Mi primera vez como sexo servidor

Relato mis experiencias como sexo servidor y le explico un poco a las personas sobre el mundillo en general.

Hola, mi nombre es Hugo, y desde hace ya un tiempo soy sexo servidor. El motivo por el que realizo este relato es meramente experimentativo, conozco esta plataforma desde hace años, pero sólo como lector. No fue hasta hace poco que una amiga muy cercana a mí me propuso que contara mis historias, que son muchas y, de esta manera, explicar un poco sobre el mundillo al cual me dedico, evitar prejuicios y aclarar dudas.

Me gusta tomarme el tiempo para explicar cada detalle, un buen relato erótico tiene que saber llevar las emociones del lector a tal punto que logre el disfrute pleno y no ir al lío sin ningún contexto.

Para empezar, tengo que aclarar que todo parte desde mi experiencia personal, no quiero ni deseo mentir con respecto a ello, es por ello que no inventaré diálogos ni escenas absurdas, mi idea es mostrarles el mundo del sexo servicio masculino de manera cruda, sin maquillar nada, explicarles los beneficios y los contras, que son bastantes, pero explicando que si te sabes administrar y eres lo suficientemente sensato para seguir tus propias reglas, tendrás una experiencias bastante gratificante.

No diré que crecí sin madre, masturbándome con las pantis de mis tías o primas mayores. Para nada. Mi infancia fue muy tranquila, muy normal y bastante bonita, o al menos es lo que percibo cada vez que lo recuerdo. Perdí la inocencia cuando empecé a investigar por Internet ciertas cositas. Sin embargo, siempre me daba cuenta que destacaba algo muy importante en mí, me gustaba informarme, cosa que, desde que entré al liceo (colegio), hizo que me ganara el apodo de “el sexólogo” porque tenía un amplio conocimiento en la materia, la teórica en realidad.

Pero no era que sabía cómo tocar, ni cómo lograr que la chica tuviera un orgasmo. Nada de eso, yo sabía lo que debía saber sobre la educación sexual: cómo se llamaba tal cosa, qué significaba esto, cómo funcionaba lo otro. Era algo que me llamaba la atención, incluso ahora.

Yo soy latino, nací y me crie en Venezuela, pero desde hace 3 años vivo en España. Tuve la suerte de llegar a este país antes de la pandemia lo cual me hizo trabajar de esto un poco antes de que todo explotara. Quiero aclarar otra cosa, sé que algunos españoles tiene una mala perspectiva de su propio país, muchas veces lo denigran y creen que viven en el peor país del mundo, pero se equivocan, me atrevo a decir que España es un paraíso, metiéndole, incluso, los problemillas de los impuestos y por ahí la falta de empleo, pero créanme de todo corazón cuando les digo que su país es una maravilla y cada día que amanezco aquí me siento agradecido. Viví un tiempo en Murcia, pero actualmente estoy en Alicante.

Mi primer Cliente

Mi historia comienza cuando había cumplido los 20 años. Yo estudiaba para ese entonces Ingeniería Informática, cosa que dejé y luego hice una nivelación para graduarme de Ingeniería en sistemas. Yo conocí a un chico que se convertiría en uno de mis amigos más cercanos. Poco tiempo después, debido a que casi no hablaba con nadie, me ingresó a un grupo de personas, pero para mi sorpresa, la gran mayoría eran gays, lo cual me pareció bastante gracioso. Él para nada era el típico gay que muestran en series y películas, más bien era más varonil que yo, al hablar, al caminar y al expresarse. Cuento esto porque, quizás, fue precisamente este grupo de personas quienes me hicieron considerar entrar en el mundillo.

Ellos me mostraron un mundo más liberal y, sin miedo a aceptar mis problemas, me despojaron de todo prejuicio, cosa que, para este mundo, es importante hacer a un lado. Mientras menos prejuicios tengas, más puertas se te abren.

Entre charlas y bromas, uno de mis colegas me había comentado lo buen mozo que estaba, que él si lo haría conmigo, que incluso me pagaba si me dejaba. Yo, por supuesto, lo tomé como eso, broma nada más, pero algo tocó mi cabeza.

—¿Las mujeres pagan por sexo? —recuerdo que pregunté, puesto que fue la primera vez que me orienté al respecto.

