Mi primera vez en muchas cosas

Relato de como me inicié en el sexo en grupo y otros vicios

Os cuento en esta ocasión una experiencia que supuso para mí la primera vez con dos tíos, la primera lluvia blanca (de semen) y también una primera lluvia dorada que me volvió un fiel devoto de esa práctica.

Llevaba unos tres meses con un follamigo llamado Paco, del que os he hablado en anteriores relatos. Él fue el que me inició en muchos de mis vicios sexuales cuando yo estaba en el instituto. Había follado con él varias veces, desde que me descubrió en el sexshop en el que trabajaba viendo pelis porno gays en las cabinas y machacándomela con cara de vicio infinito.

Cuando me llamaba para vernos o lo llamaba yo, solía hablarle de mis fantasías, diciéndome él que tenía mucha imaginación y mucho vicio para ser tan joven. Él debía tener 28 más o menos. Con frecuencia le decía que me encantaría estar rodeado de pollas mientras una tía me mira comérmelas todas o que una travesti femenina y dotada (una trans que se suele decir) me follara y me dominara. Y cosas así, lógicas con mi inexperiencia y mi calentura propias de la edad.

Un día de Semana Santa, es decir, sin clase, me llamó para decirme que estaba con un amigo en su casa, por si quería pasarme, que me iba a gustar conocerle y que le había hablado a él de mí alguna vez. Nunca quedamos para nada más que sexo, así que intuía lo que quería, por lo que le dije que sí, empezando ya a excitarme solo de pensarlo. Le pregunté que cuándo, me dijo que ya y me indicó la dirección de su amigo.

Conforme me decía cómo llegar, yo empecé a fantasear y a ponerme muy cachondo. Hacía solo un par de meses que me habían desvirgado el culo, pero me encanta comer pollas, y la idea de tener una en cada agujero me ponía muchísimo. Con esa calentura decidí darle una sorpresa a Paco y me quité los calzoncillos, poniéndome directamente unos vaqueros muy ajustado que me habían ayudado a ligar mucho por como me marcaban el culo.

No recuerdo qué excusa le di a mi madre para salir sin aviso previo, pero me fui lo más rápido que pude. Afortunadamente la casa estaba al otro lado del río, en el barrio del Carmen, y eso me pillaba a escasos 5 minutos. Se trataba de un portal antiguo de una vieja casona, pero desde que llamé al timbre y sin decir palabra me abrieron, yo estaba en una nube de excitación. Mientras subía la escalera me acomodé la polla, que llevaba super dura desde que estaba en mi casa, para que se notara la empalmada subiéndola hacia el bolsillo, bien visible con esos pantalones tan apretados.

Cuando Paco me abrió yo respiraba entrecortadamente por la calentura que llevaba. Me saludó y me dijo que pasara. Me presentó a su amigo, Vicente. Yo lo conocía de vista porque trabajaba en el mismo sexshop que Paco, así que me quedé un poco cortado al principio. Él era un tipo bajito y nada del otro mundo, pero yo nunca he sido exigente con los tíos, con una buena polla me bastaba.

Pasamos al salón donde había dos sofás viejos con una mesa baja entre ambos. Vicente se sentó en uno y Paco y yo en el otro. Paco se debió dar cuenta de que me había cortado el que fuera alguien que me conocía, así que al sentarnos, me puso la mano en la pierna para tranquilizarme y le pidió a Vicente que me trajera una coca-cola.

Mientras él salió a la cocina, Paco subió la mano y me tocó la polla que aún se notaba en mi pantalón y me dijo:

  • Veo que vienes preparado... Te lo vas a pasar genial, relájate y disfruta, ya verás.

Eso me tranquilizó y mi excitación volvió. Más aún cuando al regreso de Vicente con un bote que dejó ante mí antes de sentarse enfrente, Paco no paró de acariciarme la polla. Yo miraba a Vicente y notaba su morbo y su hambre. Me encantaba pensar que me estaban tocando la polla tan obscenamente mientras otro tío nos miraba. Mi vena exhibicionista saltó y cada vez estaba más cachondo, lo que me lleva a sentirme más atrevido aún. Me recosté en el sofá y abrí más mis piernas para facilitar la sobada.

Paco incrementó sus caricias y empezó a decirme:

  • Le he hablado a Vicente de ti. De lo vicioso que eres, de lo que te gusta comerte una polla y de cómo gimes cuando te follo y me pides que te dé más fuerte, y gritas cuando estás a punto de correrte. De lo mucho que te gusta restregarte con mi polla y como te pone que te dé con ella golpes en la cara cuando estás arrodillado...

