Mi primera vez..., el comienzo! Con mi padre!!!!!

Así fue mi primera vez, si para su gusto falta o sobra algo, sólo me acojo a los hechos reales.

No recuerdo exactamente cuándo comenzó todo. Mis recuerdos más firmes se centran en sus roces simulados, aún en presencia de otros, sin que estos se percataran, ni sé a ciencia cierta si le permitía el toqueteo y sentir su pene duro bien acomodado a fuerza de toser cual si padeciera una alergia o con la justificación de cansancio por el peso, e incluso ambas si podía extender el momento, por disfrutarlo o por temer la reacción de mi madre si descubría todo. Si soy sincera, no puedo decirlo.

Esos primeros momentos, no sé.

Tampoco cuándo comenzó mi necesidad de escucharles mientras hacían el amor, casi todas las noches. Iba a dormir antes, fingía hacerlo, y me mantenía atenta al mínimo indicio.

Qué excitación, que morbo!!!, sentir jadear a mi madre mientras le succionaban su clítoris sin misericordia, el crujir del colchón, de las maderas de la cama ante cada embestida, el terremoto final que estremecía todo mi cuerpo y mis sentidos, aún novatos. No me tocaba, no sabía cómo hacerlo, pero el cosquilleo interior era increíble... uyyy!!!!, qué rico!!!..

Luego de esas experiencias buscaba el menor chance para sentarme en su regazo y que comenzara el juego, ese que tanto disfrutaba, desconociendo el modo de auto propiciarme placer o recibirlo.

Cada día, durante varios años vivíamos esas experiencias, progresivamente las disfrutaba más y creaba nuevas estrategias para que el roce de su pene duro con mi zona erógena fuera más profundo, placentero y excitante.

Algunas veces, si quedábamos solos podía pasar su juego a deslizar casi descaradamente su dedo índice por encima de mi rajita, siempre con ropa de por medio. Sólo un par de veces, que le permitiera demostrar y justificar, si existía un reclamo de mi parte, su presunta inocencia, que era solo un acto inconsciente, inofensivo.

Ese juego también era el mío, tuve un gran maestro. Así bañaba de inocencia cada cercanía al miembro deseado, sin reacciones aparentes, yo 'desconocía' el motivo de estas situaciones cada día más frecuentes.

Mi madre todos los días se ausentaba de casa en las tardes, por trabajo, y él llegaba del suyo antes, era una especie de relevo para cuidar de mí.

Mientras quedábamos solos no había juego. El motivo!? Puede variar entre el morbo que genera y la adrenalina que implica el sentirse a punto de ser descubierto, o su manera de propiciar la creencia en mí del despropósito de esas acciones casi imperceptibles.

Todas las tardes me bañaba, luego de hacer mis tareas escolares, comenzaba a leer algún libro, me fascina hacerlo, y dormía un rato, a veces hasta que regresaba mi mamá, cuya ausencia era de sólo tres horas, a veces cuatro, no más.

Siempre he tenido un sueño pesado, demasiado. Una tarde comenzaba a despertar, y tuve un sueño fugaz de alguien tocándome en mis partes íntimas. Me pareció escuchar pasos, abrí mis ojos, estaba sola y con mi pequeño coñito húmedo. Qué sueño tan delicioso!!! - me dije.

Unos días después reviví mi sueño, que lástima abrir los ojos y descubrir la realidad!

Siempre despierto caliente, muy caliente, de esos sueños recurrentes, salgo para encontrar a mi padre en alguna parte, y sentarme en sus piernas, para sentir su pollón enorme por encima de mi ropa. Buscar que, de alguna manera, me roce con sus dedos de manera 'inconsciente'. Lo disfruto mucho, me pone a mil. Mi corazón quiere desprenderse del pecho.

