Mi primera vez con un maduro

Relato real sobre mi primera vez con un maduro que conocí en Bakala y los nervios y la emoción que sentí.

Buenas a todos. Llevo muchos años, prácticamente desde que era adolescente y tengo Internet en casa, leyendo esta página, y por fin me atrevo a escribir un relato. No estoy pasando una buena racha, y he decidido ser valiente y escribir sobre mis vivencias y como me sentía en aquel momento y me siento ahora, y si gustan escribiré sobre otras cosas. Espero que os guste.

Primeramente, me presento: soy Àlex (pseudónimo que solía usar en chats, aplicaciones, foros, etc.), tengo 31, mido 1,70, actualmente peso 58kg (aunque de joven pesaba unos 50 o menos. Intentaba engordar pero era imposible, puro nervio. Yo me veía feo. Ahora estoy más gordo por el estrés, el dormir poco y la vida sedentaria xD), cuerpo normal (nunca he ido al gimnasio y me cuesta hacer ejercicio y dieta ^^d), velludo (aunque antes me depilaba entero, me pone a cien verme sin un pelito), con barba de un par de días (aunque antes me la quitaba entera), cabello corto negro (antes lo tenía más negro y grueso, indomable), ojos color castaño oscuro y pestañas largas. Mi polla mide 16 cm empalmada, es gorda, venosa, con un capullo gordo y rosadito que la corona, suelta mucho precum porque me pongo cachondo fácilmente (parece un polo derritiéndose), y suelto unos trallazos gordos, blancos y espesos que han manchado las paredes muchas veces jajaja. Soy versátil más activo, aunque todavía me sigue costando hacer de pasivo porque estoy acostumbrado a llevar la batuta y me da miedo la penetración; casi nunca me lo han hecho bien y la mayoría con los que he estado eran bruscos, pero me gustaría practicar más la "pasividad" ja ja ja. Bueno, no me enrollo más y comienzo.

Este relato ocurrió cuando tenía 21 años; puede que no recuerde todo, pero lo intentaré. Era verano, no sé si Julio o Agosto. Llevaba un par de años en una carrera, estaba más salido que la pata de una mesa y masturbarme ya no me calmaba (me hacía más o menos las mismas que ahora, no he bajado el ritmo xD). Nunca había tenido relaciones serias (quería disfrutar de la juventud ja ja ja), así que era virgen. Me daba vergüenza y quería follar cuanto antes, para calmarme y por la presión social (ahora lo veo una chorrada, podría haberme esperado). En aquella época no había tantas páginas y a las apps ni se las olía. Había algún chat como el de Terra y el de Chueca (qué tiempos, ya no son lo mismo. Parezco ya un abuelo ^^d), y había aparecido una de las primeras páginas gay de contactos, sino la primera, Bakala. En aquella época se llevaban mucho los bakalas, antes que los canis, y a la página le iba muy bien (incluso sacaron un webcómic cutre, que me encantaba; ahora no sé si está muerta). Tenía miedo de quedar con un desconocido, por miedo a lo que me podía encontrar, pero la calentura y las ganas me podían. Me creé por primera vez un perfil en la web. No puse mi cara por privacidad (vivo en una ciudad pequeña y no quería que alguien me reconociera. A parte soy tímido para esas cosas. Además, no había salido del armario en mi casa. Mi hermano sí que lo sabía). Fui completando las cosas poniendo mis gustos en ese momento (aunque no los tenía nada definidos en aquella época y había cosas que ni sabía qué eran; siendo virgen, me gustaba lo que veía en el porno). Cuando lo tuve creado comencé a ojear a la gente que había y a hablar con alguno que me interesaba. Hablé con unos cuantos y al final encajé con un chico bastante mayor que yo, tendría 37 o algunos más. No hablamos mucho, pero me hizo sentir bien. Compartíamos las mismas preferencias sexuales y nos pasamos fotos, y me encantó lo que vi y era más o menos lo que buscaba. No le dije que era virgen cuando me lo preguntó, me dio miedo que no quisiera (ahora me doy cuenta de lo tonto que fui). En aquel momento prefería ser activo hasta probar más cosas, y él haría de pasivo, así que perfecto. Fui valiente y acepté quedar con él.

