Mi primera vez con una mujer y ella es infiel.

Un viaje de trabajo y una compañera demasiado sexual, que termina en nuestra primera vez con una mujer y una infidelidad mas por su parte.

Trabajo en una empresa que tiene varias oficinas a nivel nacional. Suelo moverme entre ellas siempre que lo precisan. Con lo cual, tengo una maleta a medio hacer casi siempre. En ocasiones paso temporadas en alguna de ellas.

Luis es uno de los socios de la empresa. Es un hombre de unos 55 años, moreno, ojos negros, mide 2 metros, se cuida mucho, tiene un cuerpo atlético y tiene bastante éxito entre las féminas. La verdad es que cuando se enfunda en sus trajes, es imposible no seguirle con la mirada. Le quedan como un guante.

Hoy llega acompañado por la encargada de Sevilla. Es una mujer de unos 45 años, 1´70, morena, pelo rizado, ojos oscuros y bastante guapa. Lleva un bonito vestido de color blanco que resalta su moreno, con un escote que deja ver su muy generoso pecho, media espalda al aire, con tirantes finitos y unas sandalias de tiras finas y tacón de aguja que se escuchan nada más cruzar la puerta.

Giro la cabeza al escuchar el tintineo de los tacones  y la veo caminar al lado de Luis. Reconozco que recorrer a Luis con la mirada cada día, es algo habitual en todas las chicas de la oficina. Pero hoy mis ojos se clavaron en esa mujer. No ha podido elegir mejor vestido para lucirse.

-Buenos días Paola, contigo quería hablar. –Me dice Luis

Sonrío mientras se acerca a mí.

-Si es para felicitarme por algo, genial. Si es por algo malo, no tengo tiempo ahora. -sonrío

-¿Conoces Sevilla? –me dice mientras se para a mi lado

-¿Me das vacaciones? –le digo

-Te presento a Miryam, será tu nueva compañera de trabajo por un mes. –me dice sonriendo

-Encantada Miryam – le digo mientras le doy dos besos

-Ella es Paola –Le dice a Miryam

Me sonríe y miro a Luis.

-¿Un mes? –ufff resoplo.

-Ven a mi oficina, necesito darte todos los detalles.  – Me dice Luis

Voy a su oficina, charlamos durante un buen rato y termino dirección a Sevilla al día siguiente. Luis me pide que me vaya a casa, prepare mis maletas y que gestione cosas personales si lo necesito antes de irme.

El viaje lo hacemos en el coche de Miryam. Así que antes de llegar tendremos tiempo de conocernos un poco mejor.

Al día siguiente Miryam se pasa a recogerme por casa y hacemos el viaje juntas.

Miryam lleva un vestido mucho más discreto que el de ayer. Es gris clarito, corto y de tirante ancho. Lleva un bonito escote que enseña lo justo y sandalias de media cuña

Yo por el contrario me enfundo unos vaqueros negros, una camiseta blanca de lycra con un generoso escote que se ajusta a mi pecho y sandalias de cuña alta.

Tenemos unas cuantas horas por delante que dan para charlar bastante. Me cuenta que lleva la nueva oficina de Sevilla, está casada, tiene un hijo y que dejó su anterior trabajo porque pasaba mucho tiempo fuera de casa por culpa de los viajes que hacía. El pasar tiempo fuera de casa no afectó a su matrimonio, pero me cuenta que tuvo sus historias.

Reconozco que soy muy curiosa y bastante morbosa, con lo cual sigo con ese tema.

Miryam me cuenta que últimamente se siente atraída por las mujeres y que le encantaría poder estar con una. Se ha convertido en una fantasía que le gustaría poder realizar.

Yo por mi parte le cuento lo que me paso con una antigua compañera. La chica se pilló por mí y al final dejo el trabajo. A lo máximo que llegamos fue a que ella me diera un morreo y que yo no fuera capaz de hacer nada en ese momento. A partir de ahí también se convirtió en una fantasía.

