Mi primera vez con Laura

Me llamo Anni, tengo 25 años, y siempre he sido hetero. Mi novio siempre tuvo fantasías por hacer un trío con otra chica, cosa que nunca pasó. Pero esas fantasías fueron despertando lentamente una curiosidad lésbica en mi que me llevaron a saciar mi curiosidad con Laura, una compañera de la uni.

Hola. Me llamo Anni, tengo 25 años y estoy en 2º de Farmacia. No es que sea repetidora o mala estudiante, sino que esta es mi segunda carrera. Estudié Enfermería, pero me supo a poco y ahora estoy en Farmacia. Tengo novio desde hace 4 años. La verdad es que estoy muy bien con Carlos, nuestra vida sexual es casi perfecta, y nos complementamos a la perfección. Pero hoy no os voy a hablar de él, sino de la primera vez que tuve una relación con una chica.

Siempre he sido hetero, no tengo ninguna duda, pero desde que empecé a salir con Carlos me ha preguntado muchas veces si me gustaría probar alguna vez con una chica. Ya sabéis que todos los tíos flipan con hacer un trío con su novia y otra chica, y Carlos no es una excepción. La primera vez que sacó el tema me pilló totalmente por sorpresa. Yo no me lo había planteado nunca, pero decidí seguirle el juego. Siempre ha quedado dentro del ámbito de la fantasía, pero Carlos incluso me preguntaba con qué chica me gustaría hacerlo, qué es lo que haría con ella, etc. Mis respuestas también eran pura fantasía. He de reconocer que muchas veces me ponía cachonda al dar respuesta a todas sus preguntas, pero siempre pensando que a la hora de la verdad sería incapaz de hacer nada, y mi excitación venía más por la reacción de Carlos que por mis ganas de hacerlo realmente con una chica. Me gustaba inventar e imaginar, porque a Carlos mis respuestas le ponían a cien, pero lo cierto es que poco a poco las fantasías de Carlos pasaron a ser también las mías.

Tengo una compañera en la uni que se convirtió en la protagonista de mis películas. No me pregunteis porqué. No era una de mis mejores amigas, simplemente tenía buena relación con ella, nada especial. Pero Laura tenía algo que la hacía muy interesante, y cuando empecé a fantasear con Carlos explicándole con qué chica me gustaría hacer un trio, la verdad es que Laura fue la primera que me vino a la cabeza. Laura era un poquito más alta que yo, cosa que tampoco es muy difícil. Tiene el pelo negro, los ojos verdes y una sonrisa preciosa. Es una chica que sin ser especialmente guapa es realmente atractiva porque es muy dulce y amable. Y lo que más llama la atención: tiene un pecho perfecto. Yo siempre he tenido poco pecho, y por eso envidio a las chicas con unas buenas tetas. Las de Laura parecían perfectas. En verano venía a menudo con camisetas ajustadas y sin sujetador, y a pesar de su tamaño se mantenían en su sitio, como dos globos mirando al cielo.

Pues bien, tal como os decía, de tanto explicar a Carlos lo que haría con Laura, llegó el día en que me la empecé a mirar de otra manera. Tampoco era nada exagerado por mi parte, pero de repente pasé a fijarme cada día en como venía vestida, cosa que unos meses atrás habría sido impensable. Ahora bien, el punto de inflexión llegó el día en que me enteré de que Laura era lesbiana. Sin saber porqué, el hecho de conocer ese dato hizo que mi ligero interés en Laura de repente se convirtiera en atracción, y con el tiempo, casi en obsesión.

Me enteré por pura casualidad. Un día, en el comedor de la uni, comíamos un grupo de 5 o 6 chicas y salió el tema de la anorexia. Y Laura comentó, con total naturalidad, que un par de años atrás tuvo una novia que tuvo anorexia. Y en ese momento me dio un vuelco el corazón. Yo no tenía la menor idea de que Laura podía ser lesbiana.

Todo lo que yo me inventaba con Carlos era pura fantasía, y nunca tuve la intención de llevarlo a la práctica. Pero el hecho de saber que Laura era lesbiana lo cambió todo. No sé si os ha pasado alguna vez, que un chico en el cual no te habías fijado nunca, de repente te empieza a gustar cuando sabes que va detrás tuyo. Pues algo parecido pasó con Laura. Como que siempre pensé que sería totalmente imposible hacer nada con ella, mis fantasías eran totalmente inocentes. Pero el hecho de saber que era lesbiana hizo que esas fantasías pasaran a ser potencialmente realizables, y eso me aceleró el corazón de manera brutal.