Cierto día, mientras disfrutaba de uno de esos maravillosos sueños, me parecía tan real, una mano rozaba suavemente, por encima de la tanga, mi rajita, presionaba sutilmente mi clítoris, haciendo círculos rítmicos con su dedo pulgar, entreabrí mis ojos y ... vi a mi padre sentado a un lado de mí, masajeando con su mano izquierda mi coño por encima de la ropa, y la derecha dentro de su bóxer. Quedé petrificada, mantuve ritmo de sueño profundo a mi respiración y me concentré en disfrutar cada caricia. Qué placer tan inmenso, Dios!, qué era eso tan rico que sentía!????

La sensación era tan increíble que no creí aguantar un minuto más sin delatarme. Así estuvo un buen rato, hasta que sentimos unos pasos en la sala, y salió disparado, acomodando lo mejor que pudo su pene erecto, a punto de explotar.

Joderrrrrrr!!!!, Dios, quedé atónita con la experiencia, y caliente, muuuuuyyy caliente. Entonces mis sueños anteriores eran reales!?

Mi vagina se contraía de deseo, el clítoris reaccionaba al mínimo roce de mi tanga, ...cómo curaba esa fiebre!?, ...estaría enferma!?, o ...acaso era eso lo que mamá sentía cuando le escuchaba gemir en las noches!?

Porqué tuvo que irse!? Quién habría sido el inoportuno!? Volvería a suceder!? Yo quería, lo anhelaba en mi subconsciente.

Mamá había llegado, los escuché conversar tranquilamente, mientras yo me debatía entre mis dudas y excitación. Por Dios!, qué hago!? Cómo aparto de mí este fuego!? Cómo!? Me retorcía de deseo, uní mis manos en señal de súplica, me acosté de lado, en posición fetal, y fui borrando lentamente ese deseo desconocido que me consumía.

Al día siguiente mi padre no tuvo que trabajar, pero se mostró esquivo a mis intentos de acercamiento, prácticamente no me dirigía la palabra. Qué habrá pasado!? Sospechaba acaso que le había descubierto!?

Transcurrieron algunas semanas y su comportamiento aislado no cedía un ápice. Estuve a punto de llorar, yo le quería mucho, lo prefería. Independientemente de ese deseo por él, que imagino habría sido igual hacia otra persona cualquiera que me propiciara tal placer.

Decidí alejarme yo, quizás así recuperaba su amor, y volvíamos a ser padre e hija tan cercanos. Unos días después preguntaba si me sucedía algo, a lo que respondí con una negativa. Y comenzó el proceso de retorno a los buenos amigos de siempre. No intenté propiciar su cercanía morbosa, él tampoco la buscó.

Esa tarde sentí fuego en mi vagina mientras dormía, y le sentí respirar a mi lado con la furia de un orgasmo inminente. Le vi correrse y marcharse, yo ardiendo nuevamente de deseo. Mis ansias de placer me enloquecían, estaba de mal humor.

Porqué siempre era así, tendría que soportar esa sensación tan deliciosa y desesperante de quedar caliente sin modo alguno de aliviarlo!? Dios!!!!

Al día siguiente, me bañé en la tarde, unos minutos antes de partir mi madre, y regresé a mi cuarto envuelta en una toalla, así me acosté y quedé dormida con un libro en mi pecho.

Otra vez el sueño recurrente, fui despertando y sintiéndolo más fuerte, más real, más rico. Ahí estaba, frotando mi clítoris por encima de la toalla, yo fingía dormir, él prosiguió con la certeza de mi sueño profundo, y la delicadeza con que me tocaba siempre, evitando despertarme, o alertarme de sus intenciones.

Se levantó de pronto, dio un paseo por la sala, imagino verificando que nadie se acercara, y regresó a su faena, esta vez retiró mi toalla. Ay, Dios mío, qué es esto!? - dijo al ver mi chocho totalmente desnudo y con una pelusilla mínima en el monte de venus.

Pasó un dedo suave por mi clítoris, lo mojó con su saliva y volvió a la zona, casi grito, ..., qué sensación tan placentera, diosito, esa humedad y lo rico que se deslizaba por toda la zona, acarició mis labios vaginales, el ano y la entrada de la vagina con inigualable destreza.

