Mi primera vez en un tren

Este relato fue una de las situaciones más extrañas que he tenido, mientras que estudiaba mi carrera. Voy a relatarlo como lo recuerdo, y aunque ha pasado ya cierto tiempo, a veces sigo pensando en el viaje en que conocí a Emma tan íntimamente.

Este relato fue una de las situaciones más extrañas que he tenido, mientras que estudiaba mi carrera. Voy a relatarlo como lo recuerdo, y aunque ha pasado ya cierto tiempo, a veces sigo pensando en el viaje en que conocí a Emma tan íntimamente.

Eran las 7:53 de una fría mañana inverno, falto de sueño como tónica general en los días previos a los exámenes, la malicienta y amarillenta iluminación de la estación de tren, tan solo aumentaba mis ganas de dormir. Las monótona cola en la taquilla de la estación aumentaba más si cabe dicha sensación, dos pasos hacia adelante, y pausa mientras los viajes que tenía delante pagaban su billetes, tan solo el paso de los viajeros, que caminaban hasta el andén uno, donde el tren con destino final Barcelona, esperaba pacientemente la hora de su salida.

Otro viajero mas abandonaba la taquilla, billete en mano hacia la puerta de los andenes, otros dos pasos, faltaba poco tiempo para la salida del, así eché un vistazo rápido para comprobar cuantas personas me separaban de formalizar el bonotren que me llevaría como todos los días a la escuela de ingeniería, y aunque suene a tópico fue en ese momento cuando me di cuenta, de que ella estaba en la cola, dos puestos delante de mí.

Aún ahora no puedo decidir que hizo que fijará con más atención, quizás fue el simple hecho de entrever la forma del sujetador, insinuante pero sin llegar a verse con claridad, marcando la espalda de su camisa. Fuese lo que fuera, de repente no podía apartar la mirada. Recorrí con la mirada su cuerpo, desde su pelo rubio oscuro, recogido en un moño sencillo, que dejaba al aire al aire pequeños mechones cerca de la nuca, hasta sus zapatos, sencillas manoletinas casi sin tacón.

Era mayor que yo, al menos cinco o diez años, pero la oleada que recorrió mi cuerpo, hizo que la deseará y siguiera mirando, fue la primera vez que comprendí la expresión desnudar con la mirada. Obviamente cuando abandonara la taquilla no volvería a verla, así que seguí paseando la vista por su cuerpo, unas piernas perfectamente torneadas, enfundadas en unas medias que aumentaban la atracción, acababan en una falda de sastre de tela escocesa roja, que ponía fin a lo que se veía de sus piernas, y dando paso una figura ligeramente voluptuosa, que no hacía más que aumentar la placentera sensación que tenía, seguí subiendo mi vista, la cintura hacia las veces de frontera entre la falda y la camisa amarilla, de nuevo volvía al punto de partida.

No aparte los ojos mientras avanzaba los dos pasos que avanzaba la cola hacia la taquilla. Intentaba memorizar cada curva de su cuerpo, cada pliegue de su ropa, como se marcaba su sujetador en la camisa, el broche de dos presillas, los tensores de las tirantas, las graciosa forma en la que el pelo suelto del moño caía sobre el cuello de la camisa. Era todo lo que iba a tener su recuerdo, las dos maletas que llevaba al lado, eran el claro indicador que realizaba un viaje largo y no precisamente todos los días como yo.

Mi vista la siguió por última vez mientras que abandonaba la taquilla, intente aliviar la tensión que me había provocado con un suspiro, mientras intentaba centrarme en que estudiaría esa tarde.

Al menos había conseguido despertarme, dos pasos más y entregue el bonotren, para obtener mi billete, sin poder dejar de repasar la imagen de esa mujer en mi mente.

Un minuto para las 8:00, acelere el paso, mientras la vi subir en el vagón de cabeza, casi la sigo, pero no llegaría subir al tren, así que me aproxime a la escalera de la puerta que tenía más, como no era la última, otro suspiro mientras subí, camine entre los primeros asientos del final del tren buscando una ventanilla a la derecha, aunque el vagón estaba vacío, así que me senté, coloque mi mochila enfrente, me puse los casos, con intención de escuchar algo que me distrajera, hasta llegar a la escuela.