No quise decirle nada a Carlos sobre la condición sexual de Laura, porque vi que poco a poco me iba obsesionando con ella. Cada día la encontraba más guapa, y empecé a tener la sensación de que ella también sentía algo por mi. No me dijo nada, pero más de una vez al buscarla con la mirada en clase vi que me estaba mirando fijamente. Quizá fueron imaginaciones mías, pero yo tenía la sensación de que Laura había notado mi fascinación con sus tetas, y empezó a venir con prendas más escotadas. Yo no puedo fardar de escote, pero creo que tengo unas piernas muy bonitas y a medida que iba creciendo mi obsesión con Laura se iban acortando mis faldas. Empezamos a tener más relación en la uni, y más de una vez, cuando estábamos juntas hablando de cualquier cosa, me ponía la mano de forma inocente en mi pierna, por encima de la rodilla. Os podéis imaginar que ese gesto inocente -luego supe que de inocente no tenía nada- me ponía a mil.

Hasta que llegó el día en que el destino se empeñó en forzar la situación. En la asignatura de química orgánica tuvimos que hacer un trabajo por parejas. En cuanto el profe explicó el trabajo, nuestra reacción fue inmediata: nos buscamos con la mirada y con un simple gesto quedó claro que las dos queríamos hacer el trabajo juntas.

Yo vivía en casa de mi madre, que trabajaba en turno de tardes y no llegaba nunca a casa hasta las nueve de la noche. Por lo tanto decidimos quedar en mi casa para hacer el trabajo. Podríamos haber ido directas desde la uni, pero Laura quiso pasar por su casa para sacar a pasear al perro, así que quedamos en casa a las seis.

Cuando sonó el timbre y abrí la puerta me di cuenta de que Laura no sólo había sacado a pasear al perro, sino que había aprovechado para ducharse y cambiarse de ropa. Tenía todavía el pelo mojado, y llevaba un top blanco cruzado y una minifalda plisada de color negro. Era espectacular cómo le quedaba el escote con ese top blanco, y Laura lo sabía. No pude evitar hacer un comentario al abrir la puerta:

-¡Caray, qué guapa que estás! ¿Te has hecho algo en el pelo? -le dije mientras me daba cuenta de que jamás le había dicho nada parecido y quizá consideraría muy atrevido mi comentario.

-No, sólo me lo he lavado y lo llevo recogido. Por cierto, ¡tú también estás muy guapa!

Su respuesta me hizo ver que no le molestó en absoluto mi comentario, y que ella se había dado cuenta de que yo también me había cambiado de ropa. La verdad es que me había tirado más de media hora pensando qué ponerme. Al final opté por un minishort de color blanco y una camiseta de lycra de color rosa. Decidí no ponerme suje, la camiseta era muy ceñida y si las cosas salían como quería, no me iba a hacer ninguna falta.

Estuvimos un rato en la cocina hablando de nuestras relaciones sentimentales, de la ex de Laura, de mi novio, de sexo y de mil cosas más. Nunca había tenido una conversación de este tipo con Laura, y el hecho de que ella aprovechara para soltar varias indirectas me puso realmente cachonda. Entre otras lindezas me preguntó si yo me había enrollado con una chica alguna vez. Al decirle que no, me dijo:

-¿Y nunca has tenido curiosidad?

-Bueno, de hecho mi novio me insiste en que hagamos un trío con otra chica, pero no lo veo claro. Supongo que tendría que ir muy borracha para hacer algo así.

-¿Empezamos a beber entonces?

Y ahí ya no supe qué responder. Me puse más roja que un tomate y más caliente que el palo de un churrero. Dios, le hubiera dado un beso en ese mismo momento, pero supongo que el miedo me frenaba. Yo lo estaba deseando, y parecía claro que Laura también, pero algo en mi me bloqueaba y lo único que se me ocurrió decir fue que empezáramos el trabajo o se nos echaría el tiempo encima.

Fuimos a mi habitación, y me senté delante del ordenador para empezar a redactar. Laura se sentó en la cama de tal forma que cuando me giré un momento para preguntarle algo me di cuenta de que se le veía todo el tanga. Dios, vaya tanga. A duras penas le tapaba la mitad de su coñito. Frente a semejante visión fui totalmente incapaz de disimular, me quedé en silencio totalmente embobada. Laura se dio cuenta, pero no quiso aprovechar el momento para dar el siguiente paso, sino que me dijo:

-Anni, ¿qué me habías preguntado?

