Mi primera vez dominando 1.3

Está tumbado en la cama, esperándome. Aún no hemos acabado.

La visión de mi esclavo tumbado, sumiso, esperando para hacer cualquier cosa que se me pase por la cabeza me pone tanto que ya la tengo otra vez como una piedra. Puedo ordenarle lo que quiera, tocarle, besarle, follarle... Y seguirá teniendo esa mirada cómplice en sus ojos esperando por más. Eso se merece una recompensa.

  • Esclavo, acércate.

Aún jadeando se acerca a mí, gateando sobre la cama. Me levanto para buscar los pantalones, que a saber dónde estarán. Los he tirado antes sin mirar porque claro, estaba yo como para pensar dónde ponerlos. Caminar con la polla así es un poco molesto, pero tiene su punto. Miro de reojo a mi esclavo. Sigue sentado encima de la cama, esperando como un buen perro, observando mi cuerpo de arriba a abajo. Sus preciosos abdominales algo morenos resaltan más con su sudor, que está empezando a gotear desde sus hombros.

Por fin encuentro el pantalón, que estaba debajo de la cama, y saco la pequeña llavecita que había guardado en el bolsillo trasero. Me acerco y le libero del candado. Su polla empieza a crecer rápidamente. Joder, se me había olvidado lo grande que era, sólo de verla me dan ganas de comérmela entera. No, no, tranquilízate, tienes que mantener el tipo.

  • Gracias amo.- me responde, supongo que esperando que le mande hacer algo para poder liberarse de su carga. Pero hoy no vamos a jugar así.

  • Esclavo, he visto varios lubricantes en el armario. Elige el que más te guste y prepárate para que te folle. Te he dejado libre, pero no tienes permiso ni para tocarte ni mucho menos para correrte, ¿lo has entendido?

  • Por supuesto amo, haré como queráis.

No puedo imaginarme lo mucho que debe estar sufriendo. Sólo mirándole puedo ver qué se está aguantando las ganas de correrse. Sí le hubiese dado permiso, sólo una mirada mía habría bastado para que llenase la habitación de semen.

La verdad es que nunca he follado, así es que no sabría por dónde empezar. Todo esto me viene bastante bien para ver lo que hace.

Mi esclavo coge un bote violeta del armario, aunque no alcanzo a leer lo que pone. Yo me he tumbado en la cama, boca arriba, pero dejándole hueco para poder verle de cerca.

El se sienta en la cama y se pone en posición de perrito, pasándose sus dedos empapados de lubricante por el culo, arriba y abajo. Se lo piensa un poco y empieza a meterse un dedo. En su cara puedo ver qué ha cerrado por un instante los ojos y ha apretado como ha podido su próstata para no dejar salir nada. Poco a poco va se va metiendo un par de dedos; dentro, fuera, suavemente.

Al mirarlo veo que apenas me está prestando atención. Parece estar muy concentrado en no hacerlo mal ni en hacerlo demasiado bien. Qué mono. Y qué cachondo me pone.

Me muevo suavemente para poner detrás de él. No se ha dado cuenta, parece estar en otro mundo. Le aparto la mano, coloco mi polla y le embisto hasta el final. Ha entrado entera, sin ninguna complicación. Es la mejor sensación que he sentido en mi vida.

Él ahoga un grito de placer, poniéndome todavía más. Su polla parece no haberlo aguantado completamente y ha escupido bastante líquido preseminal en las sábanas, pero ha conseguido evitar correrse.

Amo.- me susurra.- No sé si voy a poder seguir sus instrucciones. Tengo muchas ganas de correrme.

Su cara está completamente roja y habla muy despacio, casi con la lengua fuera. Está totalmente en éxtasis.

  • Si no puedes aguantar, me iré por esa puerta y no volverás a verme.- le susurro al oído.

Casi me siento mal. Mi susurro le ha puesto a 100, qué digo, probablemente haya pasado el 100 hace mucho rato. Empiezo a moverme. Le embisto con sacudidas fuertes; saco casi toda mi polla y "tras", hasta el fondo otra vez. Es una sensación increíble. Su culo, por el que antes mi polla se deslizaba perfectamente, ahora está totalmente apretado, en los intentos por no terminar de mi esclavo. Sigo así un rato, dentro, fuera, más fuerte, más fuerte. Mi esclavo ya es incapaz de disimular sus gritos, con la cabeza totalmente apoyada en la cabecera.

  • Ahora eres mi putita.

  • Por supuesto amo, seré su puta toda la vida, no pare por favor.

  • A partir de ahora no quiero que pienses en nadie más que en mí.- le vuelvo a embestir, chocando levemente su cabeza contra la pared.

-Ahhhhh.- un fuerte grito de placer.- Por supuesto que no amo. Ahora mi vida le pertenece por completo.

  • Eso es justo lo que quería oír.- sin poder evitarlo me corro.

En mi vida me había corrido tanto. Grito de placer, con la cabeza en blanco. Joder, he gritado tan fuerte que seguro que me ha oído todo el vecindario. A pesar de que aún tengo mi polla dentro, empieza a salir un poco mi semen, escapándose por pequeños agujeros. Le saco mi pene de dentro y su culo empieza a escupir toda mi corrida.

Miro a mi esclavo, tumbado en la cama, casi sin poder moverse. Ha conseguido no correrse. Su polla se ha vuelto un poco más pequeña, así es que busco de nuevo el cando y se lo vuelvo a colocar. Él, que estaba casi inconsciente me mira, casi suplicándome.

  • Esclavo, tengo la polla llena de semen. ¿Por qué no la estás limpiando?

  • Perdone amo, me cuesta un poco pensar.

  • Me da igual, ven.