El viaje transcurre tranquilo. Paramos un par de veces, una de ellas a comer. Me rio muchísimo con Miryam. Tiene un gran sentido del humor y creo que nos vamos a llevar bastante bien. Durante el viaje, Luis me envía al correo la reserva del sitio donde me voy a quedar. Cuando llegamos, Miryam me deja en el hotel y me da una carpeta. En ella encuentro la dirección del trabajo, varios números de teléfono a los que puedo llamar, un sobre cerrado con mi nombre que Luis le debió de dar ayer cuando me fui y una nota escrita a mano que ha debido de escribir en alguna de nuestras paradas.

“Me alegra mucho de que hayas venido. Algo me dice que será un viaje inolvidable para ambas. Un beso”

Sonrío al leer la nota mientras me hacen el registro en el hotel. Al terminar subo a la habitación y deshago la maleta. Estoy agotada del viaje.

Aprovecho y me doy un baño. Lleno la bañera hasta arriba de agua templada. Me desnudo y me meto dentro. Cierro los ojos y suspiro al sentir el agua cubrir mi cuerpo. Mis pezones se endurecen  y mi piel se eriza con fuerza. Deslizo las manos por mi piel para calmar esa sensación de dolor y escalofríos.

Recorro mis brazos, el pecho, vientre, los muslos y mis manos empiezan a moverse solas. Una se desliza por el pubis y baja hacia el coño. Lo recorro subiendo y bajando por él. La otra mano agarra mi pecho y lo aprieta. Siento el pezón duro en la palma y dejo que se deslice entre los dedos al moverla. Aprieto los dedos en él al estrujar el pecho.

Por mi mente empieza a pasar la imagen de Miryam. El movimiento de sus caderas al moverse con esos tacones. El escote tan descarado que dejaba ver parte de sus pechos y unos pezones que descaradamente se marcaban lo poco que la tela del vestido les dejaba.  Su sonrisa en esos labios que imagino como recorren mi piel.

Mi piel se eriza con tanta fuerza que duele. Un escalofrío recorre mi espalda y me estremezco. Mis dedos se deslizan entre los labios del coño completamente rasurado. Acaricio mis labios mayores, no tengo menores y el clítoris es un pequeño botón que se endurece al rozarlo. Llevo la yema de mis dedos a la entrada y aun estando dentro del agua, siento el flujo. No dejo de acariciar mi pecho. Siento que es su mano la que acaricia mi coño y su boca la que muerde mi pezón.

Hundo los dedos en mi coño y gimo. Se contrae en los dedos y aprieta con fuerza. Mi cuerpo no deja de reaccionar y mi mente dispara todo lo que mis manos provocan. Muevo los dedos y me masturbo pensando en ella. Los dedos se clavan hasta el fondo y los curvo para llevarlos hasta la parte interna de mi clítoris. Presiono y rozo en esa parte. La palma de la mano roza el clítoris en cada movimiento. Gimo con fuerza. Cada vez me dejo llevar más y mi respiración se dispara. Mi cuerpo se tensa y gruño con fuerza al sentir como un orgasmo se apodera de mi cuerpo. Muevo los dedos más rápido y grito. Mi coño se contrae con fuerza una y otra vez y se estremece mi cuerpo. Cojo aire con fuerza y poco a poco muevo mis dedos más lentamente. Es un orgasmo largo, intenso. Imagino mis labios sobre los de Miryam al besarnos. Mmmmmmm

Me quedo un ratito más mientras me recupero. Sonrío. Es el primer orgasmo que siento al imaginar que estoy con una mujer.

Salgo del baño y me pongo una toalla. Pido algo cena y me voy pronto a la cama.

Al día siguiente me dirijo caminando a la oficina. He elegido un traje de chaqueta gris clarito, un bustier de tipo corsé negro y sandalias de tacón negro.

Miryam sale a mi encuentro cuando me ve llegar. Lleva un vestido corto rojo de un solo tirante o escote de tipo asimétrico y sandalias de tacón alto.

-Hola Paola! ¿Qué tal todo? – me dice, mientras sus ojos miran de reojo mi escote.

Sonrío al ver cómo me mira.

-Todo bien. Ese vestido te queda genial. Estás muy guapa. –le digo

-Muchas gracias. Ven que voy a presentarte a tus nuevos compañeros.

Uno a uno me los presenta. Hay 4 hombres y 3 mujeres contándola a ella.