Yo tenía en ese momento un morbo en el cuerpo que me devoraba. Por un lado me daba una enorme vergüenza la situación, porque todo lo que decía era cierto, pero nunca lo había expresado en voz alta delante de un desconocido. La cara se me estaba poniendo roja porque miraba la de Vicente mientras escuchaba y notaba su asombro. Pero también sus ganas de probarme, de comprobar lo que acaba de oír y de follarme. Y eso me hacía sentir sucio, lo que me estaba volviendo loco de excitación. Paco continuaba:

  • Le he dicho también que yo te desvirgué tu culo pero que llevabas años metiéndote cosas y que te encanta masturbarte delante de un espejo, completamente desnudo y con algo dentro de tu culo. Incluso le he hablado de tus fantasías de tener varias pollas para ti solo. Casi no se lo cree, aunque pareces mayor se te ve tan formal que dudaba. Ponte en pie -me indica.

Cuanto más hablaba más vergüenza me daba y por tanto más cachondo estaba. Me levanté del sofá y me quedé allí de pie jadeando mientras Paco me sobaba también el culo. Me giró y me inclinó un poco para que Vicente viera mi culo, redondo y pequeño, mientras lo acariciaba. Desabrochó el pantalón y me lo bajó lentamente.

  • Mira que vicio tiene, no lleva calzoncillos.

Yo aproveché para quitarme la camiseta y dejé que Paco me masajeara el culo. Se adelantó y noté como su lengua empezaba a lamerme la entrada y eso me hizo empezar a gemir, apoyándome con una mano en el respaldo del sofá y empujando su cabeza con la otra para que siguiera metiéndome la lengua hasta el fondo. Gemía y gemía, pidiéndole más, que me follara el culo con su lengua, y moviéndolo en círculo, culeando para tener más placer.

Y además con otro tío mirándome gemir como una perra y pedir más. La vergüenza y la calentura eran casi absolutas. De vez en cuando lo miraba y él estaba sentado tocándose la polla mientras me clavaba sus ojos.

Paco paró y se puso de pie. Inmediatamente me arrodillé y le abrí la bragueta para bajarle el pantalón y los calzoncillos, liberando su polla para llevármela a la boca. En el último instante me la apartó y yo me quedé mirándolo como un tonto. Me dijo:

  • Si no me dices lo que quieres no te puedo ayudar. Dime qué quieres.

  • Polla -dije tímidamente.

  • No te he oído.

  • Quiero polla -dije de nuevo.

  • Más alto.

  • ¡Quiero polla!

  • Dile a Vicente qué quieres y para qué la quieres.

Con la voz ronca por lo caliente que estaba, miré a Vicente y grité:

  • ¡Quiero una polla para comérmela y que me folle, joder!

Sin decir nada más Paco me la metió en la boca y empecé a comérsela y a metérmela hasta el fondo, con los ojos cerrados y sintiendo su sabor que aplacaba mis ansias. Él no se movía, yo solo me la empalaba hasta el fondo y la sacaba de nuevo para volver a empezar otra vez. Después de unos minutos así, abrí los ojos y vi a su amigo completamente desnudo, mirándonos mientras se masturbaba y me di cuenta de que era la primera vez que un tío me veía comerme una polla y encima con ese hambre insaciable, lo que hizo que las escasas inhibiciones que me quedaban desaparecieran y empecé a mirarlo con mis ojos de vicio mientras le hacía la mamada a Paco, que entonces me dijo:

  • ¿Quieres más?

  • Si -le contesté yo con su polla aún en la boca.

  • Sácate esa polla de la boca y dímelo fuerte.

  • ¡Sí! ¡Quiero más polla! -grité, para que hasta los vecinos me oyeran.

  • No es a mí a quien tienes que pedírsela, la mía la tienes.

Me giré hasta Vicente mientras masturbaba la polla de Paco con las manos y grité:

  • ¡Dame tu polla también, quiero dos pollas para mí!

En un segundo él estaba frente a mí y me lancé a meterme su polla en la boca. Era más larga que la de Paco, pero menos gruesa y metérmela hasta el fondo me daba arcadas, pero insistí. Mientras lo hacía, Paco me restregaba la suya por mi cara y yo empecé a sentir los empellones de Vicente que quería metérmela y aguantaba con ella dentro. Noté que me atragantaba y junto a la saliva empezaron a caerme lágrimas, pero lo más raro fue que gustaba.