"Viene hacia aquí" pensé, mientras una nueva una oleada de calor, combinada con sorpresa, me recorría el cuerpo, al verla aparecer por la puerta que comunicaba el vagón con el resto del tren. Avanzaba lentamente, intentando que sus maletas no se chocarán con los asientos.

Llego hasta el grupo de cuatro asientos en el que me encontraba, me saludo con un hola muy monótono, mientras subía la maleta pequeña, cuando fue a coger la maleta grande, me incorporé, para ayudarla, era lo menos que podía hacer, un ligera sonrisa y un gracias, mientras subíamos la maleta, al portaequipaje superior.

Aún no habíamos bajado los brazos cuando un fuerte ruido metálico, y un empujón hacia atrás, nos anunció que el tren se ponía en marcha, consiguiendo que ambos perdiéramos, se dice que un caída todo se ralentiza, debido a la adrenalina que se libera para que los músculos, reaccionen con rapidez, y es cierto porque no debió pasar más de dos segundos, pero recuerdo cada detalle a cámara lenta, ambos nos precipitándonos hacía los sillones, yo caí de espaldas primero, ella de frente hacia mí, instintivamente la abrace para evitar que cayera hacia el pasillo, bueno eso es lo quiero pensar, que actué mas para proteger de caer, que para atraerla hacia mí.

Lo primero es la compostura, así que dije:

  • Lo siento. Mientras echaba la cabeza hacia atrás.

  • No lo sientas, cielo. Me respondió, me has ayudado a subir la maleta, has evitado que caiga al suelo, agarrándome.

  • Las gracias te las debo dar yo a ti.

Lo cierto es que pensé, "gracias a ti, esta noche tendré algo mas para recordar, que tu treintañera imagen , no podré olvidar la cálida presión de tus pechos rozando mi cara".

Se incorporó y recogió el bolso del suelo, colocándolo en el sillón enfrente, al que me había sentado al entrar en el tren, avance para quitar la mochila, a lo que ella respondió con una sonrisa, y otro gracias y añadiendo -me gusta sentarme en la ventana, y ver como todo se aleja, "Genial" pensé, a mí me gusta ver hacia adelante.

Pero los asientos están muy próximos, así que cambie la mochila de sitio para sentarme cerca del pasillo, a lo que ella respondió. -no te cambies de asiento, no me molestas.

Mi cortesía, me hizo separar las piernas para no rozar las suyas, aunque era precisamente eso lo que deseaba, volver a rozar su cuerpo. Mientras mis ensoñaciones me llevaban más cerca de ella, el interventor apareció por el pasillo, para revisar los billetes, al fin y al cabo era un tren de largo recorrido.

El interventor llego al final del vagón, reviso el pasillo exterior y volvió sobre sus pasos hacia los vagones de cabeza. Mi compañera de viaje, se quito el zapato derecho y estiró la pierna, apoyando el pie sobre mi asiento, y preguntando - no te molesta, ¿verdad?.

-No, por supuesto que no, respondí mientras miraba sus piernas y la oleada de calor despertaba y tensaba mi pene.

Ella debió darse cuenta, porque estiró la pierna hasta tocarme con su pie, mientras me decía

-Parece que te gusta tenerme de compañera de viaje.

Rodeé su pierna con mis manos, atrayéndola hacia mí, y respondiendo afirmativamente con la cabeza, la inesperada sensación me había dejado momentáneamente mudo.

"Pero qué clase de animal, estas hecho, respóndele ya" pensé.

  • Claro que me gusta viajar con tía tan …, con una mujer tan hermosa. Conseguí decir al final., Volvió a sonreír, mientras comenzó a frotar su pie contra mí.

  • ¿Realmente piensas que estoy buena? o lo dices solamente para que no pare.

  • Claro que lo pienso, buena no, muy buena, me fije en ti, en la cola para comprar los billetes, ya me pareciste tremendamente hermosa, tanto que no podía dejar de mirarte.