Puedo apreciar que Miryam es una mujer muy cercana. Le encanta toquetear, acariciar y el tonteo o insinuación es un arte que domina muy bien. Cuando lo requiere, tiene un carácter fuerte que no duda en sacar a pasear y aplacar al más altivo. No sé si hay algo con alguno de sus compañeros, pero desde luego a alguno de ellos no le importaría si ella se dejara.

-Ven Paola, necesito mostrarte todo lo que me ha enviado Luis. Vamos a mi oficina.

Hablamos durante largo rato. Y puedo comprobar que no pierde el tiempo. Reconozco que yo puedo ser muy directa y no me oculto si algo me gusta. Pero ella es una provocadora nata. Me encanta como mujer y me pone. Pero necesito ver hasta donde es capaz de llegar.

A excepción del estado en el que me tiene, el día transcurre tranquilo organizando todo lo que tenemos que hacer para el trabajo.

Los días transcurren y cada día desayunamos y comemos juntas. El viernes por la tarde veo a Miryam muy animada. Durante la comida, hablamos del fin de semana.

-¿Paola tienes planes para el fin de semana? –me dice

-No, la verdad es que no.

-Mi hijo pasa el finde en casa de un amigo y mi marido esta fuera hasta el domingo. Estaba pensando que podíamos pasarlo juntas y así te enseño algo de la ciudad. Me encantaría que te fueras de aquí con un buen sabor de boca.  –me dice sonriendo.

-¿Me vas a hacer una ruta gastronómica mientras este aquí?

-Más o menos, sí. Quiero probar algunas cosas y me encantaría compartirlo contigo.

-Sera todo un placer –le digo

-Me gustaría invitarte a comer en casa. Tengo ganas de cocinar algo, me paso la vida comiendo fuera. Puedes traerte algo de ropa para salir y por la noche nos vamos de fiesta. ¿Qué te parece?

-Me parece genial. Así desconectamos de la semanita que llevamos. –le digo

-Genial. –sonríe

La tarde pasa rápido y al finalizar la jornada, nos quedamos a tomar una cervecita con los compañeros.

Estoy deseando que llegue mañana. El estar en su terreno me da un poco de miedo. No puedo evitar estar nerviosa y la noche pasa lenta para mí. Sé que si me toco, me relajaría y me dormiría enseguida, pero no quiero. Tal vez me arrepienta mañana de no haberlo hecho, pero me arriesgare. Sobre las 3 consigo dormirme. Duermo del tirón y me levanto tarde.

Al despertar mis ovarios protestan. Siento una punzada por la tensión o excitación acumulada. Me doy una ducha, me visto cómoda aunque para provocar. Elijo un conjunto de sujetador y tanga triangular negro de encaje. Mis pezones se marcan bajo el triángulo de encaje. Me pongo un vestido con escote en V bastante generoso, ajustado y por encima de la rodilla. Es estampado en color azul y blanco. Elijo unas alpargatas con cuña alta de color azul anudadas con cintas al tobillo. Me pongo mi perfume favorito y voy caminando a su casa. No queda lejos. De camino le compro una orquídea. Adora las flores y las plantas así que le gustara el detalle.

Al llegar al bloque en el que vive, me recibe un hombre de seguridad. Se nota que se machaca en el gym, porque los músculos se pelean con la tela de la camisa que lleva puesta para no romperla. Es un hombre grande que impone.

-¡Buenas tardes! ¿Viene a visitar a alguien? –me pregunta

-¡Hola! Si, vengo a visitar a Miryam. Vive en el ático de la torre 4.

-Un momento por favor. ¿Puede decirme su nombre? –me dice sonriendo

-Soy Paola

Descuelga el teléfono y le veo charlar. Escucho como habla con Miryam y después de unos minutos, cuelga.

-Miryam le está esperando. El edificio 4 es el que está al final a la derecha.

-Muchas gracias, que tenga una buen día. –Le digo

-Lo mismo digo, que tenga un buen día.

El complejo tiene 4 edificios enormes. Tiene una gran entrada central con jardines y grandes maceteros que dejan 2 bloques a un lado y otros dos al otro. Una vez llego a la torre 4, llamo al ático. Directamente la puerta se abre y entro al edificio. Como voy caminando, las luces me detectan y se encienden. Los ascensores están justo a la derecha. Cojo uno de ellos y subo al ático. Es un ascensor con doble puerta y espejos a ambos lados. Al llegar, se abre la puerta que está detrás de mí.

