Mi primera vez como travestido

Siempre he querido vestirme como una mujer y disfrutar del sexo como una puta.

Os voy a contar mi secreto: siempre me ha gustado vestirme de mujer. Como hombre llevo una vida totalmente normal, como cualquier heterosexual. Pero de vez en cuando me gusta convertirme en una mujer y comportarme como una puta. Disfruto haciendo gozar a los hombres, chupándoles sus pollas, bebiéndome su leche, y siendo follada por ellos. Fue una amiga mía la que me transformó en mujer por primera vez. No recuerdo quién de los dos lo propuso primero, pero el caso es que me convenció. Me depilé todo el cuerpo, y fui a su casa una tarde. Dijo que lo tenía todo preparado en su habitación. Me dirigí alli y vi que sobre la cama había diseminadas varias prendas de ropa y lencería y en el suelo varios pares de zapatos para que eligiera. Me decidí por unas medias negras, ligueros, braguitas a juego y vestido muy corto y muy fino de tirantes. Por último unos zapatos de tacón. Me puse la peluca y me maquillé como me había enseñado. Cuando terminé me miré en el espejo y me quedé sorprendido, o mejor dicho, sorprendida, estaba muy buena. Esa noche follamos los dos como nunca lo habíamos echo hasta entonces, como dos mujeres.

Una tarde me dijo que me iba a llevar a un sitio que ella conocía. Me puse lo que ella me recomendó: medias blancas, braguita muy ajustada, falda muy corta y fina, camiseta negra de tirantes y sandasias de tacón, todo ello negro. Fuimos a un bar de copas donde se suelen hacer intercambios de pareja, y donde no es rara la presencia de travestidos. La intención de mi amiga era ligar con dos homrbes, uno para ella y otro para mí. La idea me parecía excitante. Ya en el bar y tras un rato una pareja de ejecutivos nos echó el ojo, uno era maduro, pero de buen porte y el otro más joven. Se acercaron, nos invitaron a una copa, empezamos a charlar, y al rato la cosa empezaba a estar clara: el más joven se había decantado por mi amiga y el maduro por mí. Era alto, moreno, y se notaba que hacía ejercicio con frecuencia. En un momento de la conversación me puso una mano sobre el muslo y empezó a subirla lentamente. –Hay algo que quizá deberías saber. Le dije. –Ya lo sé, pero esta noche busco alguien con quien follar, y no me importa si no es lo que aparenta, ¿me dejas tocarte tu secreto? –Claro. Y subió la mano hasta mi polla, acariciándola por encima de las bragas. Su contacto me puso muy cachonda y él lo notó en seguida. –Estás empalmada, ¿quieres que vayamos a la planta de arriba? Hay asientos y es más tranquilo e íntimo. –Me parece estupendo. Mi amiga ya estaba dándose el lote con el otro ejecutivo.

Según subíamos por las estrechas y oscuras escaleras, me puso una mano en el culo y me lo fue acariciando todo el camino. Nos sentamos y en seguida empezamos a besarnos. Cada vez con más ganas mientras él me metía una mano bajo la falda y me magreaba la polla. –Estás muy buena, si no estuviéramos en un bar te follaba ahora mismo. –Se pueden hacer otras cosas aparte de follar. Ysegún le decía esto empecé a acariciarle la polla por encima del pantalón mientras le besaba la oreja, el cuello, la boca. Le bajé la cremallera y metí la mano dentro del pantalón. Cada vez crecía más y él estaba cada vez más excitado. Le desabroché el pantalón y le saqué la polla. Era grande y jugosa, estaba deseando metérmela en la boca. Me a

gaché y empecé a acariciársela con la lengua.

-¿Te gusta? -Mucho. No pares.

Entonces me la metí en la boca y empecé a comérsela. Tragándomela entera, arriba y abajo, poco a poco, saboreándola. Estaba muy caliente y excitada, era la primera polla que chupaba y me gustaba, quería que acabara corriéndose en mi boca, que me la llenara de semen. Él mientras tanto no paraba de gemir de forma baja y con su mano izquierda me acariciaba el culo. -Súbete más la falda. Me dijo entre jadeos. Me la remangué hasta la cintura y él me empezó a tirar de las bragas para que se me metieran por la raja del culo. Eso me produjo un gran placer. Le dije que me metiera un dedo, y así lo hizo, encontró mi agujero trasero y me metió primero un dedo, luego dos. Se los sacó y me dijo que se los chupara, como la buena putita que era. Se los lamí con lujuria, mirándole a los ojos, mientras con la mano seguía acariciándole la polla. Me sacó los dedos de la boca y siguió acariciándome el culo y yo volví a chuparle la polla.

-Si sigues así me voy a correr. -¿Quieres correrte en mi boca? -Claro.

