Mi primera vez en la playa nudista

La experiencia vivida por una joven de 20 años que acude por primera vez a una playa nudista.

MI PRIMERA VEZ EN LA PLAYA NUDISTA

Hola, mi nombre es Noelia, tengo 23 años y soy de Valencia, en estos momentos soy soltera y no estoy comprometida pues mi ex novio y yo lo dejamos hace ya algunos meses.

Empezare por describirme en líneas generales, mido 1,67, peso 54 k, soy rubia y habitualmente llevo el pelo largo y liso, aunque a veces me lo corto a media melena, mis medidas son 85-60-90, y dicen de mi soy muy guapa y tengo un buen físico, soy dependienta en una tienda de ropa de hombre que pertenece a una conocida línea de tiendas que se ha instalado en varios países.

Mi experiencia sexual se había limitado siempre a las típicas relaciones de una pareja de novios de veintipocos años, sin embargo, cuando lo deje con mi ex, mi curiosidad me empujo a interesarme por otras formas de disfrutar del sexo, las cuales he ido explorando de forma gradual.

La historia que hoy quiero contar trata de la primera vez que hice nudismo en una playa. Para mi fue el principio de una nueva vida sexual mas completa y placentera, y el final de una mas convencional y tradicional, la cual ha quedado en el pasado.

Esto ocurrió en el verano del 2007. Era sábado noche y una amiga y yo habíamos salido de fiesta, como casi siempre hacíamos, cenar en algún restaurante, tomar una copa en alguna zona de pubs y por ultimo ir a alguna discoteca. La verdad es que en algunas ocasiones la fiesta la alargábamos hasta primeras horas del domingo. Eso es lo que paso aquel sábado noche, cuando salimos de la discoteca ya había salido el sol, era uno de esos soleados y calurosos días del tradicional verano valenciano.

Era y sigue siendo habitual que en la discoteca y a lo largo de tantas horas surja algún tipo de proposición por parte de algún chico, o al menos y debido a la típica aglomeración provocada por la oleada de turistas que vienen a la costa en verano, que hayan roces que en ocasiones pueden incluso interpretarse como una abierta proposición de mantener relaciones sexuales.

Nosotras no nos dejábamos llevar por las hormonas, y no era que no lo deseábamos, pero tampoco éramos fáciles de engatusar, aunque la verdad, también nos gustaban esos roces y en ocasiones los alargábamos para disfrutarlos mas de lo habitual, con mas motivo cuando te sientes mas desinhibida por el efecto de la bebida, aunque nunca abusábamos de ella.

Aquella noche fue una de esas, una noche en que no te importa que los roces se alarguen mas de lo normal, mientras no se excedan, de forma que cuando salimos de la disco las dos bastante calientes, no habíamos llegado a mas con algún que otro chico simplemente porque no quisimos, pero con tanta excitación estábamos especialmente eufóricas y atrevidas.

Eran aproximadamente las 10 de la mañana cuando salimos de aquella discoteca y cogimos el coche, y yo era quien conducía. Mientras íbamos circulando y nos disponíamos a volver a casa no dejábamos de comentar los detalles de cada uno de esos roces y alguna que otra sobada disimulada de las que habíamos sido victimas voluntarias. Mientras lo recordábamos nuestro grado de excitación seguía en aumento, hasta tal punto que mi amiga me propuso que durante el regreso de vuelta a casa, podíamos parar en alguna zona aislada para masturbarnos, ocurrencia que me resulto muy morbosa debido a la posibilidad de que nos viera alguien. Yo no accedí directamente a su propuesta pero si bromeábamos sobre el tema cuando se me ocurrió a mi otra propuesta. Le propuse irnos directamente a una playa nudista que había a unos 20 km aproximadamente de allí, y hacer por primera vez nudismo, que en realidad no tenia nada que ver con tomar el sol o el naturismo, sino que era mas bien una forma de continuar con la excitación y el morbo que ya llevábamos en el cuerpo acumulado.

Finalmente se impuso mi propuesta entre risas y bromas, así que di media vuelta con el coche y nos dirigimos a la playa nudista de Cullera. Yo sabía más o menos por donde se iba aunque nunca había estado allí, así que tardamos un poco en encontrarla pero llegamos.

