Mi primera vez con él...

De cómo lo conocí y cómo comenzamos a follar...

Lo conocí por casualidad. No solía salir mucho de casa, pero un día de los que salí me lo presentaron. Yo tenía novio, así que cuando lo vi no pensé nunca en liarme con él. No me planteaba esa posibilidad, así que no miraba a los chicos como posibles amantes, simplemente como amigos. Esa noche salimos, estuvimos hablando un rato y me fui a casa. El día de que salí a celebrar mi cumpleaños con unos amigos me lo encontré. Un amigo mío empezó a molestarme, quería liarse conmigo y me estaba agobiando bastante, así que le pedí a él que si me podía acompañar a casa. Me acompañó. No nos liamos. Empezamos a hablar y un día por internet y no me acuerdo porqué le dije que tenía ganas de follar, que no podía más, que lo necesitaba. Hice un trato con él, si en un año no había follado, me lo follaría yo. Él debió quedarse un poco sorprendido y pensar que era un poco puta, tener novio y decirle eso, pero me apetecía y lo hice. Hablaba con él sin tapujos, lo que me apetecía se lo decía, sin pensar en ninguna consecuencia de lo que hacía. Ese día era sábado por la tarde. Por la noche, mientras me vestía, sin saber porqué me vino a la mente la idea de acostarme con él, vamos, de follármelo, no sé en qué momento decidí que iba a ser así, pero sabía en mi interior que tarde o temprano me acabaría liando con él. Ya no había vuelta atrás. Cuando se me despertaba el instinto, no había nada que hacer. En verdad, podría haber cortado la situación mucho antes, pero cuando no te apetece cortarla es por algo. Quedé con una amiga en su casa para cenar.  Cenamos y preparamos unos mojitos. Nos fuimos poniendo un poquito contentas con los mojitos. Yo estaba bastante cachonda la verdad, no paraba de pensar en cómo me iba a liar con él. Tampoco hubiera sido muy difícil si no hubiera tenido novio, pero por aquel entonces llevaba cuatro años y la gente lo sabía, y aunque me daba igual lo que dijeran de mí, no me apetecía hacerlo en ningún sitio público. Y quedar para eso, a conciencia, no me convencía. Le mandé sms de donde estaba. Me contestó y le dije que iba para allá. Fuimos al mismo pub donde estaba él, le mandé un sms: ESTOY EN LA BARRA GRANDE. Estaba chorreando de pensar que estaba en el mismo sitio que yo. MI amiga no sabía nada del tonteo que nos habíamos traído ni de que teníamos relación por internet, así que me dijo: mira quien está allí. Me hice la sorprendida. Se acercó, me cogió por la cintura y me dio dos besos. Sentía muchísimo cada vez que me tocaba, se me ponía el vello de punta. Me ponía nerviosa. Sólo me había pasado eso una vez en la vida con un chico hacía unos años, y pensé que jamás volvería a sentir esa sensación. Me dijo que estaba muy guapa y quedamos en vernos en la discoteca. Fui con mi amiga y la noche transcurrió como todas las noches, un poco hablar, un poco de baile. Vi a un amigo mío, me acerqué a saludarle y estuve hablando un montón de tiempo con él. Cuando me di la vuelta ya no estaba. Sabía que se había ido sin avisar a conciencia, yo lo sabía, pero me daba igual, en realidad, me alegré, porque fue el momento que vi oportuno para mandarle un sms y decirle que por qué se había ido. Me contestó que quería de él...Juro que estaba chorreando en ese momento y nerviosa, porque sabía que él estaba esperando el sms, no sé si se esperaba que fuera a ir, pero supongo que nunca perdió la esperanza ;). Le pregunté que donde estaba y fui. Paramos el coche en el parking, se bajó de su coche, se acercó. Y a mí ya me daba igual todo... no sé porqué le di un pico y me dijo: BÁJATE DEL COCHE. Me senté en su coche, ya no me importaba que mi amiga fuera a