Pronto llegaron los primeros síntomas de asfixia y esa sensación, con otra polla dándome golpes en la cara y dos tíos mayores que yo mirándome con tanto deseo hizo que pese a que me pajeara lentamente, me empecé a correr a borbotones, entre espasmos, que pusieron todo perdido, pero no paré ni intenté sacármela de la boca.

Seguí con las dos y las fui alternando una y otra mientras ellos me animaban y me decían lo tragón que era y lo bien que lo hacía. Mi calentura no había bajado y yo masturbaba y chupaba las dos pollas como si no hubiera un mañana, absorto totalmente por el vicio, cayéndoseme la saliva por todo el cuerpo y goteando con mi corrida entre mis piernas.

Después de varios minutos así, Paco me levantó y me tumbó en el sofá. Comenzó a limpiarme la corrida con su lengua y a chuparme la polla a la vez. Yo lo flipaba, nunca había visto a nadie tragar semen fuera de una porno y ver la cara de goloso que él ponía me puso de nuevo a mil. Vicente empezó a su vez a acariciarme por todo el cuerpo y cuando Paco se inclinó para comerme el culo, cosa que me hacer gemir incontroladamente, empezó a chupármela como un maestro.

Yo ya estaba en completo éxtasis. Cuatro manos tocándome por todas partes, dos tíos mayores que yo para mí, usándome como un juguete, haciéndome lo que quisieran, y yo ahí, gimiendo como una puta zorra en celo, tumbado en el sofá de un desconocido y dando un espectáculo sonoro a todo el vecindario con mis gritos de "¡Así, así, cabrones, no paréis, así, más!".

Cuando creí que no podía aguantar más, se me escapó:

  • ¡Qué alguno me folle ya, quiero una polla dentro!

Siempre solícito, Paco se levantó y lentamente me la fue metiendo mientras Vicente me pajeaba y me decía lo vicioso que soy. Cuando la tuve toda dentro, empezó a moverse cada vez más fuerte y yo a acompasar sus embestidas con mi culo como podía así tumbado. Vicente le dijo entonces a Paco:

  • Ponlo a cuatro patas y follátelo fuerte, que éste aguanta con ese culo que tiene.

Mientras yo me colocaba como un perrito en el suelo, él se sentó en el sofá y atrajo mi boca hacia su polla. Y así se cumplió otra de mis fantasías: dos pollas dentro de mi. Mientras Paco me follaba el culo cada vez más fuerte, el otro me dio una follada de boca que casi me hizo vomitar, asfixiándome y cayéndoseme las lágrimas y la saliva a chorros. Solo me soltaba cuando ya iba a ahogarme, y en cuanto tomaba algo de aire, seguía. Yo solo acertaba a decir en esos intervalos "Sí, sí, más" mientras Paco me daba algunos azotes en el culo.

  • Mira cómo le gusta, al crío este -decía Vicente -. Menudo putón está hecho. Traga nene, que te vamos a dar bien, puto, aguántala dentro toda.

Yo me sentía lleno, con dos pollas en mí, los dos dándome caña, sintiendo esa polla que me llegaba a la garganta, la de Paco inundándome el culo, el sudor que me empapaba, la saliva que me llenaba el cuello y el pecho, el infinito morbo de la situación, de ser el deseo de esos dos, y clavaba en Vicente los ojos con mirada desafiante cada vez que me trataba de asfixiar con su polla, lo que a él creo que le ponía aún más.

Así estuvimos casi diez minutos que se me hicieron eternos y a la vez brevísimos, hasta que noté que Vicente se convulsionaba y sacándome la polla de la boca empezó a correrse salvajemente en mi cara, que me aguantaba con una mano, mientras me gritaba "¡Toma leche, putón, tómala toda en tu cara!".

Me quedé sin saber cómo reaccionar un instante, pero al segundo chorro en mi mejilla, empecé a restregármelo por toda la cara, mientras Paco aumentaba el ritmo de su follada en mi culo. Vicente me echó siete u ocho chorros de semen en la cara y con un bufido se desplomó en el sofá, y yo seguí restregándome su leche por todo el cuerpo mientras le decía a Paco:

  • Vamos, fóllame fuerte, más, así cabrón, mira mi cara llena de leche, quiero la tuya también, venga lléname la boca...

Cuando sus embestidas arreciaron, me la sacó y mientras yo me giraba de rodillas, me echó toda su leche en mía cara, con gritos. Yo la recibí toda con la boca entreabierta y masturbándome intensamente. Cuando acabó se quedó mirándome y yo con una mano me restregaba por todo el cuerpo sus leches mientras les miraba a ambos y me pajeaba.