Así que me la metí en la boca otra vez, chupándosela más fuerte, él gimiendo más y más hasta llegar al clímax. –Me corro, me corro. Y casi inmediatamente un chorro de semen me llenó la garganta. Estuve a punto de atragantarme, tal era la cantidad de leche que salía de su polla, pero me la tragué toda, hasta que poco a poco se fue relajando. -¿Te ha gustado? –Es la mejor mamada que me han hecho en mucho tiempo. Me agaché y acabé de limpiársela con la lengua. Cuando volví a enderezarme me dijo que le besara, quería saborear su propio semen. Con una mano me acariciaba mi polla que la tenía a punto de reventar. –Qué te parece si nos vamos a un sitio tranquilo, y continuamos con esto.

Me dijo que él y su compañero tenían una habitación doble en un hotel, de esas que se comunican con una puerta interior. –Estoy deseando follarte. Nos fuimos a recoger a los otros que estaban tranquilamente bebiendo y fumando donde les habíamos dejado. Les contamos el plan y les pareció bien.

Cuando nos quedamos solos empezamos a besarnos con fuerza, él acariciándome el culo. Me dijo que le desnudara, y empecé a hacerlo, despacio. Le quité la corbata, la camisa y le chupé los pezones. Le desabroché el pantalón y se desnudó. No estaba nada mal para ser un hombre maduro. -¿Quieres que me desnude? –Quítate sólo la falda y las bragas. Él se colocó detrás de mí y empezó a besarme el cuello y a acariciarme la polla. Entonces se sentó en el borde de la cama y me atrajo hacia él. De espaldas a él me senté sobre su polla y me la fui introduciendo poco a poco. Era una polla enorme. Mientras me la iba clavando no paraba de gemir y gritar: -Sí, sí, así, métemela toda, qué polla tienes, me encanta, cariño. Él me había cogido la polla y me la estaba acariciando lentamente mientras yo rítmicamente subía y bajaba a lo largo de su mástil. Creía que iba a acabar corriéndose, pero entonces me dijo que me levantara y me pusiera de rodillas en el suelo. -¿Quieres mi leche, puta? –Sí, dámelo todo, échamelo en la cara. Y se corrió en mi cara, otra corrida fenomenal. Me caían chorretones de semen por la barbilla, por toda la cara. Me dijo que recogiera toda la que pudiera con las manos y que me la tragara.

Entonces nos tumbamos en la cama a descansar un poco. Después de un rato de acariciarnos suavemente, empezamos a excitarnos otra vez, sobre todo yo, que no me había corrido todavía y estaba que explotaba. Y él empezaba también a recuperarse. Se la estaba chupando cuando decidió tumbarme boca arriba y me empezó a chupar los pezones. –Los tienes muy duros. –Hay otra cosa que tengo más dura todavía. -¿Sí? ¿Te refieres a esto? Y me empezó a acariciar la polla con una mano mientras me iba besando el ombligo y seguía bajando, hasta llegar a mi polla, que se metió dentro de la boca. –Sí, amor, chúpamela, me va a reventar. –Todavía no. Y dejó de chupármela para ir bajando por las piernas. Me iba dando pequeños besos hasta que llegó a mis pies. Me quitó los zapatos y me los beso y lamió. Me quitó las medias y volvió a chupármelos. Era una sensación extraordinaria, salvo que no me permitió que me tocara la polla, y lo necesitaba, pero me estaba torturando dulcemente. –Quiero tocarme la polla, quiero que me la chupes, quiero correrme. –Todavía no, putita, te correras cuando yo te deje. Él estaba disfrutando con lo que hacía y yo disfrutaba también siendo dominada y tratada como una puta por él. Porque eso es lo que me gusta, vestirme de mujer y que los hombres me follen y me traten como a una puta.

-Date la vuelta. Ponte a cuatro patas. Me puse como me ordenaba y me la clavó por detrás. Era fantástico, una polla tan grande, reventándome el culo. Al principio iba poco a poco, pero luego empezó a bombear cada vez más fuerte. Yo gritaba de dolor y de placer, e intentaba cogerme la polla para darme más placer todavía, pero me lo prohibió. Creí que se iba a correr en esa postura, pero entonces me dijo que me tumbara boca arriba, me agarró de las piernas y me la volvió a meter. Sentía su polla entrar y salir de mi culo, y no quería que aquello terminara nunca. –Quítate la camiseta y machácatela. Creí que no me lo iba a pedir nunca. Me la empecé a cascar dando gritos de placer mientras él encima de mí me follaba salvajemente el culo y me decía lo puta que era y lo mucho que me gustaba eso. –Te gusta, ¿verdad, puta? –Sí, no pares, sigue, sigue, fóllame, lléname el culo de tu leche. –Me voy a correr dentro de ti y quiero ver cómo te corres tú también, quiero que te lo eches todo encima. Entre gritos se corrió dentro de mí, fue una corrida espectacular, sentía como si se me inundara el culo, y casi inmediatamente me corrí yo, echándomelo todo por encima. El semen me llegó hasta la cara y el pelo. Estaba exhausta y completamente llena de semen. Pero aún me quedaban fuerzas para limpiarle la polla con mi boca, y disfrutar del sabor de su leche y mi culo.