Mi primera vez

Con este episodio biográfico de dos partes, cuento el camino hacia mi bisexualidad, un camino difícil pero con final feliz. Espero no se os haga muy largo, he tratado de ser bastante directo a lo esencial. Disfrutarlo. Besos.

Mi primera vez

Me llamo Hugo, tengo 35 años, pelo castaño claro, ojos verdes y me conservo bastante bien.

Quería hablaros de mi primera vez  aunque técnicamente no fue la primera. Dejadme que os lo explique.

Para mí siempre fue importante la primera vez de las cosas. Y mi primera vez con una chica fue a los 14 años y la recuerdo con muy poco entusiasmo, sin magia. No solo por la inexperiencia, tan característica en las primeras veces, sino también por la falta de feeling con la chica, aunque había deseo no había mucha atracción física.

Por eso, cuando se dio la posibilidad de tener sexo con un hombre, esa idea de la primera vez volvió. Habían pasado muchos años y algunas mujeres, había disfrutado muchísimo, yo me sabía bisexual, aunque no abiertamente, mi entorno siempre fue un lugar difícil, no en casa, por suerte en casa son más abiertos, mi entorno laboral o en la misma escuela.

Pero nunca hubo deseo, ni necesidad.

Hasta que un día cualquiera de una manera muy rutinaria e inesperada, ardió el deseo, me quemó y me hizo cenizas.

No fue de película, pero fue algo que nunca me había pasado.

Un mediodía volviendo del trabajo a mi casa para comer, como hacía cada día de lunes a viernes, paraba en la panadería antes de llegar a casa.

Enfrente de la panadería había una parada de autobús.  Paré mi moto cerca, y entré en la panadería, justo salía un chico muy alto, de unos 35 años (yo tenía 23 por aquel entonces).

Sentí un calor repentino subiendo desde mi vientre después de cruzar mi mirada con él, compré el pan y salí, afuera le vi de nuevo, estaba en la parada de autobús mirando hacia la panadería, me miró con unos ojos castaños que me penetraron, me saludó.

Yo rojo como un tómate sintiendo la piel arder, le saludé y seguí mi camino. No supe reaccionar.

Llegué a casa, el pan estaba destrozado por donde lo tenía cogido, tenía el cuerpo caliente por fuera y por dentro, sentía la respiración acelerada... Estaba cachondo. Y era la primera vez que me ocurría con un hombre.

No lo podía creer. Pero no me juzgué. Me metí en la habitación, me desnudé y con el consolador de mi compañera de piso me follé el culo de una manera bestial, llegándome a correr dos veces sin sacarlo de mi culo.

Ese día todo cambió. Habia nacido el deseo. Lo cuál era un panorama muy óptimo en teoría, yo que era adicto al sexo, ahora tenía la oportunidad de un sector inexplorado. Mi mente hacía auténticas travesuras con mi nuevo descubrimiento.

Pero un par de experiencias truncaron todas esas expectativas y me dejaron un mal sabor de boca. Bueno no, una de ellas me dejó muy buen sabor de boca.

Un chico portugués que conocí una noche me llevó a mi casa, aunque yo estaba bastante borracho aún tenía algo de conciencia.

Empezamos, yo estaba dispuesto, se la chupé, pero como novato le hacía daño con los dientes. Se cansó rápido de mi mamada y me puso a cuatro, la metió a la primera después de llenarse de lubricante esa gorda polla que tenía. Supongo que el sintió que entraba fácil, porque empezó a empotrarme en seguida, bien fuerte.

Otras veces en mi casa, a solas, me ponía a cuatro patas e imaginaba que alguien me penetraba, sentía sus manos por mi abdomen, por mis caderas y mi culo, acariciando mi espalda.

Yo esperaba estar cachondisimo pero no fue así, ahora estaba ahí a cuatro patas, con su extintor bombeandome el ano y yo con un dolor indescriptible.

Cuando tuve aire en los pulmones le dije que parara, hasta tres veces. No paró en ningún momento, tardó cinco minutos más, antes de terminar subió el ritmo, yo lloraba con la cara hundida en la cama y mi culo en pompa siendo atravesado por ese pollón. Le escuchaba decir -Toma cabrón, es lo que te gusta- se la sacó, se quitó el preservativo me dio un golpe en la cadera que me dio la vuelta, me dejó boca arriba y masturbandose me acercó la polla a la cara, me cogió la cara abriendome la mandíbula y metió su polla mientras se corría. Dio un grito de placer que atrayeron miradas curiosas de los vecinos en los próximos días.

Y se fue.

Pasó tiempo. Bastante. Antes de pensar en probar otra vez. Sabía que no tenía que volver a ser así. No quería recordar eso como primera vez, porque sentía que me habían violado. Se fue el deseo por un tiempo. Concretamente 7 años después.

Conocí a un chico marroquí, muy majo, no era especialmente atractivo, pero me trataba muy bien.

Trabajabamos juntos en una tienda de ropa, habíamos entrado a la par. Los días que no había mucha gente adelantábamos faena y a veces nos quedábamos sin nada que hacer, en esos momentos el jefe se iba y nos dejaba solos hasta el cierre.

Un día de esos entré en los probadores para probarme un pantalón que me gustó, los probadores estaban detrás del mostrador semi ocultos, y solo Hamal podía ver el interior a través de un espejo. Claro que yo no eché las cortinas, justo por el morbo que me daba saber si Hamal miraría, si su simpatía y cercanía hacía mí eran por su forma de ser o porque yo le gustaba.

Así que me desnudé, excepto los calzoncillos. Miraba el pantalón, le daba la vuelta, leía la etiqueta, en fin, esperaba  ver a Hamal mirando los espejos.