Me estaba volviendo loca, cada recorrido me estremecía, dentro de mí latía algo que necesitaba un alivio ya!!!!, Me retorcía de placer, más intentando simular que dormía profundamente. Hundía un dedo en mi rajita, lo frotaba suavemente. Sentía algo muy semejante a desear orinar, pero no lo era, ni conseguiría aliviarlo así de fácil.

Apartó sus manos, sentí que se levantaba, pero no me atreví a husmear, de pronto algo me electrizó, me removí en mi cama, era demasiado para fingir, un lenguetazo me recorrió desde mi ano hasta la base de mi clítoris, ahí se detuvo unos segundos, aplicó algo más de presión mientras, y comenzó a lamer toda la zona, iba de dicho sitio, a la puntita, donde era tan inmenso el placer que resultaba insoportable, sin pausa hasta mis labios vaginales, hundía su lengua en mi rajita e iba lamiendo hasta mi ano, donde se detenía y succionaba con gran maestría, retornaba por mis labios y se detenía nuevamente en el clítoris, dejando mi rajita ávida de lengua, hasta el próximo recorrido.

La tercera vez que trató mi ano como una chupeta, se me escapó un gemido..., quedó petrificado, abrí mis ojos y quedé mirándole, se sentó como mordido por una serpiente, su rostro estaba descompuesto, la vergüenza lo dejó mudo.

Le pedí se acostara a mi lado, y no reaccionaba.

  • Ven, por favor, he tenido una horrible pesadilla!!

Quedó estático, sin reacciones.

  • Ven, por favor, estoy muy asustada, abrázame un poco.

Entonces se acostó a mi lado, puso mi cabeza en su pecho y acarició mi cabello muy despacio. Yo crucé mi pierna derecha sobre su cadera, y me apretaba a él. Tosí un poco para acomodarme, le pedí abrazarme muy fuerte, y aproveché el movimiento para dejar su pene duro como una roca justo en medio de mi rajita. El calor en mi vagina era increíble, podría tomar vida propia si quisiera.

Así estuvimos un rato, entonces comencé a sollozar sin lágrimas, para propiciar un movimiento pequeño de mi pelvis contra su polla. Él comenzó a realizar movimientos imperceptibles para pegarse más a mí, propiciando mayor excitación. Su bulto estaba perfectamente acomodado en mi hendidura, era perfecto el acople, el deseo crecía desmesuradamente.

Sus movimientos pélvicos fueron más perceptibles, no aguantaba más, bajé disimuladamente una mano y rocé su polla por encima del bóxer. Él fingió no percatarse y continuó sus caricias a mi cabello, entonces coloqué dos dedos en el elástico principal, sin reacciones, fui colándolos lentamente, me fallaba la respiración, él fingía naturalidad y se dejaba hacer, deslicé la tela unos centímetros, él bufó, continuó sus caricias centradas en consolarme, yo retiré mi mano, a pesar de todo sentía miedo, y vergüenza.

Apartó su pelvis de mí, dejó mi cabeza apoyada en su hombro derecho, bajó su mano izquierda para rascarse en la zona abdominal y la entrepierna, acarició nuevamente mis cabellos con su mano izquierda, y se mantuvo con su pelvis alejada un buen rato, fue volviéndose de frente lentamente, cuando lo hizo por completo pasé mi pierna nuevamente sobre su cadera, y sentí la punta de su pene desnudo acomodarse perfectamente en mi rajita.

Suspiré profundamente, esa sensación de no poder respirar me invadía, se quedó quieto, mi deseo me carcomía internamente, su comportamiento era natural, aquello no estaba sucediendo, solo eran casualidades sucesivas, así lo hacía parecer con sus acciones.