Lo que escuché fue una respuesta afirmativa en forma de ovación y con cara de obviedad. Me explicaron que, así como hay sugar daddy y hombres que pagan por sexo, hay mujeres que hacen lo mismo. Yo sabía que existían sugarmom, pero el hecho que pagase por una sesión de sexo era ajeno a mí. Al final, todos concluyeron que me tenían que buscar una sugar.

Pero no fue sino hasta que entré a la coral de la universidad donde mi suerte, o tal vez mi mundo empezó a cambiar.

Algo que aprendí de estar aquí es que cualquier persona puede afinar, mi voz es suave, con tonos muy suaves, pero a la vez profunda. Eso me hizo estar en la línea de los bajos, ese era mi puesto y era mi tono. Por mi altura de 1,89 cm, siempre me colocaban al final de todos, y era gracioso porque le sacaba varios centímetros. Pasé de llamarme “sexólogo” en el colegio a “poster” por lo alto que soy. No importa donde fuese, ni en qué momento de mi vida estuviera, siempre buscan la manera de colocarme un sobre nombre.

Ya para ese tiempo, mi autoestima había subido mucho, ayudaba bastante que mis amigos siempre me piropeaban y decían algo halagador. Gente, créanme cuando les digo, así tu día sea el peor de todos, cuando alguien se acerca a ti y te dice: “qué guay tu camisa, te queda muy bien.” Tu vida te reinicia. Esos son los piropos que tienen que decir, no las cosas guarras y asquerosas que le gritan a las mujeres. Pero de piropos y cumplidos les explicaré más adelante puesto que es parte de la inducción para ser un buen sexo servidor de mujeres.

Había empezado ir al gym, pero poco después lo dejé, la verdad que pasar todo el día levantando pesas no era mi estilo, pero encontré el amor por la crossfit y las barras. Así que, en vez de seguir yendo al gym, prefería ir a lo otro, se me era más divertido y tampoco sentía que mi cuerpo se desfiguraba con músculos excesivamente exagerados.

Pero no crean, no me volví un dios griego ni nada por el estilo, sólo me definí un poco más y le di algo de forma a músculos que antes no se marcaban, como los hombros y la espalda, y lo más importante, mejoré un mundo mi resistencia y condición física.

En mi país, hay infinidades de recitales, pero uno de los más importantes es el que se realiza en Mérida, un estado (provincia) de Venezuela. Y fue aquí, el punto de inflexión en donde todo pasó de “y si” a “vamos hacerlo”. La coral fue invitada, sólo teníamos que pagar el pasaje, del resto todo estaba pagado: hospedaje, comida, tour e incluso conciertos que se hacía en honor a lo que se celebraba. Es importante destacar que a esos lugares van celebridades y personas importantes del medio, así que todo debe ser perfecto, estar presentado minuciosamente y ejecutado con exactitud. Es un mundo que valora el talento, pero peca mucho de la brusquedad de la competencia brutal y exorbitante.

No tardé en ser utilizado para la logística “Hugo, ayúdame aquí a mover estas ropas” “Hugo, ayuda con estos equipos de audio”, la verdad no me importaba mucho hacerlo, esto me hacía evitar presenciar las charlas extensas y aburridas que daban todos los organizadores a los invitados. No soy muy devoto, así que realmente no me interesa a qué divinidad pastoral vamos a rendir culto ni dónde apareció por primera vez. Con el respeto de los lectores católicos.

Estos ajetreos y trabajillos me ayudaron hacer amistades con el personal de logística, asesores, coordinadores, gente de seguridad y gerentes del hotel. Aparte de que me hice muy querido rápidamente porque siempre bromeaban por mi altura, y más que molestarme, me parecía gracioso el estar con personas calidad y que intentaban hacerme encajar en algo a lo que no había ido.

El recital duraba tres días, viernes en la noche, sábados todo el día y el domingo la despedida. Tanto fue mi amistad para con el personal, que luego de cada jornada, me llamaban a la habitación del hotel para que bajara con ellos, tomara ron (en mi país toman mucho ron seco), fumara y pasara el rato. El viernes no pasó mucho, estuvieron muy cálidos conmigo y recuerdo que me acosté muy entrada la madrugada, a eso de casi las 3 am. El problema era que las prácticas y ensayos comenzaban a las 6 am, así que ya imaginarán mi aspecto. Pero nada, era una experiencia única, a veces para disfrutarla al máximo, tienes que jugártela y no dormir tanto. Y eso hice. Todo el día estuve un poco somnolienta, hasta que Elena, vamos a llamarla así, una gerente de logística, se acercó a mí y me preguntó que tenía. Recuerdo lo acogedora y servicial que era, una autentica dama a la hora de expresarse, muy cálida al hablar y bastante coqueta. Yo supuse que eran mañas que uno iba desarrollando a medida que estaba en ese rubro. Lo cierto era que Elena sabía vender lo que ofrecía.