Empezaba a estar excitado, la desnudez siempre me da placer, y el juego de los espejos me daba morbo. A parte de pasar una vez mirando hacía dentro no vi a Hamal.

Tiré la toalla y me dispuse a probarme los pantalones, y en el momento que me agaché, note algo mullidito y caliente en mi trasero, me incorporé y vi a través del espejo a Hamal en calzoncillos. Me puse muy nervioso, temía que alguien entrara y nos viera. Pero Hamal con un susurro en el oído me dijo

-Estamos solos tú y yo aquí, la tienda está cerrada, y Saúl (nuesto jefe) no va a volver-.

Dicho esto me puso la mano derecha en la cadera, su brazo izquierdo me rodeó, sentí su cuerpo caliente tocando mi espalda, su polla justo en mi raja separada por la tela de nuestra ropa interior,  en ese momento quería deshacerme de ella y sentirla más.

Me había relajado, estaba excitado, pero había algo en mí que me hacía estar alerta. Aún así, sentí como el bajaba sus calzoncillos, y yo le correspondí, se acercó a mí, me dio la vuelta y se puso muy cerca de mí, tanto que nuestras pollas se tocaban. En ese momento no lo pensé porque estaba muy excitado pero esa enorme polla no iba a poder entrar.

En ese momento solo me dejé llevar por él, sabía lo que hacía y era muy tierno, lo supe cuando me besó, nunca me habían besado con tanta ternura.

Tenía su mano detrás de mi cabeza y la otra bajaba por mi espalda poco a poco hasta mi culo mientras avanzaba comiéndome los morros, tenía unos labios carnosos y una boca grande, nuestras lenguas jugaban hasta que sentí el frío del espejo en mi espalda.

Me dio la vuelta, me besaba el cuello mientras sus manos jugaban con mis nalgas, sentí todo su pollón en mi raja al mismo tiempo que me cogía la cara y me besaba empotrandome contra el espejo. Se movía sensualmente frotando  su polla por mi culo, yo estaba cachondisimo, quería que me penetrara, pero eso me iba a doler.

Si el portugués me hizo sangrar, qué me podría hacer Hamal.

Le dije que eso no iba a entrar, que la tenía enorme, no le quise decir nada de que me habían violado, de que era el segundo hombre con el que estaba, estaba muerto de miedo, pero estaba muy cachondo y en ese momento estaba sintiendo placer.

Así que hundí mis labios en sus labios, me giré, le cogí de sus musculosos brazos y lo senté en la butaca del probador, me agarró del culo y me atrajo hacia él, seguimos besándonos, sentía su lengua entrar en mi boca, acercó su mano, puso saliva en ella y se pajeó la polla, volvió a escupir en su mano y me frotó el agujero, sentí su capullo caliente, circuncidado como me gusta, bien gordito y mullidito en mi entrada, presionando mientras seguía comiéndome la boca sus manos tomando todo mi culo, abrían los cachetes mientras me dejaba caer muy poco a poco.

Su capullo ya estaba dentro y yo sentía que me iba a correr, mi polla golpeaba a su pecho de los espasmos que me daban, entró un poco más y sentí que me partían en dos, me puse muy nervioso, sentía mucho dolor y di un grito apagado que él interpretó como placer, y ojalá lo hubiese sido pero fue dolor. En ese preciso instante el quiso entrar hasta el fondo y me quebré... Caí al suelo y empecé a llorar.

Hamal se preocupó mucho, me pedía disculpas continuamente, me ayudó a incorporarme y nos abrazamos, yo llorando en su pecho y el rodeandome con sus fuertes brazos. Estuvimos unos minutos así, no hizo preguntas y eso me alivió. Sentía dolor, pero seguía cachondo  y ahí estaba apoyado en en el pecho de Hamal, así que caí detrás de mis lágrimas, poco a poco sintiendo el calor de la piel de Hamal en mis labios, cediendo poco a poco a la gravedad y sediento de dar placer y como no, de disfrutar yo también de algo que me ponía muchísimo, un secreto, una fantasía, comer pollas.

Cuando llegué a buscar mi premio, ya me esperaba, estaba bien morcillón, lo agarré con la mano derecha y me lo llevé a mis labios, lo besé suavemente, le lamí el capullo, volví a besar pero esta vez metiéndome el capullo en la boca, le escuché dar un ligero gemido, parecía un oso, lo miré a los ojos, puse mi lengua bajo su capullo, abrí bien la boca y me metí algo más de la mitad de su polla, me quedé ahí mientras le masajeaba los huevos, no me daba arcada tenía esa suerte, no tardó mucho el en coger mi cabeza y sacar su polla de mi boca para volverla a meter, gemía como un loco, y como vio que yo no ofrecía resistencia me folló con violencia la boca y la garganta.

Yo sentía toda su verga entrar y salir de mi garganta, cuando la sacaba podía respirar un poco pero ambos sentíamos la misma necesidad, así que le volvía a coger la polla, abrir mi boca y meterme su polla a punto de reventar en mi boca, esta vez mandaba yo y estaba abusando de su capullo con forma de fresa negra, lo lamía, lo besaba, lo metía en mi boca, mi lengua siempre jugaba con ella y mi mano seguía el ritmo deslizandose por la saliva por todo su tronco, por sus testículos. Hamal me cogió la cabeza, contrajo todo su cuerpo, yo sabía que se venía y ya que no me había podido follar me iba a tragar todo. Seguí chupando y chupando ayudado de mi manos, con la derecha acompañaba mis labios, con la izquierda le sobaba los testículos, el me avisó, yo me pusé a mil, sentí toda la leche caliente entrando en mi boca, seguía chupando hasta que se me llenaba la boca, tragaba y seguía chupando, volvía a tragar y jugué con mi lengua en su pene a no dejar nada sobre él.

Fin de la primera parte