saber nada, que me fuese a preguntar constantemente sobre el tema, yo lo sabía. Pero las ganas de comerle la boca eran demasiadas. No sabía que me pasaba, nunca había estado así, porque si me gustaba un chico, pues no le daba vueltas al asunto, pero a esto sí que le había dado. Había barajado las posibilidades, las consecuencias, y había decidido que me merecía la pena. Porque sabía que esa atracción no se me iba a ir nunca. Me conozco y sé lo que puedo aguantar y lo que no. Estaba sentada en el coche, se sentó y me preguntó: ¿dónde vamos? me abalancé sobre él y comencé a comerle la boca. Noté como me empapaba. Llevaba mucho mucho tiempo sin sentir eso, sin sentir el escalofrío ese que se siente cuando te dan un beso. Y cuando sabes que lo que estás haciendo no es del todo correcto. Me bajó la camiseta y comenzó a comerme las tetas. Notaba como me bombeaba la sangre en el coño, lo tenía súper hinchado, yo lo podía notar. Era muy tarde. Lo miré y me dijo que fuéramos a su piso, pero yo estaba en casa de mis padres y no podía faltar sin haber avisado. Me dijo: mira como me has dejado. Y vi el bulto de su pantalón. Yo nunca había dejado así a nadie, y menos la primera vez que me liaba. Sabía perfectamente lo que iba a pensar de mí, pero no podía darle ninguna solución. Comérsela a prisa y corriendo hubiera sido la solución a corto plazo, pero a mí me gusta hacer las cosas bien. Al día siguiente me mandó un sms diciéndome que fuera a su piso. Él vivía solo, pero estaba muy cansada y no me apetecía ir. Yo también estaba dándole vueltas a mi cabeza con lo que había hecho. Y lo peor: no sentía remordimientos. Le dije que nos veríamos en el cumpleaños de un amigo suyo, que vivía en la misma ciudad que yo, pero para eso quedaban 20 días. Muchísimo. Vivía en otra ciudad y me fui el lunes. Y comencé. He intentado recordar cómo fue todo, como empecé a mandarle, bueno a mandarnos mensajes porno. Me encantaría recordar cómo fue, supongo que empecé yo. Pero los mensajes iban subiendo de tono cada vez más, la última semana creo recordar que fueron bastante explícitos. Borro siempre los mensajes del móvil, así que no los puedo reproducir. Pero no eran más sutiles de: ME ENCANTARÍA ESTAR DEBAJO DE LA MESA DE TU TRABAJO COMIÉNDOTE LA POLLA. O algo así...el día de antes de verlo, si me acuerdo que le puse: QUIERO FOLLARTE YA. El me ha dicho que le mandaba muchísimos, que se gastó un montón de dinero ese tiempo en contestarme siempre a los mensajes. Pero yo, ya digo, tengo un recuerdo vago de esos días. Venía el viernes. El cumpleaños era el sábado, pero se vino un día antes para estar conmigo. Vamos, para que follásemos. Ese día lo recuerdo perfectamente. Estaba muy nerviosa. A ver, no me suelo poner nerviosa cuando me voy a acostar con un chico. No recuerdo haberme puesto nerviosa jamás. Nunca. Ni mi primera vez. Siempre estaba muy relajada, pero esa vez no. Me llamó y me dijo que estaba aparcando. Serían las nueve y media o así de la noche. A mí me iba a dar algo. ¿Cómo podía estar tan nerviosa? Me cabreaba un poco la situación de no controlarme. Me encanta controlar todo. Controlar todas las situaciones, pero esta relación se me escapaba de las manos. Yo solía controlar mis impulsos. Solía controlar a los chicos y era yo la que marcaba los tiempos, pero en este caso había algo que se me escapaba. Llamó al timbre. Se me hizo eterno. Eterno los seis pisos en ascensor. Me acuerdo que abrí la puerta solo cuando sabía que estaba muy cerca de la puerta, porque es que verlo me producía tanta excitación que no quería. Parece exagerado todo lo que me producía y me hacía sentir sin haberme acostado con él, pero era así, yo tampoco lo entendía, la