Me giro y salgo. Miro a ambos lados y justo a la izquierda hay una puerta. Me dirijo a ella y toco al timbre.

-Ya voy Paola, ¡un momento! –escucho a Miryam decir casi a gritos

Sonrío. Sin duda es única y espontánea.

Se abre la puerta y me quedo boquiabierta al verla. Lleva el pelo en un moño alto despeinado, un minivestido amplio de tirante fino, ajustado al pecho, unos pezones marcados bajo el y descalza. La recorro con la mirada y creo que se me ha notado demasiado lo que pienso.

-Ahhhh, estas muy guapa. –le digo casi en un susurro

-Gracias Paola, tú también lo estás. Anda pasa –me dice

-Te he traído una orquídea, sé que te gustan mucho las plantas. Y veo que siempre estas rodeadas de ellas. –le digo mientras echo un vistazo a la estancia

-Gracias Paola. Me encanta, es preciosa. –sonríe

-Me alegro que te guste.

Camino detrás suyo y entramos a un gran salón con cocina americana. Está divida en dos grandes espacios. Deja la orquídea sobre la mesa baja y al agacharse, veo que no lleva ropa interior o es un mini tanga.

-¿Me ayudaras a cocinar? –me dice

-Claro, será un placer ayudarte.

-Si quieres puedo dejarte algo cómodo para que no te manches

-Sera mejor, porque no pensé que me hicieras trabajar.  –le digo sonriendo

-Ven acompáñame –me dice

Se gira y se dirige hacia un pasillo que queda en un lateral. Yo la sigo y entramos en su cuarto. Se dirige a una cómoda y abriendo uno de los cajones, saca un vestido parecido al suyo.

-Toma Paola, creo que este te quedara genial. –me mira fijamente al dármelo

-Muchas gracias.

-Puedes dejar tu vestido en una percha. Si me lo das, lo cuelgo. –veo como su mirada cambia

Abro la cremallera que tiene en el lateral derecho y bajo los tirantes. Los deslizo por mis brazos y al mirarla, veo como me recorre con la mirada y se muerde el labio. Lo deslizo por mi cuerpo y agarrándolo por un tirante lo quito levantando mis pies. Quedo en ropa interior delante de ella y subo el vestido por un tirante, dejándolo colgando de uno de mis dedos. La miro fijamente mientras me mira.

-¿Todo bien? –le digo

Se acerca a mí y agarra el vestido.

Mi piel se eriza endureciendo mis pezones de tal forma que aprietan la fina tela del sujetador. Desliza un dedo rodeando mi pezón y lo pellizca sobre la tela.

-Paola…. Joder no sabes cómo me excitas. Nunca me había pasado esto. –se acerca a mi boca y me besa

Sentir sus labios hace que me estremezca. Me besa suavemente, despacio. Deja caer el vestido al suelo y me agarra los pechos con ambas manos. Jadea en mi boca.

Llevo mis manos a sus tirantes y los deslizo por sus brazos. Ella me mira y con premura baja su vestido quedando desnuda con un tanga muy pequeño.

-Tengo el tanga mojado. Solo de pensar que venias a casa, me he excitado.

Sonrío y bajo la mano acariciando su coño por encima del tanga.

-Pues imagina como me tienes a mí. Menuda semanita me llevas. Nunca he deseado tanto estar con alguien. –Le digo

Baja su mano a mi tanga y encuentra lo mismo que yo en el suyo. Ambas estamos mojadas. Nos besamos de nuevo. Ella lleva las manos a los tirantes de mi sujetador y los baja dejando mi pecho al aire.

Muerdo su labio y bajo por su cuello. Lo echa hacia un lado y mis labios bajan hacia su hombro. Lo muerdo mientras aprieto mis manos en su pecho. Bajo poco a poco y rodeo el pezón derecho con la lengua. Lo muerdo ligeramente y abro mi boca para meter todo lo que puedo el pezón. La otra mano se desliza por su vientre y acaricio su coño por encima del tanga.

Ella me acaricia y mientras la toco y estoy agachada, desabrocha mi sujetador.