Me duché en profundidad y me arreglé. Puse una excusa en casa, que había quedado con unos amigos de la universidad, y fui hacia su casa. No estaba muy lejos de la mía. Recuerdo que llevaba una camiseta amarilla surfera, muy típica bakala, que aún me sigo poniendo ja ja ja. Fui hasta allí muy rápido y con los nervios que me caracterizan. No recuerdo dónde vivía. Toque a su timbre, me abrió y llegué a su casa en ascensor. Me abrió en pantalón corto y camiseta negra muy ceñidos, descalzo. Estaba muy bronceado de la playa. Era más alto que yo y delgado. La casa era moderna y pequeña, no recuerdo si era de nueva construcción. No es que me gustara mucho el chico, pero el calentón fue más fuerte. Me dio algo de beber y nos sentamos en el sofá. Fue simpático. Mientras charlábamos de todo un poco, me puso una mano en el muslo y comenzó a acariciarlo. Fue acercando la boca y cerrando los ojos. Hice lo mismo. Fue mi primer beso. Le imité y comencé a tocarle el muslo también. Comenzamos a besarnos con lengua apasionadamente y a tocarnos por todas partes suavemente. Poco a poco empezamos a quitarnos la ropa y a dejarla por el pequeño salón. Iba completamente depilado también. No sé si fue él o yo, pero al rato fuimos a su dormitorio.

Seguimos besándonos, tocándonos por todo el cuerpo y mordiéndonos delicadamente. Comencé a comerle las tetitas como buenamente pude; lamiéndolas primeramente poco a poco, después usando más la lengua y pasándola por ellos, para acabar comiéndomelos poco a poco y luego succionándolos rápidamente (algo que me encanta, como si estuviera mamando tetita). Se le escuchaba gemir suavemente del gusto.

Él quiso complacerme y descendió por mi pecho y mi vientre plano mientras lo lamía y besaba. Llegó a mi suave y virginal polla y empezó lo que sería mi primera mamada. Me encantó. Era un placer que no había sentido nunca, mil veces mejor que mi mano. Se notaba que tenía práctica. No podía dejar de gemir. Lamía suavemente, primero mi rosado y gordo capullo, haciendo giros sobre él. Luego se lo metió poco a poco en la boca. El placer era indescriptible. Fue bajando por mi capullo y poco a poco metiéndose mi polla, hasta que llegó al final y acabó con toda dentro y su cara pegada a mi piel (eso actualmente me pone muchísimo), agitando la cabeza para acomodarla bien. Tras ello, empezó a mover suavemente la cabeza y a aumentar el ritmo, haciendo succión de vez en cuando.

Al poco quise complacerle yo, porque si seguía así me correría (en aquel momento no controlaba tanto), y comencé la que sería la primera mamada que hacía en mi vida. Él estaba recostado boca arriba y podía verle en todo su esplendor. Comencé a chuparla dulcemente sin tener mucha idea, lento, como si fuera un helado, comenzando por la parte de abajo, hasta llegar a la parte superior. Iba con mi lengua recorriendo cada parte, sin prisas. Era normalilla, cosa que agradecí porque me costaba metérmela en la boca y no quería atragantarme, algo que noté en alguna ocasión; así que fui con mucho cuidado. No me gustaba tanto como ahora, pero me recreé en darle todo el placer posible y que disfrutara. No sé si lo hice bien, pero parecía por sus gemidos que le gustaba. Además de darle gusto en su polla comencé a tocar sus redonditos y suaves huevos y a pasar mi lengua por ellos, primero dulcemente, después toda la lengua, morderlos delicadamente, y por último pasar a metérmelos en la boca y hacer succión. Él no dejaba de gemir.

No tardó mucho en suplicarme que le comiese el culo, algo que le gustaba. No tenía mucho culo, puesto que estaba muy delgadito, como yo, y empezaban a vislumbrarse algunas arrugas que a veces se forman bajo las nalgas. Con poca maña, fui bajando lentamente por sus redonditos huevos, comenzando a meter mi lengua hacia el interior de su raja. Con lo poco que sabía de ver porno, le separé las nalgas y comencé a lamer su raja hasta llegar a su agujerito. Lo tenía completamente suave y olía muy bien. Estaba cerradito. Comencé a lamerlo. Él empezó a guiarme y a indicarme cómo quería que se lo hiciera. Comencé a lamerlo por fuera, dando giros con mi lengua. Alternaba usando la lengua entera o comiéndomelo entero. En ese momento empecé a aprender cómo debía controlar la respiración y a respirar por la nariz en vez de por la boca para no ahogarme o para no bajar el ritmo, al igual que con los besos.

Estuvimos así un tiempo, hasta que me dijo de cambiar de postura y se puso a cuatro patas. Continué lamiéndole ese delicioso culito tragón y empecé a pasar mis dedos por su agujerito. Después de mi trabajo el primer dedo le entró fácilmente. La sensación fue genial, era caliente, suave y notaba en mi dedo que le palpitaba de lo caliente que estaba. Se lo hice lentamente, y cuando ya le entraba bien decidí meterle el segundo dedo. Poco a poco iba trabajándole el culito y abriéndoselo, alternando dedos más finos con más gordos (aunque yo tengo unas manos más bien pequeñas). No dejaba de gemir y dilataba muy bien. Mientras tanto él no dejaba de masturbarse. Al ver eso, decidí imitarle y comencé a masturbarme. Yo no dejaba de chorrear mientras le trabajaba el culo. En ese instante cometí un error, estaba tan cachondo que me corrí sin quererlo.