Había gran cantidad de coches en las zonas habilitadas para aparcar pero aun bastantes sitios libres, así que aparque. Bien, pues habíamos llegado a la playa nudista, pero lo que ninguna de las dos había pensado antes era que no llevábamos ni biquini, ni toalla, ni chanclas, nada de nada, y debido a ello estuvimos a punto de irnos de allí, pero no fue así. Al fin y al cabo si hubiésemos llevado biquini, en la arena nos lo tendríamos que haber quitado, pues bien, ¿que más da desnudarse en la arena de la playa que en el aparcamiento? Salimos del coche y abrimos el maletero y entre risas y miradas alrededor de nosotras a ver si alguien estaba mirando, nos fuimos quitando la ropa y dejándola en el maletero del coche, hasta que nos quedamos desnudas. Y así, sin ropa fuimos hasta la arena, donde nos tumbamos a tomar el sol, sin antes pasar la evidente vergüenza de andar desnuda por primera vez en un sitio abierto y con gente, alguna de la cual nos miraba.

Habíamos llegado a nuestro objetivo, estábamos desnudas en una playa nudista. Mi amiga también tiene un cuerpo escultural, es morena y somos muy parecidas en cuanto a medidas, con la excepción de que ella tiene mas pecho que yo. Yo tenía la costumbre de arreglarme el vello del pubis, a mi ex novio le gustaba que me depilase más de lo habitual, incluso algunas veces totalmente, cosa a la que me acostumbre y me gusta. Hacia algunos días ya que me había depilado del todo, y ya estaban saliendo los pelillos, sin embargo mi amiga no estaba tan depilada, aunque si llevaba el bello del pubis arregladito.

Estábamos tumbadas directamente sobre la arena y empezaba a quemar un poquito por lo que nos dábamos de vez en cuando la vuelta para no quemarnos ni por el sol ni por la arena caliente.

Ya llevábamos un buen ratito durante el cual habíamos observado como éramos objeto de miradas, unas veces indiferentes, pero otras no, tanto por parte de hombres como de alguna que otra mujer, pero sobre todo las miradas mas obscenas que al mismo tiempo nos resultaban las mas morbosas eran las que nos dirigían los mirones y los chavales que pasean por la orilla con bañador puesto y pasan por la zona nudista para echar una ojeada y ver chicas desnudas. Habíamos llegado a tal nivel de excitación que cuando pasaba algún grupito de chavales, aprovechábamos para separar las piernas aun más, y exhibirnos descaradamente, sobre todo yo que estaba prácticamente depilada del todo. En varias ocasiones mi atrevimiento rozo la provocación ya que, cuando abría las piernas los miraba directamente y sonreía. Nosotras por nuestra parte también aprovechábamos para echar un vistazo a todos los penes que podíamos. La cuestión que al final de una noche excitante habíamos acabado poniéndonos más cachondas aun.

Pero las cosas cambiaron en un abrir y cerrar de ojos, cuando sin saber de donde había aparecido, pasa por delante de nosotras a escasos 3 metros un chico de nuestra misma población, es mas, era alguien a quien conocíamos de vista por vivir en el mismo barrio e incluso coincidir alguna vez en el mismo bar un viernes o sábado noche. Estábamos boca arriba apoyadas sobre los codos o las manos para estar más incorporadas, y despistadas pues no lo vimos venir. Paso lentamente por delante de nosotras dos mirándonos de arriba debajo de una forma totalmente descarada. Nos quedamos sin palabras. Una vez se había alejado nos invadió una terrible sensación de vergüenza, que al momento se disipo, por lo menos a mi, que incluso me gusto que alguien conocido me viese así, que me hubiese visto bien depilada la almejita, pero mi amiga siguió afectada por ello, hasta tal punto que insistió para que diésemos por finalizada nuestra primera sesión nudista. Así que nos levantamos para darnos una ducha e irnos al coche mientras nos cruzábamos con más gente que se nos quedaba mirando obscenamente creyéndonos unas exhibicionistas, ya que no era normal que alguien fuese desnudo por el aparcamiento y menos dos chicas jóvenes.