verdad. Abrí la puerta. Dejó la bolsa en el suelo y comencé a comerle la boca. Joder..... Le enseñé mi piso. Lo llevé al salón. Lo senté en el sofá y me puse encima. Empecé a comerle la boca. Me quité la ropa y me quedé desnuda. Con un tanga. -Voy a intentar relatarlo como me acuerdo, puede que me salte cosas-. No recuerdo si lo hice yo o él, pero me acuerdo perfectamente cuando lo vi desnudo por primera vez. Solo quería que me la metiese, que me follase, chupársela. Me daba igual. Yo seguía sin entender porque estaba así, pero lo estaba. Se sentó en el sofá y me la metí. Si cuando lo había besado, noté un escalofrío, imagínense cuando me la metí. Sin palabras. Me acuerdo cómo me sobaba. Hacía cuatro años que había empezado con mi novio y no recordaba la situación esa de cuando alguien te soba por primera vez, todo el cúmulo de sensaciones que eso te produce. Y me encantaba. La verdad...me encantaba sentirme deseada por alguien. Hacía mucho tiempo que me sentía deseada. En el término exacto de la palabra. Si, no me iba mal en el sexo, pero hacía dos años que no era lo mismo. No vivía en la misma ciudad y era muy esporádico. Y yo pensaba, si es esporádico debería ser pasional, y no lo era. No era la pasión esa que se tiene cuando deseas a alguien, cuando estás deseando de verle, desnudarle y follártelo. No la tenía. La había perdido, no sé cómo, pero ya no era lo mismo. Ya ni me apetecía. Quizás por eso busqué una excusa para sentirme de nuevo así. Nadie puede entender cómo me sentí yo cuando vi que era deseada, que tenía ganas de follarme, de que se la comiera, sabía que iba a estar toda la noche así, sin condiciones. Mientras estaba sentado en el sofá le pregunté si sabía lo que eran unas bolas chinas. Me dijo que sí. Y le dije que iba a por las mías. Me senté en una silla en frente de él .Abrí las piernas. Yo seguía chorreando. Era continuo. Cogí una de las bolas y me la introduje en el coño despacito. Quería que viera como poco a poco iba entrando. Como se mezclaba con mi flujo y la bola se resbalaba hacia el interior. Y entró la primera. Cogí la segunda e hice lo mismo. Tenía las dos bolas dentro. Me las metí mientras lo miraba a los ojos. El me aguantaba la mirada. No es fácil aguantarme la mirada. Me han dicho muchas veces que miro demasiado a los ojos. Cuando hablo de sentimientos, no. Pero en el sexo y en mi vida normal si lo hago. Le cogí la mano y le dije que tirase de la cuerda para sacar las bolas. Sacó la primera....sacó la segunda y me las volvió a meter. Creo que estaba pensando que de donde había salido. Que como se podía ser tan guarra. No por las bolas chinas, sino por toda la situación. Creo que él también preveía una noche larga. Creo que lo senté en una silla. Fui a por unos tacones y me puse a follarlo. Me encantaba. Estaba encantada porque me dejaba hacerle lo que yo quisiera. Parece algo normal que un chico te deje hacer lo que quieras, pero no, en mi caso no lo era. A él lo notaba receptivo. Puede ser que a los demás, por falta de confianza o de lo que fuera, no me atrevía a ser yo. Y a él lo había conocido hacía un mes y me daba la confianza necesaria para decirle todo tipo de cosas y plantearle todo tipo de situaciones. Lo seguía follando. El me mordía las tetas. Le apretaba la cabeza contra las tetas. Me agarraba del culo. Me puse dándole la espalda y me agaché. Comencé a follarlo así, me encantaba. Parecía que habíamos follado años y años, años y años conociéndonos para tener esa complicidad, quizás eso era lo que veía en él: complicidad. Era la primera vez que lo hacíamos y no recuerdo haberle explicado lo que quería. Simplemente lo sabía. Y creo que yo también sabía lo que él