Yo le comenté que estaba un poco cansado, a lo que ella me ofreció bebidas energéticas, pero yo decliné la oferta. Se despidió con una sonrisa y fue hacia otra persona a proseguir con la misma rutina que hizo conmigo. Lo cierto es que poco la vi después, se movía de un lado a otro y yo estaba tratando de que no se me salieran los gallos en las presentaciones.

Al llegar la noche de ese sábado, los chicos otra vez me invitaron, pero lo decliné, nuestro grupo de coral había sido invitado junto con otros a un bar a pasar el rato. Recuerdo que para ese entonces yo tenía un poco de sueño, pero cuando llegué al bar y probé los primeros tragos, lo caliente del alcohol me hizo despertar un poco más. Conversando entre todos, uno a uno se fue yendo a sus habitaciones hasta que quedé con Elena, mi profesora de coral, otro chico más que pertenecía a otro grupo y el gerente del hotel. Las conversaciones eran muy diferentes al típico tópico que se suelen dar, eran de políticas, empresas, economía, rubros y métodos nuevos implementados en la administración y la gerencia hotelera, yo poco o nada sabía de ello, trataba de no opinar y escuchar, la forma como todos se expresaban era sublime, muy técnica y sentía que podía aprender de ellos.

Elena vociferó algunas palabras sobre su rubro, hasta que intentó que yo dijera algo, pero a la vez el gerente del hotel siempre interrumpía como en señal de: el adulto aquí soy yo, no tú.

Poco duró el ambiente brutal y amable que había en el lugar cuando el gerente empezó a arrastrar las palabras. Si hay algo que no soporto es tener que lidiar con borrachos, yo cuando me embriago, tiendo o, a ponerme caliente o me voy a dormir, pero siempre interiorizo esos deseos. Pero este parecía hostil y tosco al hablar. Elena quería llevarlo a su habitación, pero tampoco quería ir sola, mi profesora de coral estaba risa y risa, y el otro chico ya había sucumbido ya, tenía el rostro pegado a la barra. Decidimos ir todos juntos y dejarlos a cada uno en su habitación.

Cuando dejamos al gerente, este se puso meloso con Elena, empezó a acosarla y decirle cosas obscenas, pero Elena lo único que hacía era tratarlo con profesionalidad. Recuerdo que era yo quien intentaba acostarlo, y procuraba hacerlo de costado por si vomitaba y no se ahogara con él, aunque ganas no me faltaba que lo hiciera. Me sentía irritado, y cada vez que intentaba acercarse a ella, yo lo alejaba queriendo romper su cara, pero estaba borracho, y Elena lo que hacía era mirarme con cara de: hay que soportar esto.

Cuando lo dejamos en su habitación, fuimos hasta el ascensor, ella presionó el piso al que iba, uno más abajo del mío y la puerta se cerró.

—Una figurita, ¿eh? —dijo.

Pero yo no le respondí, seguía un poco molesto por tener que lidiar, la acompañé hasta su habitación, ella se despidió, cerró la puerta y me quedé allí. Quería decir algo, pero me daba vergüenza, me sentía impotente, y eso que había bebido. El alcohol siempre es como un lubricante social.

Toqué su puerta nuevamente y ella abrió extrañada.

—¿Qué pasó?, ¿te sientes bien?, ¿estás mareado? —Hizo muchas otras preguntas más, pero no las recuerdo todas.

—No vale, estoy bien, gracias. Solo que… —estuve pensado un momento, ella me miraba a los ojos servicial esperando que dijera algo — quiero seguir hablando contigo, ¿sabes? Siento que te expresas muy bien, y quiero seguir aprendiendo de ti.

Ella no dijo nada

—Además, sé que no quieres irte a dormir, si quieres, podemos bajar de nuevo al bar.

