Mi primera vez

Simplente eso. Es una historia muy romántica y tierna...

Mi primera vez.

Tu y yo solos en la playa de la Cueva frente al mar Cantábrico.

Viernes, 26 de marzo de 2004. El día de tu 28º cumpleaños.

Son las ocho de la tarde – noche y en el cielo se ve que pronto se pondrá el sol.

Acabamos de terminar una rica merienda: ensalada de frutas cítricas (naranjas y fresas) con nata, todo ello regado con una buena sidra. Ummmmmmmmmm, delicioso!.

Nos sentamos en la arena para ver el maravilloso momento en el que "Lorenzo" se va a dormir y "Catalina" aparece bella y majestuosa. Hoy es una peciosa Luna Nueva.

Tu llevas un pantalón corto de color caqui y una camiseta blanca sin mangas, y debajo un ajustado bañador azul marino que marca perfectamente tu sexo; yo llevo un mini vestido azul de tirantes y bajo él, mi bikini preferido: un dos piezas rojo con ribetes negros y con un dibujito en forma de corazón situado sobre mi nalga izquierda.

También tenemos dos grandes toallas para secarnos.

Durante la puesta de sol nos abrazomos y besamos dulcemente.

Al cabo de unos minutos, tu te pones de pie y cogiéndome de las manos me levantas del suelo. Estamos muy cerca el uno del otro, tan cerca que sentimos como propia la respiración que sale de nuestros pulmones.

Sigues besándome en la frente, en el cuello, en los labios; tu lengua entra rápida en mi boca y noto como todo tu cuerpo se tensa. Lentamente me quitas el vestido (sin dejar de mirarme) y yo te bajo la cremallera del pantalón y con manos torpes te "ayudo" a sacarte la camiseta; y tu con un sólo gesto te desprendes del short.

Me sonríes para tranquilizarme por que yo estoy muy nerviosa y tengo un poco de miedo, ya que es la primera vez que haré el amor. Me dás un cariñoso abrazo y me dices con voz susurrante: Te Quiero!.

Tu cuerpo bronceado me vuelve loca: tus grandes manos, tus fuertes brazos, tus largas piernas, tu pecho, tu culo, tu pene...

Te deseo tanto!.

Te lo susurro al oído y con una sublime dulzura me coges en brazos y me llevas a la orilla del mar. Estamos a principios de la primavera y el agua aún está muy fría, pero no nos damos casi cuenta de ese detalle, porque nuestro deseo de amarnos está tan encendido que apenas sentimos la temperatura tan gélida.

Entramos un poco en el agua, hasta la rodillas.

Deslizas tus manos por mi espalda y me desatas el lacito de la parte de arriba del bikini. Me quedo con los pechos desnudos; tu me miras con tus preciosos y enormes ojos marrones, mientras yo bajo los míos llena de verguenza, y tu me sigues devorando con la mirada. Te agachas y me quitas la braguita y tu mano derecha entra en acción: con los dedos índice y pulgar me frotas los pezones de color marrón oscuro, como una pasa madura, consiguiendo que se pongan duros como piedras.

Yo, levantando mis manos, acaricio tu cabello suave y sedoso y beso tus mejillas con tanta ternura que te hago estremecer de pasión.

Te separas de mí un segundo, apenas unos centímetros, lo justo para admirarme:

Estoy totalmente desnuda frente a tí!.

Ya no puedes sopotarlo más y te quitas tu bañador.

Yo me quedo pasmada por lo que veo: tu sexo está excitadisimo...deseando poseerme, y yo también quiero que lo hagas y apenas sin voz, te digo: Hazme tuya!.

Me agarras por la cintura y me coloco encima de tus caderas y me abrazo a ellas con mis piernas. Me llevas hacía fuera, a la arena y una vez allí, nos dejamos caer; yo abajo, y tu arriba. Me preguntas (inecesariamente) sí quiero que continues y como respuesta te beso apasionadamente en la boca. Entonces, primero con mucha delicadeza introduces tu pene en mi vagina, y después hayas el obstáculo: mi hímen intacto; me miras fijamente a los ojos y yo te sonrío en señal de aprobación. En ese momento me penetras fuertemente y lo rasgas; yo siento un intenso, pero breve dolor.

De mis ojos brotan dos lágrimas que tu rápidamente limpias con sendos besos y al mismo tiempo me acaricias y me hablas muy suave.

Yo quiero que disfrutes, pero no sé muy bien que hacer y con voz ronca y apagada por la emoción te pido que te quedes dentro de mi.

Nos miramos fijamente y de pronto lo sentimos: llegamos juntos al climax...

Yo te aprieto muy fuerte y repleta de amor por tí te digo: Lléname de tí.

Tú, tan obediente como un buen niño, lo haces. Derramas todo tu semen en mi interior...

Permanecemos callados unos minutos, oyendo sólo el latido de nuestros corazones. Y de repente, escuchamos, el sonido de un reloj indicando la media noche.

Después y muy suavemente retiras tu pene y te tumbas a mi lado.

Me arropas con una toalla y tu también te tapas con la otra. Me dás un beso con todo tu cariño y me dices que a sido una experiencia maravillosa. Yo te sonrio y te digo:

"Gracias por hacer sentirme una mujer".

Nos enlanzamos y nos quedamos dormidos juntos.

FIN