Ella apretó más fuerte, y dijo - te voy a dar algo para que olvides mi belleza.

Y se echo a reír, mientras bajaba la pierna al suelo. Se reclino hacia atrás y comenzó a desabrochar su blusa, hasta que llegó al botón sobre la falda, tiró ligeramente de la blusa hacia fuera, dejando ver sus pechos moldeados por un sujetador de encaje blanco, unos pechos generosos, sin ser exagerados, con unos pezones que ya no podía ocultar el sujetador, pues sobresalían más de un centímetro marcándose en el sujetador. Así que le dije.

  • Parece que a ti también te gusta, viajar conmigo.

  • Pues sí que me gusta, mira como están, y están así, desde que me di cuenta que me mirabas en la cola.

Se inclino hacia mí, y lentamente bajo la cremallera del vaquero, mientras me acariciaba sobre el pantalón, cuando terminó de bajar la cremallera, tiró del boxer hacía abajo con una mano, mientras con la otra me sacaba la polla. Me bajo la piel hacía abajo hasta dejar todo el glande al aire, para luego colocarlo entre sus pechos.

Apretó sus tetas contra mí, y con su manos comenzó a moverlas ligeramente arriba y abajo. Yo estaba muy excitado, la presión de los exámenes me tenía sin sexo desde hacía casi un mes.

  • Relájate cielo, o no vas a poder disfrutar.

Me dijo, y comenzó a mover sus tetas sobre mi polla de izquierda a derecha. La abracé y la bese en la frente.

  • Guarda los besos, y disfruta.

Bajo la cabeza, y comenzó a besar el glande, se dio cuenta de mi excitación y empezó a chupar muy lentamente, lo cual lo hacía aún más excitante, y al mismo tiempo estresante, pues no podía controlar el ritmo. Para evitar el deseado final, comenzó a alternar, volviendo a colocar mi polla entre sus tetas, con besos más profundos, mi respiración se aceleraba, la presión de sus pechos era tan excitante como su boca, levante ligeramente, la cabeza y vi como la puerta del vagón se abría.

  • El interventor.

Fue lo único que pude decir, pues empecé correrme. Ella se apretó contra mí, mientras tres pulsos expulsaban el semen.

Cogió mi mochila, me la puso encima, se echo hacia atrás y se limpio sus pechos, abotono rápidamente su blusa, terminando casi en el momento que el revisor pasaba a nuestro lado.

De nuevo el interventor realizo el mismo recorrido, hasta el final, pasillo y hacía atrás, miré el reloj, 20 minutos desde la última vez que paso. Quite la mochila, y me coloque el pantalón, la miré, se estaba riendo y me contagió la risa, la situación habría poco divertida si hubiera llegado antes. Me puse de pie y ella dijo.

  • ¿Ya ha llegado tu estación?.

  • No, es mas ampliaré mi billete hasta tu destino. ¿vas a Barcelona? ¿Verdad?

  • Y, si no es así.

Me contesto, a lo que le respondí que había visto su billete.

-Ahora mismo vengo.

Salí detrás del revisor para ampliar mi billete, tras unos minutos volví al asiento, y me pregunto.

  • ¿Por qué lo has hecho?

  • Porque no quiero que esto acabe tan rápido.

Así que coloque de rodillas entre sus piernas, y comencé a acariciar sus tobillos, luego sus gemelos con ambas manos , y al llegar a sus rodillas empuje hacia atrás la falda, hasta ver sus bragas a juego con el sujetador que vi antes, blancas de satén con encaje en los bordes.

  • ¿Cómo te llamas?

  • Acaso importa.

  • Si, me gustaría saber tu nombre.

  • Emma

Tras decir gracias, bese su monte vénus, y seguí besando hacia abajo, a la parte interior de sus muslos, haciendo un círculo, para volver a su vulva, tras repetir varias veces el circuito de besos, entre su monte y sus muslos, introduje un dedo por debajo del borde de sus bragas, notando como el satén de la parte interior estaba muy húmedo, saque el dedo, acaricie de nuevo la parte interior de sus muslos, desplazando mis manos hacia fuera y subiendo hasta las caderas, para coger sus bragas y comenzar a bajarlas.