Seguí diciendo muchas cosas más, pero cada vez que hablaba, ella lo que hacía era sonreír. Me invitó a pasar y mi corazón empezó a explotar. Estaba nervioso, desde mi punto de vista, yo pensaba que íbamos a tener sexo, que nos besaríamos, follaríamos, diríamos algo y listo, yo estaba dispuesto, y pensaba que ella también. Aparte, era mi primera Milf, una mujer que me doblaba la edad, en fin, esas cosas que uno piensa, pero que la realidad es otra.

Lamento no dar tanto detalle de lo que pasó, porque fueron múltiples temas que iban quemándose y muriendo cada vez, hablamos de tantas cosas, me comentó de su vida, de su divorcio, que tenía una hija que vivía con su ex, se había graduado de administradora, tenía en ese entonces 45 años, que hacía tiempo que no salía con alguien, que se sentía atrapada en su trabajo. Yo quería desnudarla de una manera, pero al final se desnudó ante mí de otra forma. Me contó infinidades de cosa, lloró, se desahogó y me abrazó.

A eso de las 4 am, decidí que era ya muy tarde para quedarme, me acompañó a la puerta y, para mi sorpresa, sacó un billete de 20$ de su cartera, lo dobló, me dio un beso en la mejilla y me lo puso en el bolsillo de mi camisa. Me abrazó y luego cerró la puerta.

Y esa fue la primera vez que una mujer me pagó por mis servicios.

Al principio, yo no entendía que había pasado hasta que se lo comenté a uno de mis amigos unos días después y me dijo que lo había hecho por mis servicios de acompañante.

Es aquí un punto que uno debe aclarar, usualmente, cuando una mujer paga por tus servicios, no lo hace para tener sexo solamente, también para que la escuches y hablen. Es por ello que un buen sexo servidor debe tener buena dicción a hablar y mucha elocuencia. Cuando un hombre paga por sexo, en la mayoría de los casos, es porque quiere vaciar sus pelotas, o follar a una tipa que está muy buena, la mujer en cambio lo hace no sólo cuando se siente insatisfecha sexualmente, sino cuando se siente desatendida, se siente sola, y espera obtener ese alguien que la escuche y le brinde ese calor.

Es tan absurdo cómo las mujeres pagan por algo tan simple como ser escuchadas, en cambio el hombre paga por algo tan vano como es la belleza. Te hace meditar qué quiere cada uno. Tú puedes decir: pero si cualquiera te puede escuchar, qué estúpida eres. O también: que vanidosos son los hombres, sólo les importa el físico.

Pero al final, la gente paga por lo que quiere. Claro, no con esto digo que las mujeres sólo pagan por eso, muchas quieren coger, muchas necesitan un buen polvo, y no es hasta que pagan a alguien como yo que se dan cuenta que toda su vida han sido mal cogidas o sólo han recibido mal polvo.

Luego de ellos, estuve por un tiempo meditando la posibilidad de dedicarme esto por tiempo y así obtener un dinero extra, pero poco sabía el mundo donde me iba a meter.

Interludio

Muchos de los colegas que tengo en el rubro, cada vez que me hablan de sus primeras experiencias, siempre comentan lo mismo: “Yo pensé que íbamos a tener sexo, pero al final terminé hablando su familia.”

Gracias a Elena, por suerte nunca me topé con esas experiencias porque la había vivido sin saberla. La mayoría que me preguntan “¿Cómo inicio en el mundo?” siempre se sorprenden con la respuesta que doy: “Escuchando”

Así yo inicié en el mundo y así me fue muy bien. Sin descuidar mis estudios ni mis rutinas de ejercicios, decidí investigar un poco de todo, a saber de la cultura general, leer libros, ver películas, series, fue un estudio completo de todo, aprendí de música clásica, pinturas es incluso de historia. Fue un periodo muy largo, estuve por al menos 4 o 5 meses sin decidirme entrar en el campo laboral. Sin embargo, empecé a meterme en grupos de Facebook, telegram y ws. E incluso, en grupos pagos sólo para conocer la experiencia, y sólo les tengo que decir algo: todo lo que se habla allí se puede saber en otro lugar. No vale la pena pagar por entrar a esos grupos, a menos que sea una agencia que se dedique a eso, lo cual, si eres principiante, te lo recomiendo para que seas conocido, pero tienes que entender que no son tus clientes, son los de ellos.

