir que no se ha vuelto a repetir. Nunca hemos vuelto a pasar de los magreos que le hago por encima del pantalón, que le calientan muchísimo, pero no quiere pasar de ahí. Yo pienso una cosa: Si ha descubierto que también le gusta el sexo con hombres... ¿Por qué no quiere hacerlo mas? ¿Por la sociedad? ¿Por qué es un "macho"? No tengo respuesta a éstas preguntas, pero espero que alguien me mande un correo y me resuelva algo.

PD: Vivo en Madrid, tengo 18 años, y si alguien quiere que le cuente la historia en persona, o prefiere probarla... jejeje, que me mande un e-mail. Por cierto: éste es mi primer relato, y me gustaría que lo valorarais, para animarme a escribir más y mejores. Un beso a todos los lectores.