Estuvo un rato quieto, mi corazón quería estallar, no me atrevía a moverme, él comenzó un ligero meneo, era la gloria como frotaba su pene por toda mi rajita como si no lo hiciera, sollocé y aproveché para pegarme otro poco, atenazarle con mi pierna, favoreciendo mayor contacto. Sus caderas aumentaron el ritmo levemente, frotaba desde el clítoris hasta la entrada del ano como en cámara lenta, y regresaba, si al regreso intentaba entrar en mi cavidad vaginal retrocedía unos centímetros y reanudaba el trayecto, me estaba enloqueciendo, joder, quería sentir más, que me la metiera de una, pero no, su juego era interminable.

Adopté poses para ejercer presión, inútiles, se las ingeniaba y mantenía esa especie de brocha entre labios, ano, clítoris. Manteníamos silencio absoluto, cual si fuera una sucesión interminable de actos inconscientes, no deliberados. Si su objetivo era enloquecerme, llevarme al límite, lo había conseguido, ya no aguanto más.

  • Acuéstate encima de mí. - le pedí.

Continuó su meneo imperceptible sin inmutarse.

  • Por favor.

Imploré nerviosamente, no sabía lo que podía venir después, lo imaginaba, pero no tenía certeza, debido a mi edad y falta de experiencia, pero fuera lo que fuera lo necesitaba ya.

  • Voy a hacerte un regalito, sólo para que olvides el susto de la pesadilla, - se levantó - ven, gírate hacia aquí. - y me colocó con mis nalgas al borde de la cama, mientras colocaba mis piernas sobre sus hombros ya se había arrodillado al extremo.

Introdujo su lengua en mi rajita, ahora libre a su lengua y labios, la presionó dentro de mi cavidad vaginal, hasta donde le permitía mi himen, y lamía sin miseria mis paredes vaginales, la llevaba al clítoris sin despegarse de mi piel, aplicando movimientos circulares con extrema delicadeza, lamiendo mis labios, succionando mi ano con destreza. Me volvía loca, muy loca, gemía y gemía de placer puro. Sentí un corrientazo profundo por toda mi columna, los latidos a ritmo descontrolado, mojaba mis labios, los mordía, y tuve la primera corrida de mi vida, temblaba como poseída, ... qué era esto madre mía!!!!!!???, fuera lo que fuese era tan delicioso que quería y necesitaba más.

Con mis manos le atraje hacia mí, acostándole encima, sentí su pollón enorme, duplicado por la excitación, colarse en mi entrepierna, y su contoneo de caderas fue más perceptible esta vez, pero sin alejarse de la delicadeza que tanto me enloquecía. Se acomodó de tal modo que el contacto con clítoris y labios vaginales era total, la zona bien lubricada entre mis fluidos y su líquido preseminal hacían deliciosa la fricción constante.

Que placer, diosito!!!!! Que goce tan grande me estaba propiciando!!!! Le necesito dentro, le necesito!!!!! Por mucho que intenté buscar una posición que lo facilitara, la evadía, temía tomar mi virginidad a tan corta edad. Yo no podía soportarlo.

Comenzó un mete y saca más pronunciado en mi entrepierna, jadeaba, sudaba, restregaba toda su cosota contra mi pequeño coño, juntó mis piernas con sus rodillas, follándose a gusto esa especie de triángulo que forman piernas y vulva. Me vengo, coño, me vengo!!!! - murmuró. Sus gemidos fueron más potentes y sentí chorros de un líquido espeso deslizarse por mi ano. Gruñó y recostó su cabeza pegada a la mía, mientras sentía su pene latir entre mis piernas y achicarse lentamente. Su respiración incontenible, casi bufaba, retumbaba en mi oído derecho.

Giré un poco hacia su oreja:

  • Quiero que me metas tu cosa en la mía. - le pedí inocentemente.

  • Qué!?

  • Quiero que me la metas!