La primera que probó mi miembro

Luego de todo ese tiempo de estudio, decidí que era momento de comenzar. Te podría mentir diciendo que fue una mujer con mucho dinero, una gerente de un banco, la princesa de macedonia, pero no, fue una conserje de un edificio, y bien barato fui. Pero a la larga, me trajo buenos resultados.

Cuando iba al crossfit, había conocido a un par de chicos que le metían mucho a la weed, eran lo que coloquialmente le dicen gorilas, fumaban al menos tres veces por día, lo cual me parecía un poco contra producente porque se mataban en las sesiones haciendo ejercicios. Cuando les preguntaba de donde sacaban tanto dinero, me decían que usualmente las chicas a las que entrenaban les pagaban por día, o de vez en cuando pedían “fiado” al dealer, que poco después me enteré que aquí le dicen “camellos”, para pagarles después. Yo, que también fumaba de vez en cuando con ellos, siempre me invitaban, por lo que nunca gastaba dinero ni invertía en nada. Eso es lo bueno de conocer a marihuanos.

Un día, uno de ellos me invitó a su apartamento, yo ya estaba curado de ir, la conserje del lugar me conocía y muchas veces hablábamos un par de minutos. Era muy amable y cariñosa, y a veces salía con el típico comentario: dichosas esas niñas. Quien fuera mami de ese papi.

Y cosas por el estilo.

No era bonita, para mi gusto, medía poco más del metro cincuenta, morena, cabello crespo azabache, un trasero regordete, unas piernas también regordetas y una pansa más o menos prominente. No era alguien que atraiga por su físico, sino por una personalidad arrolladora y carismática. Era como el alma en ese edificio, y me caía muy bien, pero nada en otro rollo.

Y es que, muchas veces en este rubro, te van a tocar mujeres que no te atraigan, pero tú debes ser un caballero y darle toda la atención y satisfacción como si lo hicieras, al fin y al cabo, son clientas, es un trabajo, y debes ser profesional. Ellas son el centro de atención, debes escuchar, atenderlas, y sobre todas las cosas, tratarlas como quieren que las traten.

Cuando llegué, me percaté que mi amigo no contestaba, era raro, siempre que lo hacía, era normal recibir el “ya bajo”, pero ni siquiera eso. Así que decidí esperar un momento, por suerte, vi a la conserje que se llama Tania y esta me dejó pasar hasta el lobbie a esperar un rato. Ella me hizo el favor de llamar al teléfono de casa, pero contestó la madre diciendo que había salido y ya regresaría. Ofreció que subiera para que lo esperase en el apartamento, pero yo decidí que no, no conocía a esa señora y me moría de la vergüenza el estar allí esperando a mi amigo. Me quedé junto a Tania escuchándola hablar de su vida pasa.

Era bastante divertida contando sus experiencias, y por lo que me contó, muy mente abierta.

—Oye, ¿y las novias qué? —me preguntó luego de contarme una de sus experiencias.

Yo le hablé que actualmente no salía con nadie, pero que sí me animaba para algo que surgiera de momento. A lo que ella sólo me contestó con una sonrisa.

Sé que en una de esas veces, me contó que en el pasado, uno de los inquilinos le había propuesto pagarle por tener sexo, a lo que ella dijo que no porque todos se iban a enterar, y preferiría guardar las apariencias, pero que si había ofrecido sexo por dinero. Yo le pregunté si ella, como mujer, pagaría tener sexo con un hombre. A lo que ella, muy maja, me respondió que si fuera Chayanne, sí. Luego echó una carcajada.

Ella me miró con picardía y me dijo:

—Tal vez por ti sí pagarían, pero no sé. Lo veo difícil. La mujer lo hace cuando quiere, el hombre cuando puede.

Esa es una frase muy estandarizada en mi país, porque tienen esa ideología de que la mujer se tiene que “dejar” para hacerlo, cosas que pasa muy diferente aquí en España, me he dado cuenta que, así todavía existan mujer que pienses que su vulva es un tesoro o un premio, muchas les da igual, pasan a un segundo plano eso y simplemente disfrutan de su sexualidad, como debe ser.

—Tú eres un manganzón, tú me agarras y me partes en dos. —recuerdo esta frase porque cuando la escuché sentí una punzada en mi miembro que me hizo tocármelo un poco.