Sentir sus miradas fijas en mi, yo de rodillas, lleno de semen de dos tíos, notando aún la follada en mi culo y con los restos de saliva y lágrimas en la cara, fue más de lo que podía aguantar, así que me corrí gimiendo como un poseso y con escalofríos por todo el cuerpo. Después caí rendido al suelo, pringado de todo y acojonantemente satisfecho.

Durante unos minutos ninguno habló, yo solo oía mi respiración jadeante volver lentamente a la normalidad. Entonces Paco me dijo:

  • Para ser la primera vez que se te corren en la cara, te ha gustado mucho.

Yo solo pude sonreír y abrí el bote de coca-cola para bebérmelo casi entero de un trago. Vicente me preguntó que si había estado con muchos chicos y que qué tal. Yo empecé a contarle algunos de mis rollos en el instituto o en la playa, con chicos y chicas, le hablé de la primera polla que chupé y de algunas de mis fantasías. Notaba que me estaba calentando de nuevo, con esas historias, pero todos los líquidos que me goteaban por el cuerpo y que tan satisfecho me hacían sentir se empezaban a secar.

Le pedí darme una ducha y me indicó donde estaba el baño. Me metí y empecé a frotarme y mientras pensaba en lo que acababa de pasar y en todas las cosas que me había atrevido a hacer, casi no me reconocía. Había descubierto una faceta de mí, unas nuevas sensaciones, que no sabía que existían hasta ese momento. Pensando en todo eso, se me puso de nuevo dura y empecé a masturbarme silenciosamente con esas sensaciones aún en la piel.

  • Joder, que aguante tienes. Ya estás otra vez cachondo. Debe ser por la edad.

Me giré y me encontré a Paco mirándome en la puerta del baño, desnudo y con la polla semierecta que se iba tocando. Yo solo supe sonreír y encogerme de hombros, pero no paré de masturbarme, con el agua caliente y el jabón cayéndome por la polla y el culo.

Él se acercó a la bañera y me dijo sosteniéndosela, "¿Quieres?" Yo solo asentí y me arrodillé, metiéndomela en la boca. En unos instantes estaba dura y tiré de él hacia mí para que entrara en la bañera.

Empezó a incrementar el ritmo, y pasó de ser una mamada a una follada de boca cada vez más intensa, mientras me decía:

  • Te gusta así, bien fuerte, ¿eh? He visto cómo te follaba la boca y estabas en la puta gloria, mi putito.

Yo solo le miraba a los ojos con mi cara de vicio y le apretaba las nalgas para que me la metiera más dentro. Las arcadas y algo de asfixia me llegaban de nuevo, haciéndome llorar, pero me encantaba. Él estaba desatado.

  • Así, cómetela toda, mi putito, puedes asfixiarte y llorar que no voy a parar -cada vez estaba más cachondo y yo lo notaba en su voz ronca y por como me había cogido la cabeza con las dos manos para mantenérmela dentro-. Trágatela toda, así, sigue, ahora te voy a dar lo que de verdad estabas buscando, puto...

Y de repente la sacó, y sujetándome por el pelo a escasos centímetros empezó a mearme en la cara y en el cuerpo. Al primer segundo pensé que era su corrida pero entonces comprendí que era su orina. Tuve una imagen mental con la escena completa, y de lo sucio y puta que me sentía solamente pude abrir la boca pidiéndole más y más mientras me pajeaba convulsivamente.

Al sentir el líquido caliente cayendo por mi cuerpo y notando los chorros que me iba soltando llamándome su puto tragón, me corrí de nuevo. Sin demasiada leche ya a estas alturas, pero con un placer culpable y sucio indescriptible.

Caí sentado en la bañera, sosteniendo la mirada de Paco mientras acababa su meada sobre mí, a lo que siguió que se masturbara en esa misma posición. Cuando se iba a correr, me levanté para qué su corrida me cayera encima también.

Él se quedó allí plantado, recuperándose. Me miraba y nos sonreíamos. Me dijo que si me había gustado la tarde y le dije que me había encantado. Se rió y abrió el grifo para ducharnos con agua caliente.

Al terminar, Vicente nos estaba esperando desnudo fumándose un cigarro en el salón. Los tres desnudos estuvimos hablando un rato, pero yo llevaba más de dos horas fuera y tenía que volver a casa. Nos despedimos con la promesa de repetir nuestro encuentro y allí se quedaron ellos.

Hoy en día paso por la puerta de esa casa cada día al ir al trabajo y siempre me sonrío recordando mi experiencia.

Espero que os haya gustado la experiencia. Saludos y gracias por leer. Cualquier comentario o propuesta, a remyvelez85@gmail.com.

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