Fue lamiendo desde mi cuello, mis senos, mi abdomen, haciendo círculos con su lengua experta, y deteniéndose unos segundos en las zonas que me retorcían de placer, lamió mi clítoris con esmero, era increíble la sensación, los labios vaginales los engullía y soltaba, un lenguetazo relámpago que introducía hasta el himen, y otra vez clítoris, labios, ano.

Todo con una delicadeza y paciencia extremas que me acercaban demasiado al éxtasis, cuando lo notaba retiraba su lengua de esas zonas y se concentraba en la parte interna de mis muslos y el poco poblado monte de venus, me estaba enloqueciendo.

En ocasiones detenía y dedicaba algunos lenguetazos a la zona entre la uretra y la entrada de la vagina, conocido como punto U, la sensación conjunta de placer y ganas de orinar que no eran reales, puede enloquecerte si la presión es delicada y se estimula con toda la lengua como si lamieras un helado.

Él, todo un experto en sexo oral sabía perfecto cómo trastornar de placer a cualquier mujer, en este caso yo, que me arqueaba, retorcía, y agarraba su cabeza para adentrarla aún más, que me comiera el coño, que se lo tragara, estaba descontrolada, desorbitada, que hiciera cualquier cosa, pero necesitaba llegar al clímax.

Le atraje hacia mí por el cabello, sin lastimarle, no sé si por la duda de si hacía lo correcto, por la tensión de la situación, o por temor a las consecuencias, pero su pene estaba muerto, lo sentí entre mis labios menores como un pedazo de carne sin vida. Lo acomodó en la entrada de mi vagina y comenzó un meneo lento que acompañó de lamidas furtivas a mis senos y cuello, algunas veces aplicaba pequeñas mordiditas en ellos.

No había conseguido avanzar mucho en la erección, pero era la gloria el placer que sentía con ese gran trozo de carne moribundo en la entrada de mi vagina, luego descubrí que me encantaría para el resto de la vida que sucediera esto, la excitación que proporciona es inigualable.

Así comenzó a ejercer presión para que entrara de igual modo, Dios, que caliente me ponía, que caliente estoy describiéndolo. No sé si lo habrán experimentado, pero se los recomiendo.

Lentamente comenzó a tomar forma, pero sin ser consistente, su pelvis seguía presionando para que entrara en mí, aún caído, y mi instinto me hizo atenazarle con mis piernas para ayudarle en el empeño, sentí como lentamente me iba llenando de un enorme trozo de carne flácido aún, que delicioso se sentía así, que goce tan infinito.

Presionaba fuerte, quedaba ejerciendo presión unos segundos, tomaba fuerzas y retomaba, cada embestida sin penetrarme del todo, sin estar duro cómo antes le había sentido, era delicioso.

No sé si por su maestría en la lubricación, su pene flácido fue penetrando sin darnos cuenta, sentía mis paredes vaginales bien dilatadas por el gran trozo de carne que tenía dentro, no sentí dolor, pero era obvio que iba traspasando la barrera del himen, sin estar erecto todavía, cada vez que pegaba su pelvis como si quisiera traspasarme entraba unos milímetros, que para mí eran la gloria.

Tuve un orgasmo, dos, me corrí tan deliciosamente como pocas veces luego. Mis fluidos eran interminables, dentro latía todo, cada latido le presionaba su polla y le ganaba un tanto a la flacidez, estaba comenzando a tener una lenta erección ese falo que ya de por sí era extremadamente grande!!!

A estas alturas mi vagina es muy cerradita, imagínense en ese instante, su placer era enorme, tanto como el mío, tal vez mayor.

Ya estaba dentro casi en su totalidad, el dolor era nulo, sólo placer. Ejerciendo presión y con ayuda de mis caderas, fue colándose de un modo delicioso. Sentí el palpitar de su progresiva erección, acompasado al mío de puro gozo.