No recuerdo las palabras exactas que le dije, pero fue algo como:

—Ah, pero es que te lo has imaginado.

Ella dijo ciertas cosas para evitar perder la conversación, y luego enfocó el tema hablando de ella en plan de recibir dinero. Me contó que a veces sí la veía rudo y tenía que salir con tipos para sacarle dinero, a veces era un oral, a veces sexo, pero nunca “por allá tras” como decía. La conversación bajó la intensidad, cambiamos el tema y hablamos de cosas banales hasta que llegó mi amigo. Me despedí de ella y subí con él.

Me había gustado lo que había pasado, realmente no quería lanzarme, es decir, si yo quería, posiblemente terminaríamos haciendo algo, pero me concentré más en la práctica, las cosas que respondía y el control de la situación. A veces uno puede estudiar, hablar y ser la persona con el mayor control, pero cuando estas en esa situación, y te tiembla la voz, perdiste. Lo ideal es ser pícaro, hacerle entender que estás jugueteando con ella, pero que, así como ellas, debes jugársela para tenerte.

Le recriminé a mi amigo por lo que me había dicho, pero su disculpa fue un buen porro, cosa que me pareció suficiente. “Descargamos” todo el viaje jugando un poco de FIFA, pero mientras jugaba, empecé a imagina a Tania arrodillada ante mí con mi miembro boca, fueron pensamientos fugaces. Le eché la culpa a la web, pero lo cierto era que tenía muchas ganas. No sé si alguno aquí le pasa esto, pero cuando tienes el miembro muy sensible, el calor se expande por tus piernas y cualquier roce, así sea con tus short, jean o tus mismos mulos, te ponen un poco caliente. Así estaba yo. Ya no me importaba lo que jugaba, la calentura me había subido hasta la cabeza, estaba allí, pero a la vez estaba en casa de Tania rompiéndole ese culito en cuatro.

Ya entrada la noche, el apetito explotó, tenía antojo de una hamburguesa enorme, de esas grasosas que te dan un infarto de sólo verlas. Mi amigo y yo decidimos bajar y comprar un par en unos puestos de comida rápida que estaban justo al frente del edificio. Cuando bajé con él, vi a Tania viendo la tv en el lobbie, no sé eran las secuelas del viaje, o tal vez la vergüenza de entrar en la realidad y verla allí, ajena a que poco antes había estado fantaseado con ella, decidí evitarle.

—¿Pa dónde van esos galanes? —de hecho, no fue ese adjetivo, fue otro bastante subido de tono, pero aquí echando cabeza, no logro recordarlo.

Mi amigo, que tenía una confianza enorme con ella, le explicó que íbamos a comprar algo, a lo que ella aprovechó y nos usó como delivery. Compramos tres hamburguesas, pero cuando regresamos, ella no estaba. Fuimos hasta su apartamento, que quedaba junto al pasillo, tocamos y ella salió disculpándose, iba a pagar cuando mi amigo le dijo que no, que era un invite por parte de nosotros.

Poco pasó después, subimos al apartamento y nos quedamos un rato más, a eso de las 10 u 11 pm, yo decido irme, bajé hasta el lobbie, pero antes de seguir mi camino, no sé, intenté ir más allá, estaba un poco caliente, y de cierta manera, me molestaba cómo me ponía Tania. Me armé de valor, toqué la puerta de su apartamento y ella apareció sonriente, le pregunté cómo había estado la comida. Ni muy corta ni perezosa, me contestó que estaba muy rica, que ahora faltaba la otra.

A veces cuando uno apenas está aprendiendo a la hora del control, siempre comete uno que otro error, yo, que estaba ya un poco subido de tono porque le habíamos dado otro toque antes de irme, le comenté:

—Pero eso no es gratis.

Me di cuenta que tal vez había cometido un error, Tania estaba vestida con una bata de esas viejas que usualmente dejamos para dormir, y eso, fuera de todo, me mantenía al tanto. Yo cargaba un mono gris deportivo. Decidí acercarme a ella, darle un bese en la mejilla y despedirme, al estar cerca de su rostro, un olor a avellana invadió mi dulce aroma. Mi cuerpo templaba, el pulso lo tenía a mil, pero mi erección estaba tranquila, muy normal. Me di la vuelta y ella me tomó del brazo, recuerdo que me dijo:

—Pero pasa, tranquilo.