Por un momento se engancharon al dejar su vagina a vista, a lo que Emma con ligero jadeo respondió.

  • Sigue, que acabara volviendo el revisor.

Termine de bajarlas, las saque del pie derecho, luego del izquierdo y las guarde en uno de los bolsillos de mi vaquero.

Me acerque a su vagina, y comencé a besar sus labios mayores, y el clítoris, lentamente, aún no estaba preparado para excitarlo directamente. Con mis manos separé sus labios mayores y con mi lengua jugué con sus labios interiores, separándolos y lamiendo la vagina de Emma, cada vez más húmeda. La punta de mi lengua subió hasta su clítoris, que estaba aumentando de tamaño, lo bese suavemente, para ver el grado de excitación, a lo que ella me respondió con una jadeo largo, la punta de mi lengua comenzó a jugar lentamente con su clítoris, mientras mis dedos entraban en su vagina, salían y se enredaban con sus labios, jugando y acariciando sus los pliegues de sus labios.

El clítoris de Emma había multiplicado su tamaño, hasta el tamaño de una canica, lo succione, mientras mis dedos seguían entrando y saliendo, y jugando con su vagina. Ahora no era mi respiración la que se entrecortaba, mientras hacía círculos con mi lengua por su clítoris, para luego besar y succionar sus labios interiores, Emma me acaricio la cabeza y dijo.

  • Deja de jugar conmigo.

Así que comencé a hacer movimientos más rápidos y ligeros con mi lengua sobre su clítoris.

  • Así, mas rápido.

Saque mis manos de su vagina, y subí hasta sus pechos, Emma me sujetaba el pelo, y seguía mis movimientos, mientras yo lamia lo más rápido que podía, al tiempo que jugaba con sus pezones sobre la blusa.

De repente su abdomen empezó a subir y bajar, su cuerpo se tenso, y ella apretó mi cara contra su vagina, estaba teniendo un orgasmo, y estaba disfrutando mucho más, de lo que yo pude anteriormente, comencé a besar su clítoris suavemente, mientras su respiración se normalizaba. Esta vez nadie había abierto la puerta. Me incorporé y baje su falda, mientras me miraba dijo.

  • Cielo, gracias por ampliar tu billete, hacía mucho que no disfrutaba tanto, y nunca lo había pasado tan bien en un tren ¿y tú?

  • Emma ha sido un autentico placer, viajo todos los días y está siendo mi mejor trayecto.

  • El revisor pasará pronto, ¿dónde están mis braguitas?

  • En mi bolsillo, aún queda mucho hasta Barcelona.

Emma se echo a reír de nuevo.

  • O sea que no piensas devolvérmelas.

  • No, quizás al final del viaje, o quizás me las quede de recuerdo.

  • Bueno y cuál es tu nombre, estudiante fetichista.

  • Acaso importa.

Le contesté en venganza de su primera respuesta, pero antes de que pudiera responder se lo dije.

  • Gracias Josep

  • A ti.

Nos relajamos cada uno en nuestro asiento, estiró las dos piernas sobre mi asiento, comencé a acariciarlas, y decirle.

  • La última vez que las pusiste ahí, casi nos pillan.

Volvimos a echarnos a reír, mientras la puerta del vagón se abría y entraban varios pasajeros.

  • Parece que ya no tenemos el vagón para nosotros, vamos a tener que salir al pasillo.

  • Ahora.

  • No cuando pase el interventor.

Como si se tratará de un rito el interventor, revisó los billetes de los viajeros que estaban a seis asientos de nosotros, camino hasta el final del vagón, salió al pasillo, entro de nuevo y abandonó el vagón.

  • Vámonos al servicio y quizás te devuelva tus braga…, tus braguitas.

  • Que excusa tan mala, pero lo estoy deseando, voy yo primero, te espero dentro.

Continuará ...