La miro y hago lo mismo en el otro pezón. Succiono y lo meto en mi boca. Subo y la beso. Mis manos van a su tanga y pego un tirón de él dejándolo en mi mano. Tiene unas tiritas tan finas, que se rompen sin esfuerzo. Ella desliza el mío y cae por mis piernas hasta los tobillos. Mi sujetador también cae al suelo.

Pegamos nuestros cuerpos mientras nos besamos. Nuestros pezones rozan la piel. Agarro su culo y lo aprieto en mis manos. Mi piel no deja de erizarse una y otra vez.

Ella acaricia mis costados y bajan hacia mi culo. Me da un azote. Jadeo en su boca al sentir como su mano se estampa. Mi coño se moja por segundos. Me agarra de la mano y me lleva a la cama.

Nos tumbamos de costado y apoyando la cabeza en el muslo de la otra, hacemos un 69. Flexionamos la otra pierna para dar más acceso. Ambos muslos se rozan mientras nuestras cabezas se acercan a nuestros coños y nos disfrutamos. Deslizo mi lengua por su coño rasurado. Rozo su clítoris y saboreo sus flujos. Esta empapada.

Succiono su clítoris y hago vibrar mi lengua en él. Abro los labios con la punta de la lengua y me ayudo con la mano. Al llegar a la entrada empujo. Hago presión y la hundo un poco. Con la barbilla rozo su clítoris y hundo la lengua hasta donde puedo. Ella hace lo mismo en mi coño y yo no puedo dejar de jadear y gemir en su coño mientras juego con ella.

Hundo un dedo en su coño a la vez que juego con la lengua en su clítoris. Cada vez estamos más excitadas, mas mojadas. Seguimos un poco más. Ella se incorpora y hunde sus dedos en mi coño moviéndolos rápido. Se escucha el chapoteo entre mis gemidos. Yo azoto su culo y acaricio su pecho. Lo aprieto en mi mano, pellizco su pezón y lo estiro.

Acaricio su coño mientras sigue masturbándome. Consigo hundir dos dedos en su coño y los muevo follandola. Su coño esta empapado y chapotea. Ambas resoplamos y no dejamos de gemir. Nuestras respiraciones cada vez están más agitadas. Saca sus dedos de mi coño y veo como los lleva a su boca y los lame con vicio, con ansia. Gime en ellos. Lleva su mano a la mía y la para. Saco los dedos de su coño y los lamo también, limpiándolos y saboreando sus flujos. Veo como se mueve y se coloca entre mis piernas haciendo la tijera. Su coño roza el mío  y se frota. Siento escalofríos al rozarse contra mi. Mi piel duele con la fuerza que se eriza.

-uffffff ahhhhhhh joder –digo entre susurros

Su piel es suave, siento sus flojos mezclarse con los míos y un pequeño chapoteo se escucha al moverse. Movemos nuestras caderas y no dejamos de frotarnos. Cada vez más excitadas, mas aceleradas, nos restregamos con premura.

-Paola me voy a correr, no aguanto más – me dice

-Córrete, quiero sentir tu corrida en mis labios mezclándose con la mía.

Nuestras caderas se mueven sin parar, se frotan como si no hubiera un mañana y las dos estallamos en un orgasmo que estremece nuestros cuerpos. Mi

Mi cuerpo tiembla y seguimos frotándonos mientras nos corremos. Es un orgasmo intenso, distinto a lo acostumbrado, pero muy placentero.

Cuando terminamos de corrernos, Miryam se pone a mi lado y nos besamos. Tenemos el sabor de nuestros coños en la boca. Es morboso, excitante. Sonrío y le acaricio la mejilla.

Estamos empapadas en sudor. Necesitamos una ducha con urgencia.

La ducha no es para nada relajante y es vuelta a empezar entre caricias y besos.

El fin de semana es largo, intenso y al final no salimos para nada de su casa. Nos disfrutamos sin parar. Su marido llego el domingo antes de lo esperado y casi nos pilla en una situación demasiado comprometida.

Este fue el comienzo. Porque como bien decía su nota, consiguió que este viaje fuera inolvidable para ambas. Tuvimos algunos encuentros en mi hotel y cada encuentro supero el anterior.