Se notaba un poco ida, como desorientada, nerviosa y algo atontada cuando me tomó por el brazo. Claro, mi pulso estaba mil, sentía mis palpitaciones en mi sien, me golpean tan fuerte que hasta pude haber perdido el sentido de la vista un poco. Me tropecé al entrar y ella soltó una risa. Cuando me senté en el sofá, sólo logré decir:

—Esto no es de gratis.

Ella había entendido, sabía a lo que me refería. Recuerdo que muy torpemente se acercó a mí, me tomó una de las piernas y se sentó en ella. Tocó mi entre pierna y sintió mi miembro ya un poco erecto.

Ella le encantaba decir mucho la palabra papi, se arrodilló al frente de mí, bajó mi mono en conjunto con mi bóxer y se quedó viendo un rato mi miembro. Mi miembro mide 23 cm y es bastante gruesa, son de esos que tienen una curvatura hacia abajo y con un glande grueso. Yo sabía lo que tenía, y el hecho de imaginarme entrando en una pussy tan pequeña con esa me dejó a mil.

–Papi, eso no va a entrar

La puse a comerla por varios minutos, ni siquiera un cuarto de ella pudo introducir en esa boquita, sólo la punta medio entraba, así que claro, ella sólo decidió lamer y chupar el glande. La levanté con todas mis fuerzas y coloqué su cintura en mi rostro, empecé a comerme esa pussy húmeda y morena, tiene los labios mayores grandes y los menores largos, empecé a jugar con el jugo, olía a flujo, limpio y rico. Me encantaba como gemía, de vez en cuando emitía unos chillidos agudos muy de loli.

Luego la coloqué en cuatro, preparé la entradita con mi glande y muy lentamente, sentí cómo se hundía abriendo cada centímetro tan suave, tan apretado. Ese culito regordete amenazaba con tragar todo mi miembro, pero al final nunca pudo. De Hecho, sólo entraba la punta, si intentaba meter más, ella me decía que dolía. Así estuvimos un rato hasta que pude meter un poco más, pero absurdamente no podía más, lo que me podía de ella era las veces que gritaba “dámelo, papi, eso rómpeme”, al final, saqué mi miembro y, con mis dedos, empecé a penetrarla mientras me comía su rico culito. Estuve un rato así, lo cierto es que mi mano se cansó, pero ella aún no acababa.

La puse boca arriba en el sofá, monté una de mi rodilla a un lado de ella, la otra pierna en el suelo y empecé a follarme su boquita mientras la masturbaba con mis manos. Era muy morboso, nunca me hubiese imaginado estar en una situación así con ella, pero Tania me llenaba de lujuria.

Recuerdo muy bien cuando logró acabar por fin, el cuerpo se le tensó y sus ojos se volvieron blancos, pero sus gemidos fueron callados por mi miembro que estaba en su boca. Al rato, me senté en el sofá de nueva, y ella empezó a masturbarme con ambas manos. Me decía cosas: dame tu lechita.

Sin importar el morbo que ella me hacía tener, se me hacía imposible acabar, tampoco era el mejor polvo, no lo fue de hecho, pero eran ganas que se debían matar. Empecé a pensar en chicas pasadas, mujeres que si les entraba casi todo, y fue allí cuando exploté en su rostro, no acabé demasiado, como le dije, fue algo un poco forzado para mi gusto.

Ella se levantó y buscó un dinero, me lo dio y dijo:

—Vales más, pero haré correr la voz.

Me vestí, me sentí insultado, asqueroso y absurdo, sí, yo quería, pero a la vez me sentí insultado por la cantidad que me dio, apenas 5$. Me despedí educadamente, y me fui. Era el bendito dinero de la hamburguesa.

Lo cierto es que Tania cumplió su palabra, al poco tiempo me llegaron mensajes de mujeres que se querían contactar conmigo, mujeres del mismo edificio y, lamentablemente, la madre de mi amigo descubrió a lo que me empezaba a dedicar, pero creo que por los momentos, está bien por hoy. Luego les contaré lo que pasó después, en este relato sólo quería que fuera algo introductorio.

Otra cosa, si eres una mujer, dispuesta a sentirte querida, complacida, amada y escuchada, puedes contactarme, podemos hablar y ver si podemos quedar en algo.

Intentaré en lo posible de responderle a todas.

Hugobelmot95@gmail.com

Hugo.