Fui notando cómo crecía, me llenaba tan rico, mis paredes se dilataban ante el crecimiento desproporcionado de tal pollón dentro de mí. Presionaba y movía sus caderas en un mismo movimiento, sentí chocar la punta de su pene en lo más profundo de mi vagina, él lo notó igual, pues quedó quieto unos minutos que parecieron horas, hasta que mi vagina, toda loca y palpitante le dijo: ya es la hora. Mi corazón a mil. Su ritmo de penetración era delicioso!!!!, no sacaba su polla, eran círculos de cadera que me enloquecían, sacaba unos milímetros y me penetraba a fondo, hasta el tope, con ritmo acompasado y delicado, pegaba su pelvis a mí unos segundos deliciosos, como si quisiera traspasarle con su falo, y retomaba toda la trayectoria ya descrita. Mi excitación era descontrola. Levantaba mis pequeñas caderas con sus manos, para lograr una mejor penetración, yo ayudaba, y pegaba mi pelvis a la suya tanto como pudiera.

Entonces tomó una almohada, luego de cerciorarse que mi orgasmo estaba a tope, que su polla no aguantaba un segundo más, y comenzó el vaivén de caderas que le caracterizan, abrí mis piernas todo lo que pude, me estaba tragando todo ese trozo enorme de carne con un gusto y avidez inexplicables. Su ritmo fue más preciso, más concentrado en clavarme hasta el fondo, mi vagina era un mar de deseo y fluidos. El tope en el fondo me daba un placer indescriptible, ya no podíamos contener más el orgasmo, cada vez que se pegaba a mí me contraía de placer, me arqueaba toda, le rodeé sus caderas con mis piernas, le atraje hasta el fondo de mi vagina, se concentró en darme placer donde mis acciones le habían llevado, por la posición no podía hacer más que dedicar una mano a suaves caricias en uno de mis senos, y la otra, que humedecía cada vez con saliva, en pequeños círculos sobre mi clítoris y sus paredes, me estaba enloqueciendo joderrrrrrrrrrrrr.

Me retorcí de placer, era inevitable mi corrida, él hizo un gesto para salir de mí y terminarme de otra manera, sabía que quedarse dentro era un riesgo, tampoco estaba en condiciones de contenerse un segundo más, apliqué una especie de tenaza con mis piernas, no le iba a permitir correrse fuera, me dijo que no, que era un riesgo demasiado grande, pero yo insistí, por una vez no va a pasar nada, su gesto fue de preocupación, el placer fue adueñándose de ella y aumentó el ritmo, sus gemidos eran estrepitosos, su jadeante respiración, a ritmo de su penetración delataban la corrida inminente, y exploté en un profundo orgasmo, el mejor de mi vida hasta ahora, él intentó salirse nuevamente, no se lo permití, y sentí una especie de explosión concentrada que alargaron mi increíble corrida, y los bombazos de semen llenando mi interior, sus gritos fueron fuertes, nos habíamos olvidado que existían otras personas, parecían alaridos: "Te estoy singando rico, mija, ......que bollito más rico tienes coñoooooo,... te la voy a dar toda, que rico singarte coño, ....te la tengo metida hasta el fondo............. uffffffg, aggggggggg, me vengo cojone!!!!!!!!, ..... Toma toda mi leche, cógela, coñooooo, ya no aguanto, agggggggggggggggggggg!!!!!!!!!!!!", los bombazos se sentían en mi interior, tuve par de orgasmos más, mis caderas acompasaron su menero al suyo, me pegué lo más que pude, para que me clavara bien, mientras me desbordaba de semen. Mi vagina era todo un terremoto de placer.

Se desplomó sobre mí, extasiado, sudado, calmando su respiración, con su pene, completamente flácido dentro de mí aún. Qué delicia ese momento!!!!!! Qué cogida tan fenomenal!!!!!

Jamás he tenido alguien que me folle tan rico, aunque ya no lo hacemos, a veces le miro con deseos de repetir, no importa que ya sus erecciones no sean las mismas, igual le disfrutaría, porque es todo un maestro del placer, sabe perfecto cómo hacer gozar a una mujer. Eso puedo asegurarlo perfectamente.