quería. Empecé a comerle la polla. Le lamía. Mientras le lamía el capullo y la polla le estaba mirando fijamente a la cara. Me encantaba comérsela y ver cómo me estaba mirando. Quería ver si le estaba gustando lo que le estaba haciendo. En realidad, necesitaba su aprobación. Necesitaba saber que lo estaba haciendo bien, que le estaba dando todo lo que él quería, y eso solo lo sabía si lo miraba a la cara. Me acuerdo que le pregunté que dónde se quería correr, que si en la cara, en la boca, en las tetas. Me miró sorprendido. No recuerdo que me dijo, no recuerdo donde se corrió. Me parece que en la boca. Pero para aquél entonces yo me lo tragaba directamente. No se lo enseñé antes de hacerlo. Fallo! Se tumbó en un sillón que había en el salón. Puse una silla delante de su cara. Abrí las piernas. Me metí las bolas chinas y comencé a hacérmelo. Me tocaba el clítoris mientras le miraba fijamente. No necesitaba cerrar los ojos e imaginarme nada. Lo miraba y estaba cachonda. En realidad tenía una lucha interna de porqué, porqué me pasaba todo eso, pero seguí haciéndomelo. Me encantaba que me mirase mientras me lo hacía. Me cogió del culo y comenzó a sobármelo. Me encantaba como me lo sobaba. Se acercó al culo. Me empecé a dar más rápido en el clítoris y me corrí. Estuvimos un rato sentados en sofás diferentes. Me dijo que me iba a dar un masaje. Que me tumbase. Se puso encima de mí. Y me acuerdo perfectamente de cómo se me acercó al cuello y como me puse chorreando. Pero sin exagerar. Era mojarme entera. Un escalofrío me recorrió el cuerpo y empezó a darme el masaje. Cuando bajó a las piernas. Le dije que mejor nos íbamos a la cama. Me tumbé boca abajo y dejé que hiciera lo que él quisiera. Me sobó, me sobó entera. Por la espalda, bajó a los muslos. Me abrió las piernas. Me sobó la parte interior de los muslos. Se acercó a mi coño. Levanté un poco el culo y comenzó a comérmelo. Dios.... Estuvo un rato comiéndomelo por detrás. No me lo habían comido así en mi vida. Me dio la vuelta. Me abrió las piernas y comenzó a comerme el coño. No había que decirle nada. Me lo estaba comiendo con ganas. Le gustaba. Sabía que él me iba a satisfacer. Era de los míos. Le gustaba el sexo y se notaba. Yo no me lo podía creer. No quería que se acabase. No me podía correr de lo cachonda que estaba. El coño me bombeaba sangre. El coño me estaba chorreando. Miraba abajo y veía su lengua lamiéndome y no me podía correr. Paró un poquito hasta empecé a sentir de nuevo, porque estaba un poco insensible. Y continuó. Me metió los dedos en el coño y me lo comió. Me corrí. Me encantó. Me dijo que si pensaba dejar algo para el día siguiente….

Se puso boca abajo. Le di un masaje y nos dormimos. Al día siguiente lo desperté. Me vio y se empalmó. Y yo tan contenta. Qué manera de gustarle follar.... Fuimos al salón y comenzamos....follamos unas cuantas veces ese día. Lo que recuerdo ahora mismo fue cuando me folló él. Yo estaba acostumbrada a ser la que follaba a los tíos, y él me  quería follar a mí. Después de follarlo a él durante un rato bastante largo. Yo llevaba solo unos tacones. Me apoyó en el sillón. Abrí las piernas y comenzó a follarme a lo bestia, me daba unas embestidas que no me había dado nadie, se le notaba que me gustaba follarme, y eso me encantaba a mí. Me arañó la espalda, el culo. Me pegó en el culo. Me tiró del pelo. Me temblaban las piernas. Lo miré y le dije: CÓRRETE DENTRO. En ese momento supongo que se puso tan cachondo, que me empezó a embestir más fuerte todavía, embestidas que me hicieron levantarme del suelo y notar cómo se estaba corriendo dentro de mí....me encantó como me folló ese día y me encanta cuando me folla desde entonces.