Mi primera vez contigo
Una dulce chica describe su primer orgasmo
El atardecer llegó a la ciudad y tú y yo ya no podíamos contenernos más. Nuestras miradas se cruzaban constantemente mientras por mi cabeza recorrían decenas de a tu lado. Aquél verano fue mágico al igual que lo estaba siendo aquella noche.
Tu mano acarició mi cabello y lentamente te acercaste para besarme de la manera más dulce. El pecho empezó a arderme y una pasión desenfrenada me empujó hacia ti. No dudé en quitarte la camiseta y tú no tardaste en responder llevándome a la cama mientras desnudabas mi cuerpo.
Allí estábamos, desnudos por primera vez, uno frente al otro y la calidez de una vela iluminándonos. Besabas mi cuello mientras cerraba los ojos y me dejaba llevar, nunca había estado tan segura de hacer algo y solo me quedaba disfrutar del momento. Lentamente me acostaste en la cama y cruzaste mi barriga de punta a punta con tus labios, provocando que mi piel se erizara. Me miraste y continuaste besándome bajando lentamente por mi ombligo hasta llegar a mi vagina, la recorriste con tu lengua provocando un placer que me sacudió. Jamás imaginé que podría tener esa sensación hasta que tú la provocaste.
A medida que pasaba el tiempo mi excitación aumentaba y, lo único que quería era que ese placer no parara. De golpe, te acercaste a mí besándome apasionadamente. Los dos deseábamos y sabíamos lo que iba a pasar a continuación, tocaste mi clítoris volviendo a provocarme una gran excitación y, con delicadeza metiste tu pene dentro de mí. Noté cómo un calor placentero dominaba todo mi vientre y cada movimiento tuyo me ocasionaba una sensación profundamente deliciosa.
Lentamente me hacías el amor mientras chupabas mis tetas y me agarrabas del culo. De golpe tus suaves movimientos se convirtieron en rápidas penetraciones, seguidas por varios cambios de posturas. Eras tú quien controlaba la situación por completo y yo, sólo quería que no pararas nunca.
Noté como tu pene entraba hasta el fondo llegando a tocar el máximo punto de placer, y como te corriste dentro de mí. Me abrazaste y tu calor se unió con el mío, me miraste y con una sonrisa dijiste, “Esto no se va a quedar así”. Volviste a besarme y a bajar por mi barriga con tus labios. De nuevo tu lengua agarró mi clítoris y no paraste de moverla. La sensación cada vez era más fuerte y cada vez podía contener menos mis gemidos. El placer llegaba des de mis pies, pasando por todo mi cuerpo, hasta mi cabeza. Cada vez estaba más cerca del orgasmo y tú lo notabas. Hasta que llegué y no pude contener los gritos de placer. Mis piernas temblaban, mi corazón iba a mil por hora y la piel de mis muslos se quedó sensible.
Ahora solo quería que me besaras y abrazarme a tu cuerpo desnudo. Era la primera vez que nos veíamos descubiertos y tenía a sensación de que nunca me había sentido tan liberada.