Me puse nervioso, pero él estaba en una postura que no vio lo que había sucedido. La corrida había caído al suelo, quedando oculta entre la cama y la mesita. Decidí continuar trabajándole el culo sin decirle nada y centrarme en empalmarme nuevamente. Tuve la suerte que no tarde mucho en conseguir otra buena erección (me sigue pasando actualmente, aunque me corra la tengo semi dura). Pasado el susto, seguí más tiempo trabajándole el culo. No vi el reloj, pero me pareció que había pasado una eternidad. En ese momento me dijo que quería que le follara.

Me sentí aliviado de hacer algo diferente. Me dio un preservativo, porque yo no llevaba encima. No me había puesto uno en mi vida, pero había visto cómo se hacía. Me costó un poco pero conseguí enfundármelo. Con él a cuatro patas, comencé a metérsela poco a poco, hasta que mis redondos huevos chocaron contra sus nalguitas. Ya estaba toda dentro. Con el preservativo no notaba mucho, pero prefería hacerlo seguro. Empecé a penetrar lentamente, sacándola poco a poco primeramente y volverla a meter, para que su ano se fuera acostumbrando a la forma de mi polla. Al poco tiempo, empecé  a sacarla mucho más y a meterla. Alguna vez se me salió, pero no costaba meterla en su delicioso agujero.

Alternaba entre envestidas suaves y envestidas fuertes y rápidas mientras él me decía cómo lo quería y gemía cada vez más. Yo le decía que su culito era espectacular. Llevaba un rato follándole, ya tenía las piernas y la cadera algo cansadas. Por suerte el aire acondicionado estaba puesto y no sudábamos mucho. Comencé con rápidas envestidas, haciendo chocar mi cadera contra su culo (algo que me pone), y notaba que me venía nuevamente la segunda corrida. Así que fui bajando el ritmo porque quería estar a la altura y aguantar más. Movía mis caderas de lado a lado para darle más placer anal y así poder controlar mi eyaculación mejor. Al final, comencé a penetrarle cada vez más rápido y le dije que me corría. Di una última envestida fuerte, chocando fuertemente mi cadera contra su culito y gimiendo fuertemente.

Él todavía no se había corrido. Se dio la vuelta y empecé a ayudarle. Tenía mucho más aguante que yo, no sé si se había masturbado antes de llegar yo. Comencé a lamérsela de abajo a arriba mientras él se la zurraba. Viendo que no tardaría en correrse, comencé a comerle los huevos, lamiéndoselos y comiéndomelos con rapidez y ganas. No tardó en correrse entre gemidos. No soltó mucho semen.

Nos besamos un poco. Cuando acabamos, me dijo si quería ducharme. Salí con cuidado de la cama y viendo dónde estaba mi primera corrida. Me quedé relajado de la ducha, además de la sesión que habíamos tenido. Me vestí y salí. Él también estaba ya vestido. Estuvimos un rato más hablando. Me di cuenta que no había tocado el vaso de lo nervioso que estaba. Le comenté si le había gustado y me dijo que sí. Me preguntó qué estudiaba, y me comentó que le encantaba mi carrera, tanto que tenía revistas sobre el tema. No tardé en irme porque me comentó que tenía que irse a trabajar. Salí satisfecho y contento por haber llegado hasta el final y que no hubiese notado que era virgen o que me había corrido dos veces. De camino a casa intenté disimular lo que había pasado y que no lo notaran, continuando con la excusa que había puesto antes (creo que no se notó ja ja ja).

Volví a coincidir con él años más tarde, cuando yo ya tenía más práctica y había follado bastante, pero él ya no se acordaba de mí. La verdad es que esa segunda vez no fue igual que la primera. Quedé con él porque, como la primera vez, estaba muy caliente, pero me arrepentí. Normalmente no solía quedar con alguien una segunda vez, porque habitualmente era peor que la primera, y en este caso no me equivocaba. Fue otra vez en su casa, no hablamos casi nada, fuimos directos al grano y me aburrí, quería acabar lo antes posible e irme. Él parecía que quería acabar rápido también y calmar su calentura. A mí me gusta lento, sin prisas, centrándome en los preliminares, cariñoso, dulce, compaginado con morbo y caña, y pocas veces me lo he encontrado en gente joven, habitualmente en gente madura que sabe lo que quieren. Por eso tal vez fui descubriendo que los maduros (y cuanto más mayores mejor) encajaban con mis gustos, a parte que cuanto más mayores más buenos, viriles y dulces son je je je.

A pesar de lo que ocurrió esa segunda vez, gracias a él descubrí lo que era el sexo, y ya no pude parar (y cada año que pasa estoy más salido y más cerdo). Espero que os haya gustado el relato y que no haya sido muy largo, pero había mucho que explicar. Podéis decirme cualquier cosa para mejorar. Hasta otra.

PD: y recordad usar siempre condón, como en esta historia.