Mi esclavo se acerca, y sin pensármelo, cojo su cabeza y la llevo a mi polla, metiéndola entera en su boca. Empiezo a usar su boca para meterla y sacarla, mientras él, como puede, lame con su lengua todo mi falo, limpiándolo como le he ordenado. Sus ojos verdes miran hacia arriba y veo su preciosa cara, que apenas puede contener las lágrimas del esfuerzo. Le doy un momento para que coja aire, le agarro del pelo y se la meto de nuevo entera hasta el fondo, corriéndome otra vez en su garganta.

Podría acostumbrarme a hacer esto todo el día, su boca es perfecta. Termino de correrme. Mi esclavo, con la cabeza en blanco, no es capaz de tragarse toda la corrida y se le cae un poco en las sábanas.

  • Espero que no tengas pensado dejar eso ahí.

  • Claro que no amo.

Empieza a lamer las sábanas, chupando todo lo que se la había escapado de la boca.

  • Ven aquí.- le digo.

Me tumbo de nuevo en la cama, con la cabeza sobre la almohada. ¿Cuántas veces me he corrido ya?¿Tres? Pues aún sigo como una piedra. Me sorprende a mí mismo que aún tenga tantas ganas de seguir.

Con una señal le digo a mi esclavo qué se siente sobre mí, quiero que me cabalgue.

Su culo, aún lleno de semen, se sienta sobre mi polla de un solo empujón. Su culo parece hecho perfecto para mi polla, encaja perfectamente, y cuanto más le follo, mejor me siento dentro de él.

Empieza a moverse y yo, juguetón, le toco los pezones y paso mis manos acariciando su cuerpo definido, sudoroso: fantástico.

Aún no le he dado permiso para correrse, pero espero ansiosamente que lo haga. Aunque claro, tendría que castigarle por eso; pero bueno, algo se me ocurrirá... Desde luego no puedo echarle en cara que se está esforzando.

Me he cansado de dejárselo todo a él así es que me incorporo de la cama, haciendo que nuestros cuerpos se toquen, mientras él sigue moviéndose.

Parece que esta posición hace que mi pene llegue más profundo y escucho que gime un poco más. Siento su aliento en mi oreja.

  • ¿Te gusta esclavo?

  • Me encanta amo. Su polla está hecha especialmente para mí.- dice susurrando, casi sin fuerzas.

  • ¿Tiene ganas de correrte?

  • Si amo, casi no puedo pensar en otra cosa.

  • Pues haces mal, en lo único que tienes que pensar es en que yo me corra, tú no importas.- creo que me estoy pasando.

  • Claro amo, soy un esclavo estúpido. A partir de ahora sólo pensaré en usted.

Esto me ha puesto otra vez muy cachondo. Abro su boca con mis manos y le escupo dentro. Él sigue con la boca abierta, esperando permiso para poder tragárselo. Le beso, pasando mi lengua por toda su boca. No sé si debería, pero no he podido resistirme. Empiezo a tomar yo el control, metiéndosela con más ritmo. En mi vida había sentido nada parecido a esto. Su boca es perfecta y se nota que tiene experiencia besando.

Más fuerte, empieza a gemir. Yo por mi parte, estoy a punto de estallar otra vez. Le abrazo, acercándolo más a mí y escuchando sus quejidos más de cerca. Vuelvo a llenarle el culo de leche mientras araño su espalda y él emite un sonido de dolor mezclado con placer. Aguantamos así otros dos minutos, abrazados.

Ahora estoy sentado en la cama esperándole. Le he dicho que se dé una ducha y se limpie mientras yo me visto. Sigue con el candado y sin permiso para correrse. Vuelvo a mirar detenidamente el armario, repleto de juguetes y otros artefactos. Tal vez la próxima vez debería usar estas cuerdas.

Miro en la zona de vibradores, hay un par que funcionan por control remoto. Los miro con una sonrisa pícara.

Mi esclavo sale del baño, desnudo, totalmente limpio y aún con las marcas de mis uñas en su espalda.

  • Es hora de que me vaya, pero antes...- me acerco y le coloco el vibrador en el culo.

Pulso el botón y lo siento vibrar. Qué bien, tiene pilas. Mi esclavo es incapaz de contener su excitación. Se pone de rodillas en el suelo.

  • Amo por favor, se lo suplico.- dice desesperado.- Déjeme correrme. Le juro que nunca volveré a pedirle nada ni a pensar en nada que no sea usted. Pero por favor, no puedo aguantarlo más.

-Dime, ¿puedes meses con el candado puesto?

  • Sí, amo.

  • Pues entonces no quiero que te quites ni el candado ni el vibrador hasta que yo vuelva. Por supuesto, tampoco tienes permiso para correrte.

Su cara refleja su sufrimiento ante mi respuesta.

  • A partir de ahora quiero que me des los buenos días cuando te levantes, y lo mismo cuando te acuestes. Este es mi número de teléfono.- le digo, mientras señalo un papel encima de la mesilla, en el que lo he escrito hace un rato.- Si te escribo un mensaje y tardas más de media hora en contestar, habrá un castigo.

  • Como diga, amo.

  • Bien. Tampoco quiero que hagas nada sin mi permiso. Sí quieres hacer cualquier cosa, hasta ir al baño, me tendrás que pedir permiso a mí. Para asegurarme que no te corres, quiero que cada vez que vayas al baño me mandes un vídeo de cómo lo haces.

  • Por supuesto, será todo como digáis.

  • Perfecto, hasta pronto entonces. Quédate pendiente de tú teléfono.

Salgo de la habitación, dejándole allí solo, desnudo y con la habitación repleta del olor de mi semen y nuestro sudor. Salgo a la calle y antes de cerrar la puerta echo un último vistazo. No te preocupes, voy a volver pronto.