Estaba yo para saber qué le había preguntado... Me estaba poniendo totalmente cachonda, pero quise seguir con la conversación y le pregunté cualquier tontería sobre el trabajo. Me giré para seguir tecleando, pero noté como mi coñito se estaba empezando a animar. Y Laura era plenamente consciente.

Al cabo de un momento Laura se levantó y se acercó al ordenador para leer lo que yo llevaba escrito. Se quedó de pie junto a mi silla, y se inclinó hacia delante para poder ver bien la pantalla. Eso hizo que sus tetas quedaran junto a mi cara, a la altura de mis ojos. Eran realmente perfectas. Nunca las había tenido tan cerca, y la forma del top que llevaba Laura, unido al hecho de que ella estuviera inclinada hacia delante, hacía que desde mi posición le pudiera ver todo el pecho, incluído el pezón. Laura lo sabía, porque además se movía siguiendo las líneas de texto por la pantalla, algo totalmente innecesario para leer el texto, pero totalmente necesario para que sus tetas se fueran balanceando suavemente y mis pezones se fueran poniendo a tono. No pude apartar mis ojos de sus tetas, entre otros motivos porque el movimiento de Laura hizo que uno de sus pezones rozara con mi mejilla.

En ese momento Laura apartó la mirada de la pantalla y clavó sus ojos en los mios. Se quedó un par de segundos mirándome, sin decir nada, con una mirada lasciva que me pedía un beso a gritos. Yo me quedé quieta, sin saber qué hacer, aguantando la mirada mientras me derretía por dentro, y después de esos dos segundos que se me hicieron eternos Laura me dio un beso precioso. Empezó despacio, besando sólo mis labios, para a continuación humedecerlos con su lengua y finalmente meterme la lengua entera y comerme toda la boca. He besado a muchos chicos, y recuerdo besos especialmente intensos, pero nunca había sentido nada así. Estuvimos un buen rato besándonos sin movernos. Yo seguía sentada y Laura de pie junto a mi, acariciándome la cara y el pelo mientras me besaba. Mi grado de excitación era máximo, y mis pezones se pusieron duros como una piedra. En ese momento Laura pasó una mano por detrás de la silla y empezó a acariciar mi pecho por fuera de la camiseta. Al no llevar sujetador se podían notar mis pezones fácilmente y Laura empezó a jugar con ellos. Sus suaves pellizcos me provocaron una excitación total y noté como mi coñito se empezaba a mojar. Supongo que Laura también lo intuyó, porque acto seguido su mano empezó a deslizarse por mi barriga hasta llegar al botón de mis shorts, que abrió con una sola mano. El simple hecho de notar que había abierto el botón hizo que mi coñito reaccionara mojándose todavía más. A continuación metió su mano por dentro del short y pudo notar mi coño totalmente empapado.

-¿No llevas ropa interior? -me preguntó con una sonrisa picarona.

-Pues con las prisas me habré olvidado -le dije con un tono tan seductor como nervioso.

-Qué guarra. Sabía que te morías de ganas de que esto pasara -me dijo mientras volvía a comerme la boca.

Me sorprendió que me llamara guarra, pero me lo dijo en un tono tan sexy que me puso más cachonda todavía. Me abrí de piernas tanto como pude para que su mano pudiera jugar libremente por debajo de mis shorts. Tenía el coño totalmente empapado y Laura jugaba con mi clítoris de tal manera que yo era incapaz de hacer nada más. En ese momento mi cabeza no pensaba en sus tetas ni en su tanga, todos mis sentidos estaban puestos en disfrutar como una loca mientras su mano recorría mi coño jugoso y acariciaba mi clítoris.

Laura fue subiendo la intensidad con la que movía su mano y no tardé demasiado en correrme por primera vez. No pude evitar soltar un gemido de placer y Laura aprovechó para cogerme del brazo y ponerme de pie. Nos seguimos besando, y mientras Laura seguía con su mano dentro de mis pantalones yo aproveché para empezar a acariciarla por debajo de su falda. Empecé a acariciarle los muslos y a acercarme lentamente hacia su coñito. Tenía unas ganas locas de tocarlo, pero mi mano avanzaba dubitativa porque también tenía cierto miedo a lo desconocido. Por momentos me invadió una rara sensación de estar haciendo algo malo, pero Laura me cogió la mano y la llevó a donde mi corazón la quería llevar pero de donde mi cabeza la intentaba apartar. El coño de Laura también estaba empapado, lo noté cuando mi mano rozó su tanga.

Continuará...