Mi primera vez con Javier

O cómo lo mejor que me pudo pasar en cuanto al sexo fue conocer al hermano de mi novio

Todo comenzó una tarde en la que yo había quedado para estudiar en casa de Eduardo, mi novio del instituto. Éramos dos adolescentes y no había nadie allí más que nosotros, ya que sus padres estaban trabajando, así que primero fuimos a su habitación, como siempre que estábamos a solas, con las ganas de los quince años.

Aunque era mi primer novio y no teníamos más experiencia que lo que habíamos aprendido juntos, Eduardo me gustaba en la cama. Me gustaba el sabor de sus labios, el de su pene y la cara que ponía cuando se corría en mi boca. Me gustaba como me separaba las piernas con cuidado para hacerme sexo oral y como me penetraba con cuidado para después ir más deprisa hasta que conseguía hacerme respirar deprisa; entonces me besaba y chupaba mis pechos con pasión y me hacía disfrutar tanto que cada vez que lo veía no podía pensar en otra cosa que no fuera desnudarme para él.

El día que les cuento, yo estaba cabalgando encima de Eduardo, y él me tenía agarrada por la cintura, cuando de repente escuchamos un sonido en la casa, como de algo que había caído al suelo. Paramos en seco y me levanté, y Eduardo se puso el pantalón y salió de la habitación. Entonces lo escuché hablar con otra voz masculina. Después entró, y yo, que ya me había puesto mi vestido salí con él a conocer a su hermano mayor, del que me había hablado mucho.

Algo despeinada, lo saludé. Él se llamaba Javier, tenía 20 años y no llevaba camiseta. Desde el principio me miró de una manera especial, de la que Eduardo ni se percató, pero yo notaba como miraba mis piernas, mi culo, mi escote, mi cuello, noté que me deseaba y no podía quitarme el ojo de encima, y también noté sus labios ardientes cuando me besó para saludarme con fingida inocencia, lo cual hizo que notase como se mojaban mis braguitas.

La situación me dejó algo aturdida al tiempo que excitada, y como no me pareció bien lo que me estaba pasando porque era la primera vez que deseaba a otro, y además era su hermano...opté por decir que tenía que irme a mi casa. Entonces Javier dijo que él también se iba, y no tuve más remedio que compartir con él los cinco pisos de ascensor.

Allí, ladeé el cuerpo para no mirarlo de frente, pues estaba avergonzada, pero él me agarró y me apretó fuerte contra su cuerpo. Me dejé besar en los labios, y pronto empecé yo a usar mi lengua, me dejé llevar y cada vez estaba yo más húmeda y notaba su miembro más grande y duro, mucho más grande de lo que podía imaginar. Me entraron ganas de arrodillarme y chuparla, pero llegamos a la planta baja. Entonces separamos nuestros cuerpos, y el corazón nos iba a mil por hora. El me propuso llevarme en coche, y aunque una parte de mí pensaba en Eduardo y en que me estaba comportando como una puta, mi deseo era mucho más fuerte y accedí.

No me llevó a mi casa, sino al apartamento de un amigo suyo, que estaba vacío y le había dejado las llaves para ese tipo de emergencias. Una vez allí, se sentó en una silla y me pidió que me desnudara para él.  Así lo hice, Javier no paraba de mirarme mientras sonreía, y me pedía que me diese la vuelta. No era tan perfecto como Eduardo,ni tan alto,  pero era mucho más sexy.

Me pidió que me masturbara para él y yo, que nunca lo había hecho delante de nadie, empecé a tocarme tímidamente los pechos y el clítoris. Entonces se levantó y se acercó a mi, se arrodilló y me comió todo hasta que tuve un tremendo orgasmo. Luego se desnudó, me agarró del pelo y me puso la cabeza frente a su enorme polla, que chupé un buen rato mientras él me decía que no parase.

De repente, se apartó y me dió la vuelta, poniéndome a cuatro patas en un gran sofá. Para mi sorpresa, me abrió las nalgas y empezó la lamer mi culo. Nunca me habían hecho algo así, pero era realmente placentero y excitante, así que le dejé hacer, y terminé tan excitada que le pedí que me follara de una vez. Entonces sentí su polla entrar suavemente en mi vagina, y sus labios en mi cuello me excitaron todavía más. Me agarró del pelo nuevamente y ´me folló más fuerte de lo que me había follado nunca mi novio, mientras me preguntaba si me gustaba. Claro que me gustaba, y no quería que parase nunca, pero el paró. Me giré y vi su cara, estaba realmente guapo, todo enrojecido y sudoroso. Me volvió a abrir las nalgas, y me dijo que no me iba a hacer daño. Entonces sentí como mojaba mi culito virgen con saliva e introducía un dedo, que empezó a mover dentro de mí, a meterlo y sacarlo cada vez más deprisa, luego fueron dos y cuando fueron tres intenté apartarme porque empezó a dolerme un poco a pesar de lo excitada que estaba, pero el me atrajo hacia sí y no paró. Entonces introdujo en mi ano la punta de su pene y yo grité de dolor. Me tapó la boca con la mano, y eso me excitó, pero a la vez tenía miedo de que me hiciera daño. Me dijo que no me iba a hacer daño, que me relajase, y me acarició los pechos, con la punta de su pene dentro de mi culo. Deslizó su mano hacia mi vagina y empezó a masturbarme mientras introducia el resto de su gran miembro en mi culo, que se iba dilatando a medida que yo me ponía más cachonda, hasta que estuvo todo dentro y ya no sentí ningún dolor, sino un placer inmenso, que no conocía hasta ese momento. Estuvo follando mi culo y tocándome hasta que me corrí, y solo entonces la sacó y se corrió sobre mi espalda. Había sido el polvo más intenso de mi vida.

Después me incorporé y Javier me besó y abrazó, y me dijo que teníamos que repetirlo. Yo seguí saliendo con su hermano un tiempo, y luego he tenido relaciones con muchos más porque de esto hace mucho tiempo, pero he vuelto a ver a Javier bastantes veces. De hecho, siempre que necesito que me follen de verdad le mando un mensaje, y por ahora siempre está dispuesto.